domingo, 26 de mayo de 2024

DE NO CREER Y AL MARGEN


Milei, en el Luna: que viva el rock nacional y liberal

CARLOS M.REYMUNDO ROBERTS
Toda mi vida admiré la sabiduría de los refranes populares. Cuánta ciencia, filosofía y calle contiene, por ejemplo, “en boca cerrada no entran moscas”, el preferido de Javi Milei. Cristina se inclina por “el que las hace las paga”. ¿Alberto? “Nadie es profeta en su tierra”. Ninguna sentencia más certera que “el mundo es un pañuelo”: a Lijo podés encontrarlo defendiéndose de acusaciones horribles en el Consejo de la Magistratura y también preparando su ingreso como juez de la Corte. Esta semana me vino a la cabeza otro de los clásicos: “Al mal tiempo… copamos el Luna Park”.
Alguno podría objetarme el orden de los factores. El recital del Presi fue pensado mucho antes de que el Indec informara que el PBI de marzo buceó en las profundidades: un derrumbe del 8,4%. No ha lugar al reclamo: ya sabíamos que Toto Caputo se había llevado Actividad Económica a marzo. ¿Javi podría cambiar de ministro? No, de materia. Considera que ese bochazo está más que compensado por los éxitos en la lucha contra la inflación, en la reducción del déficit y en la ferocidad del ajuste, “el más grande en la historia de la hudo, manidad”, definición inapelable. Sería de maestro Siruela reprocharle a Titán Toto que la construcción se haya retraído 30%; la industria, 19,6%, y el comercio, 16,7%. Tranquis, eso fue hace dos meses. No hay mal que dure 100 años.
Si hablo de clima inestable es porque de pronto los patitos rompieron la fila. Me fui dos días del país y cuando volví estábamos en guerra con España, el Gobierno había abortado –o interrumpido voluntariamente la gestación– del Pacto de Mayo, el blue mostraba su temperamento, la casta se hacía fuerte en el Senado para frenar la Ley Bases y, uh, qué dolor, a Javi lo acusaban de haber plagiado en su libro párrafos enteros. Empecemos por esto, dada la gravedad de la imputación. Si es verdad que copió a otros autores, fue un acto de increíble generosidad: esos tipos, ilustres desconocidos, jamás imaginaron que un presidente los iba a hacer partícipes de un monumental best seller. En todo lo demás –guerra anticolonial con España, Pacto de la Moncloa II, Ley Bases y dólar– veo claramente el largo brazo del kirchnerismo. Sí, ahí están esos populistas obstruyendo, embarranodiando haber sido corridos por un populista liberal trending topic.A rey muerto, rey puesto.
Algunas cositas, reconozcamos, no son atribuibles al Instituto Patria. Víctima de internas feroces, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, ya está repartiendo su CV entre headhunters. No hay caso: a los CEO les cuesta hacerse pasar por políticos. ¿Karina lo tenía en la mira? El pez grande se come al chico.
Con ese panorama castaño oscuro, agravado por las protestas en Misiones, lógico que Santi Caputo, el gurú del marketing surgido (y echado por picarón) del semillero de Durán Barba, pensara en convertir la presentación del libro en un gran festival heavy metal. Si tu cliente es “un verdadero Stone”, como llama al Presi su biógrafo, meté parafernalia, llená las tribunas, ponele un micrófono y que viva el rock. El Luna Park podrá ahora proclamar: acá cantaron Frank Sinatra, el Potro Rodrigo y Javier Milei; acá pelearon Bonavena, Karadagian, Monzón y Milei; acá hicieron historia Perón, Evita y Milei; acá descendieron las fuerzas del cielo: Juan Pablo II y Milei. Dios los cría y el Luna los junta.
Es cierto: sin quererlo les salió un acto típicamente kirchnerista. ¡Libertarios, no se me tiren encima! Acabo de decir que esa no era la intención. Por supuesto, estuve en el estadio. Miraba la performance de Javi, el rey de la selva, y tenía reminiscencias de las grandes interpretaciones de la reina de Tolosa. La centralidad hollywoodiana del líder carismático, un gabinete uniformado dispuesto al sacrificio de reír y aplaudir, la interacción del orador con la platea, el reflejo autorreferencial y docente, el histrionismo, los guiños cargados de intencionalidad, las cámaras haciendo foco en los convidados a la mesa del Señor, el discurso incomprensible que arranca ovaciones y lágrimas. Javi, si veo el show del miércoles como una película muda adivino que no te perdías una sola cadena nacional, o no se las perdía el gurú. Eso es lo que me gusta de vos: te quedaste con las fórmulas que le funcionaban a la señora; la magia para enamorar multitudes, la oralidad y el relato como fuentes de toda razón y justicia. Por haber tuneado el credo liberal hasta convertirlo en un hit que compitió en rating con Gran Hermano, y ser tapa de Time, ya te ganaste el cielo. Por supuesto, si la película tiene sonido las diferencias son brutales: te pasaste 15 minutos elogiando los monopolios, justa reivindicación de los poderes concentrados. Pero lejos de comer vidrio: cuando las prepagas se cartelizaron, les tiraste el Estado encima. No miren lo que yo digo, sino lo que yo hago. Perdón, perdón, no es un refrán popular: lo decía Néstor.
Al mal tiempo, que Javi cante en el Luna. La música aplaca las fieras
Javi se quedó con lo mejor de Cris: la magia para enamorar multitudes

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Antes que nada, Milei es un acto de fe
HÉCTOR M. GUYOT

Más allá de los pronósticos, nadie sabe a ciencia cierta a dónde conduce un proceso político. El futuro no está escrito, y la acción humana y el azar pueden combinarse de modos insospechados. Sin embargo, ese estado de incertidumbre alcanza un pico cuando hay transformaciones que suponen el desplazamiento de las capas tectónicas sobre las que estamos parados. Eso es lo que parece estar pasando hoy en la Argentina. Nadie sabe con certeza hacia dónde nos lleva Javier Milei. Salvo, quizá, sus seguidores más fieles, que lo acompañan fervorosos en su peregrinaje hacia la tierra prometida.
Hoy, antes que nada, Milei es un acto de fe. Lo vimos durante la presentación de su libro en el Luna Park. Los mismos libertarios llaman “misa” a ese tipo de encuentros en los que caben el rock, la política y la exposición de ideas, además de un sermón en el que el líder, con las maneras de un predicador, hace una lectura de la doctrina y rinde homenaje a los profetas Hayek, Von Mises y Rothbard, aplaudidos por un público iniciado en misterios que acaso no comprende del todo, pero en los que cree.
El mayor acto de fe es del propio Milei. Primero, en sus ideas. Se abraza a ellas con la entrega del converso. En esto, es la antítesis de los líderes kirchneristas. Néstor y Cristina Kirchner actuaron como ardientes defensores de causas en las que no creían, tal como la dirigencia peronista que los siguió. Cualquier idea hubiera sido buena para ellos si les permitía seguir gozando del poder. En el teatro de la política, Cristina Kirchner representó un papel ajeno con guion estudiado. Milei, en cambio, sale a escena siendo él mismo y dice lo que piensa. No hay impostura. Por eso el establishment tiembla cuando el Presidente abre la boca. No sabe bien qué hacer con él.
Esa falta de dobleces, esa frontalidad sin filtro, explica buena parte del apoyo popular que conserva. Su falta de protocolo, que a veces lo asemeja a un mono con navaja, contrasta con el cinismo de la era K y desenmascara la hipocresía de políticos corruptos que se han parapetado detrás de discursos vacíos. “Por fin alguien les quita la máscara y los manda a guardar”. En medio de la malaria que dejaron los Kirchner, el Presidente reconforta a una golpeada ciudadanía con una dulce revancha y activa la sensación catártica que produce el desmoronamiento de la mentira.
Por otro lado, Milei dirige hacia sí mismo ese acto de fe. Cree en él. Y se ocupa de alimentar esa fe suya en su persona, acaso en la idea de que de ella depende que quienes le creen le sigan creyendo. En la afirmación de su ego de rey león,
Milei debe mantenerse por encima de los demás (“¿usted se va a poner a discutir con una cucaracha?”). Y sobre todo de quienes lo critican, “liliputienses que no están acostumbrados a ver a una persona que es uno de los dos líderes más importantes del mundo”. Su cruzada global no conoce fronteras: “Soy el máximo defensor de las ideas de la libertad”. El hecho de que se crea o actúe como una suerte de iluminado es parte de su fuerza. Y de su fuerza de atracción. Esa fe, entonces, no puede decaer.
La prédica global que ha emprendido, y que llegó hasta la tapa de la revista Time, se basa en esa doble fe sin fisuras. Milei ha dicho que no transa en la defensa de sus valores libertarios. La cuestión es que sus ideas son tan extremas, y tan acérrima es la defensa de sus dogmas de fe, que no deja resquicio para el diálogo. La fe no se negocia. Ahí aparece, sin haber sido invitado, Laclau: todo aquel que objeta algún aspecto de su credo es visto por Milei como un hereje digno de ataque, y la dinámica amigo/enemigo se impone sola, sin remedio.
Ideas extremas, disruptivas, ruidosas; un ego en expansión constante; una tendencia a la confrontación y el insulto; un sentido de la espectacularidad. Por momentos, se diría que Milei vive en el mundo real con la lógica de las redes sociales más calientes. Le sale de forma natural. Y como la realidad parece cada vez más una extensión del mundo virtual, y no al revés, ese modo de ser le ha permitido llegar lejos.
El gobierno libertario propone un festival de la fe. Cerca de los creyentes, hay una franja de la sociedad que quiere creer y por momentos lo hace, aunque con beneficio de inventario. Tiene lógica. A fin de cuentas, las ideas económicas del Presidente parecen apuntar en el buen sentido, al menos si se trata de desarticular el corporativismo corrupto macerado en el país durante décadas, que el falso progresismo de los Kirchner llevó a su peor expresión.
Dicen los que saben que la buena marcha de la economía depende de un voto de fe. Lo que está por verse es si, en este trance, se trata de la fe libertaria. Está muy bien creer y cada cual cree en lo suyo. Los problemas empiezan cuando la fe, cualquiera sea, te conduce a un fanatismo que cancela el diálogo y te divorcia de la realidad. También, de la política. En la vida virtual yo puedo inventarme un avatar, crear una dimensión paralela y bloquear a los que no me gustan. No ocurre lo mismo afuera.
Igual, aunque no sepamos bien hacia dónde vamos, tengamos fe. En algo, al menos. Una fe de ojos abiertos
Se diría que el Presidente vive en el mundo real con la lógica de las redes sociales más calientes. Y como la realidad parece ya una extensión del mundo virtual, le ha ido bien


http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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