domingo, 16 de agosto de 2020

LA OPINIÓN DE PABLO SIRVÉN,


Cristina y Macri, la historia sin fin
Pablo Sirvén | Fundación Konex
Pablo Sirvén
Los viajes del expresidente; los tuits de la vice y el plan de venganza
Al antiperonismo no le fue muy bien agitando aquello de “tirano prófugo” mientras Juan Domingo Perón estaba en el exilio. El “no vuelve más” y el “no le da el cuero para venir” no funcionaron y el fundador del justicialismo terminó muriendo en la Argentina con la banda presidencial cruzando su pecho.
El kirchnerismo repite lo de “prófugo”, ahora aplicado a Mauricio Macri, a quien sobredimensiona, por su viaje reciente de horas a Paraguay, y lo vuelve a usar en estos días cuando el expresidente viajó a Europa para entrar en funciones como titular de la fundación de la FIFA y para que Juliana Awada se reencontrara con su hija Valentina. Piensan regresar a fines de este mes.
Resulta ambivalente en sus sentimientos el kirchnerismo hacia el jefe de Estado anterior: se irrita cuando habla o firma esporádicamente algún documento, pero lo extraña sin disimulos cuando pone distancia.
Hay muchas vestiduras rasgadas y afectados análisis retóricos sobre la supuesta falta de ética de Macri por ausentarse en tiempos de pandemia y hasta recibe emplazamientos extemporáneos para que se expida sobre si abandona la política y su virtual liderazgo de la oposición, algo que solo deberán resolver él y sus aliados. Mientras tanto, a Juntos por el Cambio parece sentarle bien el llano. Lejos de producirse un cisma en sus filas, se muestra cada vez más compacto y sin las ansiedades de un movimiento verticalista para definir un liderazgo único y absorbente. En ese sentido, gusten más o menos los vuelos y los hoteles de Macri, sus maneras e irrupciones con cuentagotas terminan siendo funcionales para que se escuchen más voces en esa coalición en un pie de igualdad. El exmandatario viene repitiendo que quiere contribuir en la coordinación de ese espacio. ¿Una suerte de primus inter pares, más que un líder convencional que impone su voz más elevada por el solo hecho de haber sido presidente? De ser así, sería una experiencia novedosa y saludable para un sistema político demasiado enfermo de unicatos caudillistas.
Mientras la Justicia no reclama al exjefe de Estado, no hay juez que haya pedido su captura internacional ni ninguna de las causas que se le abrieron está cerca de ser elevada a juicio oral, Cristina Kirchner tuiteó el jueves furiosa: “No hay argentino más impune que Mauricio Macri”.
La supervicepresidenta de la Nación está convencida de que su palabra cuenta con la infalibilidad que el Vaticano les otorga a los papas en cuestiones doctrinarias. “Una palabra tuya bastará”, dice la cita bíblica, pero claro referida a Cristo, el hijo de Dios para los cristianos. En cambio, los cientos de miles de palabras, acumulados como pruebas en toneladas de expedientes contra ella son pura y simplemente lawfare. Pero a su palabra la pretende con fuerza de ley, tal como sucede en un régimen autocrático.
De paso, en la sucesión de coléricos tuits que acompañó ese primer grito desgarrador –en el que subyace casi un pedido subliminal de clemencia que podría también querer decir: “¿Por qué me acusan a mí y no a él?”–, con sus menciones peyorativas a magistrados concretos terminó de desbaratar del todo la fachada formal de la reforma judicial que con tanto esmero había presentado Alberto Fernández, al apelar a argumentos prácticamente autoincriminatorios. El “fuego amigo” ya es casi una rutina para el Presidente, que en la semana que pasó tuvo, al menos, la buena noticia del alivio que significa haber cerrado el acuerdo con los acreedores.
Sin embargo, el ritmo y los modales más apocados del Presidente están haciendo entrar en combustión al volcán CFK, cuyo cráter ya ha empezado a lanzar densas bocanadas de humo negro y amenaza con despedir lava incandescente en las cantidades que hagan falta para arrastrar a cualquiera que se ponga en su camino, sea de las filas contrarias o de las propias. Sabe que el tiempo juega en su contra y que su desesperación ha empezado a notarse –el tuit contra Macri, al que siempre trató de ignorar y no mencionar, lo prueba–, y que como las causas en su contra no se pueden hacer desaparecer de un plumazo, ha decidido acelerar por las suyas el operativo venganza contra su antecesor: de la noche a la mañana, varios de sus funcionarios quedaron procesados sin ni siquiera poder analizar las pruebas en su contra para defenderse y hasta sueña con la quiebra fraudulenta del Correo para dejar a los hijos de Macri, que son accionistas, a tiro de la Justicia. El ojo por ojo por Máximo y Florencia (que no fueron meros accionistas de Hotesur y los Sauces, sino también directores, ergo mucho más involucrados en el funcionamiento de esas sociedades).
Como esos animalitos que tienen un mágico radar incorporado para presentir desastres naturales pocas horas antes de que sucedan, rompió su largo silencio el rottweiler de Cambiemos, Elisa Carrió, primero para defender a Horacio Rodríguez Larreta de la coordinada ofensiva en su contra (por orden de aparición: Wado de Pedro / Cristina Kirchner / Alberto Fernández) y después para denunciar los últimos movimientos de la supervicepresidenta que buscan “garantizar su impunidad”. Clarita como siempre.

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