lunes, 9 de octubre de 2023

DOPAMINA...


Dopamin
¿Qué tan responsable es de la adicción por desear?
Dana G. SmithLos videojuegos provocan una mayor respuesta del neuroquímico que los juegos de mesa
Mitos y verdades de este neurotransmisor que se genera en el cerebro y se libera con la anticipación de una recompensa; las actividades altamente estimulantes que habría que evitar
El neurotransmisor dopamina está provocando mucho pánico. De acuerdo con libros, artículos y publicaciones en las redes sociales, la urgencia por un golpe rápido de dopamina es la razón por la que se anhela tanto comer ultraprocesados y se pasa demasiado tiempo en Instagram. Según la lógica, si socialmente se sigue cediendo a estos deseos, las personas nunca serán capaces de detenerse.
“Hemos transformado el mundo de un lugar de escasez a uno de abrumadora abundancia”, escribe Anna Lembke, psiquiatra de Stanford, en su libro más vendido Dopamine Nation. En consecuencia, todos corren el riesgo de un “consumo excesivo compulsivo”.
Una tendencia de superación personal a menudo llamada “ayuno de dopamina” que surgió en 2019 gira en torno de abstenerse de cualquier cosa que provoque la liberación de la sustancia química. La premisa es que los entretenimientos de hoy reconfiguran el cerebro para que los pasatiempos más lentos ya no sean placenteros.
Aquellos videos en redes sociales que llevan la etiqueta #dopamina afirman enseñar a los espectadores cómo manipular la sustancia química del cerebro. Incluso, un influencer ofrece una “lista gratuita de cosas que adormecen la dopamina” para que uno pueda recuperar el control de su vida.
También se aconseja a los padres que eviten que los niños experimenten picos de dopamina (que no los dejen jugar videojuegos o comer comida chatarra) para que la necesidad insaciable del neurotransmisor no aumente este comportamiento.
Los científicos que estudian la dopamina dicen que estas preocupaciones se han desproporcionado. “No se basan necesariamente en la ciencia real de lo que sabemos sobre la dopamina”, comenta Vijay Namboodiri, profesor de neurología en la Universidad de California.
Antes de renunciar a la dopamina y la posibilidad de cualquier alegría en la vida es importante comprender los conceptos erróneos más grandes sobre el neurotransmisor y lo que muestra la evidencia científica.
Ni buena ni mala
La idea de que la dopamina produce sensaciones de placer provino de los primeros experimentos en humanos que encontraron que el sistema de dopamina se activaba cuando se encontraba una recompensa. La comida, el sexo, las drogas y las interacciones sociales desencadenan la liberación de dopamina en el cerebro, lo que sugiere que el neuroquímico está relacionado con cualquier resultado de sentirse bien.
Pero luego de más estudios en los 90, los científicos se dieron cuenta de que la dopamina está más estrechamente relacionada con la anticipación de una recompensa que con su recepción. La dopamina provoca el deseo de algo y la motivación para ir a buscarlo, no el disfrute de ello.
“Creemos que provoca algo similar a la sensación de deseo”, dice Talia N. Lerner, profesora de neurociencia en la Universidad Northwestern. “Le enseña al cerebro cómo predecir sus necesidades”, añade.
Un neuroquímico que controla el deseo puede sonar siniestro, pero la búsqueda de recompensas no es inherentemente un problema; todo depende del contexto. Los animales, desde las abejas hasta los humanos, desarrolla ron sistemas de dopa mina para motivarlos a buscar comida y sexo para sobrevivir y procrear.
“Es una parte importante de por qué estamos aquí hoy”, destaca Kent C. Berridge, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Michigan. “No habríamos evolucionado y no habríamos sobrevivido sin dopamina”, aclara.
La dopamina también es esencial para el aprendizaje. En este contexto, el elemento clave que hace que las neuronas dopaminérgicas se disparen es la sorpresa, independiente mente de si el resultado es gratificante o decepcionante.
“La dopamina no te dice cuándo algo es bueno o malo per se, sino cuándo es mejor o peor de lo que esperabas”, añade Lerner. Ese aumento de dopamina ayuda a actualizar las expectativas de uno y potencialmente modificar el comportamiento para el futuro.
Debido al papel de la dopamina en la motivación y el aprendizaje, la preocupación es que las actividades altamente estimulantes secuestren el sistema de neurotransmisores, de modo que ya no funcione para recompensas diarias más pequeñas. Para alguien adicto a los videojuegos, se piensa que juegos tradicionales como el Monopoly podrían ser menos gratificantes.
Esta preocupación se basa en parte en la ciencia. El uso prolongado de drogas que provoca grandes aumentos de dopamina, como la cocaína y las anfetaminas, puede hacer que el cerebro apague algunos de los receptores sobre los que actúa el neuroquímico. Esto significa que se requiere más droga para lograr el mismo subidón. Debido a que los videojuegos y la pornografía pueden crear hábito, algunos investigadores, incluida Lembke, han planteado la hipótesis de que podrían causar signos similares de tolerancia en el cerebro. Sin embargo, esta especialista reveló que esta teoría se infiere de estudios de drogas estimulantes.
Berridge y otros han criticado la idea. Una de las razones es que la cantidad de dopamina que se libera en respuesta a los videojuegos, la pornografía, las redes sociales y la comida chatarra es sustancialmente menor que la que se libera en respuesta a las drogas adictivas.
“Aunque para algunas personas los videojuegos provocan una mayor respuesta de dopamina que los juegos de mesa, eso no significa que el juego de mesa provoque menos liberación de dopamina que antes”, dice Namboodiri. Tampoco significa que los amantes de los videojuegos nunca querrán volver a jugar juegos de mesa. Lo mismo ocurre con comer dulces en lugar de comer frutas o mirar Youtube en lugar de leer un libro.
Tomarse un descanso de los videojuegos o las redes sociales puede ser una buena idea si desea dedicar más tiempo a otras actividades. “Pero eso no se tiene que hacer porque se necesita restablecer el sistema de dopamina en el cerebro”, declara Namboodiri y señala que todavía se está bastante lejos de tener una comprensión completa de la dopamina y cómo manipularla en la vida diaria.
Algunos comportamientos gratificantes pueden causar problemas. Si bien actividades como apostar o jugar videojuegos no estimulan la liberación de dopamina tanto como lo hacen las drogas, pueden conducir a patrones de comportamiento similares a los que se observan en el trastorno por uso de sustancias, es decir, se continúa con la actividad a pesar de las graves consecuencias.
Pero esa es la excepción, no la regla. La mayoría de las personas no pierden sus trabajos o relaciones ni experimentan impactos negativos en la salud a causa de estas actividades. “Podemos funcionar y disfrutar de este mundo rico en recompensas”, dice Berridge. La clave es la moderación. No hay que evitar las actividades que dan placer para ser una persona buena o saludable.

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