domingo, 10 de noviembre de 2024

INSEGURIDAD Y ALDO SESSA, MAESTRO DE MIRADAS


Delincuencia de menores, problemas de mayores
Diana Cohen Agrest Dra. en Filosofía y ensayista. Presidenta de la Asociación Civil
Usina de Justicia
La madre volvía de su trabajo. Llegó a su casa en el conurbano bonaerense, bajó del auto, pulsó el botón de la alarma y dio un par de pasos hasta que subió al cordón de la vereda. De allí en más y en un instante, todo se transformó. De la rutina diaria al caos mental cuando dos menores blandiendo un arma dirigida hacia su espalda le decían que se quedara quieta, que no gritara, que entregase las llaves del auto. Su reacción fue darse vuelta, apenas mirarlos y lanzar el llavero al aire para que se quedasen con el botín. La madre volvió a girar y solo atinó a decir: “Dios mío”.
Una vez finalizados los engorrosos trámites en la comisaría del barrio y ya en su casa, más calma y con su familia a su lado, su mente, su alma entera se detuvo en ese instante en que lanzó las llaves del auto, cual permuta de su salvación, y giró a sabiendas de que su vida dependía de un puñado de jóvenes delincuentes. Ahí la madre vivió ese instante único cuando el final o no de nuestra existencia depende de otro. El mismo instante que habrá vivido su hijo Matías cuando, volviendo del club del barrio, le robaron su celular. Pero a diferencia de ella, que podía revivir esa angustia, Matías fue asesinado. Y como él, tantos más.
En el destello en que la vida y la muerte se encuentran en manos de quien nos apunta con un arma, como en la memoria del ahogado, se representó la muerte propia de su hijo. Esa muerte que no pudo ver, apenas imaginar. Revivir lo que apenas puede ser imaginable. Esa muerte que la acompañará de por vida, como una persecución fantasmal, y que vuelve una y otra vez en forma de preguntas sin respuestas: ¿cómo habrá sido?, ¿tuvo conciencia de su propia muerte?, ¿cuánto duró su agonía?, ¿cuánto sufrió?, ¿vivió también él la “memoria del ahogado”?
En esta historia de vida y muerte, una vez más, reaparece el debate sobre la edad de imputabilidad: los protagonistas de esta historia no querida fueron dos varones acompañados por dos chicas que esperaban en el asiento de atrás de un auto robado a unas pocas cuadras de distancia. Chicas que, hasta hace poco, solo incursionaban en el delito como mecheras o mulas y hoy salen a delinquir en calidad de pares de los varones, ampliándose con ellas el espectro de la violencia y criminalidad adolescente. ¿Cuáles son los posibles principios explicativos del fenómeno en el que se roba y mata más temprano y sin diferencia de sexo?
En el estudio “Individual and contextual influences on delinquency: the role of the singleparent family” (Influencias individuales y contextuales en la delincuencia: el papel de la familia monoparental), Amy L. Anderson sostiene que la supervisión de los niños por parte de las familias es un amortiguador importante contra las altas tasas de delincuencia. A nivel individual, un niño en un hogar monoparental en un contexto de marginalidad puede correr un mayor riesgo de delin cuencia porque se le imponen menos controles, debido a los efectos de la ausencia de un adulto en el hogar. En un marco social anómico, este factor alcanza un nivel colectivo: en contextos de marginalidad, una proporción significativa de hogares monoparentales en un barrio favorece un riesgo mayor de caer en la delincuencia en el universo adolescente, independientemente de su estructura familiar particular.
Diversos factores –padres presos, madres solas, esto es, madres como única fuente de manutención, factores asociados al crecimiento exponencial de los jóvenes “ni-ni”– dan cuenta de que la ausencia de uno de los padres en el hogar se asocia con el riesgo de delincuencia de un adolescente.
Numerosas investigaciones coinciden en este factor: en el libro Falacias de la justicia social, el idealismo de la agenda social frente a la realidad de los hechos, el economista y teórico social estadounidense Thomas Sowel menciona otros estudios que probaron que los chicos criados sin la presencia de su padre tienen una tasa de encarcelación superior a la media, factor que supera a la pobreza como causa explicativa de la delincuencia juvenil.
No se trata de reducir esta problemática a un determinismo –genético o social– basado en factores que pretenden justificar el crecimiento de la delincuencia adolescente. Porque estos datos explican parcialmente el fenómeno, pero no lo justifican. Entonces vayamos a la otra pata del problema de la seguridad, relacionada con las víctimas y la responsabilidad del Estado: ¿cuánto cuesta hoy a un ciudadano o cuánto invierte una persona viviendo en la provincia de Buenos Aires para “vivir seguro”, “protegerse” mediante alarmas, cámaras, rejas, seguros, alarmas de presencia sumadas en los llaveros, seguridad privada? Vivir en la provincia de Buenos Aires exige esos recursos con efectos emocionales y económicos.
En plena pandemia, cuando fuimos secuestrados por una política sanitaria basada en un miedo redituable para el gobierno de turno, se produjo un hecho que selló la política penal de la provincia donde vive el cuarenta por ciento de los habitantes del país. En un fallo tan escandaloso como inconstitucional en cuanto contravino los protocolos vigentes en la materia, el juez del Tribunal de Casación bonaerense Víctor Violini soltó a miles de presos. La ONG Usina de Justicia presentó un amparo para la liberación masiva de presos, y un pedido de enjuiciamiento contra dicho magistrado –nunca respondido– por “incompetencia y negligencia en el ejercicio de sus funciones e incumplimiento de sus deberes”.
Según la Base General de Datos de Niños, Niñas y Adolescentes de la Corte Suprema, entre los años 2021 y 2023 la criminalidad juvenil se incrementó un 25% en la ciudad de Buenos Aires, distrito donde aproximadamente la mitad de estos delincuentes proviene de la provincia vecina. Los menores no tienen ni la supervisión de las familias ni la del Estado, que debe velar por la seguridad de todos.
En este escenario, no se trata de defender indiscriminadamente los derechos de los niños y adolescentes, los cuales también son violados cuando no se los provee de una vida digna por irresponsabilidad parental o por omisión del Estado. Ni en la ley de minoridad ni en el fallo del juez Violini se dice algo sobre las víctimas cuyos derechos humanos a la integridad física y a la vida dan sentido al Estado de Derecho.
Para que no haya más madres que revivan una y otra vez esa muerte no presenciada, la misma que sume al doliente en un duelo irreparable, solo pedimos que la élite política y judicial escuche la voz de quienes arriesgan su vida, como en una ruleta rusa, en el día a día de su temerosa existencia.
¿Cuánto invierte una persona en la provincia de Buenos Aires para “vivir seguro”, “protegerse” mediante alarmas, cámaras, rejas, seguridad privada?

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Aldo Sessa, maestro de miradas
Pocos días atrás, el fotógrafo argentino Aldo Sessa cumplió 85 años. No muchos más años nos separan del fin del debate acerca de si la fotografía debía ser considerada un arte o si, por el contrario, no era más que un proceso mecánico realizado por la cámara fotográfica y el simple resultado de oprimir su disparador. Si hubiera que probar hasta qué extremos del arte es capaz de llegar la fotografía, la obra de Sessa serviría de prueba definitoria.
Su larga carrera se inició como precoz colaborador de los suplementos en huecograbado de la nacion, con apenas 17 años. Desde entonces, sin pausa, y a medida que crecía su prestigio como artista, Sessa se dedicó también al estudio de la pintura, las artes gráficas, la cinematografía y a la experimentación de nuevas técnicas y formatos fotográficos. Pero hay algo aún más importante: su tesón y la pasión puesta en el desarrollo de sus habilidades artísticas jamás afectaron su bonhomía ni alteraron sus virtudes de hombre cálido y generoso. Quienes se hayan acercado a él son seguros testigos de su disponibilidad absoluta para compartir sus enseñanzas e intercambiar enfoques, en todas las acepciones (fotográficas y no tanto) de este último término.
Es difícil decir de Sessa algo que aún no haya sido dicho. Otro gran fotógrafo contemporáneo, el italiano Andrea Ligi, escribió hace tiempo sus impresiones sobre Sessa. Sin cita previa, luego de llamar a su puerta y ser cálidamente atendido por el artista, quien le dedicó un largo rato de su precioso tiempo, afirmó: “Conocer a Sessa obliga a considerar, una vez más, cuál es la esencia de la fotografía, justamente definida como pintar con la luz. Eso lleva a reflexionar sobre sus imágenes y sobre cuanto él ha dicho de sí mismo. Entre otras cosas, una frase incluida en el catálogo de una de sus muestras retrospectivas: “Lo que hago no es extraordinario. Muchas de las fotos por las que he sido elogiado no son más que el resultado de haber apuntado la cámara hacia lo que veo. No es la foto: es la mirada. Y eso nadie lo puede enseñar”. De allí surge su humildad, que ha sabido mantener a pesar de recibir incontables muestras de aprecio y admiración por su actividad. Sigue diciendo Ligi: “Creo que la humildad es una virtud importante, aun en el ejercicio de la pasión por la fotografía. Además, quizás sea precisamente la humildad, la convicción de saber demasiado poco frente a todo lo que resta aún por descubrir lo que alimenta la curiosidad: ese otro elemento que es uno de los impulsos principales detrás de las imágenes de Sessa”.
Alguien dijo alguna vez que aquello que observamos suscita más preguntas que respuestas y que eso es, precisamente, lo que se ha de fotografiar. Esa frase parece adaptarse perfectamente a las imágenes de Sessa, pues en ellas se intuye su aproximación humilde al mundo que lo rodea y su capacidad de transmitir al espectador aquella curiosidad y las mismas preguntas que lo llevan a tomar la foto perfecta, en el momento perfecto y con el encuadre perfecto.
Con más de 200 exposiciones realizadas alrededor del mundo, en 2018 el Museo Moderno presentaba en 700 fotos más de 60 años de trabajo, un desafío de revisión de más de 800.000 imágenes entre negativos, planchas de contacto, copias impresas o digitales, revelando sus múltiples intereses e investigaciones, volcados también en sus más de 50 libros. En 1991 fue nombrado miembro honorario de la Federación Argentina de Fotografía y, en 1990, académico emérito de la Academia Nacional de Bellas Artes.
Coleccionista incansable de aparatos fotográficos y fotografías antiguas, su versatilidad y deseo de experimentar lo llevó a presentar en 2019 Mi Tercer Ojo, la primera muestra de obras íntegramente captadas con el celular fruto de su renovada juventud. La vigésima edición de Pinta BAphoto en la Rural le dedicó un homenaje y una sección especial. “No me falta nada, pero me voy a divertir, quiero vivir muchos años más”, decía mientras esperaba sus 80. ¡A seguir divirtiéndose, maestro!

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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