miércoles, 28 de junio de 2023

CEREMONIA Y CHIFLADURA


El campamento de las “swifties”: todo vale para ver a taylor
Los tres shows son en noviembre, pero unas 200 fanáticas instalaron cuatro iglús en las puertas de River para ocupar los primeros lugares
Josefina Gil MoreiraCada carpa tiene un sistema de normas que permite que estén ocupadas siempre
Sobre la avenida Figueroa Alcorta, entre la cancha de River Plate y el Club Hípico Argentino, sorprende una hilera de cuatro carpas azules. Las entradas de cada una de ellas dan la espalda a la calle y, a falta de una superficie blanda donde clavar estacas, sus toldos se sostienen con adoquines. En los alrededores se ve una escoba, un paraguas y algunos cartones que ofician como alfombra.
A unos metros de ese campamento improvisado, sobre el cordón de la vereda, justo donde da el sol, Sabrina Rodríguez, de 21 años, y Gisela, de 20, están sentadas charlando. Son fanáticas de Taylor Swift, la cantante norteamericana que en noviembre próximo se presentará por primera vez en la Argentina con tres conciertos en el estadio de River.
Durante los dos días de venta de entradas, en los que participaron más de tres millones de personas, Swift agotó las tres fechas y estuvo en boca de todo el país por la fiebre que generan sus shows.
Sabrina y Gisela forman parte del grupo de cerca de 200 jóvenes que están acampando en las inmediaciones del estadio desde que la cantante anunció los recitales, a comienzos de junio. En realidad, nunca están las 200 juntas, sino que cada carpa representa a cerca de 50 chicas que se van rotando para que siempre haya alguien custodiando el lugar y “haciendo horas” que les garantizarán un lugar “en la valla”, la ubicación más deseada desde la cual vivir el show por su proximidad con el escenario.
“La carpa te garantiza valla y eso tiene muchos privilegios. El más importante es poder ver a Taylor de cerca sin que te aplasten como sucede en la mitad del campo. Si llegás solo 20 horas antes del show vas a quedar muy lejos”, indica Gisela.
“Así como hay gente que usa su tiempo libre para ir a la cancha, nosotras lo usamos para estar en la carpa. Yo, por ejemplo, estudio para tripulante de cabina y trabajo en una cadena de cafeterías, y vengo cuando tengo tiempo libre, como si fuese a merendar con amigas, pero elijo venir acá”, señala Sabrina.
Ellas son “miembros” de la carpa 1, una de las cuatro que forman parte del campamento. Según explicaron, cada iglú tiene sus propias reglas de convivencia, de acceso al grupo y de contraprestación por las horas hechas. “En la carpa 1 nos vamos turnando. Hoy estoy yo, en un rato vienen otras amigas y así nos vamos rotando para estar. Lo importante es que nunca quede sola. Tenemos una planilla de Excel en la que tenemos todo organizado y anotado. Se registra quiénes vienen en cada momento y se cuentan las horas. Cuantas más horas estés acá, antes vas a pasar el día del recital”, plantea Sabrina.
En los días posteriores a la venta de entradas, se viralizó por redes sociales un mensaje de WhatsApp en el que se detallaban las condiciones del acampe. Entre los requisitos, se pedía “comer siempre afuera de la carpa para que no se llene de hormigas”, “no entrar con zapatillas” y “controlar que todo esté limpio cuando empiece el turno”. Además, dentro del esquema establecido, se advertía a los participantes que se debía hacer un mínimo de 15 horas mensuales y pasar al menos una noche. “En caso de no poder cumplir, comunicarlo de antemano o se procederá a expulsar del grupo”, se leía en el chat.
Sin embargo, Sabrina aclara que cada carpa tiene sus propias reglas, que en el caso de la suya, no son esas. Quienes ocupan el iglú 2, por ejemplo, no quieren hacer declaraciones y esa parece ser la norma a seguir.
De acuerdo con las “swifties”, apodo con el que se conoce a las fanáticas de la cantante, la mayoría de quienes están acampando son mujeres de entre 20 y 30 años que trabajan y estudian y eligen invertir su tiempo de ocio en el campamento, tal como ya lo hicieron para el recital de Harry Styles el año pasado. Por entonces, la situación fue la misma: comenzaron el acampe en junio para el show que se realizó en diciembre.
Experiencia
“Nos vamos a organizar igual que como hicimos para el recital de Harry Styles el año pasado. Yo vine 500 horas en total”, destaca Sabrina, que vive en el microcentro.

Gisela, que es de Lomas de Zamora, dice que el año pasado, cuando acampó para el show de Styles, sintió un poco de miedo durante los primeras noches, pero que ahora ya no. “Por lo menos en mi carpa ya venimos con experiencia del acampe de Harry. En ese momento sí me daba miedo dormir en la calle, pero, al pasar los meses, me fui acostumbrando. Este es un barrio seguro y la policía está pendiente”, expresa.
Las chicas cuentan que por la noche hace frío, pero que traen sábanas, frazadas y mucha ropa. “Traemos comida de casa o compramos por la zona o pedimos delivery. Nos lavamos los dientes en la estación de servicio [que se ubica enfrente del estadio] o en el McDonald’s”, relata Sabrina.
El tiempo que pasan en el camla pamento fluye entre meriendas, charlas y, como se pudo ver por redes sociales, hasta en pequeños partidos de vóley.
¿Qué las motiva a acampar durante seis meses? “Que la voy a ver de cerca después de 13 años de escucharla. Eso es lo único que me motiva para venir a acampar todos los días de acá a noviembre”, responde Gisela.
Fanatismo mundial
El caso de Sabrina y Gisela no es aislado. La fiebre por Swift es mundial. Conseguir entradas para alguno de los espectáculos de su gira The Eras Tour, que recopila toda su discografía, se convirtió en un verdadero desafío para los fanáticos de todo el planeta. En la Argentina, el anuncio de su visita desató un estallido. El 5 del actual, al abrirse la preventa, y al día siguiente, con venta general, más de tres millones de personas hicieron la “fila virtual” en busca de algún ticket para los conciertos del 9, del 10 o del 11 de noviembre.
“La sigo desde hace 13 años, desde que tenía 7. Que ahora venga por primera vez es algo que no me imaginé nunca por lo caro que es traerla. Me tomó muy por sorpresa. La amo. Viví muchas cosas y Taylor fue una gran ayuda en mi vida, poder verla va a ser muy lindo”, se emocionó Gisela.
Suzanne Garfinkle-Crowell, psiquiatra y directora de la Academia de Medicina y Humanidades de la Escuela de Medicina Icahn, en Nueva York, escribió un ensayo en The New York Times en el que relató cómo muchas de las pacientes que llegan a su consultorio son seguidoras de Taylor Swift. “Yo ya era un fan casual. Pero realmente no podía entender por qué esta artista y esta gira eran tan poderosas y disruptivas. Y entonces comencé a escuchar”, escribió. Y lo que escuchó fue a un números de chicas cada vez mayor que se sentían comprendidas no solo por las letras de sus canciones, sino por la cultura “swiftie”.
“Una ‘swiftie’ encuentra en la cantante una heroína real que entiende el momento que está atravesando, pero también le muestra el buen lugar al que puede llegar. Los adolescentes sufren por muchos motivos. Taylor les dice ‘tomen prestada mi fuerza, abracen su dolor y hagan algo hermoso con él’”, escribió Garfinkle-Crowell.
“Mis pacientes tienen a una profesional que las escucha durante 45 minutos a la semana, pero son pocas las adolescentes que tienen acceso a este tipo de apoyo. Me alegra que mis pacientes y toda la comunidad tengan a alguien tan generosa con quien hablar”, siguió.
“Taylor tiene una canción para cada ocasión de tu vida. Cuando estás pasando por algún momento especial, su música te ayuda”, justifica su fanatismo Sabrina.
Gisela 20 años “La carpa te garantiza valla y eso tiene muchos privilegios. El más importante es el poder ver a Taylor de cerca sin que te aplasten como sucede en la mitad del campo. si llegás solo 20 horas antes del show, vas a quedar muy lejos”
Sabrina Martínez 21 años “así como hay gente que usa su tiempo libre para ir a la cancha, nosotras lo aprovechamos para estar en la carpa. Yo estudio y trabajo, y vengo cuando tengo tiempo libre, como si fuese a merendar con amigas”

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