Ezequiel Atauche. “Que Lijo tenga experiencia no lo convierte en casta”
El jefe del bloque de LLA en el Senado defiende la postulación del juez a la Corte, pese a la ola de críticas; cree que podrán aprobar versiones “menos abarcativas” de la ley ómnibus y el DNU
Delfina Celichini
“Preguntame lo que quieras”, repite Ezequiel Atauche . A pesar de las dificultades legislativas de estar en franca minoría, con solo siete senadores propios, el jefe del bloque de La Libertad Avanza en el Senado se muestra cómodo en su rol político. Cultiva un perfil distendido, afable, que contrasta con el estilo señorial de la Cámara alta.
En su primera experiencia política, se muestra hiperactivo y pragmático. “Con leyes y decretos menos abarcativos vamos a tener un mejor resultado”, analiza, tras el fracaso de la ley ómnibus en Diputados y del DNU en la Cámara alta.
Atauche defiende la candidatura del juez federal Ariel Lijo a la Corte Suprema, aunque reconoce la complejidad que implicará conseguir el acuerdo del Senado. “Que alguien tenga experiencia no lo convierte en casta”, ensaya en su defensa, para lo cual busca una redefinición del concepto rector del dogma libertario: “Un político que busca por sobre todo su beneficio personal, eso es lo que yo creo que es la casta”.
–¿Por qué se metió en política?
–Previo a esta experiencia con La Libertad Avanza no había estado en ningún partido ni había participado en política nunca. Yo soy un emprendedor, un empresario como cualquier otro que estaba cansado de cómo nos venían manejando y decidí meterme, levantar la mano, involucrarme. También para aportar desde mi visión de emprendedor. Encontré en La Libertad Avanza los valores que a mí me representan.
–¿Cómo es su vínculo con la vicepresidenta Victoria Villarruel? ¿Trabajan en conjunto?
–Nos llevamos muy bien. Tengo un diálogo, de hecho acabo de hablar hace un ratito. Ella también se ocupa mucho de la relación con los otros jefes de bloque y en esa relación yo estoy por supuesto en el medio apoyando para sostener siempre esta mayoría que logramos en el Senado.
–Los 39...
–Sí, los 39, que a veces son 37, a veces son 38. Vamos viendo según el tema, según la ley, según el momento del país. También tenemos diálogo con el kirchnerismo, los escuchamos. Ese es mi rol.
–¿Qué considera que pasó con el rechazo del DNU 70/2023, cuando esa mayoría circunstancial de 39 senadores se quebró?
–El DNU tenía el rechazo de muchos sectores que ya habían manifestado que no iban a apoyarlo. En la sesión teníamos más o menos previsto que eso podía pasar porque habíamos trabajado mucho y sabíamos cuál era la opinión de los senadores.
–¿Cree que podían seguir postergando el llamado a sesionar o coincide con Villarruel en que había que cumplir el reglamento?
–Había que cumplir con el reglamento. El Senado tiene que funcionar, es un cuerpo democrático. Vamos a pelear ley por ley. Tengo la esperanza de que con leyes y con decretos menos abarcativos vamos a tener un mejor resultado, que es lo que vamos a intentar ahora en esta segunda ola de reformas.
–¿Cómo está trabajando la nominación de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte? Tanto Francisco Paoltroni como la vicepresidenta ya se manifestaron en contra de Lijo.
–Lo que intentamos todos aquí es, primero, respetar la opinión de cada uno de los senadores, sean nuestros o sean ajenos. En mi caso, voy a buscar empujar las decisiones del Presidente. Este tipo de decisiones tienen que aprobarse por una mayoría agravada de 48 senadores, así que si no hay un amplísimo consenso, no va a haber buenos resultados.
–¿Usted está de acuerdo con las nominaciones de Lijo y GarcíaMansilla?
–Ya lo expresó el Presidente y también Adorni. Hay una decisión basada en la experiencia y en la capacidad que evidentemente vio el Ejecutivo en estas dos personas. A mí me corresponde hoy apoyar lo que diga el Presidente. Si el Senado no los aprueba, habrá otra propuesta, así es la democracia.
–¿Y cómo se trabajan las diferencias dentro del oficialismo?
–Nosotros hemos escuchado lo que opinó Paoltroni. Él tiene una situación específica en su provincia [Formosa] que justifica su posición. Como te digo, independientemente de que seamos un bloque, aquí los senadores tienen su forma de pensar y él es libre de expresarla. Ahora, yo te puedo hablar como jefe del bloque y nosotros estamos alineados con la política del Ejecutivo.
–Para lograr los dos tercios es imprescindible que acompañe un sector de Unión por la Patria, que reúne a 33 senadores.
–Sobre este tema no hablé todavía. No hay expresiones claras de su parte. En estos días comenzaré a hacer los llamados de rigor para consultar su posición sobre ambas nominaciones, así como de otros temas. Corresponde que mantenga el diálogo de forma permanente. Ellos tienen un bloque muy grande, muy representativo, y hay que escucharlos, independientemente de su oposición manifiesta a la mayoría de las decisiones del Presidente.
–Usted estaba al tanto de los nombramientos de los familiares de la senadora Vilma Bedia?
–Sí, creo que ahí hubo un error que tiene que ver con la inexperiencia. A ver, uno siempre intenta poner gente de confianza, pero en este caso se le fue la mano. No es lo que nosotros queremos dentro del espacio. Se lo expresamos de esa manera y ella lo entendió y lo corrigió. No está bien que lo haya hecho, pero lo que sí estuvo bien es que de forma inmediata se corrigió la situación.
–¿Hay tensiones con los socios de LLA por el armado del partido que realiza Karina Milei?
–Sí, es lógico que si pensamos en armar el partido a nivel nacional, el peso específico de cada uno de los partidos de aquella alianza decrece y ahí es donde viene la queja. Pero creo que se puede coordinar, no es algo difícil. Esas personas hoy forman parte de La Libertad Avanza, entonces no creo que haya mayores inconvenientes.
–¿Cuál será la suerte de la nueva “Ley de bases?
–La nueva ley tiene mucho consenso. Si bien tenemos números muy justos en el Senado, porque los 33 de Unión por la Patria ya sabemos que no van a acompañar, eso lo entienden perfectamente los gobernadores. El jueves hubo una reunión con los mandatarios de Juntos por el Cambio y el mensaje general parece ser de apoyo. Ahora, eso no significa que llegado el momento nos vayan a apoyar al 100%, pero creo que vamos a tener que terminar de construir la relación con los gobernadores de forma que eso suceda.
–¿Cree que el estilo de comunicación del Presidente atenta contra esos consensos?
–Nuestro espacio está abierto al diáTexto logo, pero todo tiene un límite y ese límite está en si los gobernadores quieren seguir tirando de la cuerda para obstruir. Todos entendemos que es el momento ya de saltar esta valla que es la “Ley de bases” para que la Argentina pueda avanzar en las reformas que necesitamos. Tenemos un presidente que, a diferencia de otros, no tiene miedo y avanza con mucha decisión. Trazó un camino que es muy claro y no se mueve de ahí, y eso es lo que la gente ha votado. Nosotros queríamos un presidente que venga a cambiar las cosas, no podíamos ir con medias tintas porque la Argentina estaba partida en mil pedazos. Nadie, ni el más optimista, se imaginaba el orden que estamos teniendo de las cuentas nacionales con solo algunos meses de trabajo. Y eso tiene que ver con la firmeza con la que el Presidente asume sus objetivos y los comunica. A mí eso realmente me resulta no solo refrescante, sino que también me parece el camino que hay que seguir. Hay mucha especulación por parte de los gobiernos provinciales que no quieren cortar con la fiesta, que no quieren mostrar sus números. A nivel nacional hemos bajado muchísimo los gastos y las provincias no están en esa misma sintonía. Nosotros venimos a cambiar la política, no a destruirla, pero sí a cambiarla.
–¿La postulación de Lijo para la Corte es cambiar la política? Su nominación fue cuestionada por un amplio abanico de entidades.
–Como dije hace un rato, yo lo que creo es que el Presidente ha hecho las postulaciones con base en la experiencia y capacidad profesional de cada uno de ellos. Por ese lado, la elección de ambos está justificada.
–¿Lijo no se podría considerar como parte de “la casta”?
–Que alguien tenga experiencia no lo convierte en casta. Necesitamos gente experimentada, sobre todo en posiciones importantes como es la Corte. Creo que la definición de casta es otra cosa.
–¿Cuál sería?
–Un político que busca por sobre todo su beneficio personal, eso es lo que yo creo que es la casta. Hay políticos de experiencia que no son casta porque realmente buscan el bien común de la Argentina.
–¿Cómo recuperarán esa mayoría de 39 senadores?
–El gran desafío para mí es hacerles entender a todos los senadores cómo es la nueva política que queremos y que por sobre todo entiendan que hay que dejar las mezquindades políticas y ponerse a trabajar todos juntos por la Argentina.
–¿Cómo se llega al Pacto de Mayo?
–Lo que pase con la “Ley de bases” va a ser absolutamente definitorio para el Pacto de Mayo, porque es un nuevo capítulo para la Argentina. El Presidente y los argentinos le están dando una nueva oportunidad a la política para que se ponga a la altura de las circunstancias.
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A las puertas de un avance en el Congreso
Claudio JacquelinJavier Milei
Si lo acordado el jueves pasado se plasma esta semana en los papeles, el Gobierno habrá dado un paso más que importante para iniciar una nueva etapa
Sin embargo, los gobernadores de Juntos por el Cambio (JxC) que están dispuestos a darle su aval (y comprometer los votos) al tupacamarizado proyecto de “Ley de bases” del Gobierno quieren ver para creer antes de comprometerse y exponerse más de lo que ya lo han hecho. Los antecedentes y los resultados conspiran contra la fe y la confianza.
Los mandatarios provinciales mantienen aún algunas pocas dudas sobre el contenido final de los puntos más críticos en discusión, como son los recursos para las cajas de jubilaciones provinciales no transferidas, obras públicas hoy paralizadas y el piso del impuesto a las ganancias, entre otras. Aunque todos admiten avances en esos ítems.
“Siempre aparece algo que te cambia la bocha y nunca es demasiado claro a qué se debe el cambio”, argumenta uno de los gobernadores para fundamentar su prudencia.
El buen clima que las partes dicen que se respira en las reuniones lideradas por el ministro del Interior, Guillermo Francos, y a las que últimamente se asoma el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, no logra despejar del todo la desconfianza que marca el vínculo con un gobierno cuya toma de decisiones les resulta tan centralizada como imprevisible. Las mamparas de las cabinas de admisión del Ministerio de Economía y de la Presidencia no son traslúcidas para los extranjeros. A veces, tampoco para los locales.
“Como dijimos el jueves, el texto va a estar esta semana. En esto días nos reuniremos con los gobernadores y referentes de los sectores dialoguistas que nos faltan y terminaremos de ajustar los detalles de la versión final. Queremos que la semana del 15 la traten en las comisiones de Diputados y la siguiente llegue al recinto”, explica uno de los principales funcionarios involucrados en la negociación con los jefes provinciales.
“Nosotros creemos que el texto final va a estar recién en dos semanas y esperamos que el paso del tiempo no le agregue sorpresas de último momento”, dice uno de los mandatarios que participaron del encuentro del jueves, que pasó de la reticencia a un mesurado optimismo.
Sin embargo, el gobernador adelanta que la oposición dialoguista (en la que se enrola con algunas diferencias) no puede retacearle el apoyo a esa iniciativa nodal del oficialismo después de los recortes hechos al texto original.
“Aunque en el Gobierno no lo admitan, la motosierra les tocó a ellos. Tuvieron que podarle casi dos tercios de su articulado y en cuestiones muy sensibles para ellos, como el lapso de vigencia de la emergencia económica y el alcance de la delegación de facultades al Poder Ejecutivo”, explica otro mandatario cambiemita que siempre fue más proclive a conceder esa herramienta legal fundamental para la administración Milei.
“Tenemos que darle esa llave así arranca de una vez y deja de tener excusas, que le cedemos gratis nosotros para que siga culpando de todo a la herencia recibida. Si le va bien, demostramos que no le ponemos palos en la rueda, y si le va mal, no podrá responsabilizar a los demás”, argumenta otro referente del ala colaboracionista del radicalismo. Esa posición choca contra lo que opina el sector que lidera el presidente de la UCR, Martín Lousteau, remiso a las concesiones al oficialismo y que levantó el perfil diferenciador.
El viejo partido está precisamente más partido que nunca, especialmente entre quienes tienen territorios que gobernar y la conducción partidaria, que carece de esa carga de responsabilidad.
Los primeros priorizan las necesidades de sus provincias tanto como miran la base electoral que los puso en el gobierno. En muchos casos, sus votantes optaron en el plano nacional por Javier Milei, sobre todo en el balotaje, cuando lo hicieron masivamente. Por eso, la mayoría ya mira el calendario del año próximo para desdoblar las elecciones. Aunque todavía faltan tantas cosas por pasar, prefieren ser precavidos.
En la cima radical, en cambio, prima una mirada escéptica sobre el plan económico del Gobierno, que se suma a la distancia que hay respecto de Milei y de La Libertad Avanza en casi todas las materias políticas y sociales. Suficiente motivo para que esa dirigencia se muestre refractaria a darle la herramienta que necesita el Gobierno sin pedir otras concesiones o marcar más diferencias. El problema no es solo para el radicalismo.
La necesidad de sumar el más de medio centenar de votos en la Cámara de Diputados que el Gobierno no tiene aún asegurados o que solo son una promesa líquida lo obliga a evitar cualquier fuga de los sectores más colaborativos. Lo mismo ocurre con las distintas tribus que conviven en el seno del peronismo.
La oposición, al igual que el Gobierno, mira el calendario tanto como la temperatura de la calle y de las redes sociales y hace proyecciones, pero nada le da señales esclarecedoras suficientes para adoptar decisiones con alguna seguridad, más allá de las creencias y las convicciones.
Por eso, los dialoguistas, a diferencia de los colaboracionistas de Pro, pretenden hacer las concesiones mínimas y necesarias, a la espera de que pase el tiempo y se demuestre si el apoyo social al Gobierno es inmune a las consecuencias del ajuste y la profunda recesión, que estarían entrando en su fase más aguda en esta estación.
Ante esa realidad incierta, el aval de los gobernadores cambiemitas a “Ley de bases” podría tener facetas ventajosas tanto para esos opositores escépticos como para el oficialismo. Para los primeros, los enormes recortes hechos al proyecto original resultarían una coartada para justificar su apoyo y quedar a salvo de nuevos tropiezos del Gobierno.
Para Milei y los suyos sería el paso adelante crucial para mostrar una sustentabilidad legal y política de sus acciones, que le reclaman hasta el Fondo Monetario y los Estados Unidos, a pesar de las muestras de sujeción (y sumisión) dadas a esos factores de poder.
Especialmente notorio ha sido en ese plano el trato más que preferencial dado por el propio Presidente a una jefa militar que en el esquema del poder de Estados Unidos ocupa un lugar de segundo o tercer nivel. Muchos jefes de Estado de países relevantes para la Argentina podrán envidiar a la general Richardson. Y habrán mirado con incredulidad un espectáculo que en otras épocas habría sido motivo de escándalo fronteras adentro.
Es cierto que del ambicioso proyecto inicial de la ex megaley ómnibus quedan afuera demasiadas cosas demasiado relevantes para las promesas y el ideario libertario. Sin embargo, aún acotada, la emergencia económica y la delegación de facultades son herramientas poderosas para avanzar sin atravesar nuevos peajes legislativos. Quedan dudas aún sobre aspectos claves, que seguirán siendo tema de discusión con gobernadores y legisladores.
De todas maneras, para eso todavía faltan bastante tiempo y trámites. En lo inmediato, contará haber llegado a un acuerdo básico con una buena parte del sistema político que, aunque no le garantiza, le promete un paso menos ripioso por el Congreso. Oxígeno político en tiempos de asfixia. No es poco.
Al mismo tiempo, el Gobierno, que se jacta de su inflexibilidad, habrá dado muestras de cierta plasticidad y pragmatismo, que le darán plafón para desarrollar un nuevo vínculo con unas fuerzas políticas que, aún desconcertadas, le alteraron varias noches de su luna de miel. En tiempos de pan y cebolla, mejor no sumar discusiones.
A los sueños oficialistas se añade la ilusión de profundizar en su favor (y no en su contra a la hora de votar en el Congreso) las grietas cambiemitas y peronistas.
Los más prudentes tienen como objetivo esencial alisar el camino para facilitar las políticas del Gobierno. El oficialismo aprendió que no será gratis. No hay victorias definitivas. Pero si se cuentan bien, pueden parecerlo. Y en eso, Milei y los suyos han demostrado habilidad.
Los libertarios más entusiastas, entretanto, ponen la vista y trabajan para las elecciones legislativas del año próximo, lo que suma una nueva incomodidad y amenaza para los opositores que gobiernan territorios en los que Milei conserva y acrecentó su imagen positiva desde las elecciones presidenciales, a pesar de que en términos objetivos la situación socioeconómica haya empeorado. Otra batalla contra el tiempo que el mileísmo trata de aprovechar mientras conserva ratios de popularidad que en la comparación con los de sus adversarios lo exhiben como a Gulliver entre liliputienses.
Karina y Caputo, de compras
La hermanísima Karina Milei y el gurú Santiago Caputo avanzan en el ordenamiento partidario para consolidar a dirigentes fieles, para neutralizar o echar a franquiciados no confiables y, sobre todo, para captar nuevos referentes en todas las provincias y en la mayor cantidad de ciudades posibles.
El objetivo (sin pretensión de originalidad) está puesto en captar personas reconocidas y populares de cada lugar que tengan afinidad o, al menos, no contradigan demasiado el ideario (o imaginario) libertario. “No importa de dónde vengan, sino a dónde quieren ir”, es otra máxima kirchnerista que hizo propia el mileísmo. Si, además, esos fichajes implican traspasos de bajo costo y alto rédito de otras fuerzas, mucho mejor. Suma doble.
En ese proceso de captación de posibles candidatos trabajan con consultores experimentados en campañas tanto cambiemitas como peronistas. El propio Caputo y sus exsocios Guillermo Garat y Rodrigo Lugones tienen miles de millas acumuladas en esos territorios, incluida la última elección en la que tuvieron tanto clientes de La Libertad Avanza tanto como de Unión por la Patria.
Los viejos rencores que el trío tiene con una parte del macrismo nunca se apaciguaron, especialmente con Jaime Durán Barba, el gurú que los hizo debutar en las ligas mayores, y con Marcos Peña, quien acaba de volver a escena con un flamante libro cuyos postulados poco parecen tener que ver con la estética y la ética libertarias. Un aliciente más que tiene Caputo para seguir horadando el plantel que formó Mauricio Macri, como lo vienen haciendo para fastidio del fundador y con la gracia de varios dirigentes amarillos que compiten por mostrarse disponibles para lo que el oficialismo mande.
En ese proceso de ampliación han avanzado en algunos acuerdos rentados con instituciones privadas y públicas (sí, aunque parezca extraño) para hacer jornadas de capacitación y captación de dirigentes y probables candidatos en el interior del país. El caballo ganador siempre tiene esponsoreos a disposición.
El cierre de un acuerdo con los gobernadores sobre el proyecto de “Ley de bases” operaría no solo como un motorizador para el tratamiento en el Congreso, sino también como un acelerador para la estrategia política electoral. Win-win.
Por eso, los sectores políticos del Gobierno (que los tiene) están convencidos de encontrarse a las puertas de un avance crucial. Si la inspiración presidencial no dicta algo diferente a último momento.
Un acuerdo por la “Ley de bases” puede servirles a la oposición aliada y a Milei
Sin certezas sobre el futuro inmediato, todos piensan en los próximos comicios
La motosierra le llegó a la ley ómnibus y opera como un atajo para los dialoguistas
“Preguntame lo que quieras”, repite Ezequiel Atauche . A pesar de las dificultades legislativas de estar en franca minoría, con solo siete senadores propios, el jefe del bloque de La Libertad Avanza en el Senado se muestra cómodo en su rol político. Cultiva un perfil distendido, afable, que contrasta con el estilo señorial de la Cámara alta.
En su primera experiencia política, se muestra hiperactivo y pragmático. “Con leyes y decretos menos abarcativos vamos a tener un mejor resultado”, analiza, tras el fracaso de la ley ómnibus en Diputados y del DNU en la Cámara alta.
Atauche defiende la candidatura del juez federal Ariel Lijo a la Corte Suprema, aunque reconoce la complejidad que implicará conseguir el acuerdo del Senado. “Que alguien tenga experiencia no lo convierte en casta”, ensaya en su defensa, para lo cual busca una redefinición del concepto rector del dogma libertario: “Un político que busca por sobre todo su beneficio personal, eso es lo que yo creo que es la casta”.
–¿Por qué se metió en política?
–Previo a esta experiencia con La Libertad Avanza no había estado en ningún partido ni había participado en política nunca. Yo soy un emprendedor, un empresario como cualquier otro que estaba cansado de cómo nos venían manejando y decidí meterme, levantar la mano, involucrarme. También para aportar desde mi visión de emprendedor. Encontré en La Libertad Avanza los valores que a mí me representan.
–¿Cómo es su vínculo con la vicepresidenta Victoria Villarruel? ¿Trabajan en conjunto?
–Nos llevamos muy bien. Tengo un diálogo, de hecho acabo de hablar hace un ratito. Ella también se ocupa mucho de la relación con los otros jefes de bloque y en esa relación yo estoy por supuesto en el medio apoyando para sostener siempre esta mayoría que logramos en el Senado.
–Los 39...
–Sí, los 39, que a veces son 37, a veces son 38. Vamos viendo según el tema, según la ley, según el momento del país. También tenemos diálogo con el kirchnerismo, los escuchamos. Ese es mi rol.
–¿Qué considera que pasó con el rechazo del DNU 70/2023, cuando esa mayoría circunstancial de 39 senadores se quebró?
–El DNU tenía el rechazo de muchos sectores que ya habían manifestado que no iban a apoyarlo. En la sesión teníamos más o menos previsto que eso podía pasar porque habíamos trabajado mucho y sabíamos cuál era la opinión de los senadores.
–¿Cree que podían seguir postergando el llamado a sesionar o coincide con Villarruel en que había que cumplir el reglamento?
–Había que cumplir con el reglamento. El Senado tiene que funcionar, es un cuerpo democrático. Vamos a pelear ley por ley. Tengo la esperanza de que con leyes y con decretos menos abarcativos vamos a tener un mejor resultado, que es lo que vamos a intentar ahora en esta segunda ola de reformas.
–¿Cómo está trabajando la nominación de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para la Corte? Tanto Francisco Paoltroni como la vicepresidenta ya se manifestaron en contra de Lijo.
–Lo que intentamos todos aquí es, primero, respetar la opinión de cada uno de los senadores, sean nuestros o sean ajenos. En mi caso, voy a buscar empujar las decisiones del Presidente. Este tipo de decisiones tienen que aprobarse por una mayoría agravada de 48 senadores, así que si no hay un amplísimo consenso, no va a haber buenos resultados.
–¿Usted está de acuerdo con las nominaciones de Lijo y GarcíaMansilla?
–Ya lo expresó el Presidente y también Adorni. Hay una decisión basada en la experiencia y en la capacidad que evidentemente vio el Ejecutivo en estas dos personas. A mí me corresponde hoy apoyar lo que diga el Presidente. Si el Senado no los aprueba, habrá otra propuesta, así es la democracia.
–¿Y cómo se trabajan las diferencias dentro del oficialismo?
–Nosotros hemos escuchado lo que opinó Paoltroni. Él tiene una situación específica en su provincia [Formosa] que justifica su posición. Como te digo, independientemente de que seamos un bloque, aquí los senadores tienen su forma de pensar y él es libre de expresarla. Ahora, yo te puedo hablar como jefe del bloque y nosotros estamos alineados con la política del Ejecutivo.
–Para lograr los dos tercios es imprescindible que acompañe un sector de Unión por la Patria, que reúne a 33 senadores.
–Sobre este tema no hablé todavía. No hay expresiones claras de su parte. En estos días comenzaré a hacer los llamados de rigor para consultar su posición sobre ambas nominaciones, así como de otros temas. Corresponde que mantenga el diálogo de forma permanente. Ellos tienen un bloque muy grande, muy representativo, y hay que escucharlos, independientemente de su oposición manifiesta a la mayoría de las decisiones del Presidente.
–Usted estaba al tanto de los nombramientos de los familiares de la senadora Vilma Bedia?
–Sí, creo que ahí hubo un error que tiene que ver con la inexperiencia. A ver, uno siempre intenta poner gente de confianza, pero en este caso se le fue la mano. No es lo que nosotros queremos dentro del espacio. Se lo expresamos de esa manera y ella lo entendió y lo corrigió. No está bien que lo haya hecho, pero lo que sí estuvo bien es que de forma inmediata se corrigió la situación.
–¿Hay tensiones con los socios de LLA por el armado del partido que realiza Karina Milei?
–Sí, es lógico que si pensamos en armar el partido a nivel nacional, el peso específico de cada uno de los partidos de aquella alianza decrece y ahí es donde viene la queja. Pero creo que se puede coordinar, no es algo difícil. Esas personas hoy forman parte de La Libertad Avanza, entonces no creo que haya mayores inconvenientes.
–¿Cuál será la suerte de la nueva “Ley de bases?
–La nueva ley tiene mucho consenso. Si bien tenemos números muy justos en el Senado, porque los 33 de Unión por la Patria ya sabemos que no van a acompañar, eso lo entienden perfectamente los gobernadores. El jueves hubo una reunión con los mandatarios de Juntos por el Cambio y el mensaje general parece ser de apoyo. Ahora, eso no significa que llegado el momento nos vayan a apoyar al 100%, pero creo que vamos a tener que terminar de construir la relación con los gobernadores de forma que eso suceda.
–¿Cree que el estilo de comunicación del Presidente atenta contra esos consensos?
–Nuestro espacio está abierto al diáTexto logo, pero todo tiene un límite y ese límite está en si los gobernadores quieren seguir tirando de la cuerda para obstruir. Todos entendemos que es el momento ya de saltar esta valla que es la “Ley de bases” para que la Argentina pueda avanzar en las reformas que necesitamos. Tenemos un presidente que, a diferencia de otros, no tiene miedo y avanza con mucha decisión. Trazó un camino que es muy claro y no se mueve de ahí, y eso es lo que la gente ha votado. Nosotros queríamos un presidente que venga a cambiar las cosas, no podíamos ir con medias tintas porque la Argentina estaba partida en mil pedazos. Nadie, ni el más optimista, se imaginaba el orden que estamos teniendo de las cuentas nacionales con solo algunos meses de trabajo. Y eso tiene que ver con la firmeza con la que el Presidente asume sus objetivos y los comunica. A mí eso realmente me resulta no solo refrescante, sino que también me parece el camino que hay que seguir. Hay mucha especulación por parte de los gobiernos provinciales que no quieren cortar con la fiesta, que no quieren mostrar sus números. A nivel nacional hemos bajado muchísimo los gastos y las provincias no están en esa misma sintonía. Nosotros venimos a cambiar la política, no a destruirla, pero sí a cambiarla.
–¿La postulación de Lijo para la Corte es cambiar la política? Su nominación fue cuestionada por un amplio abanico de entidades.
–Como dije hace un rato, yo lo que creo es que el Presidente ha hecho las postulaciones con base en la experiencia y capacidad profesional de cada uno de ellos. Por ese lado, la elección de ambos está justificada.
–¿Lijo no se podría considerar como parte de “la casta”?
–Que alguien tenga experiencia no lo convierte en casta. Necesitamos gente experimentada, sobre todo en posiciones importantes como es la Corte. Creo que la definición de casta es otra cosa.
–¿Cuál sería?
–Un político que busca por sobre todo su beneficio personal, eso es lo que yo creo que es la casta. Hay políticos de experiencia que no son casta porque realmente buscan el bien común de la Argentina.
–¿Cómo recuperarán esa mayoría de 39 senadores?
–El gran desafío para mí es hacerles entender a todos los senadores cómo es la nueva política que queremos y que por sobre todo entiendan que hay que dejar las mezquindades políticas y ponerse a trabajar todos juntos por la Argentina.
–¿Cómo se llega al Pacto de Mayo?
–Lo que pase con la “Ley de bases” va a ser absolutamente definitorio para el Pacto de Mayo, porque es un nuevo capítulo para la Argentina. El Presidente y los argentinos le están dando una nueva oportunidad a la política para que se ponga a la altura de las circunstancias.
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A las puertas de un avance en el Congreso
Claudio JacquelinJavier Milei
Si lo acordado el jueves pasado se plasma esta semana en los papeles, el Gobierno habrá dado un paso más que importante para iniciar una nueva etapa
Sin embargo, los gobernadores de Juntos por el Cambio (JxC) que están dispuestos a darle su aval (y comprometer los votos) al tupacamarizado proyecto de “Ley de bases” del Gobierno quieren ver para creer antes de comprometerse y exponerse más de lo que ya lo han hecho. Los antecedentes y los resultados conspiran contra la fe y la confianza.
Los mandatarios provinciales mantienen aún algunas pocas dudas sobre el contenido final de los puntos más críticos en discusión, como son los recursos para las cajas de jubilaciones provinciales no transferidas, obras públicas hoy paralizadas y el piso del impuesto a las ganancias, entre otras. Aunque todos admiten avances en esos ítems.
“Siempre aparece algo que te cambia la bocha y nunca es demasiado claro a qué se debe el cambio”, argumenta uno de los gobernadores para fundamentar su prudencia.
El buen clima que las partes dicen que se respira en las reuniones lideradas por el ministro del Interior, Guillermo Francos, y a las que últimamente se asoma el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, no logra despejar del todo la desconfianza que marca el vínculo con un gobierno cuya toma de decisiones les resulta tan centralizada como imprevisible. Las mamparas de las cabinas de admisión del Ministerio de Economía y de la Presidencia no son traslúcidas para los extranjeros. A veces, tampoco para los locales.
“Como dijimos el jueves, el texto va a estar esta semana. En esto días nos reuniremos con los gobernadores y referentes de los sectores dialoguistas que nos faltan y terminaremos de ajustar los detalles de la versión final. Queremos que la semana del 15 la traten en las comisiones de Diputados y la siguiente llegue al recinto”, explica uno de los principales funcionarios involucrados en la negociación con los jefes provinciales.
“Nosotros creemos que el texto final va a estar recién en dos semanas y esperamos que el paso del tiempo no le agregue sorpresas de último momento”, dice uno de los mandatarios que participaron del encuentro del jueves, que pasó de la reticencia a un mesurado optimismo.
Sin embargo, el gobernador adelanta que la oposición dialoguista (en la que se enrola con algunas diferencias) no puede retacearle el apoyo a esa iniciativa nodal del oficialismo después de los recortes hechos al texto original.
“Aunque en el Gobierno no lo admitan, la motosierra les tocó a ellos. Tuvieron que podarle casi dos tercios de su articulado y en cuestiones muy sensibles para ellos, como el lapso de vigencia de la emergencia económica y el alcance de la delegación de facultades al Poder Ejecutivo”, explica otro mandatario cambiemita que siempre fue más proclive a conceder esa herramienta legal fundamental para la administración Milei.
“Tenemos que darle esa llave así arranca de una vez y deja de tener excusas, que le cedemos gratis nosotros para que siga culpando de todo a la herencia recibida. Si le va bien, demostramos que no le ponemos palos en la rueda, y si le va mal, no podrá responsabilizar a los demás”, argumenta otro referente del ala colaboracionista del radicalismo. Esa posición choca contra lo que opina el sector que lidera el presidente de la UCR, Martín Lousteau, remiso a las concesiones al oficialismo y que levantó el perfil diferenciador.
El viejo partido está precisamente más partido que nunca, especialmente entre quienes tienen territorios que gobernar y la conducción partidaria, que carece de esa carga de responsabilidad.
Los primeros priorizan las necesidades de sus provincias tanto como miran la base electoral que los puso en el gobierno. En muchos casos, sus votantes optaron en el plano nacional por Javier Milei, sobre todo en el balotaje, cuando lo hicieron masivamente. Por eso, la mayoría ya mira el calendario del año próximo para desdoblar las elecciones. Aunque todavía faltan tantas cosas por pasar, prefieren ser precavidos.
En la cima radical, en cambio, prima una mirada escéptica sobre el plan económico del Gobierno, que se suma a la distancia que hay respecto de Milei y de La Libertad Avanza en casi todas las materias políticas y sociales. Suficiente motivo para que esa dirigencia se muestre refractaria a darle la herramienta que necesita el Gobierno sin pedir otras concesiones o marcar más diferencias. El problema no es solo para el radicalismo.
La necesidad de sumar el más de medio centenar de votos en la Cámara de Diputados que el Gobierno no tiene aún asegurados o que solo son una promesa líquida lo obliga a evitar cualquier fuga de los sectores más colaborativos. Lo mismo ocurre con las distintas tribus que conviven en el seno del peronismo.
La oposición, al igual que el Gobierno, mira el calendario tanto como la temperatura de la calle y de las redes sociales y hace proyecciones, pero nada le da señales esclarecedoras suficientes para adoptar decisiones con alguna seguridad, más allá de las creencias y las convicciones.
Por eso, los dialoguistas, a diferencia de los colaboracionistas de Pro, pretenden hacer las concesiones mínimas y necesarias, a la espera de que pase el tiempo y se demuestre si el apoyo social al Gobierno es inmune a las consecuencias del ajuste y la profunda recesión, que estarían entrando en su fase más aguda en esta estación.
Ante esa realidad incierta, el aval de los gobernadores cambiemitas a “Ley de bases” podría tener facetas ventajosas tanto para esos opositores escépticos como para el oficialismo. Para los primeros, los enormes recortes hechos al proyecto original resultarían una coartada para justificar su apoyo y quedar a salvo de nuevos tropiezos del Gobierno.
Para Milei y los suyos sería el paso adelante crucial para mostrar una sustentabilidad legal y política de sus acciones, que le reclaman hasta el Fondo Monetario y los Estados Unidos, a pesar de las muestras de sujeción (y sumisión) dadas a esos factores de poder.
Especialmente notorio ha sido en ese plano el trato más que preferencial dado por el propio Presidente a una jefa militar que en el esquema del poder de Estados Unidos ocupa un lugar de segundo o tercer nivel. Muchos jefes de Estado de países relevantes para la Argentina podrán envidiar a la general Richardson. Y habrán mirado con incredulidad un espectáculo que en otras épocas habría sido motivo de escándalo fronteras adentro.
Es cierto que del ambicioso proyecto inicial de la ex megaley ómnibus quedan afuera demasiadas cosas demasiado relevantes para las promesas y el ideario libertario. Sin embargo, aún acotada, la emergencia económica y la delegación de facultades son herramientas poderosas para avanzar sin atravesar nuevos peajes legislativos. Quedan dudas aún sobre aspectos claves, que seguirán siendo tema de discusión con gobernadores y legisladores.
De todas maneras, para eso todavía faltan bastante tiempo y trámites. En lo inmediato, contará haber llegado a un acuerdo básico con una buena parte del sistema político que, aunque no le garantiza, le promete un paso menos ripioso por el Congreso. Oxígeno político en tiempos de asfixia. No es poco.
Al mismo tiempo, el Gobierno, que se jacta de su inflexibilidad, habrá dado muestras de cierta plasticidad y pragmatismo, que le darán plafón para desarrollar un nuevo vínculo con unas fuerzas políticas que, aún desconcertadas, le alteraron varias noches de su luna de miel. En tiempos de pan y cebolla, mejor no sumar discusiones.
A los sueños oficialistas se añade la ilusión de profundizar en su favor (y no en su contra a la hora de votar en el Congreso) las grietas cambiemitas y peronistas.
Los más prudentes tienen como objetivo esencial alisar el camino para facilitar las políticas del Gobierno. El oficialismo aprendió que no será gratis. No hay victorias definitivas. Pero si se cuentan bien, pueden parecerlo. Y en eso, Milei y los suyos han demostrado habilidad.
Los libertarios más entusiastas, entretanto, ponen la vista y trabajan para las elecciones legislativas del año próximo, lo que suma una nueva incomodidad y amenaza para los opositores que gobiernan territorios en los que Milei conserva y acrecentó su imagen positiva desde las elecciones presidenciales, a pesar de que en términos objetivos la situación socioeconómica haya empeorado. Otra batalla contra el tiempo que el mileísmo trata de aprovechar mientras conserva ratios de popularidad que en la comparación con los de sus adversarios lo exhiben como a Gulliver entre liliputienses.
Karina y Caputo, de compras
La hermanísima Karina Milei y el gurú Santiago Caputo avanzan en el ordenamiento partidario para consolidar a dirigentes fieles, para neutralizar o echar a franquiciados no confiables y, sobre todo, para captar nuevos referentes en todas las provincias y en la mayor cantidad de ciudades posibles.
El objetivo (sin pretensión de originalidad) está puesto en captar personas reconocidas y populares de cada lugar que tengan afinidad o, al menos, no contradigan demasiado el ideario (o imaginario) libertario. “No importa de dónde vengan, sino a dónde quieren ir”, es otra máxima kirchnerista que hizo propia el mileísmo. Si, además, esos fichajes implican traspasos de bajo costo y alto rédito de otras fuerzas, mucho mejor. Suma doble.
En ese proceso de captación de posibles candidatos trabajan con consultores experimentados en campañas tanto cambiemitas como peronistas. El propio Caputo y sus exsocios Guillermo Garat y Rodrigo Lugones tienen miles de millas acumuladas en esos territorios, incluida la última elección en la que tuvieron tanto clientes de La Libertad Avanza tanto como de Unión por la Patria.
Los viejos rencores que el trío tiene con una parte del macrismo nunca se apaciguaron, especialmente con Jaime Durán Barba, el gurú que los hizo debutar en las ligas mayores, y con Marcos Peña, quien acaba de volver a escena con un flamante libro cuyos postulados poco parecen tener que ver con la estética y la ética libertarias. Un aliciente más que tiene Caputo para seguir horadando el plantel que formó Mauricio Macri, como lo vienen haciendo para fastidio del fundador y con la gracia de varios dirigentes amarillos que compiten por mostrarse disponibles para lo que el oficialismo mande.
En ese proceso de ampliación han avanzado en algunos acuerdos rentados con instituciones privadas y públicas (sí, aunque parezca extraño) para hacer jornadas de capacitación y captación de dirigentes y probables candidatos en el interior del país. El caballo ganador siempre tiene esponsoreos a disposición.
El cierre de un acuerdo con los gobernadores sobre el proyecto de “Ley de bases” operaría no solo como un motorizador para el tratamiento en el Congreso, sino también como un acelerador para la estrategia política electoral. Win-win.
Por eso, los sectores políticos del Gobierno (que los tiene) están convencidos de encontrarse a las puertas de un avance crucial. Si la inspiración presidencial no dicta algo diferente a último momento.
Un acuerdo por la “Ley de bases” puede servirles a la oposición aliada y a Milei
Sin certezas sobre el futuro inmediato, todos piensan en los próximos comicios
La motosierra le llegó a la ley ómnibus y opera como un atajo para los dialoguistas
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