domingo, 7 de abril de 2024

UNA HISTORIA DE AMOR


A una edad impensada, encontró lo que creía imposible
El protagonista de esta historia jamás creyó volver a amar a los 58, pero lo logró gracias a una herramienta tecnológica que rechazaba
Martín y Silvia, un encuentro que se dio de forma “mágica”
A Martín no le gustaban mucho las redes sociales, es más, las rechazaba. Sin embargo, cuando en su trabajo le anunciaron que debía adherirse a Facebook para ser parte de ciertos asuntos laborales, no tuvo más opción que firmar la paz. Eso sí; optó por permanecer casi anónimo: puso una sola foto y ahí quedó, ni un comentario, ni una publicación compartida. ¿Qué más necesitaba? Ya no estaba para esas cosas, a sus casi 58 años.
Un día, un cartel nuevo apareció en la red. Se trataba de una sugerencia de amistad propuesta por un amigo. Martín cliqueó sobre la ventana y ahí la vio, una mujer que lo cautivó de inmediato: “Vi su foto, su belleza, su sonrisa y algo me atrapó desde ese instante. Se llamaba Silvia y quería conocerla”, revela Martín.
Decidió escribirle, pero de a poco. Las respuestas llegaron mínimas, espaciadas. El tiempo pasó, el Whatsapp había tomado el puesto como canal de comunicación y hacia allí se mudaron, pero, aun así, las respuestas seguían siendo cortas y esporádicas: “Confieso que no me la hizo fácil: costó como esas cosas que realmente valen la pena”.
Lo cierto es que la distancia impuesta por Silvia tenía una razón de ser, lejos de los juegos y estrategias. Ella estaba atravesando por un momento personal muy doloroso, que finalmente logró confesar. Y fue allí, cuando la vulnerabilidad quedó expuesta, que algo nuevo nació entre ellos: “Fue un diálogo distinto, de escucha, de ida y vuelta, interesante en su todo”, describe Martín.
La apertura de sus corazones despertó en ellos las ganas de verse, y finalmente lo hicieron frente al río. Entonces, fueron cinco horas de charla ante un horizonte prometedor, envueltos en una energía especial: “Sentí una vibración, un ¡uf! que no recordaba. Era interesante, habladora, inteligente, profunda, y por demás, bella y muy sexy. Sonó mi click interno”, dice Martín emocionado.
¿Cómo imaginar esa sensación a esa altura de la vida? Martín no pudo salir de su asombro al percibir que aquello era mutuo. Y claro, si él lo sentía tan fuerte, era porque ambos lo estaban generando: “Ella, divorciada y con hijos grandes, lo mismo yo, ambos con mucho millaje. Esta historia nos encontró en el momento justo para empezar una relación madura”.
Entregarse al amor después del desamor no era sencillo, pero la atracción era tanta, que tanto Martín como Silvia decidieron correr los riesgos. Empezaron a verse todos los fines de semana y, en los espacios que podían, también entre semana.
A veces, las relaciones son como acertijos, llenos de trampas y predispuestos a los malos entendidos. En la suya, en cambio, no fueron necesarias las palabras para comprender que aquello que flotaba en el aire era indicador suficiente para afirmar que eso que les pasaba no era efímero ni pasajero.
“Los dos sentíamos esa tremenda conexión y nos regulábamos en el camino de decirlo de alguna forma. Era más que gustarnos, porque vos sabés cuando al amor lo tenés enfrente ¡y era ella! Así nos fuimos soltando hasta que la confesión fue mutua, algo hermoso y movilizante”, recuerda Martín.
Felices y lógicamente ansiosos, Martín y Silvia decidieron ir de a poco, también, en la cuestión de abrir su juego al mundo. Una metodología que ya les había demostrado ser buena compañera. Recién cuando fueron capaces de encontrar todas las palabras para expresar lo que sentían, les comunicaron a las personas más importantes de sus vidas –sus hijos (dos de ella, dos de él)– que se amaban.
“Todo se fue dando de forma natural, relajada y mágica también. Hoy ya todos se conocen, se eligen cuando hacemos programas todos juntos y nada es forzado: arman un equipo fantástico y eso también le da mucha paz a nuestro vínculo. Y si hablamos de nuestras amistades, todos están felices y apoyan a este equipazo”, asegura Martín.
“Más vivo que nunca”
A veces, él cree que está soñando. Siente que la vida les sonríe y que están plenos. Aquello que tanto rechazaba, una red social, le obsequió un vínculo que jamás imaginó que viviría: “Como en los tiempos modernos”, sonríe él.
Alguna vez creyó que el amor era demasiado complicado, pero ahora comprende que todo se trata de tiempo, de encontrar el momento para aprender a elegir lo positivo: “Lo que no suma, resta, y no ponemos foco en ello. Eso facilitó la adaptación”, reflexiona.
“Hubo también que involucrarse, entenderse y llenarse de empatía real para ir transformándonos, sin dejar de ser quienes somos, en un nosotros consensuado. Todos los días aprendemos algo, compartimos cosas nuevas y, como nunca antes, disfrutamos el día a día hasta en el más mínimo detalle. Y cuando te das cuenta de ese momento, te sentís más vivo que nunca”.
Martín señala, también, que muchos dicen que hay que acostumbrase a bajar la vara de las expectativas. “Pero Silvia y yo hacemos lo contrario, la subimos porque se puede vivir una experiencia honesta y sana; una donde no querés que se terminen los momentos en los que estamos juntos”.
Los dos se declaran “enamoradísimos”, y aunque pasaron a lo que llaman “la etapa más real” del amor, aseguran: “Seguimos juntos; trabajamos en esta relación día a día y deseamos que sea eterna”.

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