viernes, 31 de mayo de 2024

"ALFAJORES JORGITO"






¿Quién es Jorgito? Hace 60 años, en una panadería de Caballito, crearon la golosina que fue un éxito en las escuelas
Amador Saavedra y su familia. Hoy sus hijos, Tony y Carlos, trabajan en la empresa
Carlos “Cacho” Fernández, el hijo del fundador de la empresa de alfajores habla de los inicios de la compañía, expone los pros y contras de la dinámica laboral en un negocio familiar
Constanza Bengochea
El día que Amador Saavedra compró la panadería de la calle Doblas, en el barrio de Caballito, sintió que tocaba el cielo con las manos: al fin se había convertido en el dueño de su propio negocio. No imaginó que entre las delicias que elaboraba, se escondía la receta del éxito: unos exquisitos alfajores que se convirtieron en los favoritos de los clientes. Con la panadería en marcha, Saavedra advirtió que la venta de la golosina se incrementaba cada día más. Rápido de reflejos decidió dejar de lado producción de panificados y apostó todo a las dos galletitas unidas por dulce de leche bañadas en chocolate negro y merengue italiano. En 1960, para impulsar el crecimiento del negocio se asoció con José Fernández, un joven de 30 años que se dedicaba a la distribución de golosinas y productos alimenticios. Juntos dieron origen a una golosina que se convirtió en un símbolo popular: los alfajores Jorgito.
Amador Saavedra y su familia. Hoy sus hijos, Tony y Carlos, trabajan en la empresa
La fábrica de alfajores Jorgito en 1965
“Enseguida, después que se asociaron, se mudaron a Virrey Liniers 2020, en Parque Patricios, y montaron la fábrica de alfajores Jorgito. Desde ese momento Amador y mi padre se convirtieron en amigos inseparables y sus hijos nos criamos como primos”, dice Carlos “Cacho” Fernández (69), director de Ventas y Marketing de Alfajores Jorgito, hijo de Fernández y heredero de la pasión por el negocio familiar.
-Pasaron más de 60 años y se mantienen vigentes. ¿Cuál diría que es la clave de su éxito?
-Muchos dicen que les recuerda a su infancia... Yo creo, además, que tenemos un producto muy bueno en relación precio y calidad, somos uno de los pocos que bañamos el Jorgito blanco, el de merengue italiano, a mano, de manera completamente artesanal. Toda la materia prima es nacional, salvo el cacao porque no se fabrica acá.
Carlos Fernández, hijo de José Fernández el fundador de la empresa, es actualmente el director de marketing y ventas de la compañía
“Buscando a Jorgito”
-La fábrica comienza a funcionar en 1960, ¿qué recuerdos tiene de aquel tiempo?
-Al principio eran solo alfajores blanco y negro con una elaboración muy artesanal. Los alfajores se envolvían en paquetitos de forma manual. Después, cuando vieron que el negocio crecía, decidieron comprar las máquinas. Yo venía poquito a la fábrica, cuando me traía mi viejo. Me encantaba jugar con Tony [Jesús Antonio Saavedra], el hijo de Amador, con las cajas de alfajores. Nos trepábamos y nos retaban porque aplastábamos todos los alfajores.
-¿Cómo se distribuían las tareas entre Amador y José, su padre?
-Amador estaba en la producción y elaboración y mi papá se dedicaba a la parte comercial y administración. También era un gran degustador de alfajores (ríe).
1981 Alfajores Jorgito

Baño artesanal de los alfajores Jorgito blanco con merengue italiano (1980)
-¿Quién es Jorgito, el niño con jopo y sonrisa pícara que es la imagen de los envoltorios?
-Se especula mucho sobre ese tema... Lo cierto es que cuando Amador compró la panadería, la marca de alfajores Jorgito ya estaba y el dibujo del niño también. Con el tiempo lo fuimos adaptando, pero muy poco. Le sacamos un poquito de “jopito”, pero sigue manteniendo misma la cara. Ahora, quién es Jorgito... no lo sabemos, es una incógnita que en algún momento esperamos se resuelva. Quizás ahora con las redes sociales... Algo así como “buscando a Wally”, pero sería “buscando a Jorgito”. La idea más fuerte que circula sobre el tema es que el hijo del panadero se llamaba Jorge, pero nunca lo conocimos ni lo conoció nadie.
En los inicios, el público al que apuntó la empresa fueron los niños. “Vendíamos directamente a los colegios. Mucho después lo hicimos a través de los mayoristas de golosinas, autoservicios y las cadenas de hipermercados. Y en materia de publicidad nos orientamos a los deportes: participábamos mucho en fútbol y en automovilismo. Así nos hicimos conocidos y la marca caló profundo. Hay momentos que hasta nosotros nos sorprendemos del impacto que genera la marca en la gente porque hay consumidores que se fanatizan y algunos se tatuaron la cara de Jorgito. ¡Supimos de una familia entera que lo hizo! ¡Ni yo tengo tatuada la cara de Jorgito!”.
-¿Hasta que momento trabajaron los fundadores?
-Hasta que murieron. Amador trabajó hasta un par de días antes de despedirse, en el 2010, y mi viejo hasta un año antes de morir. Murió en el 2015, tenía 85 años. ¡Y lo que sabían esos dos! Era la vida.
-Entre todas las enseñanzas que seguramente le dejó su padre, ¿cuál es la que más valora?
-Ser responsable. Y eso lo que yo también trato de transmitirle a mis hijos y nietos y después, a querer la empresa, ese amor que le tenemos a la compañía creo que es lo marca la diferencia.
Amador Saavedra, uno de los socios fundadores de la empresa trabajó en la compañía hasta sus últimos días. Hoy sus hijos siguen su legado
Primer envase de Alfajor Jorgito, en 1960
“Nos metieron esa idea con un taladro”
Actualmente la empresa esta a cargo de la segunda generación de la familia Saavedra y Fernández. “Con Tony empezamos a trabajar en 1976. Nuestros padres querían que nosotros trabajáramos en la empresa, nos metieron esa idea con un taladro en la cabeza. Yo terminé el colegio secundario y como no quería estudiar tuve que trabajar [risas]. Hice alguna experiencia afuera, pero casi nada. En 1980 ingresó Patricia, mi hermana, y Carlos, el hermano de Tony. Mi hermana trabajó hasta que nació su primera hija, al tiempo empezó su marido. Hoy el directorio está formado por los hijos de Amador, Jesús Antonio Saavedra, que es el presidente de la compañía, yo que soy el vicepresidente, y en el directorio están Carlos Saavedra y Salvador Trotta, mi cuñado, y mi hijo, Alejo, que está en planta”, cuenta.
-¿Cómo es la dinámica laboral en una empresa familiar?
-Tiene sus ventajas y desventajas. Creo que la ventaja es que tomamos decisiones rápido, no hay burocracia. Como trabajamos todos, todos los días, las decisiones son más rápidas que, tal vez, en una empresa donde tienen que juntar al directorio. Fuera de la empresa nosotros somos muy amigos y a la vez, nuestros hijos y nietos son muy amigos entre ellos.
-¿Y las desventajas?
-A veces quieren participar, segundas o terceras generaciones, opinando sin trabajar. Nosotros lo hablamos a nivel directorio, pero también lo hablamos a nivel familiar y concluimos: “¿Quieren opinar? Está todo bien, pero vengan a trabajar porque opinan pero se dedican a otras cosas...”.
Los alfajores se empaquetaban manualmente
Carlos, junto a su padre José en la Expogolosina, en 1996.
Los ‘90, la década dorada
En la empresa, que comenzó con unos pocos de empleados, actualmente emplea a 250 personas que producen entre 500 y 600 mil alfajores por día. Aunque venden sus productos en todo el país, el director asegura que su “fuerte” es capital y GBA donde venden el 75 por ciento de su producción.
“Nuestra época dorada fueron los ‘90. En 1994 nos trasladamos a Boedo, a un espacio más amplio ubicado en la calle Treinta y Tres Orientales, y lanzamos el maxialfajor y los conitos. Posteriormente, surgieron otras variantes, como los alfajores triples y las bandejitas de alfajores mini, así como también las galletitas, pero nuestra especialidad siempre han sido los alfajores. Los productos estrella son el reconocido alfajor Jorgito negro y Jorgito blanco”, relata Carlos.
Cacho Fernández, junto a su hijo Alejo Fernández Covelli y su nieto Manuel Fernández Mónaco
-Con los vaivenes económicos del país imagino que no es sencillo ser empresario en la Argentina.
-Es muy difícil, pero nosotros nunca nos involucramos políticamente con nadie y eso que han venido a pedirnos... pero elegimos no tener ninguna relación política con ninguno de los gobiernos.
-Sin embargo, cada vez es más común ver que los empresarios toman partido o aparecen apoyando a candidatos políticos
-Nosotros jamás dependimos de un gobierno para crecer, así la empresa ya lleva más de 60 años en el mercado. Vamos a seguir con esta postura. Claro que hubo momentos más difíciles... en algún momento, con los controles de precios, todo se complicó un poco, pero logramos adaptarnos.
-Hoy, ¿cómo está la situación de la empresa?
-Estamos, como todo el mundo, en una meseta esperando que se empiece a reactivar de a poco. El cambio de gobierno, a fin del año pasado, provocó un impacto en los precios de las materias primas, hizo que aumentara todo. Pero confiamos que se va a reactivar.
-Imagino que en todo este tiempo habrán recibido ofertas para vender la compañía
-Dos veces nos ofrecieron comprarla y en ambas la respuesta fue la misma: no. Una fue en la década del ‘90 y la otra después del 2000. Los interesados eran empresas grandes, pero nosotros no teníamos la intención de vender porque sentimos amor por nuestra compañía. Venimos todos los días a trabajar acá y nos gusta hacerlo, estamos cómodos.
-Pensando en el futuro, como lo soñaron los fundadores, ¿usted quiere que sus hijos continúen con la empresa?
-Obviamente. Nosotros tratamos de que nuestros hijos continúen, eso es lo que nos gustaría. Pero bueno, cada uno fue haciendo su camino y hoy son todos grandes. De la tercera generación está solo mi hijo y, hace poco, empezó mi nieto de 21 años, como asistente en producción. Él es cuarta generación. ¿Cuál va a ser el futuro? Qué sé yo... Nadie lo sabe, por ahora seguimos nosotros.
En la fábrica de Jorgito producen entre 500 y 600 mil alfajores por día.
-Muchos podrían pensar que están en un momento de terminar con la etapa laboral y disfrutar la vida.
-Podría retirarme, pero ni siquiera me jubilé. No es algo que piense.
-Siguen los pasos de los fundadores...
-No... No creo que la segunda generación aguantemos tanto. No lo sé... sigo trabajando porque la realidad es que me gusta.

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LEONARDO FAVIO,,,,



El 28 mayo de 1938, en Las Catitas, Mendoza, nacía uno de los más completos artistas argentinos, ese día llegaba al mundo el actor, cantante, guionista y gran director cinematográfico Leonardo Favio. Nacido con el nombre de Fuad Jorge Jury en el seno de una familia de origen sirio, criado en una zona socialmente conflictiva de Lujan de Cuyo y sin una figura paterna presente lo llevaron a ser un marginal. Tempranamente se vio envuelto en peleas y hurtos que lo llevaron a la cárcel. Buscando una recuperación intentó hacerse seminarista y luego se enroló en la Armada, pero desistió de ambas. Cuando su vida pasaba solo por mendigar en la Estación Retiro de Buenos Aires, su madre, actriz de radioteatros le consiguió un pequeño papel en la película de Enrique Carreras "El Ángel de España". Fascinado por el mundo del cine se relacionó con Leopoldo Torre Nilson que en 1958 le dio un par papeles. En 1960 se aventuró en dirigir un cortometraje, "El amigo" que fue un suceso en varios festivales. Con guiones propios consiguió dinero para filmar, "Crónica de un niño solo" y "El romance del Aniceto y la Francisca" consideradas las 2 mejores películas del cine argentino. En 1968 inició una carrera paralela como cantante melódico con la que recorrió toda América Latina y grabando para el sello CBS el disco "Fuiste mía un verano". Durante la vuelta de Perón a la Argentina que terminó con la masacre de Ezeiza, fue invitado a conducir el acto, desde el palco arengaba a las multitudes y su discurso agresivo no contribuyó a calmar los ánimos. Su vuelta al cine fue a lo grande, con "Juan Moreira" y "Nazareno Cruz y el lobo", la película más vista del cine argentino. Abiertamente Peronista y amigo del Padre Mujica, la dictadura le cerró todas las posibilidades laborales y se exilió en España. La vuelta de la democracia argentina en 1983 le abrió las puertas a un esperado regreso, volviendo a sus pasiones, el canto y el cine. En 1987 se embarcó en su proyecto más ambicioso, "Gatica, el mono" que le llevó 6 años de trabajo, pero con un resultado de antología. Sus últimos días los dedicó a esporádicas presentaciones públicas y a una documental sobre el peronismo que jamás se estrenó. Estando en Buenos Aires, una neumonía lo venció el 5 de noviembre de 2012.


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ENRIQUE LLAMAS DE MADARIAGA.....UN SEÑOR QUE SE EXTRAÑA...






Enrique Llamas de Madariaga: el vaticinio de su tío, su amistad con Borges, su secuestro y la nota que no pudo ser
Enrique Llamas de Madariaga vive hace quince años en Punta del Este
Hace quince años se mudó a Uruguay luego de dos hechos de inseguridad; aquí recorre sus inicios, las notas que más disfrutó, el día que lo secuestraron y su historia de amor con su colega Denise Pessana
Liliana Podestá
Enrique Llamas de Madariaga tenía 17 años y estudiaba Derecho en la Universidad de Buenos Aires cuando su tío abuelo, el escritor español Salvador de Madariaga, adivinó que su destino era otro. “Serás periodista, porque te gustan las historias profundas pero breves, y mañana saltás a otro tema”, le dijo. Tuvo razón. Al poco tiempo, Llamas de Madariaga abandonó Derecho y empezó a trabajar como periodista. Por ese entonces, la carrera no se estudiaba y aprendió en la calle, como todos los colegas de su generación. Fue el secretario de redacción más joven de Clarín, a los 22 años, y luego pasó por las redacciones del diario La Razón, y las de las revistas Primera Plana, Mercado y Siete Días.
En 1976 estuvo desaparecido por un día, lo torturaron, lo mandaron a terapia intensiva por unas cuantas semanas y le advirtieron que no escribiera más. Hizo caso. Al poco tiempo tuvo su oportunidad en TV y recorrió el mundo con Videoshow. Después condujo varios noticieros y programas de investigación, entre ellos Si yo fuera presidente por 24 horas, Las 20 en Llamas, Periodismo puro, Parece que fue ayer. Su último trabajo en el país fue en Radio Rivadavia: desde hace quince años vive en Punta del Este, Uruguay, donde decidió emigrar luego de dos hechos de inseguridad que sufrió junto a su pareja, la también periodista Denise Pessana.
En una charla íntima  Enrique Llamas de Madariaga recorrió su historia, habló de su profunda amistad con Jorge Luis Borges, contó cuál fue su mejor nota y a qué personaje le hubiera gustado entrevistar y por qué no pudo. También habló de su historia de amor con Pessana, que dio mucho que hablar por la diferencia de edad: él le lleva 30 años. Hace un año y medio que ya no trabaja porque algunos problemas de salud lo forzaron “a bajar un cambio”. Pero sigue levantándose a las 6 de la mañana para leer los diarios, que a veces suman cuarenta. “Hasta hace un año y poco hacia radio, pero ya no. Cosas que pasan. Me pusieron un marcapasos, tuve una serie de problemas de salud y el médico me dijo ‘Ya tenés edad para tomarlo con calma’. Tuve que hacerle caso. A veces me piden notas de opinión, o me hacen notas y me preguntan cómo se vive acá, porque para ver mejor la foto hay que salir de la foto. A veces veo mejor la Argentina fuera de la foto que dentro, con las urgencias del día a día. Me preguntan mucho sobre la política en Uruguay, que es tan envidiable… El Frente Amplio y el Frente que se armó entre Colorados y Blancos hicieron sus cierres de campaña prácticamente a la misma hora, en la rambla. Cuando terminaron, yo, argentino típico, pensé ‘La que se va a armar’. Y en la desconcentración se encontraron y todos cantaron el himno. Me emocionó, me pareció maravilloso”, cuenta el periodista que está seguro, nunca dejará de serlo.
“Termino de leer los diarios alrededor de las 10.30 de la mañana. Es una pasión de la que no puedo desprenderme. Este es un oficio que se lleva permanentemente porque es como decía (Félix Hipólito) Laíño, ese gran maestro del periodismo, que mientras tengas curiosidad y asombro vas por seguir siendo periodista. Y yo sigo teniendo emoción y asombro. Y leo mucho, vuelvo a releer cosas muy viejas, soy muy clásico. Ahora estoy leyendo a Paul Auster, a quien conocía poco. Escribe maravillosamente y tiene una pluma excelente, pero me deja insatisfecho, igual que esa nueva camada de los japoneses. Prefiero los clásicos, y vuelvo a (Francisco de) Quevedo y a mi amigo Borges. Y lo digo porque lo dijo él en televisión”.
“Termino de leer los diarios alrededor de las 10.30 de la mañana. Es una pasión de la que no puedo desprenderme. Este es un oficio que se lleva permanentemente porque es como decía (Félix Hipólito) Laíño, ese gran maestro del periodismo, que mientras tengas curiosidad y asombro vas a seguir siendo periodista. Y yo sigo teniendo emoción y asombro", explica Llamas sobre su rutina en Punta del Este
–Fuiste amigo de Borges y de Ernesto Sabato, ¿cómo nació la amistad?
–Más de Borges, sabía más del corazón. Sabato era un poco huraño. Borges era muy generoso con su tiempo. Me acuerdo que su amigo, el poeta Roberto Alifano, lo llevaba de la mano y comíamos todos los viernes o viernes por medio, en la Sociedad de Distribuidores de Diarios. Conversábamos y él hablaba muchísimo hasta que nosotros decíamos que había llegado la hora de descansar. Tenía un humor maravilloso; me acuerdo que una vez que había muerto ese otro poeta fantástico, Eduardo Mallea, y la mujer fue a ver a Borges y le dijo ‘¿Sabés que Eduardo viene todas las noches a verme?’. Y Borges le respondió ‘Qué atento, ¿no?’ (risas). Era así, tenía un humor exquisito. Nos conocimos en una nota que le hice, y cuando terminamos me dijo que había estado muy a gusto, y le respondí que el gusto había sido mío. Después, un día fue al Juicio de las Juntas y se quedó asombrado; ‘¿Esto pasaba en mi país?’, me preguntó. Seguimos frecuentándonos, y cuando daba alguna conferencia me pedía que lo presentara y me daba mucha vergüenza. Charlábamos antes, a él le gustaba el vino tinto y tomaba una copita para sacarse la timidez. Porque era muy tímido (risas). Era un placer maravilloso. La amistad se fue profundizando hasta que dejé de verlo un poco cuando estuvo con María Kodama. Ella lo absorbía. Nos veíamos esporádicamente, entonces.
–¿Hiciste amistad con algún otro entrevistado?
–Con Antonio Puigvert, aunque lo vi muy poco pero fue intenso y nos teníamos respeto y cariño mutuo. Lo había operado a Perón, y al Papa, y a Einsenhower, a Fidel Castro. Un día le pregunté qué sentía cuando tenía en la camilla a esos personajes. Y me respondió que “La sangre es roja y el pis, amarillo. Pero nunca hay que operar a un pariente ni a un conocido”, dijo (risas). Había sido amigo de (Antonio) Gaudí y decía que le gustaba tomar vino. Y hablando de eso nos hicimos amigos, porque él tomaba algunos tintos de España, algunos tintos de Francia, algún blanco de Alemania y lo demás era agua colorida. Le conté que teníamos buenos vinos en la Argentina. Me invitaba a la casa cuando yo iba a España. Cuando dejé el canal no lo vi más.
"Era un placer maravilloso. La amistad con Borgers se fue profundizando hasta que dejé de verlo un poco cuando estuvo con María Kodama. Ella lo absorbía. Nos veíamos esporádicamente, entonces", recuerda el periodista
–Tenías cierta amistad con Sabato, ¿por qué te negaste a dar testimonio sobre tu secuestro ante la Conadep, pese a que él te lo pidió varias veces?
–Es verdad, varias veces me llamó para que declarara y le dije ‘No, gracias maestro, con esos testimonios ya está’. Además, me imaginaba a mi madre con pañuelo blanco, en caso de haber sido un desaparecido. Admiré siempre a Gandhi y me acuerdo que una vez lo echaron de un tren que era para europeos, en Sudáfrica. La policía le pidió disculpas y quiso que identificara a quienes había sido. Y Gandhi dijo “Más violencia todavía, no’. Y es lo que pensé yo. Ya tenía bastantes secuelas en mi casa: durante mucho tiempo una de mis hijas sentía una frenada de coche cerca de casa y me decía ‘Los señores malos te buscan’. Vivía aterrorizada. Por suerte Sabato lo entendió.
–¿Qué recordás de tu secuestro?
–Me buscaron en mi casa. Justo estaba escribiendo una nota para La Razón, se identificaron como policía federal y me llevaron. Como fui de los primeros, me largaron al día siguiente. Pero me torturaron, estuve un tiempo en terapia intensiva con varias costillas rotas. Muy mal. Me dijeron que no escribiera más. Se lo conté a Laíño y me dijo que descansara, que esa peste iba a pasar. Se portó muy bien conmigo porque me siguió pagando. Pasó un tiempo y me contactaron para hacer un programa en Canal 13 que se llamó Videoshow, con una nueva tecnología con la que se podía filmar y transmitir desde cualquier lado, con gran nitidez. Tenía que viajar mucho y la condición era no tocar ningún tema que rozara a la Argentina, ni siquiera podía nombrarla. Fue un castigo que tuvo su compensación, porque estuve varios años en Europa dando vueltas.
–Y esa fue tu entrada a la televisión…
–Sí, aunque ya había hecho cositas muy chicas, como notero. Y había estado en el Reporter Esso, en la primera vez que se hizo un vivo en nuestro país. En ese entonces Videoshow fue algo revolucionario. Hasta que llegó el satélite que transmitía desde cualquier lugar del mundo y nos mató (risas). Nosotros filmábamos en 16 milímetros e íbamos a los aeropuertos y pedíamos que nos llevaran el material al mostrador de Aerolíneas, donde alguien iba a buscarlo. Soy una víctima del satélite (risas). Para entonces ya había terminado la dictadura militar en nuestro país. Con Raúl Alfonsín volví a la televisión, pero por poco tiempo porque (Mariano) Grondona, (Barnardo) Neustadt, Mirtha (Legrand) y yo fuimos los primeros cuatro prohibidos. Cuando dejó el gobierno, fui a ver a Alfonsín y le dije que sabía que no había sido por él; me confirmó que era una cuestión de otra gente y le ofrecí ser columnista de mi programa. Así fue durante mucho tiempo y salíamos a comer y teníamos una gran aproximación hasta que (José Luis) Manzano compró América y con la nueva administración, un día Alfonsín me dijo ‘Con esos patrones que tiene usted no trabajo más’. Fue premonitorio porque un tiempo después, me echaron. En realidad, me di por despedido porque me ofrecían un cambio: terminar con el noticiero de mayor rating y facturación del canal, Las 20 en Llamas, y pasarme al primer noticiero de la mañana, en el cable. Entendí que era un destierro y se acabó.
Néstor Ibarra, Mónica Gutiérrez y Enrique Llamas de Madariaga, en la época en que conducían el noticiero de América
–¿Volviste a empezar muchas veces en tu vida?
–Varias. Después de eso volví a empezar. Siempre tuve problemas con los gobiernos de turno, y con el de los Kirchner también, pese a que con Néstor tenía muy buen trato y él me decía que durante mucho tiempo cenaba conmigo, porque era a la hora que comía en Río Gallegos mientras miraba el noticiero. Teníamos un trato cordial. Nunca me gustó el gobierno K, tuve problemas y cambié horarios y cosas, y hasta un día me tirotearon el auto en Panamericana, conmigo adentro. El fiscal Lanusse me dijo que el caso no se iba a poder resolver porque no tenía patente ni ningún otro dato.
–¿Eso te terminó de convencer para irte del país?
–Mi mujer un día me dijo, “Enrique, ¿qué hacemos acá?”. Nos habían robado en casa. Vivíamos a veinte metros de la garita presidencial en Olivos y me saquearon la casa, se llevaron todo. Cuando llegó la policía les dije que los vecinos me habían contado que se llevaban toda mi casa en tal camioneta, y en vez de seguirlos quisieron labrar un acta primero. Esa fue otra de las cosas que me determinó a irme. Hace quince años que estamos en Punta del Este. Llegué con el fantasma de la Argentina, y un día me reuní con Lacalle padre, Luis Alberto Lacalle, y con (Julio María) Sanguinetti, porque me habían ofrecido trabajo y quise saber cuál era el límite. Me respondieron “Tu responsabilidad, la verdad y que no llames a una subversión armada; después podés decir lo que quieras”. Y empecé a trabajar.
–¿Cómo ves la Argentina viviendo en Uruguay?
–Desde hace mucho tiempo la veo en decadencia. Es decadencia psicológica y cultural, esencialmente; y es decadencia educativa y me dan ganas de llorar cuando veo que hay chicos que terminan la escuela primaria y no saben qué leyeron. Veo a los políticos que se pelean por migajas, como vedettes circunstanciales; vedettes con uniformes de diputados o senadores y unasobsecuencias feroces. Y veo que todo es fundacional. En Uruguay cambian los gobiernos y los partidos pero el país continúa. En cambio, en la Argentina hacen todo de nuevo y tiran abajo lo que se había hecho, incluso lo que estaba bien. Vuelvo de visita porque allí están mis hijos y mis nietos. Tengo quince nietos y siete hijos; cuatro míos de sangre, dos del corazón y la hija de Denise. Extraño a mi país. A mis hijos, a mis nietos, ya tengo un bisnieto.
Junto a Denise Pessana, en una postal de su vida en Uruguay
–Tu historia de amor con Denise empezó con una pelea, ¿cómo fue?
–Todo empezó con una pelea, es verdad (risas). Hace más de 25 años que estamos juntos, pero si hay que fijar una fecha, cumplimos las bodas de plata. Y seguimos contra viento y marea porque nos criticaron mucho por la edad…
–El amor fue más fuerte, entonces…
–Fue más fuerte. Esas cosas se tienen muy en cuenta, pero no otros ejemplos diversos. (Luciano) Pavarotti, con quien comí en la casa de Amalia Fortabat junto a (Vittorio) Gassman, le llevaba más de 40 años a la mujer. Y hay muchos otros también que ocultan el tema. Hacíamos juntos el noticiero de la noche de América y un día ella fue a ver a Carlos Montero y a Eduardo Eurnekián y les dijo que no quería trabajar más conmigo, por mi nivel de exigencia y porque siempre le llamaba la atención por una u otra cosa. Les pidió por favor ir a trabajar con (Juan Carlos) Pérez Loizeau y se lo concedieron. Ahí me di cuenta que la extrañaba, entonces la contacté y le dije “¿Podemos empezar de nuevo?”. Y empezamos nomás y luego una cosa fue llevando a la otra.
–¿Cómo te hiciste periodista?
–Soy sobrino nieto de Salvador de Madariaga y una vez, a mis 17 años, me preguntó qué iba a hacer. Le dije que iba a ser abogado y me dijo “No, hombre, tú serás periodista. Porque te gustan las cosas rápidas y profundas y mañana, a otras”. Y me dijo que le recordaba lo que Miguel de Unamuno decía sobre el amor: que el amante es un cazador eterno, hace lo posible por tener la presa y cuando la tiene, va a buscar otra (risas). “Y tú eres así, eso te pasa con las noticias”. Una imposición que cumplí (risas). En ese momento no se estudiaba periodismo… Me hice en la calle, tuve golpes de suerte muy grandes y a los 22 fui el secretario más joven que tuvo Clarín. Y a los 24 me echó (risas).
–¿Por qué?
–Porque no quise revelar una fuente. Me comprometí a no dar el nombre de alguien que me dio una información excelente que después fue el comunicado número 1 de Campo de Mayo [en el golpe de 1962 se comunicó a la población que el país estaba bajo control operacional de la Junta de Comandantes de las Fuerzas Armadas]. (Roberto) Noble estaba en Alemania, me dijo que era una locura y que tenía que poner con nombre y apellido quién me había dado la información, aunque fue exacta. Y dije que no, que había dado mi palabra y me fui.
–Volviendo a tu vocación… Serás periodista se llamó tu libro ¿Fue en homenaje al vaticinio de tu tío?
–Fue un regalo que me hicieron mis hijos. Viajaba mucho y cuando volvía a Buenos Aires les contaba qué había hecho, con quién había estado, y los chicos no me daban bola. Le pedían permiso a la mamá para ir a tal o cual lugar. “¿Y yo?”, preguntaba. Y me respondían “Si nunca estás”. Eso me ponía mal. Quería que mis hijos, algún día, supieran dónde estuve y con quién, y empecé a escribir y a guardar. Un día mis hijos me dijeron que me iban a regalar un libro con todo lo que yo había escrito, y que solo hiciera el prólogo. Me acordé de la anécdota con mi tío y fue el título.
Llamas de Madariaga, en su último paso por Rivadavia
–¿A quién te hubiera gustado entrevistar?
–Mi frustración más grande fue no poder entrevistar a Nelson Mandela, a quien siempre admiré. Me pareció un tipo maravilloso. Dos veces me citó, pero en el canal había otras urgencias y me mandaban allí. Y nunca pude. Una gran frustración.
–¿Qué entrevista fue la que más disfrutaste?
–Como personaje, me pasé un día con la Madre Teresa. Me acuerdo de una cosa muy dramática; le pregunté qué era el hambre y me respondió con un ejemplo. Me contó que en Bombay vio a un chico tenía hambre, le dio un pan, comió la mitad y se guardó el resto. Ella le dijo que podía comerlo todo y le contestó, “¿Qué hago con el hambre de mañana?” Terrible. Como opuesto, pero también muy carismático, estaba Fidel Castro. Lo entrevisté varias veces. Tuve un incidente cuando le hice una pregunta mientras entraba a la Casa de la Moneda. Él decía que quería pan y libertad para su país porque el pan sin la libertad no existe y la libertad sin pan, tampoco. Y yo le pregunté si en Cuba le estaba dando a su gente libertad y pan a la vez. ¡Cómo se enojó! Me agarró de la solapa y me dijo “Eres el empleado del comemierda de Goar Mestre”. “No, soy la contra de él”, le respondí. Y ahí le cambio el humor. Y cuando iba a los actos preguntaba, “¿Y el argentinito, dónde está?” Era un carismático. Como también era un carismático Perón y muchas veces estuve con él. Daba unas respuestas…. Una vez fui a verlo a Puerta de Hierro, en España, y veía entrar y salir gente mientras esperaba. Le pregunté quiénes iban a verlo y me respondió “Radicales, socialistas, peronistas, comunistas, sindicalistas, patronales… ¿Sabe quién no viene a verme? Argentinos”. Fue fuerte. Otra nota que recuerdo mucho fue la del violinista Isaac Stern, porque me propuso hacer algo distinto: “Hágame preguntas conceptuales y le respondo con el violín”, dijo. Le pregunté sobre la guerra y tocó algo dramático, le pregunté por el amor y tocó algo romántico y así. Fue hermoso.

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Libertad Lamarque y la leyenda de una cachetada


Libertad Lamarque y la leyenda de una cachetada que fue mucho más que una pelea entre dos actrices: “Yo ofendí a Eva Duarte”
En el rodaje del film La cabalgata del circo, de 1945, las intérpretes se enfrentaron de manera irreconciliable; los secretos de un conflicto que escaló de la sala de maquillaje al ámbito político
Pablo Mascareño
Eva Duarte y Libertad Lamarque en una escena de La cabalgata del circo, film que pasaría a la historia no solo por sus valores artísticos


“No hubo tal cachetada”. La afirmación la rubricó la propia Libertad Lamarque en la página 216 de su autobiografía, publicada en 1986. Aquel supuesto gesto de violencia de la cancionista y diva del cine nacional hacia la actriz Eva Duarte conforma mucho más que un mito dentro de los corrillos históricos de la industria del espectáculo. Es, probablemente, una leyenda épica que confirma algunos rasgos de la identidad argentina.
Acaso el entretejido en torno a la conjeturada bofetada que la intérprete del tango “Madreselva” le habría propinado a la entonces novia del coronel Juan Domingo Perón pareciera encuadrarse en esa afición futbolera del Boca-River. Deporte nacional, no el de la pelota, sino el de los enfrentamientos.
“Yo ofendí a Eva Duarte”, escribió, sin medias tintas, la propia Lamarque en esa misma autobiografía. ¿Qué sucedió entonces? La filmación del film La cabalgata del circo, en los renombrados Estudios San Miguel, fue el ámbito donde se desarrolló el entuerto; con el coprotagonista Hugo del Carril y el director Mario Soffici como testigos y “víctimas” indirectas de la situación. Hubo algunos observantes secundarios. Y muchos otros que, sin presenciar la escena, se invitaron solos al festín. Todo sea por relatar un retazo de la historia e inventarse un protagonismo. En esas faenas, el rigor es lo de menos.
La “grieta” social no es nueva. Si alguien creyó descubrir la pólvora en el turbulento siglo XXl, se confunde. Ya desde los tiempos de la Colonia, atravesando la Revolución de Mayo o, más acá en el tiempo, entre Azules y Colorados o Federales y Unitarios, la sociedad argentina pareció necesitar navegar por aguas bien repartidas. Como esa línea que se observa cuando se cruza desde el Río de la Plata hacia el mar y viceversa. La enemistad de Libertad y Eva cumple con todos los requisitos para formar parte de esa galería de sucesos anómalos que nos han conformado como país.
Está claro que, si una de las partes, poco tiempo después, no hubiese adquirido un peso político, social e histórico tan gravitante, todo habría quedado en un chisme de época con todas las chances de pasar al olvido. La dimensión de la figura de Eva -ya convertida en Evita Perón- le otorgó a un embate de actrices el rango de causa de Estado con consecuencias insospechadas.
Quién era quién
Para entender esta historia hay que comprender que rol jugaban cada uno de sus actantes en 1945, cuando se estrenó la película La cabalgata del circo, cuyo argumento muestra el desarrollo de un tradicional circo criollo a lo largo de los años bajo el relato de los hermanos Nita y Roberto Arletty, interpretados por Libertad Lamarque y Hugo del Carril. La narración recupera mucho de la esencia de los orígenes del teatro y del cine de raigambre nacional.
Libertad Lamarque, una diva del cine nacional
En ese tiempo, Libertad sumaba 37 años y era una de las estrellas más importantes del espectáculo argentino. De voz extremadamente aguda, le había impuesto características propias a su modo de cantar. Como actriz, hacía tiempo que era una de las consagradas representantes del melodrama argentino.
Antes de rodar La cabalgata del circo, ya contaba con una notable carrera cinematográfica, habiendo formado parte de Tango (1933), la primera película sonora que se rodó en el país, dirigida por Luis Moglia Barth y con un elenco también integrado por Tita Merello, Azucena Maizani, Pepe Arias, Mercedes Simone y Luis Sandrini, entre otros nombres contratados por la compañía que luego se transformaría en Argentina Sono Film.
Además, previo a la llegada de La cabalgata…, Lamarque ya había rodado films como Besos brujos, que, además, era el nombre de uno de los tangos que más representaron su repertorio como cancionista. Su garganta le otorgaba lograda sensibilidad a aquella prosa donde una mujer lamentaba sus desavenencias maritales: “Déjame, no quiero que me beses, por tu culpa estoy sufriendo la tortura de mis penas...”. Desde su escasa altura, la cantante les imprimía jerarquía a esas palabras poéticas de hondura dramática que tarareaba todo un país.
El teatro tampoco le era ajeno a la estrella, quien había donado su talento al servicio de personajes como “La doce pesos”, aquella mujer “casquivana” del sainete El conventillo de la Paloma, con autoría de don Alberto Vaccarezza. Alguna vez, la actriz recordó su incomodidad por interpretar a esa jovencita algo vulgar.
Es que Lamarque siempre se comportó como una dama distinguida y se mostró elegante y refinada. Aún cuando su situación económica no era la mejor o cuando atravesaba dificultades con su pareja de entonces y padre de su única hija. Libertad no pudo escaparse de ser víctima de violencia de género, en una época donde la mujer debía callar algunos oprobios. Siendo quien era, ella misma mantuvo un estricto bajo perfil sobre la cuestión.
Libertad Lamarque construyó una carrera cinematográfica que no supo de fronteras
Cuando se rodó La cabalgata del circo, la vida de la actriz Eva Duarte era bien distinta a la de la protagonista que encabezaba el reparto del film. Su rol dentro del mundo del espectáculo no era estelar, aunque ya había rodado algunas películas y participado en ciclos radiales que la hicieron conocida. En tiempos de la sonada filmación, Eva ya había iniciado su relación con el coronel Juan Domingo Perón, entonces ocupando, entre otros cargos, el de secretario de Trabajo y Previsión, desde donde impulsó eminentes transformaciones que le otorgaron derechos laborales a los trabajadores más rasos.
En simultáneo con el rodaje, Eva Duarte ya desarrollaba algunas tareas al lado de su pareja, que luego desembocarían en la labor social que impulsó la fundación que llevaría su nombre. Esas primeras actividades -en un ámbito que le tendría guardado un lugar reservado que la conduciría a la trascendencia histórica- le robaban tiempo para abocarse de lleno al compromiso que había asumido como actriz, a pesar que se trataba de un papel menor sin la carga horaria que demandaba un protagónico.
En más de una oportunidad, Hugo del Carril se ofreció a mediar entre Libertad Lamarque y Eva Duarte, cuyas rispideces fueron siempre en aumento
Algo unía a Libertad y Eva más allá de la vocación artística: el origen humilde de ambas. La primera con una crianza en un conventillo de Rosario y la segunda en la ciudad de Los Toldos. Eva era once años menor que su colega.
Hipótesis
¿Qué sucedió realmente en la filmación de La Cabalgata del circo? Así como Libertad Lamarque negó una y otra vez haberle propinado un cachetazo a su compañera de rodaje, lo cierto es que algún tipo de entrevero aconteció.
Arranquemos por el principio. Durante la primera jornada de la producción, cuando se llevó a cabo la presentación del vestuario, maquillaje y peinado de cada uno de los personajes, la primera figura del proyecto notó que la ropa asignada a Eva no era agradable ni de calidad, con lo cual solicitó a su hermana, encargada de vestir al elenco, que buscara en su propio closet un traje que había utilizado en el musical Los tres valses para que la joven actriz luciera acorde a su belleza natural y a la envergadura del film. Hasta allí, nada hacía prever lo que luego desencadenaría un gran encono.
“Yo no sabía quién era, pero pensé que una muchacha tan bella no podía lucir desalineada en una película mía”, declaró alguna vez la actriz que llevaría a escena una de las mejores versiones de Hello Dolly que se ofreció en Buenos Aires, esa vez bajo la dirección de Daniel Tinayre.
Luego de aquel gesto bondadoso de Libertad, al avanzar el rodaje de La cabalgata del circo, algunas situaciones anómalas comenzaron a sucederse. Algunos señalan la complicidad del productor del film, Miguel Machinandearena, quien buscaba que el gobierno de turno le renovara la concesión de la ruleta de Mar del Plata, y por ello habría comenzado a propiciar un trato especial a Eva Duarte buscando sacar partido del incipiente peso que la joven actriz ya tenía frente a Perón.
Eva, que ya comenzaba a tener una agenda cargada de actividades de índole social-oficial, solía, por esta misma razón, arribar tarde a las jornadas de rodaje, aunque lo hacía con chofer oficial, mientras que Lamarque llegaba en tren, ya que eran tiempos de escasez de combustible. Los estudios quedaban en el Conurbano norte. Las demoras en cumplir con el plan de rodaje fueron minando el humor de la diva, quien era una estricta profesional y se presentaba en el set producida para la escena con rigor y puntualidad. Su íntimo amigo Hugo del Carril era el encargado de “suavizar” los humores. Con los años, aunque el actor y cantante era afín al ideario peronista, la hermandad que lo unía con su compañera, de ideas contrarias, jamás se vio afectada.
En su autobiografía, Lamarque cuenta que Eva solía hablar en voz alta y contar sus experiencias en esa función que había comenzado a desarrollar en el ámbito político. Llamaba la atención, con una actitud no propia de una actriz de reparto.

Un mediodía, cansada de esperar la llegada de Eva al set, la estrella decidió dirigirse al despacho del productor para plantearle su incomodidad. Tamaño fue su asombro cuando se encontró con Machinandearena almorzando con Eva Duarte, junto a otros ejecutivos, en el comedor reservado para la plana mayor de los Estudios San Miguel. Al verla, el productor la invitó a sumarse, pero ella no aceptó. “Nunca me arrimé al sol que más calienta”, reconoció la diva alguna vez, en relación a que lo suyo no era estar cerca de las planas mayores para adularlos y mucho menos relacionarse con el ambiente de la política. Luego de varias jornadas de rodajes demorados, la paciencia de Libertad Lamarque terminó por estallar.
El episodio
Una tarde, luego de la hora del almuerzo, Libertad llevaba mucho rato esperando poder filmar, maquillada, peinada y con un corset que le acuchillaba las costillas. “Vamos a rodar, llegó Evita”, indicó el director Mario Soffici, quien había nacido en Florencia, Italia, en el 1900. Su alegría algo impostada trataba de pasar por alto la demora y el fastidio de su primera actriz.
Sin embargo, Lamarque, que se debatía interiormente entre hacer algún comentario o pasar por alto la situación, se dejó llevar por su impulso y, haciéndole una irónica reverencia física a Eva, remarcó su saludo con un incómodo “buenas tarrrrdes”. Duarte, para no seguir alimentando el fuego, no respondió y se dispuso a cumplir con el compromiso. Esta es la versión oficial relatada por la propia Libertad Lamarque no sólo en su autobiografía, sino también en cuanta entrevista se lo consultaron. Una de ellas sucedió en uno de los almuerzos de Mirtha Legrand durante la década del noventa, cuando el ciclo salía por la pantalla de Canal 9 Libertad.
No faltó quien diera a correr el rumor que tanto Libertad como Eva se disputaban el amor de Juan Domingo Perón y que eso generó entre ellas la enemistad. La conocida posición adversa al peronismo de Lamarque fue, para otros, lo que desencadenó la riña entre las actrices. Lo cierto es que ninguna de estas cuestiones tuvo real asidero.

El 15 de julio de 2019, reprodujo el testimonio del actor, productor y director Víctor Bo en el programa Incorrectas (América) conducido por Moria Casán. Bo conocía de primera mano la historia de la pelea entre las actrices ya que su padre, Armando Bo, había cumplido con el rol de galán de la futura Primera Dama.
“Evita ya estaba en la Casa Rosada e iba a las 4 de la mañana a trabajar, todos los días. Pero llegaba tarde a la filmación. Y un día Libertad la frenó y le dijo que era la protagonista de la película, y que tenía que respetarla. Eva, que estaba con mi padre, le explicó: ‘Señora, venga conmigo a la Rosada a las 4 de la mañana para recibir y ayudar a la gente. Le aseguro que va a ser mejor actriz’. Mi papá me dijo que no hubo cachetada”, sostuvo el entrevistado.
La tapa
En 1946, ya casado con Eva Duarte, Juan Domingo Perón asumió su primera presidencia. En ese tiempo, las ofertas laborales comenzaron a mermarle a Libertad Lamarque. “La pusieron la tapa”, se decía en voz baja. Ese era el término que se utilizaba para referirse a los artistas que formaban parte de una lista de silenciados y que tenía que ver con una metáfora en torno a la tapa de los ataúdes.
Ante la imposibilidad de actuar en radio, cine y teatro, Lamarque emprendió una gira por Latinoamérica, siendo Cuba uno de los primeros países en acogerla con un suculento contrato en dólares. En poco tiempo, otras naciones la convocaron, ya que se trataba de una cara conocida por ser estrella de un cine argentino de exportación.
A pesar del dolor por haberse marchado de su país, la artista gozaba de un éxito imparable que se vería reforzado en su llegada a México, país donde se afincó muchos años e hizo teatro y cine con notable repercusión y con la posibilidad de irradiar varias de esas películas al resto del continente. Allí nació el mote de “la novia de América”.
Con su llegada a México, Libertad Lamarque se convirtió en una gran estrella internacional
“Jamás dije que estuviera exiliada, nunca utilicé ese término”. La actriz siempre se negó a ubicarse en ese lugar adverso y prefirió disfrutar de las mieles del éxito más allá de las fronteras de nuestro país. En México, la actriz llegó a rodar bajo las órdenes de Luis Buñuel y compartió elencos con Pedro Infante y Jorge Negrete, grandes estrellas de ese país.
En 1955, cuando el gobierno de Perón fue derrocado por la llamada Revolución Libertadora, la nómina de nombres de artistas censurados continuó, pero ya con los ídolos embanderados con el peronismo como víctimas. Vaivenes de un país jardín de infantes, como esgrimió alguna vez María Elena Walsh, sostenido en la inmadurez y la intolerancia.
Con los años, la leyenda cuenta que Eva, ya siendo la figura relevante que pasaría a la historia por su insoslayable compromiso social en favor de los más necesitados, habría intentado un acercamiento y que Lamarque se habría negado. A su vez, la estrella alguna vez reconoció su dolor y piedad ante la muerte prematura de Evita.
Una pasó a la posteridad como “la novia de América”, mientras que la otra quedó inmortalizada como “la abanderada de los humildes”. Motes para recordar a dos mujeres que se trataron poco, lo suficiente para enemistarse de manera irreconciliable. Y todo por una cachetada que no fue.

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Ocho de las mejores películas de los primeros meses de 2024


Ocho de las mejores películas de los primeros meses de 2024
“La Bestia”, “Inmaculada” y “Guerra civil”, algunos estrenos seleccionados de lo que va del año
Kirsten Dunst, en "Guerra Civil"A:24 FILMS

Los críticos de cine de BBC Culture, Nicholas Barber y Caryn James, eligieron las ocho películas más destacadas del año hasta el momento.
La lista incluye un filme que muestra a Estados Unidos devastado por la guerra, una monja terrorífica -pero maravillosamente espeluznante- y un escandaloso thriller criminal de Kristen Stewart.
A continuación, te contamos más detalles de estos filmes mayoritariamente aclamados por la crítica.
1. The Beast (“La bestia”)
The Beast ("La bestia")Alamy

Salí de ver The Beast (“La bestia”) pensando: “esta es la película más rara que he visto desde Poor Things (‘Pobres criaturas’)”, pero también me encantó.
Bertrand Bonello creó una película audaz e imaginativa sobre el amor, la memoria, el dolor y la inteligencia artificial (IA) que recorre tres épocas.
Cada una de esas épocas presenta distintas versiones de los personajes Gabrielle y Louis, interpretados por Léa Seydoux y George MacKay.
En un año 2044, desolado y escalofriante, la IA se puede utilizar para borrar sentimientos de dolor, incluida una pena de amor, pero eso significa volver a experimentar esos recuerdos para borrarlos.
Gabrielle comienza el proceso, que la lleva a la Belle Epoque, en París, donde está infelizmente casada y Louis es una atracción inquietante, y a Los Ángeles (Estados Unidos) en 2014, donde ella cuida una casa y él es su acosador.
A lo largo de los períodos de tiempo, “La bestia” es el tipo de historia vertiginosa que tal vez no se entienda claramente al principio, pero que está llena de giros inesperados -como el que muestra a Gabrielle y Louis atrapados en un sótano inundado de una fábrica de muñecas en París-, lo que hace que la película sea constantemente estimulante.
* Reseña escrita por Caryn James.

2. Immaculate (“Inmaculada”)

Immaculate ("Inmaculada")Alamy
Sydney Sweeney (quien también es la productora del largometraje) protagoniza esta maravillosa y espeluznante película de terror sobre una monja novicia estadounidense que descubre que no todo es lo que parece en un convento italiano.
Immaculate (“Inmaculada”) fácilmente podría haber sido una película de serie B de monjas, pero es superior en muchos sentidos, desde los comentarios audaces sobre el trato de los hombres a las mujeres hasta la cinematografía que recuerda el arte religioso del Renacimiento.
Sin embargo, lo más sorprendente de la película es su voluntad de llevar las cosas a extremos sorprendentes.
Hay innumerables momentos en los que la estás viendo y piensas: “No... no van a ir allí... no lo harán...”. Y luego lo hacen.
* Reseña escrita por Nicholas Barber.

3. Civil War (“Guerra civil”)
Civil War ("Guerra civil")A-24 Films
Las reacciones a esta película fueron casi tan polarizadas como el país dividido que describe... una señal segura de que Alex Garland tocó una fibra sensible con su visión de un futuro cercano de un Estados Unidos que ha caído en una guerra civil bajo un presidente fascista.
Kirsten Dunst está en el centro de la historia como una fotoperiodista que, junto con sus colegas -interpretados por Wagner Moura, Cailee Spaeny y Stephen McKinley Henderson-, se arriesgan a ser testigos e informar de lo que ocurre a su alrededor.
Garland hace que esa acción sea visceral y explosiva, desde armas y tanques en las calles de Washington DC hasta violentos encuentros uno a uno en un campo supuestamente tranquilo.
Pero el aspecto más desgarrador de la película es su agudeza y cómo convincentemente posiciona la ficción a un pelo de distancia del mundo real que nos rodea.
Algunos espectadores se quejaron de que Garland no creó un conflicto político más agudo detrás, pero para mí la película ya es bastante escalofriante en su visión de un futuro devastado por la guerra demasiado creíble.
* Reseña escrita por Caryn James.

4. Love Lies Bleeding (“Amor, mentiras y sangre”)

Love Lies Bleeding ("Amor, mentiras y sangre")A-24 Films
El personaje de Kristen Stewart tiene una vida miserable al comienzo de Love Lies Bleeding (“Amor, mentiras y sangre”), como suele suceder con los personajes de esta actriz estadounidense.
Dirige un lúgubre gimnasio en un pequeño pueblo, evita a su padre mafioso (Ed Harris) e intenta en vano persuadir a su hermana (Jena Malone) para que ponga fin a su matrimonio abusivo.
Pero todo cambia cuando se topa con una carismática fisicoculturista, interpretada por Katy O’Brian.
Las chispas saltan y los fuegos artificiales del sexo sudoroso, la violencia escandalosa y la locura general siguen explotando.
“Amor, mentiras y sangre” es un elegante cine negro lésbico de Rose Glass, la directora británica que hizo su debut cinematográfico con la aclamada película de terror Saint Maud.
Su nueva creación es el thriller criminal más divertido e imaginativo desde Good Time (2017), que, coincidentemente, protagonizó la pareja de Stewart en Crepúsculo, Robert Pattinson.
* Reseña escrita por Nicholas Barber.

5. La Chimera (“La quimera”)
La Chimera ("La quimera")Neon
Las películas de Alice Rohrwacher, como la fantástica y fabulosa Lazzaro felice (“Lazzaro feliz”), están teñidas de realismo mágico.
“La quimera”, ambientada en la Toscana de la década de 1980, se encuentra entre las mejores, ya que recorre la línea entre el realismo de ricas texturas y los sueños.
Josh O’Connor interpreta a Arthur, un inglés que trabaja con una banda de ladrones locales que roban artefactos antiguos de tumbas etruscas para venderlos en el mercado negro.
De aspecto sórdido y triste, Arthur se está recuperando de la pérdida de su amor, Beniamina.
Como dice uno de los personajes, él busca en el subsuelo “una puerta al más allá” y a veces parece encontrarla.
Rohrwacher tiene buen ojo para encontrar la belleza en las ruinas, ya sea la gran casa derrumbada donde vive la madre de Beniamina (Isabella Rossellini) o el propio Arthur.
La trama sigue avanzando, con peligros, crímenes y fugas de la policía, pero la película está moldeada por la actuación conmovedora, discreta pero carismática de O’Connor y la elegante visión de Rohrwacher, filmada por la gran directora de fotografía Helene Louvart.
* Reseña escrita por Caryn James.

6. Robot Dreams (“Mi amigo robot”)
Robot Dreams ("Mi amigo robot")Neon
Robot Dreams (“Mi amigo robot”) es una caricatura como ninguna otra.
Es una producción hispano-francesa y, sin embargo, es un homenaje amoroso a la vitalidad de la Nueva York de los años 80.
Está animada al estilo de un libro ilustrado en 2D que está repleto de pequeños detalles.
No tiene ningún diálogo, pero el filme está salpicado de ingenio y sabiduría.
Se trata de un perro y un robot y es una exploración ricamente humana de la soledad y el compañerismo.
Adaptada de la novela gráfica de Sara Varon, y dirigida por Pablo Berger, esta joya nominada al Oscar cuenta la encantadora historia de dos amigos que encuentran una alegría reconfortante en la compañía del otro y luego tienen que descubrir si pueden aprender a vivir separados.
* Reseña escrita por Nicholas Barber.

7. Io Capitano (“Yo capitán”)

"Io Capitano"COHEN MEDIA GROUP
Pocos dramas sobre inmigrantes son tan conmovedores, humanos y llenos de suspenso como este, que relata el traicionero viaje de un chico de 16 años que abandona Senegal en busca de una vida mejor.
Matteo Garrone ganó el premio al mejor director en el Festival de Cine de Venecia de 2023 por la película.
Su estrella no profesional, Seydou Sarr, ganó el premio al mejor actor joven como el personaje ficticio Seydou, un chico amable decidido a llegar a Italia junto con su prima Moussa.
Cada etapa del viaje de los chicos presenta un peligro diferente.
Parten a través del Sahara con un grupo de otros inmigrantes, y cuando una mujer muere, Seydou la ve deslizándose por el aire, como si la realidad fuera demasiado difícil de asimilar.
En Libia es encarcelado y torturado. En las etapas finales debe pilotar un barco lleno de inmigrantes hacia Italia, dando título a la película, Io Capitano (“Yo capitán”).
Con relativamente pocas palabras, Garrone y Sarr crean una película elocuente y penetrantemente real sobre una persona, cuya historia resuena con lo que viven millones de personas en todo el mundo.
* Reseña escrita por Caryn James.

8. Perfect Days (“Días perfectos”)

Perfect Days ("Días perfectos")Neon
No necesariamente se pensaría que alguien que se gana la vida limpiando baños públicos encontró el secreto de la felicidad... pero Perfect Days (“Días perfectos”), de Wim Wenders, defiende firmemente la idea.
La película en japonés, escrita y dirigida por un alemán, sigue a Hirayama (Kōji Yakusho) por Tokio mientras realiza sus tareas de limpieza, riega sus plantas, lee novelas, escucha música rock estadounidense y toma fotografías de árboles. Todo con la misma silenciosa diligencia y orgullo.
Hay pistas aquí y allá sobre cómo ha cambiado la vida de Hirayama y cómo podría cambiar en el futuro, pero el núcleo de la película es una meditación tipo documental sobre la serenidad de una existencia reducida a lo esencial.
Además, los baños públicos están tan bien diseñados que “Días perfectos” bien podría convertirlos en atracciones turísticas.

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ESTRENO DE CINE..."El campo en mí"




Memoria viva de una sobreviviente del horror del nazismo
Alejandro LingentiLos archivos familiares dan forma al documental
el campo en mí
 (ARGENTINA, 2024). DIRECCIÓN Y GUIÓN: Tamara Mesri. FOTOGRAFÍA:
Tamara Mesri, Mariana Manuel Bellone, Margarita Almirón. EDICIÓN: Camila Sassi. ELENCO: Luba Alkón de Biegún, Ethel Biegún de Cadoche, Lea Zajac, Margarita Lovera, Paloma Lovera, Tamara Mesri. DURACIÓN: 62 minutos.
“El pasado no terminó, ni siquiera es pasado”. Con esa célebre frase del escritor norteamericano William Faulkner empieza este documental apoyado, como muchísimos otros en los últimos años, en un puñado de archivos visuales familiares. Y el mensaje resuena fuerte porque es rigurosamente cierto: mientras sea recordado, el pasado efectivamente se incorpora al presente, está vivo. Suele estar íntimamente asociado a la melancolía, pero también despierta otras sensaciones.
En este caso, el recuerdo lastima porque está relacionado con un trauma: la historia de Luba Alkon de Biegún es la de muchos judíos que sufrieron el Holocausto. Nacida en Polonia en 1927 y fallecida en 2013, Luba fue una sobreviviente heroica del horror nazi: cuando tenía apenas 13 años supo de las miserias de la guerra.Muyprontoviviólapesadilla de pasar por el gueto de Bialystok y los campos de Treblinka, Majdanek, Auschwitz, Ravensbrück, Neustadt y Glewe, donde finalmente fue liberada por los rusos. Logró mantenerse viva “gracias a la suerte y el destino”, según sus propias palabras.
“Desde que nací escuché las historias de mi abuela”, dice la voz en off de la directora, también fotógrafa y coreógrafa.Unashistoriasdolorosas pero que, según ella misma admite, le sirvieron para entender a Luba y también la impulsaron a reinterpretarla desde su perspectiva, orientada a revelar la tragedia sin caer en la tentación de la solemnidad.
Hay un humor agudo y a la vez terapéutico en la película que asoma ya desde el inicio y después va reapareciendo en la hora de su metraje de diferentes formas: a partir de las declaraciones de esa señora cargada de templanza que confiesa algunas intimidades hilarantes sin prejuicios o con la combinación de las imágenes sombrías de un campo de concentración y un fondo musical animado por la voz cristalina de The Barry Sisters.
La memoria suele ser difusa, fragmentada, y El campo en mí refleja esa característica a través de su estructura, un patchwork que incluye viejas cintas de VHS, álbumes de fotos familiares y una gama variada de entrevistas, entre otros elementos que van configurando una narración variada, sólida y emotiva.
Como buena parte de los documentales de este tipo, la historia particular es un puente hacia un panorama más general.“Una búsqueda personal, íntima, un intento de transmitir a mis hijas y a su generación las vivencias de una persona cercana y presente en nuestro recuerdo como lo fue mi abuela. Para que el holocausto no sea una página más en los libros de historia y algo de ese linaje continúe en ellas también. Que sea algo palpable y tangible. Personas de carne y hueso vivieron ese horror y las marcas de lo sucedido nos acompañan aún y lo seguirán haciendo. Por lo menos a través de esta película”, dice Tamara, parte de un linaje de mujeres de su familia a las que define como espejo del temperamento de Luba: alegres, aceleradas, verborrágicas, inteligentes, intrépidas, ingeniosas, caraduras, estructuradas, exigentes. De alguna manera, todas sobrevivientes.

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ESTRENO DE CINE..."Una jungla de locura"


Una jungla de locura 2 propone aventuras tan bondadosas como remanidas de unos animalitos decididos a cuidar el planeta
El film de animación francés es la segunda parte de una serie de éxito en ese país; en este caso, con una trama muy elemental
Guillermo Courau
Crítica. Una jungla de locura: 2 estrellas
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Una jungla de locura (Les As de la jungle 2, Francia/2023). Dirección: Laurent Bru, Yannick Moulin y Benoît Somville. Guion: David Alaux, Eric Tosti, Jean-François Tosti. Música: Olivier Cussac. Edición: Magali Batut, Hélène Blanchard, Jean-Christian Tassy. Duración: 89 minutos. Distribuidora: BF Paris.

Para evitar confusiones, conviene comenzar con una aclaración: esta Jungla de locura que llega a los cines, es la secuela de una película con el mismo nombre, mismos creadores y mismos personajes que está disponible en Prime Video. Al mismo tiempo, es importante sumar que se basa en una serie de origen francés que no ha tenido repercusión alguna por estas latitudes. Si lo anterior es una fortaleza o una debilidad, queda en la conciencia de cada espectador.
Dicho esto es de entender por qué no hay al comienzo del film una cabal presentación del grupo protagonista; menos nosotros, los conocen todos. A pesar de ello, la historia resulta tan básica y lineal que tampoco hace demasiada falta mucha introducción: a los pocos minutos uno se encuentra inmerso en la mínima trama, aunque todavía se pierda un poco con los nombres del heroico y ecológico equipo.
Los defensores de la jungla son un quinteto de animalitos que está siempre listo para ayudar a cualquier coterráneo en problemas. Entre tarea y tarea descubren que un misterioso personaje ha rociado la selva con una espuma que, ante el contacto con cualquier líquido, inmediatamente explota. La inminente temporada de lluvias amenaza con hacer desaparecer a la selva y a la mayor parte de sus moradores para siempre. Descubierto el plan, el peculiar conjunto (al que se suman dos integrantes, que a la sazón se convertirán en involuntarios protagonistas) decide cruzar el globo para ir en busca de quien inventó el tóxico, con la esperanza de que tenga los conocimientos necesarios para desarrollar un antídoto, volver a la selva, y lograr esparcirlo a tiempo para frenar el proceso de destrucción.
De ahí en más, la acción continuará de la forma más esperable que uno se pueda imaginar, lo que no sería necesariamente un error teniendo en cuenta que es una película orientada al público infantil. Sin embargo, aparecen dos problemas. Su origen televisivo no ayuda a darle una profundidad algo más interesante que lo mínimo indispensable para desarrollar la acción. Una decisión que va a contracorriente de lo que el público se ha acostumbrado a ver en este tipo de propuestas, donde el subtexto es un valor en sí mismo. Aun cuando sus directores aseguran que los adultos encontrarán climas análogos o guiños a sagas como la de Indiana Jones o Jackie Chan, o películas como Point Break o Kung Fu Panda. Pero semejante optimismo choca con lo que brinda la pantalla, que está demasiado lejos de cualquier comparación más o menos seria con alguna de estas referencias.
Entre lo rescatable de Una jungla de locura está la animación de los personajes, el diseño digital de los escenarios, y una edición que aprovecha las nuevas tecnologías pero sin abrumar por exceso. También una historia en la que subyace la importancia de cuidar el planeta y a cada uno de los seres que lo habitan. Todo hilvanado por una sucesión de situaciones tópicas y remanidas a la medida de niños muy pequeños, que seguramente saldrán entusiasmados del cine por el festival de luces y colores que sirve de marco a un grupo de personajes, tan simpáticos e intrascendentes como desconocidos.

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ESTRENO DE CINE..."HAIKYU: LA BATALLA DEL BASURERO"


Una épica de adolescentes con rivalidades y alianzas
Martín Fernández CruzNo hace falta ser fan del animé para disfrutar de este film toho
HAIKYU: LA BATALLA DEL BASURERO
(JAPÓN/2024) DIRECCIÓN: Susumu Mitsunaka. GUION: Susumu Mitsunaka, basada en el cómic de Haruichi Furudate. MÚSICA: Yuki Hayashi. ELENCO: Ayumu Murase, Kaito Ishikawa y Yuki Kaji. CALIFICACIÓN: apta para todo público. DISTRIBUIDORA: UIP Sony. duración: 85 minutos.

Una vez más, el cine se convierte en trinchera para los amantes de la animación japonesa. En un contexto en el que la cartelera semanal se puebla de franquicias y tanques que copan innumerables salas, casi como los galos irreductibles, el público amante del animé resiste y obtiene una nueva dosis de su poción mágica. Esta vez, mediante el estreno de Haikyu: la batalla del basurero, un título que continúa la saga animada de Haikyu que comenzó en la televisión, y que adapta el cómic homónimo.
La serie (disponible en las plataformas Netflix y Crunchyroll) cuenta la historia de Shoyo Hinata, un entusiasta jugador de vóley estudiantil, que compensa su baja estatura con una energía desbordante por ese deporte. Y solo cuando ejecuta uno de sus saltos prodigiosos en el marco de esos agotadores partidos, es que Shoyo encuentra su razón de ser. Y como le sucedía a Oliver con Benji en Supercampeones, o a Goku con Vegeta en Dragon Ball, este animé vuelve a alimentarse de las rivalidades como forma de motorizar el drama, y de ese modo es que Shoyo encuentra en su compañero de equipo, Tobio Kageyama, un opuesto que lo empuja al querer coronarse como el mejor jugador de su equipo. Y eso es todo lo que hay que saber de Haikyu, o al menos lo más importante antes de sumergirse en una historia que personajes entrañables y enfrentamientos (aunque no enemistades) apasionantes.
La batalla del basurero se denomina a cada partido en el que miden sus fuerza el Karasuno (el equipo de los protagonistas) contra el Nekoma, otro colegio con el que existe una histórica rivalidad. Los dos grupos tienen sus jugadores estrella, sus estrategias de ataque pero también sus propios fantasmas, y en el transcurso del partido, todos los personajes lucharán no solo por ganar, sino también por descubrir su especificidad adentro de su equipo.
Esta película, como la gran mayoría de las producciones japonesas animadas, destaca por su personalidad propia, y por su intención de explorar nuevas narrativas cinematográficas. Ya no importa si el espectador conoce o no la historia de antemano, porque este film apuesta por el nervio deportivo y por la sinergia que nace de la competencia, para de ese modo construir con el espectador un puente emocional. Aunque pueden parecer chatos en una mirada prejuiciosa, los protagonistas de Haikyu son criaturas de emociones a flor de piel, que están en paz consigo mismo solo cuando no bajan sus brazos, y que transmiten con intensidad la fatiga (pero también la satisfacción) de practicar ese deporte que tanto los define. Importa quién gana, desde luego, pero más importa llevar al espectador al placer de sentir en carne viva el llamado de la vocación. Y la verdad es que no hace falta ser un amante del animé para disfrutar esta película, solo hace falta haber sentido, en algún momento de la vida, el dolor que nace de un esfuerzo que llena de orgullo.

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ESTRENOS DE CINE..."INMACULADA"


Exuberante y dantesca, con la talentosa Sidney Sweeney
Paula Vázquez PrietoSweeney encarna a una monja a punto de tomar sus votos diamond films
INMACULADA
(IMMACULATE, ESTADOS UNIDOS/2024). dirección: Michael Mohan. GUION: Andrew Lobel. FOTOGRAFÍA: Elisha Christian. EDICIÓN: Christian Masini. ELENCO: Sydney Sweeney, Álvaro Morte, Simona Tabasco, Benedetta Porcaroli. calificación: apta para mayores de 16 años. DISTRIBUIDORA: Diamond Films. duración: 89 minutos.

El terror y la religión han consagrado una de las combinatorias más fructíferas del cine. Desde las posesiones satánicas hasta la tradición de las ‘monjas locas’ –subgénero con nervio de exploit en los 70-, han demostrado que esa encrucijada despierta tanto miedo y ansiedad como anhelo y fascinación en fieles e infieles de la creencia, inducidos por el poder de las imágenes del martirio y sus proyecciones en el alma de los ávidos espectadores.
Ese fue el punto de partida del interés de la actriz Sydney Sweeney en un guion que conoció de refilón durante un casting en su temprana juventud y que decidió reflotar como productora ejecutiva en este tiempo de meteórico ascenso, tras los sucesos de Euforia y la reciente comedia Con todos menos contigo, como paso imprescindible para afirmar su protagonismo y bautizarse en un género que ha dado grandes estrellas.
Escrita con ingenio por Andrew Lobel y dirigida con oficio cinéfilo por Michael Mohan –quien ha trabajado con la actriz en Los voyeurs (2021)- la historia es la de la hermana Cecilia (la propia Sweeney), una monja recién llegada desde los Estados Unidos hasta el corazón de un ancestral convento en Italia para tomar sus votos. Su padrino es el padre Tedeschi (Álvaro Morte), testigo de su germen santo tras sobrevivir a un mortal accidente en un río helado de Michigan.
Con ese auspicio y su devota convicción, Cecilia viste los hábitos y renuncia a los placeres mundanos en un ceremonial que combina el casamiento eclesiástico con el calvario crístico. La estética elegida por Mohan es barroca y opresiva, definida en espacios estrechos y colores sepias, con sombras pronunciadas que ciñen el recorrido de Cecilia hacia lo profundo de la fe. Lógicamente, lo que sigue es el atisbo del milagro y la concepción sin pecado que tienen a Cecilia como pieza crucial de ese renacimiento para la Iglesia.
La película se desmarca de la tradición de posesiones diabólicas que tanto ha dado al género desde los tiempos de El exorcista hasta las recientes reinvenciones de profecías, para abrevar en una reformulación de los humores del giallo italiano –con citas explícitas a Suspiria de Dario Argento-, sumada al goce pérfido por el grito de la scream queen y la exégesis de esa alquimia entre ciencia y religión que ha nutrido a los clásicos victorianos como Frankenstein de Mary Shelley.
El hallazgo de un vientre para el nuevo mesías y la concepción inmaculada que se pergeña desde las altas cúpulas del poder eclesiástico combinan con efectividad estética los laboratorios de científicos locos con las mascaradas de los sacrificios religiosos, dando cuerpo a escenas febriles y extravagantes y a una plasticidad de Sweeney en la interpretación de su heroína que conjuga lo sagrado y lo dantesco.
Mohan restringe los condicionantes del terror moderno, propenso a los golpes de efecto y las explicaciones clarificadoras del trauma, para recostarse en un cine exuberante y perturbador, que no ofrece respuestas tranquilizadoras


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CLEMENTE MONTAG...EL PAPÁ DE PATORUZÚ....NOS NECESITA....


Clemente Montag, dibujante de Patoruzú, pide ayuda para comprar remedios y comida
El ilustrador dijo sentirse sorprendido por la respuesta que tuvo de la gente; vive con su esposa en el barrio de Chacarita, ambos jubilados, y además de dificultades económicas atraviesa un problema de salud
Daniel Gigena
Clemente Montag: el dibujante pidió ayuda en redes sociales

El reconocido ilustrador y dibujante de Patoruzú, Patoruzito e Isidoro Cañones, personajes de Dante Quinterno, y creador de personajes como Coco y Cilindrina, Nubecito el Angelito y Floripí la Brujadita, Clemente “Busu” Montag (Buenos Aires, 1958), publicó días atrás en su cuenta de Instagram un pedido de ayuda con la imagen del personaje de Hijitus, creado por Manuel García Ferré e ilustrado por él, harapiento y envejecido. “Ayudame a vivir. Necesito comprar remedios y comida. Cafecito a voluntad para ayudar al maestro en ruinas. CBU Banco Nación 0110018130001811658597”, se lee en la publicación. Varios dibujantes y humoristas compartieron el pedido en redes sociales.
Vive con su esposa en el barrio de Chacarita y ambos cobran una jubilación mínima. Hoy, en diálogo , Montag contó que, además de dificultades económicas, estaba atravesando un problema de salud que lo obligaba a guardar reposo en cama. Dijo sentirse sorprendido por la repercusión que había tenido su pedido en redes. En ferias de cómics e historieta, realiza ilustraciones a pedido (que también pueden solicitarse por su cuenta de Instagram, @clementemontag).
Admirador de la obra de Walt Disney, Montag comenzó a trabajar con Dante Quinterno a los catorce años. En el estudio de Quinterno realizaba tareas de entintando, coloreado y creación de tapas para la revista Patoruzú. Paralelamente, publicó secciones de humor para la revista Rico Tipo y Humor, en donde firmaba como “Busu”. A finales de los años 1970, dejó ese estudio y lanzó su primera historieta, titulada Coco y Cilindrina, que Manuel García Ferré publicó en la revista semanal Anteojito. Hasta el cierre de la publicación, en 2002, colaboró con otras creaciones. También se ocupó de los guiones gráficos de la segunda temporada de Las aventuras de Hijitus, la serie animada de televisión. Durante la crisis de 2002, y con el cierre de la revista, Montag viajó a Europa y trabajó para editoriales de Irlanda por un periodo. También ilustró una edición infantil de la Biblia publicada por la editorial Planeta.
Montag hace dibujos a pedido en ferias y también por redesinstagram.com/clementemontag

En 2012, la editorial Comiks Debris publicó el libro de Coco y Cilindrina (un barrendero porteño y una maltrecha motocicleta que funciona a “electroconciencia”), donde recopila algunas aventuras de sus personajes más conocidos. El libro fue distinguido con una Mención Especial en los Premios Banda Dibujada 2013. Montag integra la agrupación Banda Dibujada de dibujantes, bibliotecarios y promotores de la historieta en escuelas y bibliotecas. También dan cursos y realizan jornadas especiales.
En X, la exconcejal de PRO Jorgelina Kos Grabar difundió el pedido del ilustrador y propuso lanzar una edición “dorada” de su trabajo. Anunció además que estaba en contacto con el dibujante para encontrar una solución.

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