Ingeniosa historia de mafiosos con un Stallone vibrante
Paula Vázquez Prieto/PARamouNt+Stallone, en su mejor papel en años
(estados unidos, 2022). creador: Taylor Sheridan. elenco: Sylvester Stallone, Andrea Savage, Martin Starr, Jay Will, Garrett Hedlund, Max Casella, Domenick Lombardozzi, Vincent Piazza. disponible en: Paramount+.
Taylor Sheridan ha logrado forjar un universo creativo alrededor de los viejos géneros, el western y el cine de gángsters, nacidos en los albores del cinematógrafo al calor de la Historia y la mitología. Como guionista en Sicario (2015) y Sin nada que perder (2016), traía al presente -en contextos diversos como la guerra contra el narcotráfico y la crisis inmobiliaria estadounidense- los tópicos de la vieja frontera del Oeste, en un escenario moderno donde las leyendas se desmontan o se reinventan. Algo de ello recupera en su mejor película como director, Viento salvaje (2017), tenso retrato de la herencia indígena en la América profunda, los residuos de sangre y muerte escondidos en una convivencia no siempre pacífica.
Pero el gran salto de Sheridan llegó con la televisión y la gestación de una de las sagas contemporáneas más interesantes, Yellowstone. Creada en 2018 y con cinco temteriores poradas en su haber no solo gestó una legión de fanáticos y sucesivos epígonos -1883 y la recién estrenada 1923- sino que ofreció una interesante actualización de esa tradición narrativa olvidada, un western afincado en un territorio hostil y constantemente asediado, que ensaya en su microcosmos un fresco de la violencia que atraviesa a una nación. Como eco de ese espacio y de esas tradiciones, Sheridan elige el Oeste como enclave para situar un nuevo retrato cargado de historia y leyenda. Un mito como Sylvester Stallone, convertido en un personaje atípico para su carrera: un capo de la Mafia que regresa para reclamar lo perdido.
Tulsa King consigue unir a la figura de Stallone y toda su mística con el universo áspero de Sheridan, en el que la distancia que supone reflexionar sobre viejos géneros y tradiciones arraigadas no lo exime de la utilización concreta de sus arquetipos e iconografía, de un homenaje que aún preñado de humor no se recluye en la parodia. Sheridan rastrea el relato de gángsters a su origen doméstico, previo a la mística de los 70, y lo sitúa en la pequeña escala de una familia avejentada, de capos miserables y envidiosos, cuyos grandes criminales están enfermos y sus laderos recluidos en el anonimato, y cuya verdadera leyenda, aquel que honró el silencio y purgó una culpa prestada, deberá despertar a este tiempo sin gloria. Stallone encuentra uno de sus mejores personajes de los últimos tiempos, alimentado de su propio pasado cinematográfico con una presencia vital y emocionante.
Dwight Manfredi -en cuyo nombre se conjura la herencia ítaloamericana y el patriotismo local con el nombre de pila de Eisenhowerha pasado los últimos 25 años de su vida en la cárcel. Durante esa larga ausencia ha perdido el ritmo del mundo y su vertiginosa evolución, ha perdido el contacto con su hija y su lugar de privilegio en la familia mafiosa. A su salida, curtido en la lectura de Goethe y Dostoievski, es desterrado a la ciudad de Tulsa donde deberá forjar un nuevo dominio y probar su cuestionada vigencia. El inicio del relato, modelado de la voz en off de Dwight, propone tanto la reinvención del gángster desde abajo (evocando los relatos literarios de la llamada “crook story”), develando sus procedimientos para obtener participación en el negocio de marihuana de un hippie local, alianzas con el dueño de un bar y disputas con una banda de motoqueros y vendedores de armas, como el descubrimiento de nuevos discípulos, de amores posibles y venganzas postergadas.
Sheridan echa mano a la mirada scorsesiana sobre el crimen, pero modela un territorio propio, violento y nihilista por momentos, y pese a ello lleno de genuina sabiduría. Dwight no solo deberá despedir el mundo que ha dejado en los 90 sin tiempo para la melancolía, sino también descubrir las amenazas de una nueva era, contenida en aquello que esa prolija ciudad de Tulsa resguarda como patrimonio ancestral. El camino desde Nueva York a Oklahoma, como ya se había trazado en tiempos de la frontera, ahora supone redescubrir la violencia en otras formas, y la traición en las mismas de siempre. Uno de los grandes hallazgos es la inclusión de Andrea Savage como Stacy Beale, agente de la ATF (una agencia gubernamental), quien mantiene un romance casual con Dwight signado por la diferencia de edad y de bando al que pertenecen. Savage es una comediante notable, creadora de la genial I’m Sorry (2017), y su personaje ofrece una perspectiva ácida sobre ese mundo de hombres y sus rencillas, al mismo tiempo que expresa esa condición de extrañeza que atraviesa al presente, el desajuste con un tiempo que cambia rápido y sin coordenadas, la tensión entre las demandas del cuerpo social y las falencias de la condición humana.
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