Subrogación de vientres. Los problemas que enfrenta el país por el vacío legal sobre esa práctica
Los expertos piden que haya “pautas claras” para regular la gestación de esas características; anualmente se hacen entre 200 y 500 procedimientos
María Nöllmann
Solo en 2023, en la Ciudad de Buenos Aires, se inscribieron 65 bebés nacidos en vientre subrogado
Los vacíos legales, como todos los vacíos, se llenan. En el caso de la subrogación de vientres, dicen los especialistas en la materia, los huecos o grises que provoca la falta de una legislación que prohíba o regule la práctica llevan, entre otras situaciones, a complicaciones en las inscripciones de los niños que nacen a través de este método y a la proliferación de prácticas controversiales en el país que, en algunos casos, rozan el comercio.
“Es urgente que haya una ley que regule de alguna forma, permitiendo o prohibiendo, la gestación subrogada. En caso de permitirse, puede ser que se permita solo entre familiares, que sea solamente de manera altruista o que se permita la modalidad comercial. Lo importante es que se pongan pautas claras y y que se controle que se cumplan, para evitar que se den ciertas situaciones”, afirma la abogada Florencia Daud, especialista en bioética y en reproducción médicamente asistida.
La legislación vigente es de 2015, cuando comenzó a regir el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. No menciona la subrogación en particular, pero establece, en su artículo 562, que “los nacidos por las técnicas de reproducción humana asistida son hijos de quien dio a luz”, con independencia de la voluntad procreacional o del vínculo genético que pueda existir entre el niño y los comitentes.
Las reglamentaciones en cada país y en algunos estados
Fuente: Fallo "S.,I.N.c/ A.,C.L. s/ impugnación de filiación" de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
Pero esta afirmación no impide que la gestación por sustitución se practique en el país. En los últimos años, incluso, se volvió una práctica aceitada en algunas jurisdicciones del país, como Córdoba y Buenos Aires. En la ciudad porteña rigió desde 2017 hasta junio pasado una medida cautelar que permitía inscribir al niño nacido en vientre subrogado como hijo de los padres intencionales sin necesidad del aval de un juez.
Bajo la cautelar, que fue suspendida hace tres meses, la cantidad de gestaciones por sustitución aumentó a gran escala: Solo en 2023, en la Ciudad, se inscribieron 65 bebés nacidos por este método, lo que marca un aumento del 109% respecto del año anterior, cuando se registraron 27, según datos del Registro Civil porteño.
La cifra viene en alza desde 2017, año en que se inscribió el primer bebé, pero se incrementó especialmente tras la guerra de Ucrania, país donde la práctica es legal y al que solían viajar muchas parejas argentinas para hacer una gestación por sustitución. Desde entonces, incluso comenzaron a llegar parejas internacionales a la Argentina, por medio de agencias, para hacer una gestación por sustitución.
A nivel nacional no existen datos, pero según estimaciones de los principales centros de medicina reproductiva del país, cada año se realizan entre 200 y 500 procedimientos de este tipo.
Se trata de la técnica de reproducción asistida más compleja y, a la vez, más controversial, a la que acuden tanto parejas heterosexuales en que, por problemas médicos, la mujer no puede concebir, como también personas solteras o parejas homosexuales, especialmente de hombres. En la Argentina, las gestantes son en algunos casos familiares o amigos íntimos de los padres intencionales y, en otros, personas desconocidas dispuestas a llevar el embarazo a cambio de un rédito económico.
En los últimos años, salvo en la Capital Federal, donde regía la cautelar, la estrategia judicial que aplicaron los abogados para lograr que los menores nacidos en vientres subrogados sean inscriptos en su partida de nacimiento como hijos de sus padres intencionales y no de la mujer gestante, era hacer una presentación ante un juez, pidiendo la inconstitucionalidad o la inaplicabilidad del artículo 562 del Código Civil y Comercial –el que establece que madre es quien da a luz– para casos de gestación por sustitución. Si el juez lo requería, se presentaban también un consentimiento informado y aptos médicos y psicológicos. Entre 2013 y 2023, las respuestas del los jueces intervinientes fue favorable en el 96% de las presentaciones, según información judicial.
Pero de ahora en más, afirman los juristas consultados, es posible que los abogados no puedan continuar aplicando esta estrategia. Esto se debe a que a mediados de octubre, la Corte Suprema de Justicia de la Nación emitió un fallo en el que decidió rechazar el pedido de dos hombres gay que buscaban ser reconocidos legalmente como los únicos progenitores del niño nacido por gestación subrogada, desplazando a la mujer gestante de su condición de madre.
El fallo, que ratifica la sentencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, establece que el niño es hijo de quien dio a luz, en este caso, de la gestante. La Corte destacó que esta norma es de orden público, lo que significa que no puede ser modificada por acuerdos privados entre las partes.
Un grupo de enfermeras que trabaja atendiendo a los bebés que nacen por vientre subrogado en Ucrania, donde esa práctica con fines comerciales está permitida
Plantea como solución a esta situación que se recurra a la adopción de integración, es decir, que la gestante dé en adopción al niño y que sea adoptado por el padre intencional que figura como padre en la partida de nacimiento y su pareja, en caso de tener una. Así se permitiría que ambos padres comitentes fueran reconocidos legalmente como progenitores del menor sin necesidad de desplazar a la gestante de su estado de madre.
Nuevo panorama jurídico
A partir del fallo, el nuevo panorama jurídico indica que los jueces de tribunales inferiores, al recibir un caso de subrogación, comenzarán a exigir que los menores sean inscriptos a nombre de la gestante y de uno de los padres intencionales y que, tal como propone la Corte en el fallo, que se proceda a hacer una adopción por integración.
“La situación se volvió un caos, incluso más caótica de lo que ya era antes del fallo. Varios de los padres intencionales están desesperados. Tienen que hablar con la gestante y decirle: ‘Al final va a nacer como hijo tuyo y después vemos qué hacemos. A los que más perjudica todo esto es a los chicos, porque van a estar judicializados durante todo el tiempo que tarde el proceso de la adopción por integración”, señala la abogada Marisa Herrera, investigadora adjunta del Conicet especializada en temas de familia, infancia y adolescencia.
El reciente fallo de la Corte es de "orden público" por lo que cambia el panorama vinculado a la filiación por subrogación de vientre
Herrera considera que, al proponer como solución la adopción por sustitución, la Corte está “destruyendo el concepto de adopción a los fines de disfrazar una gestación por sustitución”. “Es un contorsionismo judicial. Se daría, además, en un país donde se prohíbe la adopción para extranjeros. Hoy muchos de los que subrogan vientres en la Argentina, a través de clínicas que trabajan con agencias, son extranjeros”, remarca Herrera. En la Argentina, para que un extranjero pueda adoptar a un menor, tiene que residir por lo menos cinco años en el país, subraya.
¿Gestación “for export”?
Mientras tanto, preocupa a los especialistas que, al haber un vacío legal, la parte medica, ética y legal de una gestación por sustitución dependa del criterio personal de cada juez y de cada profesional médico interviniente. Preocupa, en particular, la actual presencia en el país de agencias internacionales que, a través de un puñado de clínicas argentinas, hacen de intermediarios entre padres intencionales -muchas veces extranjeros- y gestantes argentinas. Según pudo haberlo hacen a través de la firma de contratos de subrogación que incluyen un monto fijo en dólares.
Los primeros indicios de esta actividad, que se investiga en la Justicia como “presunta explotación del cuerpo de mujeres gestantes”, aparecieron hace 10 meses, tras una denuncia del gobierno alemán que llegó a la cancillería argentina. La denuncia surgió porque a principios de año un juez de Alemania le quitó momentáneamente la tenencia de una beba a una ciudadana de ese país por considerar que no estaba en condiciones de cuidarla. La niña de tres meses tenía nacionalidad argentina y, según investiga la Justicia, habría sido concebida a través de un vientre sustituto en la Argentina, procedimiento que habría sido posible a través de una agencia internacional con operaciones en el país. Una situación similar se investiga actualmente en Córdoba.
Los juristas especializados afirman que fue a partir de estos casos, que salieron a la luz a principios de año, que la justicia porteña decidió dar de baja la medida cautelar que facilitaba la subrogación de vientres en esta jurisdicción. También sostienen que el fallo de la Corte intenta dar una respuesta a esta situación. El máximo tribunal, explican, viene a poner un parate: al no dar lugar al pedido de inconsistucionalidad del artículo 562, la sentencia sienta un precedente para los jueces de tribunales inferiores que hasta ahora sí lo permitían.
En caso de que desde ahora los jueces sigan por jurisprudecia el lineamiento de la Corte, esta nueva actitud complicararía la acción de las agencias, que hasta ahora lograban que se desplazara a la mujer gestante de la partida de nacimiento del niño y que solo figuraran los padres intencionales.
Pero, al igual que señalaron los jueces de la Corte en el fallo, abogados y médicos que intervienen en casos de subrogación consultados destacan la importancia de regular por ley este método de reproducción asistida.
“Al no haber regulación, cualquiera puede acceder. Yo puedo rechazar un caso porque éticamente no me parezca aceptable, pero puede venir otro profesional y hacerlo”, afirmó la médica ginecóloga María Belén García Ojeda, especialista en medicina reproductiva, quien dice rechazar muchos casos. Como lineamiento propio, no acepta padres intencionales mayores de 51 años, edad límite de la ley de Cobertura Reproductiva.
“Una regulación detallada”
Sin bien Herrera coincide en la necesidad imperiosa de regular legislativamente la subrogación de vientres, afirma que sería una regulación complicada, tanto en términos legales como éticos. Y es que entre los profesionales dedicados a cuestiones de familia y fertilidad no hay consensos en la materia. Hay quienes abogan por prohibirla, otros por permitir solo la versión altruista entre familiares o amigos íntimos, y otros en permitir también la versión comercial, con límites para evitar situaciones que vayan “en contra de la dignidad humana”.
Alrededor del globo tampoco hay consenso en la materia. Mientras que algunos estados han establecido marcos legales que permiten esta práctica, por ejemplo, Ucrania, Armenia, Kazajistán, Albania, Israel y, dentro de Estados Unidos, California, Colorado, Florida y Nueva York. Otros la prohíben de manera explícita, como en Italia, España, Alemania, Suiza, Suecia y Arizona y Michigan, en Estados Unidos. En Italia y Michigan, la subrogación es considerada un delito penal, según información presente en el fallo de la Corte.
También hay países donde la subrogación de vientres está regulada de tal manera que, por ejemplo, permite su versión altruista y se prohibe la comercial. Estos son Canadá, Portugal, Grecia, Reino Unido, Uruguay, Brasil e India.
Entre los parámetros que deben establecerse, en caso de regularse la subrogación en la Argentina, los profesionales consultados mencionan detalles legales, médicos, psicológicos y éticos.
“Creo que una persona no debería gestar para otros más de una vez”, afirma Daud. También considera que habría que encontrar la manera de evitar que una mujer haga de la gestación por sustitución su ganancia de dinero habitual, y que en su hogar haya otro ingreso económico. “Es importante que no haya una sumisión económica a los padres intencionales”, sigue.
En tanto, la psicóloga Lorena Laserre, especialista en fertilidad y reproducción asistida, plantea la importancia del factor altruista. “En los tests que le tomamos a las gestantes, antes de darles el apto psicológico, eso lo tenés que encontrar, porque un embarazo es un proceso muy largo, y sin altruismo es muy difícil de llevar”, afirma. Todos los casos que está tratando actualmente en su consultorio, detalla, son gestantes cercanas a los padres intencionales. “Generalmente son personas generosas. Por ejemplo, una de las chicas que estamos evaluando es una enfermera que además es donante de médula, de sangre y de pelo”, sigue.
Para Herrera solo deberían permitirse este tipo de casos, donde se pueda comprobar una relación íntima entre la gestante y los padres intencionales. De hecho ella es coautora del artículo del nuevo Código Civil y Comercial que reglamentaba la gestación por sustitución, y que se decidió quitar de la redacción final. “El artículo tenía una mirada de la subrogación como un médoto excepcional, no general. Proponía que se permitiera solo en aquellos casos excepcionales donde hay un vínculo genuino entre la gestante y los padres intencionales”, afirma la abogada.
El proyecto estipulaba que, previo a comenzar el proceso, los tres intervinientes deben presentarse ante un juez que confirme, entre otros requisitos, la relación entre la gesante y la pareja. E incluía que la gestante debía ser una persona que hubiera tenido un hijo propio, “para que realmente supiera lo que implica un embarazo”, remarca Herrera.
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Terminar el secundario. El lugar donde nacieron deja casi sin chances a un millón de chicos
Son adolescentes que crecen en hogares pobres; trabajan, cuidan a sus hermanos, se saltean comidas, no tienen computadoras o viven hacinados; tienen seis veces menos probabilidades de egresar que un estudiante sin carencias
Texto Lorena OlivaDespués del cole, Manu (18) atiende un local de hamburguesas
Tomás Chamorro limpia la repisa para recibir a un cliente. Hace tres meses empezó como peluquero en una barbería de La Cava. “Todos quieren trabajar acá”, dice con el orgullo de quien siente que tiene algo que muchos desean y él consiguió a los 17 años. Sentado en una de las sillas de la barbería, Tomás repasa su cotidianidad: trabaja de martes a sábados de 11 a 20, se queda con 5000 de los7000pesosquesalecadacorteyya tiene su clientela. La escuela secundaria no entra en la enumeración.
“A mí me iba re bien cuando estudiaba”, dice como si hablara de otra vida. Cuando piensa en sus sueños, lo hace como si fueran de un pasado lejano: “Quería ser contador”. Tomás creció en ese barrio popular de San Isidro con su abuela, que es costurera, y tres tíos. Dos están desocupados y uno tiene problemas de consumo. Sobre su mamá y su papá prefiere no contar nada.
Aprendió a cortar el pelo en la pandemia, pero se largó a trabajar hace un año, mientras cursaba 5° año. Quería tener su plata y necesitaba colaborar con la economía de su casa: “Venía bien en el cole, pero también en la barbería y aumenté las horas de trabajo. Empecé a faltar a la escuela y repetí”, dice. Este año lo volvió a intentar. Nueva escuela, mismo final: “Dejé”, recuerda mientras saca sus carpetas y muestra las carátulas coloridas con la mayor parte de las hojas en blanco. “La escuela la voy a terminar”, promete, pero como un gesto altruista que no tiene nada que ver con su futuro: “Lo voy a hacer por mi abuela”.
La necesidad de trabajar es la principal barrera que tuvo Tomás para seguir en la escuela. Fue el obstáculo que lo sacó del colegio. Como a él, a muchos adolescentes que viven en hogares pobres no les alcanza con tener capacidad y ganas de terminar el secundario. Existen por lo menos 12 desventajas propias de crecer en una familia vulnerable que operan como barreras que hacen que los chicos de esos contextos tengan seis veces menos probabilidades de egresar que alguien que se puede dedicar por completo al estudio. Esas desventajas operan como
una carga que los aleja de las posibilidades de alcanzar el título: saltearse comidas; tener que cuidar a hermanos o limpiar la casa; hacer changas para ayudar con la economía familiar; vivir en casas precarias, sin computadora ni internet; convivir con muchos familiares o hasta amigos; y llegar a tener que compartir la cama. Son chicos a los que les cuesta referenciarse en sus padres porque ellos no terminaron la escuela, que no los suelen llevar al médico, que no van a un club, que no leen ni tienen a mano libros, que viven con solo uno de sus padres.
La identificación de estas barreras y cómo impactan en la escolaridad de los adolescentes es el principal hallazgo de un informe que el Observatorio de la Deuda Social de la UCA hizo en exclusiva para la na
cion. Los datos del censo de 2022 van en sintonía con esta revelación: mientras que el 93% de los chicos de entre 12 y 17 años están escolarizados, solo 3 de cada 10 terminan el secundario. Para entender la dimensión del problema basta detallar que en la Argentina hay 923.000 adolescentes de entre 12 y 17 años que viven en hogares pobres y tienen cinco o más de estas desventajas que obstaculizan las chances de terminar el secundario. Son chicos que empiezan la secundaria con ganas y sueños, y que el contexto en el que viven los saca de carrera. “Las características propias de vivir en la pobreza son barreras importantes para la terminalidad educativa. Si vivís en un barrio que se inunda, no podés ir a la escuela. Lo mismo pasa si vivís hacinado o tenés que compartir cama. ¿Cómo podés descansar o estudiar? El ambiente en el que vivís es poco protector de las condiciones que la escolaridad requiere”, analiza Ianina Tuñón, investigadora de la UCA. El de estos chicos es un universo con adultos de referencia que por lo general no terminaron el secundario. Esteban Torre, director del área de Educación de Cippec, explica por qué el clima educativo del hogar es decisivo: “Los padres que solo cuentan con estudios primarios difícilmente puedan ayudar a resolver dudas escolares. Y es probable que tengan empleos precarios. Eso aumenta las chances de que esos chicos tengan que empezar a trabajar antes de tiempo”. Natalia Brinatti, coordinadora
pedagógica del Instituto Virgen Inmaculada, de Villa Soldati, compara la escolaridad con una carrera de obstáculos. “A partir de 3er año, la mayoría estudia y trabaja, y se preguntan el sentido de hacer ese esfuerzo. Les explicamos que hasta las empresas de limpieza piden secundario. Y te miran como diciendo: ‘¿En serio ese es el horizonte?’”, dice y sigue: “Las escuelas le competimos al barrio en desigualdad de condiciones. Les damos cariño y contención, mientras que la villa les promete otros caminos para ganar plata: desde una changa hasta el narcomenudeo”. Manuel Sosa acerca una reposera y se sienta. “Esta es mi silla gamer”, bromea y enciende la PC usada que se compró el verano pasado después de una changa como albañil. Windows queda tildado. Espera un rato y la apaga. Hará la tarea con el celular. En un rato entra a trabajar a un local de comida rápida. Trabaja hasta las 10 de la noche. A la escuela entra a las 8 de la mañana: “Me cuesta levantarme”. Manu tiene 18 años y está en 5° año en el Virgen Inmaculada. Mientras baja la escalera caracol de la casa que comparte con su mamá, cuenta que trabaja desde los 17 y que le da la mitad del sueldo a su mamá, que es empleada doméstica. Manu sueña
con seguir estudiando. “Desde chiquito dije que quería estudiar medicina, pero ahora crecí y veo que es difícil trabajar y sostener los estudios para alguien que viene de donde vengo yo. Así que estoy pensando en ser enfermero”, dice. Camino a la parada de colectivos, cuenta que se siente acompañado y contenido por su mamá y la escuela. “En el colegio te hacen sentir que les importás. Además tiene un club. Ahí siempre dicen que un chico más en el club es un chico menos en la droga”, explica y cuenta que es complicado perseguir los sueños: “Muchos amigos están en la calle o trabajan con el carro. Ellos no tuvieron una posibilidad real de estudiar”. Tener oportunidades a través de la educación es un valor reconocido por gran parte de la sociedad. De hecho, el 67% de los argentinos considera que tener una educación de calidad es imprescindible para salir de la pobreza. Esta cifra, que surge de una encuesta de opinión de Voices hecha en exclusiva aumenta en 10 puntos porcentuales en el sector ABC1. “Los segmentos más bajos valoran en primer lugar el acceso a un trabajo formal, pero ambas cosas están conectadas”, considera Constanza Cilley, directora de la consultora.
El Virgen Inmaculada es una secundaria parroquial de cuota cero: “La mitad del alumnado del secundario de adultos dice que quiere terminar sus estudios para conseguir un mejor trabajo. La otra mitad, para poder exigirles a sus hijos que terminen los estudios”, explica Brinatti. “Pero a veces falta red. El barrio está compuesto por gente muy trabajadoras que trabaja todo el día. Entonces los chicos se quedan solos. No hay quién controle que se levanten a horario para ir a la escuela”, explica.
“A juzgar por las escasas políticas que hay para los adolescentes, el Estado parece plantear que la terminalidad escolar es un problema de
ellos y no de lo poco que se les ofrece para lograrlo”, reflexiona Ianina Tuñón y sigue: “Las transferencias de ingresos no son nada significativas como para hacer la diferencia frente a la changa o a otras estrategias de supervivencia que se dan en el marco de la ilegalidad”.
consultó a la Secretaría la nacion de Educación de la Nación sobre los planes para promover la terminalidad del secundario. Mencionaron las becas Progresar, una ayuda para chicos de 16 años en adelante que a partir de este mes aumentó a 35.000 pesos y llega a 466.923 adolescentes. Y los vouchers educativos, una subvención para que familias de bajos recursos puedan pagar parte de la cuota de un colegio privado, iniciativa que llega a 329.089 estudiantes. Si bien se le consultó si tenían previsto reforzar estas iniciativas, el organismo evitó referirse al respecto. Ante este panorama, y cuando los informes de pobreza gritan que siete de cada 10 chicos son pobres, ¿cómo hacer para que las trayectorias educativas en los barrios más pobres no sean una carrera perdida? Esteban Torre, de Cippec, enumera varios recursos, como becas, programas de prevención del embarazo en la adolescencia y un acercamiento desde la escuela más personalizado, con tutorías. “La prevención también es clave. Hay comportamientos que son predictores del abandono escolar, como la sobreedad, la repitencia o que un chico empiece a faltar”, enumera.
Tuñón coincide en que la escuela cuenta con herramientas para nivelar la cancha de los chicos que parecen haber nacido con el partido perdido: “Darles acceso a computadoras, a internet, promover el comportamiento lector y también la realización de actividades físicas. En definitiva, que no haya pobreza en lo que se les ofrece en las aulas sino todo lo contrario: que los mayores recursos estén puestos sobre los que menos tienen”
“Existen prejuicios”. Son jóvenes, estudiaron y buscan trabajo, pero las empresas no los eligen
Lorena Oliva
Los jóvenes con secundario completo que viven en hogares pobres tienen cinco veces menos probabilidades de conseguir trabajo formal que quienes tienen igual nivel educativo pero viven en hogares sin carencias.
Esa brecha crece entre quienes estudian o tienen un título terciario o universitario: ellos tienen seis veces menos chances de conseguir empleo que los jóvenes con los mismos estudios, pero de hogares sin problemas socioeconómicos. Los datos surgen de un estudio hecho por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA para la nacion.
“En el proceso de selección de empleo, los jóvenes de sectores pobres y medios no son tratados por igual porque el empleador busca un perfil más integrado socialmente, mira las credenciales, pero también la dimensión social y cultural que los rodean”, explica Agustín Salvia, director del Observatorio y sigue: “¿Significa que miran su color de piel? Puede ser, pero se mira mucho más que eso”.
Haber vivido en un hogar sin estímulos, en una casa precaria o con carencias alimentarias son experiencias que formatean la manera en que se encaran la vida y los problemas. “Aunque tengan las mismas credenciales que el resto, los jóvenes más pobres no siempre tienen las mismas habilidades o el capital cultural que requiere el sector privado”, afirma Salvia. “Esto puede tener una cuota de prejuicio, pero también es lo que devuelven las pruebas en los procesos de selección”, reconoce.
Un trabajo formal es, para el 75% de los argentinos, el medio más importante para salir de la pobreza. La cifra trepa al 78% cuando responden los estratos más bajos, según expone una encuesta de opinión realizada por la consultora Voices para la nacion. “El progreso es a través del trabajo en blanco: así está consensuado por la mayoría de los argentinos”, analiza Constanza Cilley, a cargo del estudio, que identificó las principales variables para progresar: esforzarse en lo que uno hace (93%), tener buena presencia (86%), tener estudios (85%) y tener contactos (77%).
¿Cómo permea esta idea de que el progreso depende del esfuerzo y del estudio, pero también de la buena
presencia y los contactos? La politóloga Alexandra Carballo Frascá, de la fundación Cultura de Trabajo, considera que en las grandes empresas la tendencia es hacia una cultura sin sesgos, con planteles más diversos, equitativos e inclusivos. En el caso de las pymes, el panorama es más incierto: “Debería existir un sistema de incentivos que promuevan buenas prácticas en las búsquedas laborales, como dejar de pedir foto o de preguntar el lugar de residencia”.
Salvia estima que el país debería crear 280.000 puestos de trabajo al año para incorporar a cada nueva generación que termina la escuela. Sin embargo, el Observatorio de la UCA estima que solo 1 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 29 años que vive con sus padres tiene empleo. se comunicó la nacion con la Subsecretaría de Trabajo de la Nación para conocer qué políticas existen para incorporar al trabajo a jóvenes de sectores populares. Según cifras de ese organismo, hoy hay 646.833 jóvenes de 18 a 24 años registrados en el Portal Empleo, la plataforma estatal para buscar trabajo. “Se gasta más en planes que en incorporar a jóvenes al mundo del trabajo”, afirma Andrés Schipani, profesor de la Universidad de San Andrés y miembro del Centro de Investigación y Acción Social, quien compara el dinero invertido en 2011 y en 2023 y el resultado le da una caída del 60%. Y cierra con un dato desalentador: el país no crea empleo privado desde 2011.
Son adolescentes que crecen en hogares pobres; trabajan, cuidan a sus hermanos, se saltean comidas, no tienen computadoras o viven hacinados; tienen seis veces menos probabilidades de egresar que un estudiante sin carencias
Texto Lorena OlivaDespués del cole, Manu (18) atiende un local de hamburguesas
Tomás Chamorro limpia la repisa para recibir a un cliente. Hace tres meses empezó como peluquero en una barbería de La Cava. “Todos quieren trabajar acá”, dice con el orgullo de quien siente que tiene algo que muchos desean y él consiguió a los 17 años. Sentado en una de las sillas de la barbería, Tomás repasa su cotidianidad: trabaja de martes a sábados de 11 a 20, se queda con 5000 de los7000pesosquesalecadacorteyya tiene su clientela. La escuela secundaria no entra en la enumeración.
“A mí me iba re bien cuando estudiaba”, dice como si hablara de otra vida. Cuando piensa en sus sueños, lo hace como si fueran de un pasado lejano: “Quería ser contador”. Tomás creció en ese barrio popular de San Isidro con su abuela, que es costurera, y tres tíos. Dos están desocupados y uno tiene problemas de consumo. Sobre su mamá y su papá prefiere no contar nada.
Aprendió a cortar el pelo en la pandemia, pero se largó a trabajar hace un año, mientras cursaba 5° año. Quería tener su plata y necesitaba colaborar con la economía de su casa: “Venía bien en el cole, pero también en la barbería y aumenté las horas de trabajo. Empecé a faltar a la escuela y repetí”, dice. Este año lo volvió a intentar. Nueva escuela, mismo final: “Dejé”, recuerda mientras saca sus carpetas y muestra las carátulas coloridas con la mayor parte de las hojas en blanco. “La escuela la voy a terminar”, promete, pero como un gesto altruista que no tiene nada que ver con su futuro: “Lo voy a hacer por mi abuela”.
La necesidad de trabajar es la principal barrera que tuvo Tomás para seguir en la escuela. Fue el obstáculo que lo sacó del colegio. Como a él, a muchos adolescentes que viven en hogares pobres no les alcanza con tener capacidad y ganas de terminar el secundario. Existen por lo menos 12 desventajas propias de crecer en una familia vulnerable que operan como barreras que hacen que los chicos de esos contextos tengan seis veces menos probabilidades de egresar que alguien que se puede dedicar por completo al estudio. Esas desventajas operan como
una carga que los aleja de las posibilidades de alcanzar el título: saltearse comidas; tener que cuidar a hermanos o limpiar la casa; hacer changas para ayudar con la economía familiar; vivir en casas precarias, sin computadora ni internet; convivir con muchos familiares o hasta amigos; y llegar a tener que compartir la cama. Son chicos a los que les cuesta referenciarse en sus padres porque ellos no terminaron la escuela, que no los suelen llevar al médico, que no van a un club, que no leen ni tienen a mano libros, que viven con solo uno de sus padres.
La identificación de estas barreras y cómo impactan en la escolaridad de los adolescentes es el principal hallazgo de un informe que el Observatorio de la Deuda Social de la UCA hizo en exclusiva para la na
cion. Los datos del censo de 2022 van en sintonía con esta revelación: mientras que el 93% de los chicos de entre 12 y 17 años están escolarizados, solo 3 de cada 10 terminan el secundario. Para entender la dimensión del problema basta detallar que en la Argentina hay 923.000 adolescentes de entre 12 y 17 años que viven en hogares pobres y tienen cinco o más de estas desventajas que obstaculizan las chances de terminar el secundario. Son chicos que empiezan la secundaria con ganas y sueños, y que el contexto en el que viven los saca de carrera. “Las características propias de vivir en la pobreza son barreras importantes para la terminalidad educativa. Si vivís en un barrio que se inunda, no podés ir a la escuela. Lo mismo pasa si vivís hacinado o tenés que compartir cama. ¿Cómo podés descansar o estudiar? El ambiente en el que vivís es poco protector de las condiciones que la escolaridad requiere”, analiza Ianina Tuñón, investigadora de la UCA. El de estos chicos es un universo con adultos de referencia que por lo general no terminaron el secundario. Esteban Torre, director del área de Educación de Cippec, explica por qué el clima educativo del hogar es decisivo: “Los padres que solo cuentan con estudios primarios difícilmente puedan ayudar a resolver dudas escolares. Y es probable que tengan empleos precarios. Eso aumenta las chances de que esos chicos tengan que empezar a trabajar antes de tiempo”. Natalia Brinatti, coordinadora
pedagógica del Instituto Virgen Inmaculada, de Villa Soldati, compara la escolaridad con una carrera de obstáculos. “A partir de 3er año, la mayoría estudia y trabaja, y se preguntan el sentido de hacer ese esfuerzo. Les explicamos que hasta las empresas de limpieza piden secundario. Y te miran como diciendo: ‘¿En serio ese es el horizonte?’”, dice y sigue: “Las escuelas le competimos al barrio en desigualdad de condiciones. Les damos cariño y contención, mientras que la villa les promete otros caminos para ganar plata: desde una changa hasta el narcomenudeo”. Manuel Sosa acerca una reposera y se sienta. “Esta es mi silla gamer”, bromea y enciende la PC usada que se compró el verano pasado después de una changa como albañil. Windows queda tildado. Espera un rato y la apaga. Hará la tarea con el celular. En un rato entra a trabajar a un local de comida rápida. Trabaja hasta las 10 de la noche. A la escuela entra a las 8 de la mañana: “Me cuesta levantarme”. Manu tiene 18 años y está en 5° año en el Virgen Inmaculada. Mientras baja la escalera caracol de la casa que comparte con su mamá, cuenta que trabaja desde los 17 y que le da la mitad del sueldo a su mamá, que es empleada doméstica. Manu sueña
con seguir estudiando. “Desde chiquito dije que quería estudiar medicina, pero ahora crecí y veo que es difícil trabajar y sostener los estudios para alguien que viene de donde vengo yo. Así que estoy pensando en ser enfermero”, dice. Camino a la parada de colectivos, cuenta que se siente acompañado y contenido por su mamá y la escuela. “En el colegio te hacen sentir que les importás. Además tiene un club. Ahí siempre dicen que un chico más en el club es un chico menos en la droga”, explica y cuenta que es complicado perseguir los sueños: “Muchos amigos están en la calle o trabajan con el carro. Ellos no tuvieron una posibilidad real de estudiar”. Tener oportunidades a través de la educación es un valor reconocido por gran parte de la sociedad. De hecho, el 67% de los argentinos considera que tener una educación de calidad es imprescindible para salir de la pobreza. Esta cifra, que surge de una encuesta de opinión de Voices hecha en exclusiva aumenta en 10 puntos porcentuales en el sector ABC1. “Los segmentos más bajos valoran en primer lugar el acceso a un trabajo formal, pero ambas cosas están conectadas”, considera Constanza Cilley, directora de la consultora.
El Virgen Inmaculada es una secundaria parroquial de cuota cero: “La mitad del alumnado del secundario de adultos dice que quiere terminar sus estudios para conseguir un mejor trabajo. La otra mitad, para poder exigirles a sus hijos que terminen los estudios”, explica Brinatti. “Pero a veces falta red. El barrio está compuesto por gente muy trabajadoras que trabaja todo el día. Entonces los chicos se quedan solos. No hay quién controle que se levanten a horario para ir a la escuela”, explica.
“A juzgar por las escasas políticas que hay para los adolescentes, el Estado parece plantear que la terminalidad escolar es un problema de
ellos y no de lo poco que se les ofrece para lograrlo”, reflexiona Ianina Tuñón y sigue: “Las transferencias de ingresos no son nada significativas como para hacer la diferencia frente a la changa o a otras estrategias de supervivencia que se dan en el marco de la ilegalidad”.
consultó a la Secretaría la nacion de Educación de la Nación sobre los planes para promover la terminalidad del secundario. Mencionaron las becas Progresar, una ayuda para chicos de 16 años en adelante que a partir de este mes aumentó a 35.000 pesos y llega a 466.923 adolescentes. Y los vouchers educativos, una subvención para que familias de bajos recursos puedan pagar parte de la cuota de un colegio privado, iniciativa que llega a 329.089 estudiantes. Si bien se le consultó si tenían previsto reforzar estas iniciativas, el organismo evitó referirse al respecto. Ante este panorama, y cuando los informes de pobreza gritan que siete de cada 10 chicos son pobres, ¿cómo hacer para que las trayectorias educativas en los barrios más pobres no sean una carrera perdida? Esteban Torre, de Cippec, enumera varios recursos, como becas, programas de prevención del embarazo en la adolescencia y un acercamiento desde la escuela más personalizado, con tutorías. “La prevención también es clave. Hay comportamientos que son predictores del abandono escolar, como la sobreedad, la repitencia o que un chico empiece a faltar”, enumera.
Tuñón coincide en que la escuela cuenta con herramientas para nivelar la cancha de los chicos que parecen haber nacido con el partido perdido: “Darles acceso a computadoras, a internet, promover el comportamiento lector y también la realización de actividades físicas. En definitiva, que no haya pobreza en lo que se les ofrece en las aulas sino todo lo contrario: que los mayores recursos estén puestos sobre los que menos tienen”
“Existen prejuicios”. Son jóvenes, estudiaron y buscan trabajo, pero las empresas no los eligen
Lorena Oliva
Los jóvenes con secundario completo que viven en hogares pobres tienen cinco veces menos probabilidades de conseguir trabajo formal que quienes tienen igual nivel educativo pero viven en hogares sin carencias.
Esa brecha crece entre quienes estudian o tienen un título terciario o universitario: ellos tienen seis veces menos chances de conseguir empleo que los jóvenes con los mismos estudios, pero de hogares sin problemas socioeconómicos. Los datos surgen de un estudio hecho por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA para la nacion.
“En el proceso de selección de empleo, los jóvenes de sectores pobres y medios no son tratados por igual porque el empleador busca un perfil más integrado socialmente, mira las credenciales, pero también la dimensión social y cultural que los rodean”, explica Agustín Salvia, director del Observatorio y sigue: “¿Significa que miran su color de piel? Puede ser, pero se mira mucho más que eso”.
Haber vivido en un hogar sin estímulos, en una casa precaria o con carencias alimentarias son experiencias que formatean la manera en que se encaran la vida y los problemas. “Aunque tengan las mismas credenciales que el resto, los jóvenes más pobres no siempre tienen las mismas habilidades o el capital cultural que requiere el sector privado”, afirma Salvia. “Esto puede tener una cuota de prejuicio, pero también es lo que devuelven las pruebas en los procesos de selección”, reconoce.
Un trabajo formal es, para el 75% de los argentinos, el medio más importante para salir de la pobreza. La cifra trepa al 78% cuando responden los estratos más bajos, según expone una encuesta de opinión realizada por la consultora Voices para la nacion. “El progreso es a través del trabajo en blanco: así está consensuado por la mayoría de los argentinos”, analiza Constanza Cilley, a cargo del estudio, que identificó las principales variables para progresar: esforzarse en lo que uno hace (93%), tener buena presencia (86%), tener estudios (85%) y tener contactos (77%).
¿Cómo permea esta idea de que el progreso depende del esfuerzo y del estudio, pero también de la buena
presencia y los contactos? La politóloga Alexandra Carballo Frascá, de la fundación Cultura de Trabajo, considera que en las grandes empresas la tendencia es hacia una cultura sin sesgos, con planteles más diversos, equitativos e inclusivos. En el caso de las pymes, el panorama es más incierto: “Debería existir un sistema de incentivos que promuevan buenas prácticas en las búsquedas laborales, como dejar de pedir foto o de preguntar el lugar de residencia”.
Salvia estima que el país debería crear 280.000 puestos de trabajo al año para incorporar a cada nueva generación que termina la escuela. Sin embargo, el Observatorio de la UCA estima que solo 1 de cada 10 jóvenes de entre 15 y 29 años que vive con sus padres tiene empleo. se comunicó la nacion con la Subsecretaría de Trabajo de la Nación para conocer qué políticas existen para incorporar al trabajo a jóvenes de sectores populares. Según cifras de ese organismo, hoy hay 646.833 jóvenes de 18 a 24 años registrados en el Portal Empleo, la plataforma estatal para buscar trabajo. “Se gasta más en planes que en incorporar a jóvenes al mundo del trabajo”, afirma Andrés Schipani, profesor de la Universidad de San Andrés y miembro del Centro de Investigación y Acción Social, quien compara el dinero invertido en 2011 y en 2023 y el resultado le da una caída del 60%. Y cierra con un dato desalentador: el país no crea empleo privado desde 2011.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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