La desaceleración de los precios impulsará una baja de la pobreza
La canasta básica total, que se usa para fijar el umbral en el cual se pasa a ser pobre, creció menos que el IPC de octubre; lo mismo ocurrió con la alimentaria, que delimita la indigencia
Carlos ManzoniLos expertos creen que la situación social no cambia sustancialmente, pero sí hay un alivio
Junto con la desaceleración de la inflación y la recuperación de los salarios, otro indicador aportó buenas noticias para el gobierno de Javier Milei: la canasta básica alimentaria (CBA) y la canasta básica total (CBT), que se utilizan para delimitar las líneas de indigencia y pobreza, respectivamente, aumentaron por debajo de los precios en octubre.
Según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la CBA se incrementó 1,4% en octubre, mientras que la CBT, se encareció 2,4%, frente a un aumento de precios de 2,7% en igual período. De los datos del organismo oficial también se desprende que ambas canastas aumentaron por debajo de la inflación en el acumulado del año y en la medición interanual.
En el acumulado de enero a octubre, la CBA subió 80,6% y la CBT trepó 99%, frente a un alza de precios de 107%, en igual período. En tanto, en la medición interanual se observa que la variación de la CBA fue de 170,6% y la de la CBT de 185,7%, contra un IPC de 193%.
Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina (UCA), opinó que hay una caída de la indigencia y la pobreza, y que estos datos de las canastas ratifican esa tendencia e indican que eso seguirá en los próximos trimestres. “Del 54% de pobreza y 20% de indigencia en el segundo trimestre se bajó a 50% y 17%. En el tercer trimestre siguió bajando dos o tres puntos. Estadísticamente, [los indicadores] están bajando y tienden a acercarse a los del último trimestre de 2023 (45% de pobreza y 15% de indigencia)”, indicó.
Salvia explicó que la conjunción de salarios que van acompañando a la inflación o incluso la superan y canastas básicas que se incrementan por debajo de los precios redundan en una reducción de la indigencia y la pobreza. “¿Es una caída abrupta?”, se preguntó el especialista. Y se respondió: “No. Esto no cambia sustantivamente la ecuación porque se sigue en niveles muy elevados. Sí podemos decir que lo peor ya pasó”.
Es verdad, sin embargo, que esta recuperación salarial aún no es totalmente palpable por los hogares. Salvia brindó una explicación para eso: “Ocurre que el presupuesto familiar tiene un gasto fijo mayor vía servicios, porque gas, luz, transporte y comunicación, lo que hace que todavía no se sienta la mejora en su totalidad en los bolsillos de las clases medias y bajas”.
Salvia remarcó que “pese a la persistencia de problemas estructurales, ha habido una mejora con respecto al peor momento del ajuste y esa mejora se ha hecho sin un alto costo en materia de desempleo, circunstancia que permite que sea posible recuperarse cuando baja la inflación”.
El economista Jorge Colina, director del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), comentó que lo que sucede siempre es que, cuando se espiraliza la inflación, primero suben los bienes –los alimentos–, pero luego ese rubro se estabiliza y empiezan a aumentar los servicios. “Por eso, en una segunda etapa, la inflación crece más que las canastas. Sin duda, esto va a atenuar un poco la pobreza, sobre todo porque los ingresos de los sectores informales están creciendo durante este año”, concluyó el especialista.
En sintonía, la economista Clara Alesina, de la Fundación Libertad y Progreso, afirmó que esta desaceleración de las canastas, en contraste con las subas mensuales de 30,1% (CBA) y 27% (CBT) a fin de 2023, implica un alivio significativo para los hogares. “Cuando los precios de los bienes esenciales crecen más lentamente, el poder adquisitivo de los salarios no solo se ve favorecido por los aumentos nominales, sino también porque el costo de vida deja de ser tan asfixiante”, explicó.
En este contexto, una familia tipo (compuesta por un varón de 35 años, una mujer de 31 años, un hijo de seis años y una hija de ocho), necesitó en octubre $434.620 para no ser indigente, y $986.586 para no ser pobre. Por su parte, un adulto debió contar con ingresos por $140.654 para no ser considerado indigente y por $319.284 para no caer por debajo de la línea de la pobreza.
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Las jubilaciones subirán 2,69% en diciembre y la mínima será de $259.599
Si hay bono, con el aguinaldo el básico a cobrar será de $447.716 en mano; el alza de todo el año será de 105,1% o de 145,6%, según el caso
Silvia Stang
Los haberes jubilatorios del sistema general de la Anses tendrán en diciembre un aumento de 2,69%, en línea con la variación que registró en octubre el Índice de Precios al Consumidor (IPC) elaborado por el Indec. De esta manera, la jubilación mínima pasará de $252.798,48 a $259.599 y la prestación máxima, de $1.701.094,47 a $1.746.854. Esos valores son en bruto, en tanto que, descontado el aporte al PAMI, los montos netos serán de $251.811 y $1.649.831, respectivamente.
En el caso de quienes cobran no más que el ingreso básico, está previsto que se sume el bono de hasta $70.000, al menos según surge de declaraciones hechas por funcionarios en los últimos tiempos. Mes a mes, el pago de ese refuerzo depende formalmente de que se firme un decreto. Si una vez más se ratifica que se abonará ese adicional, sin modificación del importe, quienes son titulares de solo un haber mínimo cobrarán $329.599 (en bruto) o $321.811(monto neto).
A esas cifras se les adicionará el aguinaldo, por tratarse de diciembre. Ese concepto del ingreso se calculará sobre los nuevos valores de los haberes. Por eso, en el caso del ingreso básico y si se confirma el bono, el importe total será de $459.398 (bruto) o de $447.716 (neto).
Dado el nuevo reajuste, el año cerrará con un aumento nominal de los haberes (sin bono) de 145,6%, un índice superior al de la inflación medida por el Indec que, según se estima, será entre enero y diciembre de alrededor de 120%. En cambio, el monto integrado por la prestación mínima y el bono (congelado desde marzo), tendrá una suba nominal acumulada de 105,1% (si el mes próximo hay refuerzo de $70.000). En este segundo caso hay una pérdida de poder adquisitivo, debido a que el refuerzo, que hoy representa casi el 22% de lo que cobran quienes tienen el haber mínimo, lleva nueve meses perdieron valor real.
Según datos de la Subsecretaría de Seguridad Social, alrededor de la mitad de los jubilados y pensionados del sistema contributivo cobra bono, o bien porque tiene el haber mínimo, o bien porque tiene un haber equivalente al mínimo más el bono (en este último caso se cobra un plus menor de $70.000). Se trata de unas 3 millones de personas.
El punto de partida para la comparación interanual, diciembre de 2023, es un momento de ingresos muy reducidos, dado el perjuicio causado por la inflación y los reajustes insuficientes. Entre diciembre de 2019 y ese mes de 2023 las prestaciones perdieron entre el 32,4% y el 44,6% de su poder adquisitivo, dependiendo de sus montos.
Los importes consignados en los primeros párrafos son aproximados, porque aún no se oficializaron. Las cifras definitivas, que deberán ser consignadas en una resolución de la Anses, dependen del redondeo del índice de inflación (para las cifras mencionadas en esta nota se utilizaron dos decimales).
La modalidad de reajustes mensuales y por IPC fue dispuesta por el DNU 274 y se aplica desde abril último. Para ese cuarto mes del año se consideró la variación del IPC de febrero y se dio un “incremento extraordinario”; si se tiene en cuenta, además de esos reajustes, el otorgado en marzo en función de la fórmula de movilidad ya derogada, en todo el año se habrá otorgado, como se consignó, un alza de 145,6% (sin tener en cuenta el bono).
Otras prestaciones
Además de los haberes del sistema jubilatorio, también se actualizan cada mes y según el IPC las pensiones no contributivas, las asignaciones por hijo y otros pagos del salario familiar para empleados formales y monotributistas, y la Asignación Universal por Hijo (AUH), correspondiente a los chicos de hogares con trabajadores informales o desocupados.
Entre las pensiones no contributivas, la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) pasará de $202.238,78 a $207.679. Se trata de la prestación a la que se accede sin requisitos de aportes, desde los 65 años. Al finalizar en marzo próximo la vigencia de la principal moratoria previsional hoy en marcha, y si no median cambios en las exigencias del sistema contributivo, esta prestación será la opción más extendida para quienes llegan a la edad de retiro sin reunir al menos 30 años de contribuciones.
Al aplicarse la actualización de diciembre, la AUH por chicos menores de 18 años será de $93.281, aunque el importe cobrado cada mes es el 80% del total (en diciembre, $74.624). La percepción del 20% restante es una vez al año y está condicionada a que se certifique el cumplimiento de obligaciones escolares y del cuidado de la salud.
El reajuste de 2,69% también llegará a las prestaciones del salario familiar que percibe un grupo de empleados y monotributistas. En el caso de la asignación por hijo menor de 18 años incluida en este sistema los montos serán, según el ingreso del hogar, de $46.642, $31.459, $19.024 o $9812.
El proyecto de presupuesto 2025 que el Gobierno envió al Congreso contempla que las asignaciones por familia, tanto del sistema informal (AUH) como las del mercado laboral registrado, dejen de actualizarse por inflación. En cambio, el texto busca que se ratifique esa modalidad para las jubilaciones.
En diciembre subirán, además, las remuneraciones mínima y máxima para el cálculo de los aportes al sistema jubilatorio, a la obra social y al PAMI (suman el 17% del salario bruto). Los valores serán, respectivamente, de $87.433 y de $2.841.525, por lo cual todos los sueldos superiores a esta última cifra tendrán un descuento de $483.059 por los conceptos mencionados. Y se elevarán los aportes previsionales pagados por los autónomos.
Los haberes jubilatorios del sistema general de la Anses tendrán en diciembre un aumento de 2,69%, en línea con la variación que registró en octubre el Índice de Precios al Consumidor (IPC) elaborado por el Indec. De esta manera, la jubilación mínima pasará de $252.798,48 a $259.599 y la prestación máxima, de $1.701.094,47 a $1.746.854. Esos valores son en bruto, en tanto que, descontado el aporte al PAMI, los montos netos serán de $251.811 y $1.649.831, respectivamente.
En el caso de quienes cobran no más que el ingreso básico, está previsto que se sume el bono de hasta $70.000, al menos según surge de declaraciones hechas por funcionarios en los últimos tiempos. Mes a mes, el pago de ese refuerzo depende formalmente de que se firme un decreto. Si una vez más se ratifica que se abonará ese adicional, sin modificación del importe, quienes son titulares de solo un haber mínimo cobrarán $329.599 (en bruto) o $321.811(monto neto).
A esas cifras se les adicionará el aguinaldo, por tratarse de diciembre. Ese concepto del ingreso se calculará sobre los nuevos valores de los haberes. Por eso, en el caso del ingreso básico y si se confirma el bono, el importe total será de $459.398 (bruto) o de $447.716 (neto).
Dado el nuevo reajuste, el año cerrará con un aumento nominal de los haberes (sin bono) de 145,6%, un índice superior al de la inflación medida por el Indec que, según se estima, será entre enero y diciembre de alrededor de 120%. En cambio, el monto integrado por la prestación mínima y el bono (congelado desde marzo), tendrá una suba nominal acumulada de 105,1% (si el mes próximo hay refuerzo de $70.000). En este segundo caso hay una pérdida de poder adquisitivo, debido a que el refuerzo, que hoy representa casi el 22% de lo que cobran quienes tienen el haber mínimo, lleva nueve meses perdieron valor real.
Según datos de la Subsecretaría de Seguridad Social, alrededor de la mitad de los jubilados y pensionados del sistema contributivo cobra bono, o bien porque tiene el haber mínimo, o bien porque tiene un haber equivalente al mínimo más el bono (en este último caso se cobra un plus menor de $70.000). Se trata de unas 3 millones de personas.
El punto de partida para la comparación interanual, diciembre de 2023, es un momento de ingresos muy reducidos, dado el perjuicio causado por la inflación y los reajustes insuficientes. Entre diciembre de 2019 y ese mes de 2023 las prestaciones perdieron entre el 32,4% y el 44,6% de su poder adquisitivo, dependiendo de sus montos.
Los importes consignados en los primeros párrafos son aproximados, porque aún no se oficializaron. Las cifras definitivas, que deberán ser consignadas en una resolución de la Anses, dependen del redondeo del índice de inflación (para las cifras mencionadas en esta nota se utilizaron dos decimales).
La modalidad de reajustes mensuales y por IPC fue dispuesta por el DNU 274 y se aplica desde abril último. Para ese cuarto mes del año se consideró la variación del IPC de febrero y se dio un “incremento extraordinario”; si se tiene en cuenta, además de esos reajustes, el otorgado en marzo en función de la fórmula de movilidad ya derogada, en todo el año se habrá otorgado, como se consignó, un alza de 145,6% (sin tener en cuenta el bono).
Otras prestaciones
Además de los haberes del sistema jubilatorio, también se actualizan cada mes y según el IPC las pensiones no contributivas, las asignaciones por hijo y otros pagos del salario familiar para empleados formales y monotributistas, y la Asignación Universal por Hijo (AUH), correspondiente a los chicos de hogares con trabajadores informales o desocupados.
Entre las pensiones no contributivas, la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM) pasará de $202.238,78 a $207.679. Se trata de la prestación a la que se accede sin requisitos de aportes, desde los 65 años. Al finalizar en marzo próximo la vigencia de la principal moratoria previsional hoy en marcha, y si no median cambios en las exigencias del sistema contributivo, esta prestación será la opción más extendida para quienes llegan a la edad de retiro sin reunir al menos 30 años de contribuciones.
Al aplicarse la actualización de diciembre, la AUH por chicos menores de 18 años será de $93.281, aunque el importe cobrado cada mes es el 80% del total (en diciembre, $74.624). La percepción del 20% restante es una vez al año y está condicionada a que se certifique el cumplimiento de obligaciones escolares y del cuidado de la salud.
El reajuste de 2,69% también llegará a las prestaciones del salario familiar que percibe un grupo de empleados y monotributistas. En el caso de la asignación por hijo menor de 18 años incluida en este sistema los montos serán, según el ingreso del hogar, de $46.642, $31.459, $19.024 o $9812.
El proyecto de presupuesto 2025 que el Gobierno envió al Congreso contempla que las asignaciones por familia, tanto del sistema informal (AUH) como las del mercado laboral registrado, dejen de actualizarse por inflación. En cambio, el texto busca que se ratifique esa modalidad para las jubilaciones.
En diciembre subirán, además, las remuneraciones mínima y máxima para el cálculo de los aportes al sistema jubilatorio, a la obra social y al PAMI (suman el 17% del salario bruto). Los valores serán, respectivamente, de $87.433 y de $2.841.525, por lo cual todos los sueldos superiores a esta última cifra tendrán un descuento de $483.059 por los conceptos mencionados. Y se elevarán los aportes previsionales pagados por los autónomos.
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