domingo, 17 de noviembre de 2024

LA MARTONA DE ARENALES

Arenales 820, , Cdad. Autónoma de Buenos Aires
Teléfono: 011 4393-3843




La lechería de 1929 que se transformó en una cantina célebre por su “torre de milanesas”
Eduardo Zavala junto a Mabel, responsable de las famosas milanesas del lugar
Fue bar lácteo y después, con el cambio de dueños, pasó a ser un bodegón; hoy, el local es famoso por el plato emblema que los clientes piden para compartir
Carolina Cerimedo
“Mi relación con La Martona empieza a principios de los ‘80, cuando con mi amigo Claudio frecuentábamos este local de la calle Arenales. Yo trabajaba en la Cancillería, él me pasaba a buscar y parábamos ahí a comer, a tomar algo. Por entonces era una lechería que estaba en diagonal al Palacio San Martín. Servían leche batida, café de filtro y algunos sándwiches”, revive Eduardo Zavala.
En ese momento, el local era una típico bar lácteo, con azulejos verdes, de los cuales hoy se conservan un par tras la máquina de café. “Era todo una barra, esas barras de granito verde, nosotros nos sentábamos ahí. Así también empezó una amistad con el dueño, Elías, que cansado de su trabajo, unos años más tarde, nos lo alquiló a Claudio y a mí”, dice Eduardo. Así fue cómo, en 1986, los dos amigos arrancaron con el local.
Pero la historia de este negocio de Arenales 820 va mucho más atrás. Desde 1929 era una lechería que distribuía leche para toda la zona de Retiro. “Tenía esos tachos gigantes y desde allí se repartía hasta Recoleta, era una de las tantas que había en la ciudad. Luego se transformó en un bar lácteo donde podías pedir una leche con vainillas o bay biscuit, y sandwichería. Después, Elías nos dio muchas oportunidades para que con el correr del tiempo pudiéramos adquirir la propiedad”, cuenta Eduardo, que hace casi 40 años está al frente de La Martona. En este local de pequeñas proporciones, vidriera con fileteado porteño y mesas de mantel a cuadros, todo arranca a las siete de la mañana y no para hasta que terminan de servir la cena. Siempre a salón lleno y con una calidez en el ambiente que hace que muchos lo hayan adoptado como su comedor: hay quienes vienen entre tres y cuatro veces por semana.
Eduardo Zavala, casi 40 años al frente de La Martona de Arenales
De café con medialunas a un menú del día y la noche que cotidianamente propone cinco platos diferentes, este restaurante es algo así como una cantina-bistró, tan coqueta como bohemia e informal. Pollo a la portuguesa, fusiles a la boloñesa, filete de merluza a la romana con puré, albóndigas con arroz, bondiola a la barbacoa con papas rústicas, cintas caseras con estofado, canelones con salsa mixta, suprema la humita con zanahorias a la crema, pan de carne con rusa, berenjena a la napolitana con arroz, ensaladas. Fuera de carta siempre están las estrellas del lugar: milanesas que salen con papas fritas y “en torre” cuando en una mesa piden varias: vienen en una pila de bandejas y salen cortadas al medio, listas para compartir. De postre hay flan, queso y dulce, helado.
"Con nosotros, La Martona vive el proceso para llegar a bodegón"
–Eduardo, ¿aquí mismo funcionó la primera empresa láctea de la Argentina?
–Desde este local se distribuía la leche La Martona, esta era una de las tantas lecherías que tenía la empresa para abastecer a sus clientes, se ocupaba de Barrio Norte. Tenían varios locales para entregar leche en las distintas zonas, este la expendía por Retiro. Cuando funde, y se hace cargo Elías, el negocio deja de ser un distribuidor de leche para pasar a ser un bar lácteo. Y luego, con nosotros, vive el proceso para llegar a bodegón.
El salón de la cantina, un día de semana al mediodía
–¿Se transformaron en una cantina a pedido del público?
–En un principio, vendíamos los mismos productos que la lechería. Teníamos las batidoras y la mesada. La gente empezó a pedirnos más comidas. Hicimos unos sándwiches primavera, unos triples de miga. Hasta que armamos una cocina más grande y empezamos a hacer carne. Pusimos más mesas, y nos fuimos convirtiendo, lentamente, en un bodegón.
–No había muchas propuestas por la zona…
–En ese momento no había muchos lugares para tomar un café con leche o parar a almorzar. Más tarde nos transformamos en un bar con un par de mesitas, yo me puse a hacer cursos en el Gato Dumas, estudié en el IAG, me recibí de cocinero. Sumamos un montón de comidas; en invierno, mucha cocina de olla, ternerita a la española, guiso de lentejas, mondongo, paella. Venía todo el barrio.
La fachada, discreta, sobre la calle Arenales
–Y se quedaron con el mismo nombre.
–Le pusimos La Martona de Arenales para que no se confunda con la empresa láctea.
La torre de milanesas es un imperdible para quienes quieran compartir el plato emblema del lugar
–La milanesa, que es su plato emblema, ¿cuándo la incorporan?
–La milanesa aparece en La Martona en 2005, con Mabel, la trajimos cuando cerró otro restaurante nuestro donde ella estaba. Tiene las mejores manos para hacer las milanesas; siempre usamos nalga. De a poco, se hizo un plato distintivo del local. Mabel hace las milanesas más ricas de la Argentina. Nos hicimos famosos por las milanesas a la napolitana y empezamos a hacer más variedades: a la mostaza, a la suiza, con queso y rúcula.
Mabel es la responsable de que las milanesas sean un sello de La Martona de Arenales
–¿El próximo paso?
–Crecimos un montón en estos 38 años y seguimos creciendo. Fuimos pasando los distintos momentos que tuvo la economía en los 40 años que estamos en el país. Fuimos mencionados por la legislatura porteña, nos hicieron un reconocimiento. También armamos un camión de comidas, Martona truck, que estuvo en Vicente López y en varios lugares: ahora está en el Parque Olímpico. Somos concesionarios de la Cultural Inglesa, de la Federación Metropolitana de Vóley. Estamos armando un nuevo local de cañas y tapas: hace 12 años nos vinculamos con la cervecera Estrella Galicia de España, somos uno de los pocos que vendemos esa cerveza y nos han acompañado mucho.
"Para mí lo más importante del negocio es el personal", dice Eduardo
–¿Quiénes visitan La Martona?
–Por acá han pasado muchas personalidades, como Manuel Mujica Lainez. Actores, expresidentes, cancilleres: al estar enfrente, siempre venían diplomáticos, y los que iban a hacer trámites también pasaban por el lugar. Lo siguen haciendo, por eso siempre hay personalidades. Además, es un barrio donde viven muchos artistas y políticos, que son asiduos del local.
–¿Cómo es el equipo de trabajo?
–Hay gente que empezó cuando largamos. Están siendo dirigidos por mi mujer, Paola. Antonio es el empleado más antiguo que tenemos. Se presentó a trabajar en 1987, recomendado por un conocido. Estuvo hasta que se jubiló y luego siguió trabajando. Siempre estuvo al lado nuestro. Es muy importante la gran colaboración que tenemos con la encargada del negocio, Mary, un pilar. Son familia. Claudio es el padrino de mi hija, tenemos una gran relación, pero ya no forma parte del local. También hay un nuevo cocinero, que está aprendiendo mucho. Quizás lo más importante del negocio, diría, es el personal.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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