domingo, 24 de noviembre de 2024

VIDA DIGITAL






El problema de los trolls cuando ya no tienen nada que hacer
El insulto y la descalificación cumplen la función de cortar el diálogo, ya sea cancelando al otro o pasando a la violencia física. Además, para crear audiencias, son un pésimo negocio
X perdió 15 millones de usuarios solo en octubre, especialmente luego del triunfo de Trump. Tal vez, ni Musk ni su entorno se preguntaron cómo seguir cuando ya no quedaran más disidentes por acallar
Ariel Torres
Como si no hubieran pasado casi 570 años desde que Gutenberg imprimió la Biblia en 42 líneas y unos 400 desde que aparecieron los primeros diarios impresos, los entusiasmados influencers pontifican sobre la dinámica de las audiencias con más fervor que sustento técnico. Es lógico, les falta oficio.
Eso no es grave. Grave es que en ciertos casos la violencia verbal está alcanzando ese punto que, en otros tiempos y en otros lugares, terminó desbordando el discurso para transformarse en persecución real.
Así que me permitiré, de toda esta música tocada de oído, tomar un par de pentagramas y analizarlos con algo de detalle, con algunas preguntas incómodas y dudando de todo, como me enseñaron en las redacciones durante los últimos 46 años. Ahí vamos.
Este mes, y en particular tras el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Threads, el principal competidor de X (antes Twitter), sumó 15 millones de usuarios y alcanzó los 275 millones de suscriptores. Eso lo pone a menos de 100 millones de X, que sigue estancado por debajo de los 370 millones de usuarios y que, según una estadística propia, tendría muchos menos usuarios monetizables diarios (mDAU, por sus siglas en inglés); ese valor, que es lo que miran los que ponen publicidad en X, estaría en el orden de los 238 millones.

Como las métricas en internet son muy complejas, lo dejaremos en que X empieza a sentir presión de la red de micro mensajería de Facebook; o sea, Threads. Lo que hasta hace un año parecía imposible, empieza a solidificarse. El debate político sigue pasando por X. Pero es un debate de burbuja, salvo porque los grandes medios se hacen eco. Eso podría estar también empezando a cambiar. El prestigioso diario inglés The Guardian acaba de abandonar X. No será el último.
Entre tanto, Bluesky, que es más abierta, independiente y propone un protocolo que permite la interoperabilidad entre todas las redes, alcanzó los 15 millones de usuarios. Muy atrás todavía, pero aún en carrera. Varias otras se despeñaron en este juego siniestro de la grieta.
Acólitos versus audiencias
Ahora bien, a primera vista, el perder 15 millones de usuarios en un mes a manos de su competidor ya es un asunto bastante serio para los gestores de X que apostaron por la descalificación, el escrache, un alineamiento político con aspiraciones mesiánicas (es decir, “salvar al mundo del discurso woke”; alcanzaba con refutarlo) y ataques piraña que trasformaron la línea de tiempo en uno de los ambientes más tóxicos que he visto desde el IRC para acá.
Pero hay algo más serio, que los autodidactas de la comunicación social parecen no estar tomando en consideración. Para visualizar el verdadero problema que subyace al éxodo de usuarios de X a Threads y Bluesky hay que pensar no en acólitos, sino en audiencias.
Va la pregunta incómoda: ¿de qué sirve un troll cuando ya no tiene a quien atacar? Es el dilema de confundir redes sociales con periodismo. Lo pondré en términos lógicos. El conector de implicación dice que si es manzana es una fruta. De hecho, es universal. Todas las manzanas son frutas. Pero a la inversa, aunque parezca lógico, conduce a una falacia. No todas las frutas son manzanas, y no todo lo que vemos en las redes sociales es periodismo. A veces son manzanas; a veces son piñas. Literalmente.
Traducido, cuando hacés todo lo posible por espantar a tu audiencia, salvo que sean dóciles y obedientes, al principio sentís que estás ganando relevancia. Tus dichos (o los dichos de tu facción) parecen amplificarse, porque los algoritmos premian ciertos posteos en desmedro de otros (y eso en X lo maneja Elon) y porque hay una coordinación pormenorizada para acallar la opiniones disidentes
Pero hay un punto en el que ocurren dos cosas, si no sos prudente y civilizado al plantear tus puntos de vista, tus críticas, tus objeciones e incluso tus afiliaciones, que tenés todo el derecho de expresar. La primera es la endogamia ideológica. O sea, creés que tenés razón porque solo leés a los que piensan como vos y solo te leen los que piensan como vos. Aplaudirnos entre nosotros no es precisamente una buena praxis en un diario. Más bien al revés.
Segundo, llega un punto en el que troll ya no tiene más nadie a quien despedazar, porque el éxodo ha sido completo, y entonces el principal motor de tu popularidad se detiene. El morbo de ver como crucifican a un opositor se quedó sin combustible. Entonces los propios vienen cada vez menos, porque perdieron el interés; y los ajenos ya se fueron hace mucho.
El error que comete el influencer es asociar la pregunta aguda y la crítica de los periodistas con la carnicería indiscriminada y violenta del troll. Es cierto que nuestras preguntas, las de los periodistas, pueden ser incómodas. Es cierto asimismo que señalamos lo que encontramos que es contrario a la ley o que está reñido con las obligaciones de los funcionarios. Pero ni la pregunta incómoda ni la crítica recurren a la violencia. Cuando un influenciar confunde pregunta y crítica con violencia tal vez está hablando más de sí que de los periodistas.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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