Un voto que nos pone ante un dilema crucial
Héctor M. Guyot
Martín Insaurralde puede salir tranquilo de su madriguera. Eso pensé tras las elecciones del domingo: a los argentinos no nos importa la corrupción. Fue una simplificación hecha en caliente. El resultado se debía, me dije después, a la efectividad de la motosierra de Javier Milei para partir la unidad del frente opositor. Así, es imposible ganarle a un peronismo unido, por más debilitado que esté. También había que agregar la inveterada astucia del peronismo para hacer de la pobreza, junto a la falta de escrúpulos, su mayor capital. Y la torpeza de Juntos por el Cambio, que le regaló la palabra “futuro” a un Sergio Massa capaz de simular oposición a su propio gobierno, desligado de un presente en ruinas del que no tuvo que hacerse cargo.
Las causas del resultado del domingo son muchas y no está mal que tratemos de desentrañarlas. Un poco para mitigar la perplejidad ante el hecho de que hayan llegado al balotaje dos formas de populismo, y otro poco para afrontar el dilema en el que hoy se debaten millones de argentinos: qué hacer ante las urnas el 19 de noviembre, día en que decidiremos el rumbo del país y que determinará nuestro futuro, acaso durante un plazo que excede los cuatro años. Con una economía en caída libre, una sociedad marcada por una pobreza inédita y una cultura degradada, todo indica que la Argentina está frente a un punto de inflexión, cualquiera sea el resultado de la segunda vuelta. Mejor o peor, ya nada será como antes. Así las cosas, creo que es un síntoma de cordura que a muchos ese voto, aun en el caso de que todavía no esté decidido, nos tiemble en la mano desde ahora.
La saga de Massa repite el truco de la campaña de 2019, en la que Cristina Kirchner se parapetó detrás de un supuesto “moderado”. Massa vende la ilusión de un presidente racional y ecuménico, cuando fue condición necesaria de la resurrección del kirchnerismo y su proyecto alienado, con los resultados a la vista. Socio fundador de un gobierno que hoy preside de hecho, habla de “una nueva etapa”, de “construir en orden”, de “reglas claras” y del “fin de la grieta” como un Mandela de las pampas que llega al rescate desde el exilio. No es que le crean. Está cerca de la presidencia sobre todo porque apretó las tuercas de un clientelismo que se nutre de una sociedad pauperizada y dependiente, y de un Estado colonizado que tiene cuatro millones de empleados. De llegar a la presidencia, ¿hasta qué extremo profundizaría estos recursos electorales y de control? Podría soñar junto a Malena con el berretín de las parejas fuertes del peronismo –la eternidad en cuatro mandatos– y llegar más lejos que los Kirchner. Ambición no le falta.
Para debilitar a la coalición opositora, Massa fogoneó la candidatura de Milei y le llenó las listas distritales con candidatos propios que a la hora de la verdad votarán y mandarán a votar por su verdadero jefe. Y todo mientras el libertario se entregaba al frenesí histérico de una campaña delirante en la que se asumía como seguro ganador. Milei debería admitir que fue instrumento de los aviesos manejos del tigrense y deponer, junto a muchos miembros de su tribu, la soberbia boba que lo trajo hasta aquí. Ya no lo ayuda. ¿Será capaz de hacerlo?
La principal razón del fracaso electoral de Juntos por el Cambio se hizo visible esta semana, cuando el apoyo de Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Luis Petri a la candidatura de Milei desató la virtual fractura de la coalición y el sinceramiento de enconos que vienen de lejos. Entre los radicales (no todos) y los macristas (no todos) siempre hubo una cuestión de piel. Los unía, así como a los miembros de la Coalición Cívica, la defensa de valores republicanos ante los atropellos del populismo kirchnerista. El resultado del domingo alteró la lectura de la disyuntiva en juego. La dicotomía izquierda-derecha recobra significación, al menos electoral. Massa dirá que él representa la democracia frente a la derecha extrema, fascista, para lo cual hay que obviar el origen del peronismo y su corporativismo retrógrado. Aun así, no pocos radicales comprarán esta idea y se arrimarán al oficialismo. A la luz del documento que leyó Bullrich el miércoles, la adhesión a Milei responde a la necesidad de defender la república ante la posible continuidad de un proyecto hegemónico que ya ha provocado un daño inmenso. El texto fue irreprochable. El detalle incómodo es que Milei ha encarnado un populismo que replica muchas de las características más destructivas del kirchnerismo. ¿Podrán contenerlo y encauzarlo?
La disyuntiva sigue siendo república o populismo, pero estamos ante dos populismos. He ahí el dilema. Para la sensibilidad republicana, ninguna opción resulta a priori aceptable. Pero lo que quita el sueño es que la decisión que al final se tome (por uno, por otro, o por las variantes del voto en blanco), tendrá consecuencias concretas. Acaso esté en nuestras manos evitar el peor tipo de populismo, aquel del que no se vuelve. Para eso, hay que decidir dónde se esconde la verdadera bestia. Pero no hay garantías. Habrá que ver cómo se desarrollan las cosas de aquí en más.
Massa está cerca de la presidencia sobre todo porque apretó las tuercas de un clientelismo que se nutre de una sociedad pauperizada y dependiente, y un Estado colonizado
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Ahora veremos cuán cruel puede ser Massita
Carlos M. Reymundo Roberts
Desde el domingo a la noche estoy sumergido en profundas cavilaciones. El tema no es a cuál de los dos voy a votar, sino por qué el país votó así. Busqué ayuda en algunas de las cabezas más preclaras que tiene hoy el mundo. El célebre historiador israelí Yuval Noah Harari, autor de Sapiens, de animales a dioses, me dijo que estaba al tanto del triunfo de Massita: “Veo que les está costando llegar a dioses”. Después consulté a Mario Vargas Llosa, que tan bien nos conoce. “Ha sido una elección extraordinaria. Quiero decir: extraordinariamente ordinaria”. Finalmente recurrí a un laureado filósofo argentino, reconocido internacionalmente por su pensamiento lateral: Aníbal Fernández. “Los volvimos a cagar”.
A nadie le está resultando sencillo interpretar el sentido profundo de las urnas. OK, Pato tenía poco combustible y lo consumió en la interna con Larreta, y Milei intentó convencernos de que un presidente no tiene que ser reflexivo, equilibrado, componedor, sino un loquito suelto; no estuvo lejos de conseguirlo. ¿Y Massita, el ministro de Economía que más rápido mandó a la pobreza a millones de argentinos? Es un caso difícil. Intentaré descifrarlo, ahora sin ayuda de mentes iluminadas. Primera aproximación: lo de “Mago” no era chiste. ¿Falta plata? Tres billones de pesos de asistencia al votante distribuidos en cuatro meses: 25.000 millones por día. ¿Faltan dólares? Yuanes. ¿Dólar a 1000? Efecto 1000ei. ¿Corrupción? Bueno, quién no se llevaría a Sofi Clerici a un crucero en el Mediterráneo, quién no sueña con cobrar 48 sueldos, a quién no le gustaría tener una estancia de 8 millones de dólares en San Andrés de Giles; con ese campo pasa algo extraño: se llama La Vanguardia, pero, como contó Pagni, los vecinos lo conocen como “lo de Massa”. Su relación con los escrúpulos es esquiva; los esquiva. Es rico, osado, fullero, bribón, simpático, parece serio, miente con arte. Digámoslo: Massita es aspiracional. Condenó a Cristina al exilio y al silencio, le devolvió a Máximo el cinturón de invencible en la Play, mandó a Alberto a juntar millas, pagó la campaña libertaria y con la firma de ministro solventó la repartija del candidato. Me inclino ante sus pies, respetuoso. Oia, tiene barro en los zapatos.
Me van a acusar de estar dándolo ya como ganador. ¡Agradezcan! Hace 40 años que no acierto un pronóstico.
Milei alista la tropa, y así como para integrar las listas se nutrió de massismo, ahora para la segunda vuelta recurre al macrismo. Todos los bondis lo dejan bien. Macri y Pato Bullrich han sido dos buenos fichajes. Macri por fin se sacó el buzo de Juntos y luce orgulloso la camiseta que al frente tiene un león, y atrás, “muera la casta”. De la enfermedad infantil del gradualismo a la motosierra; primer tiempo, segundo tiempo. What a player! Patricia, un amorcete, tardó 24 horas en abrazar al tipo que acaba de llamarla “terrorista asesina”. Coacheada por Mauricio, su vida se ha vuelto un torbellino. Pato, ¿te acordás del “orden”? Era una broma, tampoco es para que te lo tomes así.
Muero por ver cómo será la convivencia de piezas massistas y macristas en el motor híbrido de Milei. Por ejemplo, diputados del bloque libertario votando un nuevo impuesto creado por Massita hará las delicias de grandes y chicos. Yo pensaba que Juntos estaba a punto de estallar, pero Marcos Novaro me convenció de que van a seguir… juntos; los que queden. Ni la ficción de unidad nacional de Ventajita, ni leoncitos de Milei. Javi sabe que ya no puede contar con Luis Barrionuevo, que renunció al pacto de colaboración que había firmado hacía 10 minutos. A los gastronómicos les tocó fiscalizar el domingo pasado, y fiscalizaron; Massita lo llamó a Luis para agradecerle. Melconian sigue vendiendo su plan económico, ahora incluso en los trenes; lo leí entero y debo decir que me pareció buenísimo, un gran trabajo; pero empezaría a ofrecerlo en otros mercados. Acá está todo muy revuelto Gramajo: difícil saber qué es jamón, que es papa frita, qué es huevo. Massita se va a deglutir lo que vea en el plato.
También la reconfiguración del peronismo es apasionante. ¿Qué lugar pasará a tener Cristina? Se lo preguntaron al fullero: “Ella eligió tener un rol de distancia”, “mirar desde afuera”. Cris quedó como freezada después de la tremenda sorpresa del domingo, y no atinó siquiera a dedicarle un tuit. Cuando salga de la hipotermia y lea esa declaración se le volverá a congelar la sangre. Un poco la entiendo: lo de “mirar desde afuera” es de una crueldad que salta de escala. “Prohibido entrar, abuela”. Si es presidente, con Máximo piensa ser más generoso: embajador en Santa Cruz. Los Kirchner aspiran a seguir reinando en el conurbano, pero descubrirán que el DJ Kicillof les cambió la música. Que el chiquitín se haga el malo con sus patrones es un signo de los tiempos.
Si el peronismo puede ser despiadado, el resultado de la primera vuelta está muy bien.
Le preguntaron a Massita qué lugar va a ocupar ahora Cristina. “Mirar desde afuera”, respondió
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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