La venganza de los impuros a cualquier costo
El Presidente escala el conflicto con el sistema político para “exponer a la casta” y presiona a todo o nada con la caja; el show con Trump y los riesgos de la rebelión patagónica
Martín Rodríguez YebraXMilei, en el vuelo a Washington
Javier Milei hace de la obstinación una virtud principal. “Yo no freno nunca. Acelero siempre”, dice cuando alguien pone en duda la rigidez de sus convicciones. Concibe cualquier obstáculo como una prueba de carácter y responde a la adversidad como si una fuerza superior lo empujara a revalidar los objetivos.
El fracaso de la ley fundacional de su gestión, hace dos semanas, reforzó al Presidente en su idea de que debe gobernar contra el sistema político. Los puentes que tienden sus subordinados son de papel. Los quema desde su cuenta de Twitter, el látigo para azotar a “la casta”, pero sobre todo con el ejercicio inclemente del poder que da administrar la caja del Estado. A su juicio negociar es el prólogo de una claudicación.
Aferrado a esa aspereza, le toca enfrentar una rebelión sin precedente, que une a casi todos los gobernadores sin distinción de ideología y que agrieta a legisladores que se habían asumido como oficialistas de baja intensidad.
El chubutense Ignacio Torres, un hombre de Pro, encendió la mecha cuando amenazó con interrumpir el suministro de petróleo de su provincia si Milei no le repone $13.000 millones que la Nación le descontó de la coparticipación federal en los últimos días. De inmediato lo apoyaron sus colegas patagónicos, después se sumaron los de Juntos por el Cambio y en paralelo se solidarizaron peronistas y kirchneristas –que ahora parecen no ser lo mismo–.
Que se haya gestado un frente común, por mucho que pueda ser pasajero, acentúa la incertidumbre sobre una duda central de la Argentina 2024 y que puso sobre la mesa la subdirectora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath, durante su visita al país: ¿qué viabilidad política tiene el plan de Milei, un presidente sin partido propio y en clara minoría en el Congreso, para sacar a la Argentina de la senda de estancamiento y alta inflación?
Al Presidente lo ofende la duda, cuentan en su entorno. Se siente validado para hacer el ajuste porque es lo que prometió en campaña y lo aprobó el 55% en el balotaje. “Son hijos del rigor”, responden en la Casa Rosada sobre los gobernadores, a los que asocian con una estirpe de “gastadores seriales”.
Mete a todos en la misma bolsa. A un peronista que lleva 28 años en el cargo, como Gildo Insfrán, con los recién llegados –como Torres– que asumieron en diciembre con un discurso de austeridad. “Me dan asco”, tuiteó mientras volaba a Washington para asistir a la conferencia conservadora en la que se abrazó a Donald Trump. En el comunicado de la Oficina del Presidente en respuesta a Torres se mencionan cuatro nombres propios: los kirchneristas Axel Kicillof y Ricardo Quintela, más los hasta ahora colaborativos Rogelio Frigerio y Jorge Macri. “Deben entender que la Argentina eligió un cambio”, sermoneó.
Durante el vuelo le dio “me gusta” en Twitter a 442 mensajes, en su mayoría agresiones o chicanas contra “la casta”. “Mientras tuvo señal, estuvo literalmente cagándose de la risa leyendo los tuits sobre el papelón de Nachito (Torres)”, escribió Santiago Oría, el cineasta que está a cargo del relato audiovisual del Presidente y lo acompaña a todos los viajes internacionales. Un pequeño gustito entre tanto ahorro.
A varias puntas
La semana cerraba como un círculo: la empezó en Corrientes calificando de “nido de ratas” al Congreso y de “traidor” a un liberal respetado en todo el espectro de sus aliados posibles como es Ricardo López Murphy. Gopinath se estará preguntando cómo piensa cumplir Milei la promesa que le hizo de buscar la sustentabilidad política para su duro plan de ajuste.
Y de paso, ¿qué pensará Anthony Blinken, el secretario de Estado de Joe Biden, después de ser recibido con honores en la Casa Rosada y al día siguiente ver a Milei temblar de emoción al conocer en persona a Trump? “Somos distintos, todos tienen que aprender a entenderlo”, se ataja un funcionario que no ve contradicción en los movimientos respecto de Estados Unidos.
En la convención conservadora Milei disertó sobre filosofía económica con guiños a la tribuna trumpista, pero sin distraerse de la denuncia contra los “políticos ladrones”, la categoría en la que engloba a todos los que no se cuadran ante su obra y pensamiento.
Uno de los gobernadores de Juntos por el Cambio se lamenta: “El equilibrio fiscal es una meta para la que tiene un respaldo pocas veces visto, pero si lo intenta a la fuerza, con aprietes, insultos y sin medir los efectos sociales, se puede meter en un callejón muy complicado”.
A los jefes provinciales los tiene perplejos la lógica de intervención política de Milei. El caso de Chubut desató la camaradería de norte a sur porque lo tomaron como un caso extremo de lo que consideran una “venganza” por la ley ómnibus.
La poda de fondos de coparticipación a Torres se sostiene en la ejecución de una deuda acumulada con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial (FFDP) que tomó el antecesor de Torres, el massista Mariano Arcioni. El contrato indicaba una actualización por CER, que en un contexto de altísima inflación provocó un aumento exponencial del monto a pagar. Ante un incumplimiento existe la posibilidad de retener dinero del reparto de impuestos.
Torres explicó que desde que asumió, en diciembre, envió tres cartas al ministro de Economía, Luis Caputo, para pedir una refinanciación a tasas menos gravosas o incluso una cancelación con recursos obtenidos de emisión de títulos de deuda garantizados con regalías.
El recorte de los giros automáticos empezó esta semana. Torres intentó una gestión con Macri, que no llegó a buen puerto. El miércoles un juez de Rawson hizo lugar a una medida cautelar que pidió el gobernador contra el recorte de los subsidios al transporte. Desde ese día Chubut dejó de percibir $9000 millones de la coparticipación. ¿Casualidad o medida ejemplificadora?
En situación similar a la de Chubut, por deudas con el FFDP, hay otras provincias a las que aún no les han ejecutado el pago con dinero de los impuestos. Una de las que están evitando la motosierra es Tucumán, cuyo gobernador, el (ex)kirchnerista Osvaldo Jaldo, fue el único que no se solidarizó con Torres. El resto explotó cuando los patagónicos empezaron a expresar indignación en el grupo de Whatsapp que comparten los 24 jefes provinciales.
Torres cruzó el Rubicón el viernes con la amenaza pública del boi cot petrolero. En minutos se armó un bloque sólido. Se sumó incluso el salteño Gustavo Sáenz, massista en recuperación, que a principios de semana había organizado una cumbre con el ministro del Interior, Guillermo Francos, para ofrecerse como gestor de una recomposición del diálogo con las provincias.
Policía malo
Milei lo deja operar a Francos, pero a menudo dinamita lo que construye su querido exjefe en el grupo Eurnekian. El Presidente asume el papel de “policía malo”.
Descree de la buena fe de casi la totalidad de sus contrapartes en la política. La derrota con la ley ómnibus lo irritó. Insiste que atrasará el desarrollo de la Argentina y que complica el programa económico. Pero a todos los que lo visitan les dice estar determinado a dar la batalla, cueste lo que cueste. “Van a venir de rodillas a ofrecer ayuda”, dicen a su lado en alusión a los gobernadores. La lógica consiste en secarlos de fondos hasta que se rindan.
El duelo de legitimidad tiene doble filo. Los gobernadores también fueron votados el año pasado, con tantos o más votos que los que obtuvo él. Torres ganó con 35% en Chubut. El mismo porcentaje que Milei en la primera vuelta presidencial. ¿Qué vale más? En otros distritos la cuenta le sale en contra. El Presidente usa como referencia a su favor el balotaje, una instancia de polarización que no se dio en ninguna elección provincial de 2023.
La guerra con los gobernadores y el Congreso complica la vocación de revivir la ley ómnibus que venían expresando Caputo, Francos y otros ministros. Y abre la opción de una crisis mayor, si los jefes patagónicos cumplen su amenaza de un boicot petrolero, que se ejecutaría a través de la acción de los gremios del sector.
Milei tranquiliza y arenga a sus funcionarios. Persigue algo que entre los libertarios han llamado el “caos constructivo”. Una forma de conflicto que a la larga da frutos, porque –a su juicio– expone a quienes se involucran en la política solo para defender sus privilegios.
Es también, aunque nadie lo admita en el oficialismo, una forma de apoyarse en la bronca social hacia los políticos para extender la paciencia con el ajuste. En los últimos días se aceleraron los anuncios vinculados a la reducción del Estado: desde la intención de cerrar el Inadi hasta el cese de cargos políticos camporistas que sobrevivían en el PAMI y la exposición de las cajas negras de los fideicomisos. Habrá un anuncio al día en esa dirección. Contra “la casta” todo es más fácil.
La lista de “traidores” que Milei ordenó difundir después de la caída de la ley ómnibus es una expresión de esta estrategia de gobernar como en campaña. El castigo a los gobernadores que patalean por los recortes es un segundo escalón. “De esto va a salir un nuevo sistema, saneado por el voto de la gente”, aguijonea un funcionario del Gobierno. Es cierto que para 2025 falta una eternidad.
Semejante visión maniquea de la política interpela incluso a los aliados que el Presidente quiere seducir. Sobre todo a Pro y a Macri, a los que tentó en público con una alianza de gobierno dos semanas atrás. El conflicto con Torres es un flaco favor a quienes se entusiasmaron con acelerar esa convergencia.
Patricia Bullrich, que se niega a aceptar mansamente el liderazgo de Macri en el partido, echó leña al fuego al reprender a Torres. “Vas a quedar como Cataluña”, dijo Bullrich que le advirtió al gobernador cuando este le adelantó lo que pensaba decir sobre el petróleo.
Milei celebró en Estados Unidos la actitud de su ministra. En realidad, nunca en estos casi tres meses había salido todo el gabinete a respaldarlo en una gresca política. Acaso porque nunca quedó tan clara la gravedad de la situación.
Pelearse con los gobernadores es una cosa. Hacerlo en medio de una catarata de paros sindicales y de la confluencia entre piqueteros kirchneristas y de la izquierda parece una fase superior, en la que quizá no le alcance al Gobierno con “los tanques de las redes”, como llaman entre los libertarios al fuego virtual con el que asedian a sus enemigos.
El viernes Milei tendrá que meterse en el “nido de ratas” para abrir las sesiones ordinarias. El discurso lo prepara en secreto. Anunciará leyes que van en el mismo sentido de desregulación, achicamiento del Estado y ajuste fiscal. Prevé impulsar también una nueva fórmula de actualización previsional, a pesar de que esta semana dijo que los jubilados “son el sector que tiene el menor índice de pobreza”.
¿Tendrá otra oportunidad de “domar a la casta” o el conflicto seguirá escalando? En charlas privadas describe el caso de la ley ómnibus como un desvío menor.
Se compara con Lionel Scaloni después de perder con Arabia en el Mundial de Qatar. “Hay que insistir con el objetivo”, dice, con una luz de optimismo y otro ejercicio de obstinación militante. Describe así uno de los nudos que enfrenta la Argentina del ajuste: ¿cambiará Milei a la política o finalmente la política cambiará a Milei?
El nuevo conflicto refuerza las dudas sobre la viabilidad política del ajuste
Javier Milei hace de la obstinación una virtud principal. “Yo no freno nunca. Acelero siempre”, dice cuando alguien pone en duda la rigidez de sus convicciones. Concibe cualquier obstáculo como una prueba de carácter y responde a la adversidad como si una fuerza superior lo empujara a revalidar los objetivos.
El fracaso de la ley fundacional de su gestión, hace dos semanas, reforzó al Presidente en su idea de que debe gobernar contra el sistema político. Los puentes que tienden sus subordinados son de papel. Los quema desde su cuenta de Twitter, el látigo para azotar a “la casta”, pero sobre todo con el ejercicio inclemente del poder que da administrar la caja del Estado. A su juicio negociar es el prólogo de una claudicación.
Aferrado a esa aspereza, le toca enfrentar una rebelión sin precedente, que une a casi todos los gobernadores sin distinción de ideología y que agrieta a legisladores que se habían asumido como oficialistas de baja intensidad.
El chubutense Ignacio Torres, un hombre de Pro, encendió la mecha cuando amenazó con interrumpir el suministro de petróleo de su provincia si Milei no le repone $13.000 millones que la Nación le descontó de la coparticipación federal en los últimos días. De inmediato lo apoyaron sus colegas patagónicos, después se sumaron los de Juntos por el Cambio y en paralelo se solidarizaron peronistas y kirchneristas –que ahora parecen no ser lo mismo–.
Que se haya gestado un frente común, por mucho que pueda ser pasajero, acentúa la incertidumbre sobre una duda central de la Argentina 2024 y que puso sobre la mesa la subdirectora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath, durante su visita al país: ¿qué viabilidad política tiene el plan de Milei, un presidente sin partido propio y en clara minoría en el Congreso, para sacar a la Argentina de la senda de estancamiento y alta inflación?
Al Presidente lo ofende la duda, cuentan en su entorno. Se siente validado para hacer el ajuste porque es lo que prometió en campaña y lo aprobó el 55% en el balotaje. “Son hijos del rigor”, responden en la Casa Rosada sobre los gobernadores, a los que asocian con una estirpe de “gastadores seriales”.
Mete a todos en la misma bolsa. A un peronista que lleva 28 años en el cargo, como Gildo Insfrán, con los recién llegados –como Torres– que asumieron en diciembre con un discurso de austeridad. “Me dan asco”, tuiteó mientras volaba a Washington para asistir a la conferencia conservadora en la que se abrazó a Donald Trump. En el comunicado de la Oficina del Presidente en respuesta a Torres se mencionan cuatro nombres propios: los kirchneristas Axel Kicillof y Ricardo Quintela, más los hasta ahora colaborativos Rogelio Frigerio y Jorge Macri. “Deben entender que la Argentina eligió un cambio”, sermoneó.
Durante el vuelo le dio “me gusta” en Twitter a 442 mensajes, en su mayoría agresiones o chicanas contra “la casta”. “Mientras tuvo señal, estuvo literalmente cagándose de la risa leyendo los tuits sobre el papelón de Nachito (Torres)”, escribió Santiago Oría, el cineasta que está a cargo del relato audiovisual del Presidente y lo acompaña a todos los viajes internacionales. Un pequeño gustito entre tanto ahorro.
A varias puntas
La semana cerraba como un círculo: la empezó en Corrientes calificando de “nido de ratas” al Congreso y de “traidor” a un liberal respetado en todo el espectro de sus aliados posibles como es Ricardo López Murphy. Gopinath se estará preguntando cómo piensa cumplir Milei la promesa que le hizo de buscar la sustentabilidad política para su duro plan de ajuste.
Y de paso, ¿qué pensará Anthony Blinken, el secretario de Estado de Joe Biden, después de ser recibido con honores en la Casa Rosada y al día siguiente ver a Milei temblar de emoción al conocer en persona a Trump? “Somos distintos, todos tienen que aprender a entenderlo”, se ataja un funcionario que no ve contradicción en los movimientos respecto de Estados Unidos.
En la convención conservadora Milei disertó sobre filosofía económica con guiños a la tribuna trumpista, pero sin distraerse de la denuncia contra los “políticos ladrones”, la categoría en la que engloba a todos los que no se cuadran ante su obra y pensamiento.
Uno de los gobernadores de Juntos por el Cambio se lamenta: “El equilibrio fiscal es una meta para la que tiene un respaldo pocas veces visto, pero si lo intenta a la fuerza, con aprietes, insultos y sin medir los efectos sociales, se puede meter en un callejón muy complicado”.
A los jefes provinciales los tiene perplejos la lógica de intervención política de Milei. El caso de Chubut desató la camaradería de norte a sur porque lo tomaron como un caso extremo de lo que consideran una “venganza” por la ley ómnibus.
La poda de fondos de coparticipación a Torres se sostiene en la ejecución de una deuda acumulada con el Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial (FFDP) que tomó el antecesor de Torres, el massista Mariano Arcioni. El contrato indicaba una actualización por CER, que en un contexto de altísima inflación provocó un aumento exponencial del monto a pagar. Ante un incumplimiento existe la posibilidad de retener dinero del reparto de impuestos.
Torres explicó que desde que asumió, en diciembre, envió tres cartas al ministro de Economía, Luis Caputo, para pedir una refinanciación a tasas menos gravosas o incluso una cancelación con recursos obtenidos de emisión de títulos de deuda garantizados con regalías.
El recorte de los giros automáticos empezó esta semana. Torres intentó una gestión con Macri, que no llegó a buen puerto. El miércoles un juez de Rawson hizo lugar a una medida cautelar que pidió el gobernador contra el recorte de los subsidios al transporte. Desde ese día Chubut dejó de percibir $9000 millones de la coparticipación. ¿Casualidad o medida ejemplificadora?
En situación similar a la de Chubut, por deudas con el FFDP, hay otras provincias a las que aún no les han ejecutado el pago con dinero de los impuestos. Una de las que están evitando la motosierra es Tucumán, cuyo gobernador, el (ex)kirchnerista Osvaldo Jaldo, fue el único que no se solidarizó con Torres. El resto explotó cuando los patagónicos empezaron a expresar indignación en el grupo de Whatsapp que comparten los 24 jefes provinciales.
Torres cruzó el Rubicón el viernes con la amenaza pública del boi cot petrolero. En minutos se armó un bloque sólido. Se sumó incluso el salteño Gustavo Sáenz, massista en recuperación, que a principios de semana había organizado una cumbre con el ministro del Interior, Guillermo Francos, para ofrecerse como gestor de una recomposición del diálogo con las provincias.
Policía malo
Milei lo deja operar a Francos, pero a menudo dinamita lo que construye su querido exjefe en el grupo Eurnekian. El Presidente asume el papel de “policía malo”.
Descree de la buena fe de casi la totalidad de sus contrapartes en la política. La derrota con la ley ómnibus lo irritó. Insiste que atrasará el desarrollo de la Argentina y que complica el programa económico. Pero a todos los que lo visitan les dice estar determinado a dar la batalla, cueste lo que cueste. “Van a venir de rodillas a ofrecer ayuda”, dicen a su lado en alusión a los gobernadores. La lógica consiste en secarlos de fondos hasta que se rindan.
El duelo de legitimidad tiene doble filo. Los gobernadores también fueron votados el año pasado, con tantos o más votos que los que obtuvo él. Torres ganó con 35% en Chubut. El mismo porcentaje que Milei en la primera vuelta presidencial. ¿Qué vale más? En otros distritos la cuenta le sale en contra. El Presidente usa como referencia a su favor el balotaje, una instancia de polarización que no se dio en ninguna elección provincial de 2023.
La guerra con los gobernadores y el Congreso complica la vocación de revivir la ley ómnibus que venían expresando Caputo, Francos y otros ministros. Y abre la opción de una crisis mayor, si los jefes patagónicos cumplen su amenaza de un boicot petrolero, que se ejecutaría a través de la acción de los gremios del sector.
Milei tranquiliza y arenga a sus funcionarios. Persigue algo que entre los libertarios han llamado el “caos constructivo”. Una forma de conflicto que a la larga da frutos, porque –a su juicio– expone a quienes se involucran en la política solo para defender sus privilegios.
Es también, aunque nadie lo admita en el oficialismo, una forma de apoyarse en la bronca social hacia los políticos para extender la paciencia con el ajuste. En los últimos días se aceleraron los anuncios vinculados a la reducción del Estado: desde la intención de cerrar el Inadi hasta el cese de cargos políticos camporistas que sobrevivían en el PAMI y la exposición de las cajas negras de los fideicomisos. Habrá un anuncio al día en esa dirección. Contra “la casta” todo es más fácil.
La lista de “traidores” que Milei ordenó difundir después de la caída de la ley ómnibus es una expresión de esta estrategia de gobernar como en campaña. El castigo a los gobernadores que patalean por los recortes es un segundo escalón. “De esto va a salir un nuevo sistema, saneado por el voto de la gente”, aguijonea un funcionario del Gobierno. Es cierto que para 2025 falta una eternidad.
Semejante visión maniquea de la política interpela incluso a los aliados que el Presidente quiere seducir. Sobre todo a Pro y a Macri, a los que tentó en público con una alianza de gobierno dos semanas atrás. El conflicto con Torres es un flaco favor a quienes se entusiasmaron con acelerar esa convergencia.
Patricia Bullrich, que se niega a aceptar mansamente el liderazgo de Macri en el partido, echó leña al fuego al reprender a Torres. “Vas a quedar como Cataluña”, dijo Bullrich que le advirtió al gobernador cuando este le adelantó lo que pensaba decir sobre el petróleo.
Milei celebró en Estados Unidos la actitud de su ministra. En realidad, nunca en estos casi tres meses había salido todo el gabinete a respaldarlo en una gresca política. Acaso porque nunca quedó tan clara la gravedad de la situación.
Pelearse con los gobernadores es una cosa. Hacerlo en medio de una catarata de paros sindicales y de la confluencia entre piqueteros kirchneristas y de la izquierda parece una fase superior, en la que quizá no le alcance al Gobierno con “los tanques de las redes”, como llaman entre los libertarios al fuego virtual con el que asedian a sus enemigos.
El viernes Milei tendrá que meterse en el “nido de ratas” para abrir las sesiones ordinarias. El discurso lo prepara en secreto. Anunciará leyes que van en el mismo sentido de desregulación, achicamiento del Estado y ajuste fiscal. Prevé impulsar también una nueva fórmula de actualización previsional, a pesar de que esta semana dijo que los jubilados “son el sector que tiene el menor índice de pobreza”.
¿Tendrá otra oportunidad de “domar a la casta” o el conflicto seguirá escalando? En charlas privadas describe el caso de la ley ómnibus como un desvío menor.
Se compara con Lionel Scaloni después de perder con Arabia en el Mundial de Qatar. “Hay que insistir con el objetivo”, dice, con una luz de optimismo y otro ejercicio de obstinación militante. Describe así uno de los nudos que enfrenta la Argentina del ajuste: ¿cambiará Milei a la política o finalmente la política cambiará a Milei?
El nuevo conflicto refuerza las dudas sobre la viabilidad política del ajuste
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Gustavo Sáenz. “Hay que lograr un gran acuerdo, pero Milei debe aclarar si acepta”
El gobernador de Salta defiende su postura a favor de un entendimiento, a pesar de la escalada de tensión
Texto Gabriela OrigliaGustavo Sáenz
El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, se lanzó a mediados de la semana a motorizar un “gran acuerdo de gobernabilidad” entre las provincias y la Casa Rosada para encarar una “nueva etapa” y dejar atrás los “insultos y descalificaciones”. Sin embargo, su intento de acercamiento fue sacudido por la escalada de la pelea entre ambas partes, tras las amenazas de Chubut de cortar el gas y el petróleo por la puja de fondos con la Nación. Sáenz admitió que hay que superar la “desconfianza” en la relación entre las dos partes, porque sin lograr consenso todo “seguirá frenado”. Y lo defiende aun después del aumento del conflicto. “Sr. Presidente @Jmilei, usted definió en varias oportunidades su posición y fue acompañado por la mayoría de los argentinos basado en el principio de no agresión. Hoy más que nunca el pueblo argentino exige de sus gobernantes grandeza, humildad y respeto”, posteó ayer. En la entrevista con la nacion, realizada antes de la última escalada, el gobernador defendió la necesidad de un entendimiento. Y defendió ayer la idea, pese a los choques cada vez más duros: “No peligra para nada; insistiré con avanzar en un acuerdo”, contestó
“Dejemos de lado los odios y rencores y miremos hacia adelante. Encontremos juntos las herramientas necesarias para que usted (N. de la R.: Milei) y nosotros podamos gobernar en tiempos tan difíciles. Que Dios nos ayude ¡La Patria somos todos!”, escribió en el cierre de su posteo.
El germen del acuerdo que propone Sáenz fue el encuentro que mantuvieron la vicepresidenta Victoria Villarruel y el ministro del Interior, Guillermo Francos, con los gobernadores de Misiones, Hugo Passalacqua; de Tucumán, Osvaldo Jaldo; de Catamarca, Raúl Jalil, y de Jujuy, Carlos Sadir, con el propio Sáenz como anfitrión.
Como publicó la nacion, la invitación a la conmemoración de la batalla de Salta fue hecha antes de la caída de la ley ómnibus y la conversación “permitió plantear los problemas de las provincias y escuchar las demandas de la Nación”.
–¿Qué agenda le plantearon los gobernadores a Francos?
–Nosotros tenemos la región del Norte Grande, donde somos diez gobernadores, que venimos planteando desde hace tiempo la necesidad de obras de infraestructura que se le han negado al norte para potenciar su crecimiento. Siempre digo que esta región es un gigante dormido. Necesitamos una mirada federal para que se puedan establecer los trabajos que ayuden en la logística, en mejores condiciones para producir. Está también el corredor bioceánico, clave para que la Argentina tenga salida por dos mares.
–¿Cree que esta administración tiene la mirada fiscal que mencionó?
–A los gobernadores se les quitó intempestivamente el Fondo Compensador de Transporte. Hay quienes dicen que fue una venganza, un castigo de la Nación por no haber acompañado algunos artículos de la ley ómnibus. Si es así, es una venganza selectiva porque al AMBA se lo mantienen. Esa mirada no es federal; es centralista, unitaria. Perjudica a todos los habitantes de la Argentina de fuera del AMBA. Son medidas que nos hacen abrir los ojos y nos alertan de que posiblemente no haya el federalismo que se necesita. Lo mismo pasa con cuestiones educativas, con los medicamentos para pacientes oncológicos y con la alimentación para los más vulnerables.
–¿El Incentivo Docente y el Fondo de Transporte los manejaban las provincias o eran de asignación directa?
–Si los recursos del transporte no llegan, quien sufre es la gente. Está bien que hay que trasladárselo a la gente, pero hay que organizarlo. No es de un día para el otro. El Incentivo Docente se ha depositado siempre a los maestros. Quien paga estos costos es la gente, no los gobernadores. La charla con Francos fue muy fluida; el ministro le pone toda la voluntad del mundo.
–Pero, dicen sus pares, después eso no se traduce en hechos.
–En mi caso particular planteé que Salta fue sujeto de agravios, de insultos, de descalificaciones, y no está bueno manejarse de esta manera. Francos nos dijo: “Ustedes ya sabían cómo era el Presidente”…
–¿Qué se rompió desde aquella reunión con Milei?
–Insistí en que hemos mostrado desde el primer momento voluntad de diálogo, apertura. Entendemos que la Nación necesita las herramientas para gobernar y los gobernadores necesitamos saber con qué vamos a contar. Ambos tenemos que saber a qué atenernos. No puede ser que no acompañar sea malo, que consensuar y dialogar sea tomado como sinónimo de negociación espuria. Sin diálogo, no hay democracia. Por eso impulso un gran acuerdo de gobernabilidad entre la Nación y las provincias. Necesitamos, de una vez por todas, que empiecen a funcionar las cosas. Las provincias están paralizadas, también la Nación. La gente necesita soluciones.
–¿Hay voluntad?
–En medio de tanta desconfianza existente, hay que superarla, establecer reglas claras de los temas fiscales que afectan a las provincias, determinar qué leyes hay que respetar y también qué herramientas necesita la Casa Rosada para administrar. Hay que hacer un acta acuerdo, con las firmas de quienes se comprometan para acompañar la ley que necesita el gobierno nacional. Con la firma de todos y cada uno; la gente está esperando saber qué es lo que va a pasar. Nos conviene a todos. Hay que saber que las provincias van a defender sus intereses. Yo, por ejemplo, a las economías regionales, a los biocombustibles, a los docentes. Necesitamos que nos digan cómo recuperamos lo que se perdió con la modificación de Ganancias. Hay que resolver todo esto para que no estemos yendo a mendigar con la mano extendida para un cordón cuneta.
–A usted, a Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro los apuntaron desde el primer momento como “traidores”.
–Nunca tuve la posibilidad de hablar con el presidente. ellos decían que se habían comunicado con nosotros. Puedo dar fe de que conmigo nunca habló nadie; ni con (Claudio) Orrego, ni con (Raúl) Jalil, ni con (Carlos) S adir. todos estábamos con la secretaria de Minería en una misión, ella hablando de las bondades de la ley para las inversiones y, de golpe, nos damos con esta situación. Nos enteramos por un comunicado.
–A Flavia Royon la echaron, ¿Había llegado al cargo por un acuerdo con usted?
–No, nunca. Si hubiera pasado eso, sería ir en contra de lo que plantea el propio Presidente, sería la misma política que no queremos que siga. No estamos de acuerdo con el método “del látigo y la billetera”, de que la “casta” es mala, pero los que lo acompañan son la “casta buena”. Es momento de mostrar madurez política, generosidad, grandeza. Voy a insistir en el acuerdo nacional, que incluya la parte fiscal y las necesidadesde la nación. el pecado de Royon fue haber sido salteña o amiga mía.
–¿Qué debe discutirse en el capítulo fiscal?
–Es lo que tenemos que discutir, saber qué impuestos quedarán sin coparticipar, como las retenciones, el impuesto al cheque, el PAIS. Si el PAIS se va a sacar, que no se copar-ticipe, pero que se mande al programa al que estaba destinado el 30% y que también se cortó. Las obras están paralizadas, todo frenado, y tampoco tenemos con quién hablar. Todo esto se resuelve con un acuerdo; todo de golpe no se podrá hacer; la Nación debe definir las necesidades básicas para llevar adelante y, lo mismo, las de las provincias.
–¿El interlocutor debe ser Milei?
–El Presidente tiene que estar de acuerdo. Él debe decir: “Vamos para adelante, yo necesito esta ley, ustedes necesitan esto”, y entonces definir en qué se puede acompañar y en qué en no. Hay una falta de confianza muy grande. Las firmas deben garantizar los votos en el Congreso y, a nosotros, las transferencias para no tener que pedir todos los meses lo que nos corresponde y saber lo que no nos corresponde. La ley tiene cosas muy buenas. Se frenó de golpe. Es momento, más que nunca, de prudencia, templanza, humildad y grandeza, de olvidarnos de los insultos.
El gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, se lanzó a mediados de la semana a motorizar un “gran acuerdo de gobernabilidad” entre las provincias y la Casa Rosada para encarar una “nueva etapa” y dejar atrás los “insultos y descalificaciones”. Sin embargo, su intento de acercamiento fue sacudido por la escalada de la pelea entre ambas partes, tras las amenazas de Chubut de cortar el gas y el petróleo por la puja de fondos con la Nación. Sáenz admitió que hay que superar la “desconfianza” en la relación entre las dos partes, porque sin lograr consenso todo “seguirá frenado”. Y lo defiende aun después del aumento del conflicto. “Sr. Presidente @Jmilei, usted definió en varias oportunidades su posición y fue acompañado por la mayoría de los argentinos basado en el principio de no agresión. Hoy más que nunca el pueblo argentino exige de sus gobernantes grandeza, humildad y respeto”, posteó ayer. En la entrevista con la nacion, realizada antes de la última escalada, el gobernador defendió la necesidad de un entendimiento. Y defendió ayer la idea, pese a los choques cada vez más duros: “No peligra para nada; insistiré con avanzar en un acuerdo”, contestó
“Dejemos de lado los odios y rencores y miremos hacia adelante. Encontremos juntos las herramientas necesarias para que usted (N. de la R.: Milei) y nosotros podamos gobernar en tiempos tan difíciles. Que Dios nos ayude ¡La Patria somos todos!”, escribió en el cierre de su posteo.
El germen del acuerdo que propone Sáenz fue el encuentro que mantuvieron la vicepresidenta Victoria Villarruel y el ministro del Interior, Guillermo Francos, con los gobernadores de Misiones, Hugo Passalacqua; de Tucumán, Osvaldo Jaldo; de Catamarca, Raúl Jalil, y de Jujuy, Carlos Sadir, con el propio Sáenz como anfitrión.
Como publicó la nacion, la invitación a la conmemoración de la batalla de Salta fue hecha antes de la caída de la ley ómnibus y la conversación “permitió plantear los problemas de las provincias y escuchar las demandas de la Nación”.
–¿Qué agenda le plantearon los gobernadores a Francos?
–Nosotros tenemos la región del Norte Grande, donde somos diez gobernadores, que venimos planteando desde hace tiempo la necesidad de obras de infraestructura que se le han negado al norte para potenciar su crecimiento. Siempre digo que esta región es un gigante dormido. Necesitamos una mirada federal para que se puedan establecer los trabajos que ayuden en la logística, en mejores condiciones para producir. Está también el corredor bioceánico, clave para que la Argentina tenga salida por dos mares.
–¿Cree que esta administración tiene la mirada fiscal que mencionó?
–A los gobernadores se les quitó intempestivamente el Fondo Compensador de Transporte. Hay quienes dicen que fue una venganza, un castigo de la Nación por no haber acompañado algunos artículos de la ley ómnibus. Si es así, es una venganza selectiva porque al AMBA se lo mantienen. Esa mirada no es federal; es centralista, unitaria. Perjudica a todos los habitantes de la Argentina de fuera del AMBA. Son medidas que nos hacen abrir los ojos y nos alertan de que posiblemente no haya el federalismo que se necesita. Lo mismo pasa con cuestiones educativas, con los medicamentos para pacientes oncológicos y con la alimentación para los más vulnerables.
–¿El Incentivo Docente y el Fondo de Transporte los manejaban las provincias o eran de asignación directa?
–Si los recursos del transporte no llegan, quien sufre es la gente. Está bien que hay que trasladárselo a la gente, pero hay que organizarlo. No es de un día para el otro. El Incentivo Docente se ha depositado siempre a los maestros. Quien paga estos costos es la gente, no los gobernadores. La charla con Francos fue muy fluida; el ministro le pone toda la voluntad del mundo.
–Pero, dicen sus pares, después eso no se traduce en hechos.
–En mi caso particular planteé que Salta fue sujeto de agravios, de insultos, de descalificaciones, y no está bueno manejarse de esta manera. Francos nos dijo: “Ustedes ya sabían cómo era el Presidente”…
–¿Qué se rompió desde aquella reunión con Milei?
–Insistí en que hemos mostrado desde el primer momento voluntad de diálogo, apertura. Entendemos que la Nación necesita las herramientas para gobernar y los gobernadores necesitamos saber con qué vamos a contar. Ambos tenemos que saber a qué atenernos. No puede ser que no acompañar sea malo, que consensuar y dialogar sea tomado como sinónimo de negociación espuria. Sin diálogo, no hay democracia. Por eso impulso un gran acuerdo de gobernabilidad entre la Nación y las provincias. Necesitamos, de una vez por todas, que empiecen a funcionar las cosas. Las provincias están paralizadas, también la Nación. La gente necesita soluciones.
–¿Hay voluntad?
–En medio de tanta desconfianza existente, hay que superarla, establecer reglas claras de los temas fiscales que afectan a las provincias, determinar qué leyes hay que respetar y también qué herramientas necesita la Casa Rosada para administrar. Hay que hacer un acta acuerdo, con las firmas de quienes se comprometan para acompañar la ley que necesita el gobierno nacional. Con la firma de todos y cada uno; la gente está esperando saber qué es lo que va a pasar. Nos conviene a todos. Hay que saber que las provincias van a defender sus intereses. Yo, por ejemplo, a las economías regionales, a los biocombustibles, a los docentes. Necesitamos que nos digan cómo recuperamos lo que se perdió con la modificación de Ganancias. Hay que resolver todo esto para que no estemos yendo a mendigar con la mano extendida para un cordón cuneta.
–A usted, a Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro los apuntaron desde el primer momento como “traidores”.
–Nunca tuve la posibilidad de hablar con el presidente. ellos decían que se habían comunicado con nosotros. Puedo dar fe de que conmigo nunca habló nadie; ni con (Claudio) Orrego, ni con (Raúl) Jalil, ni con (Carlos) S adir. todos estábamos con la secretaria de Minería en una misión, ella hablando de las bondades de la ley para las inversiones y, de golpe, nos damos con esta situación. Nos enteramos por un comunicado.
–A Flavia Royon la echaron, ¿Había llegado al cargo por un acuerdo con usted?
–No, nunca. Si hubiera pasado eso, sería ir en contra de lo que plantea el propio Presidente, sería la misma política que no queremos que siga. No estamos de acuerdo con el método “del látigo y la billetera”, de que la “casta” es mala, pero los que lo acompañan son la “casta buena”. Es momento de mostrar madurez política, generosidad, grandeza. Voy a insistir en el acuerdo nacional, que incluya la parte fiscal y las necesidadesde la nación. el pecado de Royon fue haber sido salteña o amiga mía.
–¿Qué debe discutirse en el capítulo fiscal?
–Es lo que tenemos que discutir, saber qué impuestos quedarán sin coparticipar, como las retenciones, el impuesto al cheque, el PAIS. Si el PAIS se va a sacar, que no se copar-ticipe, pero que se mande al programa al que estaba destinado el 30% y que también se cortó. Las obras están paralizadas, todo frenado, y tampoco tenemos con quién hablar. Todo esto se resuelve con un acuerdo; todo de golpe no se podrá hacer; la Nación debe definir las necesidades básicas para llevar adelante y, lo mismo, las de las provincias.
–¿El interlocutor debe ser Milei?
–El Presidente tiene que estar de acuerdo. Él debe decir: “Vamos para adelante, yo necesito esta ley, ustedes necesitan esto”, y entonces definir en qué se puede acompañar y en qué en no. Hay una falta de confianza muy grande. Las firmas deben garantizar los votos en el Congreso y, a nosotros, las transferencias para no tener que pedir todos los meses lo que nos corresponde y saber lo que no nos corresponde. La ley tiene cosas muy buenas. Se frenó de golpe. Es momento, más que nunca, de prudencia, templanza, humildad y grandeza, de olvidarnos de los insultos.
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