domingo, 10 de noviembre de 2024

ECONOMÍA Y EDITORIAL




Sin detenerse y con la potencia del equilibrio fiscal
Hay un universo informal de la economía, mayoritariamente compuesto por microemprendedores, con muchas ganas de que el programa de Milei funcione; confiaron y confían
Francisco Olivera
Hay una destreza del gobierno de Milei que el mercado ya no discute: tiene aptitud para mantener el equilibrio fiscal sin devaluar y en condiciones adversas. Es lo que explica la tranquilidad cambiaria, el riesgo país en niveles previos a los que tuvo Alberto Fernández y la caída en la inflación mensual, que bancos y consultoras proyectan incluso con un 2 adelante para principios del año próximo.
El cambio de atmósfera se percibe también en la microeconomía. Muchas de las empresas que venían intentando trasladar a sus clientes precios mayoristas que habían pagado hace un año a un dólar más alto, cuando acumulaban mercadería sin saber qué hacer con los pesos en la época de Massa, están ahora aplicando rebajas. No les queda alternativa: ese stock se agotó o, mejor, entendieron que el actual tipo de cambio se quedará por bastante tiempo así y, como consecuencia, deben armar sus listas de precios según los nuevos valores de reposición.
Fue un proceso largo porque hubo momentos de serias dudas. A principios de julio, por ejemplo, cuando Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, peleaban prácticamente solos frente a un mercado incrédulo que daba por descontada una devaluación forzada por la falta de dólares. “No entienden la potencia de lo que estamos haciendo”, contestaba entonces Caputo a quienes le planteaban todos esos reparos.
La discusión es en todo caso cómo consiguió el Gobierno revertir la desconfianza y, más difícil aún, qué es lo que puede pasar a partir de ahora. Los economistas críticos, por ejemplo, atribuyen todo el logro al éxito del blanqueo. Es cierto que ese fue un espaldarazo importante: desde que arrancó, en septiembre, entraron en los bancos unos 20.000 millones de dólares de pequeños ahorristas que no sólo no dudaron en blanquearlos sino que decidieron dejarlos en el sistema casi en su totalidad. Primera conclusión: hay un universo informal de la economía, mayoritariamente compuesto por microemprendedores, con muchas ganas de que el programa de Milei funcione. Confiaron y confían.
Son decisiones que parten en realidad de lo que el resto del mercado también ve, que es un gobierno dispuesto a todo menos a subir el gasto. Algo infrecuente. El poder del equilibrio fiscal, una meta tanto o más convincente que la acumulación de reservas en el Banco Central porque no se sustenta sobre aspectos circunstanciales o golpes de suerte, sino sobre buenos hábitos.
El consultor Antonio Aracre suele ejemplificarlo en sus podcasts citando casos de clientes: hay productores agropecuarios que todavía se sorprenden cuando un banco les niega un crédito a pesar de que tienen patrimonios de hasta 40 o 50 millones de dólares. Ante la sorpresa o la consulta, dicen, el gerente les contesta que no le interesa ejecutar a un deudor, sino evaluar si tiene en realidad cash flow suficiente para pagar el préstamo. Y eso, agrega Aracre, pasa con las empresas y los países: “Flujo mata stock: Brasil acaba de llegar al record de reservas, 378.000 millones de dólares y tuvo que devaluar porque tiene déficit fiscal”.
He ahí la fortaleza de Milei. Que se funda sobre razones económicas, políticas y acaso psíquicas: el establishment interpreta que el equilibrio fiscal está en manos de un líder que hace gala de su condición de ajustador y que hasta pareciera sentir adrenalina ante lo políticamente incorrecto. “MiEnterado, rá la entrevista que le hizo Yuyito González y vas a entender todo: el tipo estaba feliz, no le importa absolutamente nada”, lo definieron en una empresa de servicios.
A Milei le gusta a veces exagerar esa espontaneidad. Alguien que trabajó con él en la Corporación América recordaba esta semana los tiempos en los que el ahora presidente aceptaba sugerencias de uno de sus compañeros, Guillermo Nielsen, sobre el outfit para ir a los programas de televisión. por ejemplo, de que el celeste era el color que mejor daba en cámara, Milei incorporó entonces una sentencia irrevocable: “Tiré todas mis camisas blancas”.
Ese estilo directo y brutal deja a destiempo y descolocada a la oposición. A los gremios aeronáuticos, por ejemplo, que no terminan de asimilar que el Gobierno ya pasó los conflictos del sector a pérdida, muy a pesar del mal humor que las medidas de fuerza provocarán en la sociedad. “Obviamente que se termina Intercargo”, contestó ayer Milei sin detener la marcha, consultado sobre la empresa cuando llegaba a la Casa Rosada. Tampoco es fácil para el PJ dialoguista. Y menos para el aliado del balotaje, Pro, obligado por su base electoral a respaldarlo y, al mismo tiempo, a aceptar que el Presidente ponga a veces distancia.
El martes, por ejemplo, ni él ni ningún funcionario fueron al hotel Faena a un seminario que incluía a Macri y a dos expresidentes: el mexicano Felipe Calderón y el español Mariano Rajoy. Según el programa del encuentro, titulado “La batalla del año: statu quo vs. cambio cultural”, se esperaba a Milei para la clausura y antes, como oradores, a Pablo Lavigne, secretario de Comercio, y a Federico Sturzenegger. No fueron. ¿No quisieron coincidir con Macri? Difícil sacar conclusiones: las excusas de los invitados fueron desde “problemas de agenda” hasta incomodidad por la presencia de diplomáticos de Taiwán.
El problema de convivir con el conflicto es que puede fortalecer al líder y, al mismo tiempo, entorpecer algún consenso necesario para la inversión. Por ahora alcanza para una primera etapa. Una vez estabilizada la economía y erradicada la inflación, vendrán los escollos de segunda generación. Por lo que ya se anticipa en foros empresariales, es probable que se parezcan bastante a los del segundo mandato de Menem: apertura económica y tipo de cambio bajo que dificulta la competitividad y que, ya sin la inflación para disimular inconsistencias, obliga a ser productivo del modo en que la Argentina no está acostumbrada: innovar, bajar costos. ¿Están las empresas argentinas preparadas para un régimen no inflacionario, es decir, para competir más por volumen que por precio? Es el gran desafío no sólo para el sector privado, sino también para el Gobierno.
En la Unión Industrial Argentina casi no se habla de otra cosa. De la baja de aranceles, de la alta litigiosidad, de la necesidad de incentivos como la ley pyme. Paolo Rocca acaba de anunciarles a representantes de la UOM que evalúa bajar 15% sus costos y desprenderse de unos 600 empleados de la planta que Ternium tiene en General Savio. Si, como promete Trump, Estados Unidos sube aranceles, todo será peor. ¿Qué hará el Gobierno? ¿Devaluar, proteger, bajar impuestos, invertir en infraestructura para mejorar la logística? ¿Todo junto? ¿Nada? Dilemas estructurales e históricos para los que el equilibrio fiscal y la caída en la inflación no representan ni la mitad del trabajo. El problema es que la Argentina suele empantanarse antes de empezar.
Ser productivo del modo en que la Argentina no está acostumbrada: innovar, bajar costos; ¿están las empresas argentinas preparadas para un régimen no inflacionario?

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Insfrán: rey de las malas artes
El gobernador formoseño prepara nuevas jugarretas para intentar soslayar un pronunciamiento de la Corte que pondría fin a su vocación de poder eterno
Con el notorio desapego republicano y la impunidad de la que hace gala, el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, avanza en su propósito de volver a reformar la Constitución provincial para asegurarse una nueva posibilidad de seguir perpetuándose en el poder.
Insfrán lleva ya 29 años consecutivos al frente de la provincia como gobernador, a los que se suman otros 8 años previos como vicegobernador.
Recientemente, presentó ante la Legislatura un proyecto de ley de convocatoria a convencionales reformadores de la Constitución distrital. La premura del mandatario poco tiene que ver con la inclusión de nuevos derechos, como los denominados de cuarta generación, que surgen de la sociedad del conocimiento y de las nuevas oportunidades que ofrecen el desarrollo científico y tecnológico. Menos le importa al cacique formoseño la creación de mecanismos de administración con miras a alcanzar y sostener superávit fiscal o fomentar la producción y proteger el ambiente, tal como sostiene a la hora de fundamentar esta nueva arremetida. Su verdadero objetivo es adelantarse al fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la inconstitucionalidad de una nueva reelección consecutiva.
Su estrategia no declarada, pero denunciada por varios dirigentes opositores a su permanencia feudal es que la Legislatura provincial sancione la ley de convocatoria antes de que la Corte le clausure la posibilidad de volver a candidatearse. Intuye que, con esa argucia, podría tornar abstracto cualquier pronunciamiento judicial respecto de su ansiado proyecto vitalicio. De hecho, la Corte ya declaró la inconstitucionalidad de la reelección por más de dos mandatos en San Juan, Río Negro y Tucumán.
Peligrosamente, en una provincia a la que ha logrado cooptar, con mayoría de legisladores que le responden y una Justicia adicta a sus órdenes, ese burdo engranaje reformista viene dándole los primeros resultados. En un trámite exprés, la Cámara de Diputados emitió recientemente un dictamen favorable y dio media sanción al proyecto perpetuador que espera ser debatido en el Senado provincial, donde podría correr idéntica suerte.
En las elecciones del año último, Insfrán obtuvo más del 70% de los votos. Su llamativa continuidad al frente de la provincia es la nefasta combinación de un Estado omnipresente en el otorgamiento de empleo público, una billetera infinita para solventar nefastas prácticas de clientelismo, y sucias reglas de juego electoral que, como la ley de lemas (en Formosa se usa desde 2011 solo en elecciones legislativas y locales, no obstante lo cual los 64 sublemas de 2023 llevaron impreso el rostro del gobernador), le permitieron convertir el cuarto oscuro en una verdadera cancha inclinada.
Durante la última campaña electoral, una extensa recorrida de la nacion por Formosa volvió a confirmar esa prepotencia y manipulación. Hubo un grosero reparto de alimentos y colchones en barrios populares. Pululaban por las zonas más carenciadas de la provincia modernas y poderosas camionetas cargadas a tope con ese tipo de “beneficencia”, las mismas que el día de los comicios pasaban a recoger, entre muchos otros, a votantes de comunidades aborígenes para llevarlos a sufragar con la boleta oficialista que les entregaban de antemano.
Ese nefasto despliegue se completa desde hace casi tres décadas en tierras formoseñas con ataques a la oposición y a los medios de prensa independientes, nepotismo y falseamiento de datos, además de fraudulentos permisos y compra de voluntades para que ciudadanos extranjeros pudieran sufragar en nuestro país.
Se trata de un caudillo que ha dado sobradas pruebas de comportarse como un dictador que desacata las leyes, incluida la madre de todas ellas, la Constitución, cuyo texto exige la condición de la alternancia en el poder para todos los distritos del país.
Es de esperar que la Corte ponga fin a sus bravuconadas, que la mayoría de los formoseños puedan liberarse de las ataduras de este populismo perverso que los tiene sumidos en la miseria y que juega todas sus cartas a seguir dominándolos por medio de chantajes, coartándoles nuevamente la libertad de elegir por quien creen mejor y no por quien los oprime y les impide procurarse un futuro promisorio.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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