Empresas B, en aumento
Las nuevas firmas constituyen una gran innovación que despliega verdaderas herramientas para responder a demandas sociales, ambientales y culturales
Ante las nuevas miradas que impone la economía global, cada vez mayor cantidad de gente se encuentra familiarizada con conceptos como el de las empresas de “triple impacto”, aquellas cuyo objetivo es conciliar el desarrollo económico y social atendiendo también la protección del ambiente, con responsabilidad y transparencia. Para la nueva filosofía que muchos adoptaron, la aspiración ahora es ser la mejor empresa para el mundo y no la mejor del mundo.
El llamado sistema B promueve la transición de las compañías hacia economías sustentables. La Argentina alcanzó el hito de 200 empresas B certificadas, casi el 20% de las de América Latina, detrás de Brasil y Chile, en un universo global de más de 7000 empresas B sobre un total de 125 millones en todo el mundo. Esta nueva identidad empresarial, con una tipología legal novedosa, irrumpe en la naturaleza misma del sistema económico heredado de la Revolución Industrial. Para registrarse como empresa B, las exigencias son muy estrictas. Además de elevar su propósito de lucro y equilibrar los intereses con los accionistas y todos los actores involucrados –consumidores, inversores, trabajadores, formadores de opinión, reguladores–, debe dedicarse a la creación de valor mensurable para la sociedad y el planeta, de corto y largo plazo, de lo local a lo global.
Los distintos estatutos societarios persiguen una nueva base de competitividad que aporte al bien común y que contempla distintos aspectos: inclusión de personas con vulnerabilidades en el mercado (por ejemplo, Zafrán, Pura), regeneración de ecosistemas degradados (Guayaki, Natura, Ovis 21), integración social a través del desarrollo tecnológico (Quinto Impacto), reducción de la brecha social (Traza) y transición hacia una matriz energética basada en renovables (Tonka).
Por otro lado, se trata de empresas que se someten a un escrutinio global e independiente muy estricto a través de una herramienta de evaluación que permite medir holísticamente, con casi 200 preguntas, el impacto de la empresa en los trabajadores, los clientes y todas las comunidades, incluyendo proveedores con las que se relacionan, el ambiente y su gobernanza. Esta herramienta reconoce las certificaciones de productos y de procesos que hayan obtenido los usuarios. A diferencia de ellas, esta certificación se enfoca en la organización empresarial y les permite ser al mismo tiempo un agente innovador de cambio en la sociedad y un actor clave para la evolución histórica del sistema capitalista dominante.
Ser empresa B tiene múltiples ventajas. A la empresa le permite alinear la vocación humana de construir un legado público, legalmente protegido, y llevarlo a su núcleo de negocios optimizando el bien común, superando el lema de la maximización del lucro y la reducción de costos sociales y ambientales hasta donde la ley le permite. También, atrae talentos especialmente entre los más jóvenes que buscan un sentido trascendental para su trabajo, en consonancia con sus valores. Impulsa asimismo la creatividad, permite acercar inversiones afines al propósito a partir de una identidad y pertenencia global de impacto positivo en la sociedad y en el planeta como parte de un movimiento ciudadano empresarial global.
En tiempos en que el llamado greenwashing, es decir, la manipulación para el posicionamiento de las marcas, genera tanta desconfianza, la empresa B se somete a exigentes auditorías aleatorias, recertificaciones trienales, penalidades por falsedades dispuestas por una comisión internacional, que pueden incluir juicios al directorio o a la gerencia de la empresa por incumplimiento del estatuto para garantizar la credibilidad de la marca compartida. La evaluación del impacto B se perfecciona cada tres años con los aportes de una comunidad de práctica cada vez más amplia.
El sistema ha inspirado a otros actores a hacer sus aportes. Por ejemplo, en Mendoza, la Universidad Nacional de Cuyo aprobó una orientación con titulación de grado de administración de organizaciones y empresas de impacto, mientras que tanto la ciudad como la provincia cuyana aprobaron regímenes jurídicos de compras públicas que premian la conducta de la sostenibilidad y del impacto positivo empresarial.
La empresa B constituye una innovación macroeconómica para que las mismas organizaciones desplieguen herramientas y dinámicas con respuestas explícitas a las demandas sociales, ambientales y culturales independientemente del color político, permitiéndonos elegir con la decisión comercial qué soluciones queremos. Un horizonte infinito de posibilidades de innovación y de creación colectiva se abre para miles de millones de personas en los asuntos comunes que nos aquejan. Las 200 empresas B de la Argentina son claro ejemplo de lo posible, a nivel individual y colectivo, y abren para la sociedad una ventana de inspiración, entusiasmo y nuevo optimismo, que celebramos.
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Sin diálogo no hay país
El clima de hartazgo y desazón instalado en la sociedad debería constituir una oportunidad para motorizar los cambios que tanto necesitamos.
Tras el profundo mensaje del resultado de las PASO, preocupados por la alarmante falta de diálogo entre las diferentes corrientes políticas y de estas con la sociedad, reconocidos referentes religiosos emitieron una declaración conjunta. La firman la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas, el Seminario Rabínico Latinoamericano, el Centro Islámico de la República Argentina, la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, la Iglesia Siriana Ortodoxa de Antioquia, la Iglesia Apostólica Armenia, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina, el Consejo de Pastores de la Ciudad de Buenos Aires, el Comité interreligioso por la Paz de Córdoba y el Instituto de Diálogo interreligioso.
Con citas del Evangelio, el Corán y el Talmud, alertan a los candidatos que el voto “puede ser un llamado de atención” y reflexionan sobre la necesidad de moderar las palabras ante la disidencia, evitar que la violencia oscurezca la esperanza del diálogo y acerca de la importancia de que la gente cambie lo que hay en su corazón para modificar su destino.
“No hay país posible sin diálogo (...) No hay diálogo con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto”, afirman.
El mensaje apela a la responsabilidad de la dirigencia política para “presentar propuestas concretas y sustantivas, abiertas a un debate profundo e inteligente y a una colaboración comprometida para afrontar los desafíos del presente, dejando de lado las estrategias que buscan el conflicto y el enfrentamiento estéril”. Advierten, con acierto, que “las tensiones pueden amenazar nuestra cohesión como sociedad”.
Desde sus diferencias, nos acercan el mejor ejemplo a la hora de sortear los obstáculos y los enormes abismos que surgen de creencias religiosas tan diversas, con el objetivo de constituir una patria de hermanos. Destacan que hay principios innegociables como “el cuidado de la vida, la preservación de nuestra casa común y la opción preferencial por los más desfavorecidos”.
Llaman a construir un futuro “basado en valores solidarios y compartidos” y piden expresamente a la política “que promueva la libertad en todas sus dimensiones” y que sea “una herramienta responsable al servicio de la justicia social”.
El mensaje es tan rotundo como contundente. Ojalá los argentinos podamos hacerlo carne para superar aquello que nos impide tender puentes hacia un futuro de unión y desarrollo. Partimos de un valioso ejemplo que nos interpela a todos por igual. Si anteponemos el futuro a los mezquinos intereses que nos dividen, podremos aportar a un intercambio respetuoso y superador. Depende de todos.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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