domingo, 26 de mayo de 2024

LA PARTE Y EL TODO Y MICHAEL IGNATIEFF




Las batallas que gana y que pierde Milei
Entre el Presidente que habla y el que gobierna hay una brecha importante
Por Sergio Suppo

Javier Milei no ahorra en definiciones, empeña su patrimonio político en adjetivos extremos y gasta lo que no tiene en elogios para sí mismo. “Soy el mayor exponente de la libertad en el mundo”, dijo esta semana a su regreso del viaje a Madrid, tras un viaje que electrocutó, en sociedad con el premier Pedro Sánchez, la relación de la Argentina con España, segundo inversor en nuestro país.
Maravillado por la repentina fama global que alcanzó tan rápido como resultó su vertiginoso ascenso a la presidencia, dijo también haber sido considerado como “el segundo líder del mundo”.
El miércoles, el Presidente llenó el viejo Luna Park para hacer algo nuevo en la política de estos parajes. Dictó a todo el país una compleja conferencia solo comprensible para algunos expertos en teorías económicas.
Pareció un fallido comunicacional, pero no faltarán quienes “la ven” para hacer notar que el público de fanáticos que lo siguió en el lugar, así como los millones de espectadores desde sus casas, no valoraron a Milei por lo que no entendieron sino por el sentimiento y el embravecido énfasis que pone para expresarse.
La síntesis que proponen los exégetas sería más o menos así, en palabras de un seguidor alejado de los conocimientos de la economía: “Si este hombre se enoja tanto y pone tanta pasión en lo que dice debe tener razón, aunque yo no le entienda una palabra.”
Milei tiene el magnetismo de los grandes oradores, aquellos a los que se los veneraba más por el modo de lo que decía que por lo que decían. Si se entendiera lo que dice, tal vez sería un problema para él.
No le va mal a Milei. Es lo que él mismo cree y es lo que indican los sondeos de opinión que miden a diario su imagen y la de su gestión.
Es tan grande el impacto que esta circunstancia causa en el libertario que se anima a asegurar sin pruritos que supuestas estadísticas lo ponen en el podio de los mejores del mundo y “máximo exponente” del liberalismo.
“Por eso nos divierte tanto”, le dijo a su vocero Manuel Adorni en el Luna Park cuando se mencionaron sus viajes por el mundo para dar la “batalla cultural”, versión opuesta a la misma intención con la que Cristina Kirchner saturó a los argentinos durante años, en infinitas cadenas nacionales.
Milei parece fascinado por las invitaciones que recibe y responde para hablar en foros y actos y para retratarse con celebridades de la economía del conocimiento. Ya tiene programados sendos viajes a España y Estados Unidos para las próximas semanas.
El libertario hace lo que suelen hacer los expresidentes que salen a contar sus hazañas por el mundo. En este caso, antes de que sus logros empiecen a ser apreciados por sus ciudadanos, Milei los cuenta por anticipado mientras levanta el dedo ante auditorios a los que les advierte que por muy capitalistas que se crean en realidad están contaminados de socialismo. Esa es la misión que se asigna: viajar para advertir al mundo occidental que están infiltrados por el izquierdismo.
En el más modesto universo de los hechos cotidianos de un país cruzado por un gran esfuerzo de sobrevivencia, ocurren cosas más tangibles que los discursos evangelizadores y las peleas con otros mandatarios que encandilan al Presidente.
Es en ese terreno de lo concreto donde se jugará la verdadera suerte libertaria. Y en ese plano, Milei empezó a entrever una buena noticia que no pasa de ser apenas incipiente: la inflación empezó a bajar.
La consolidación de la desaceleración de los precios, arma política que mantuvo en el poder durante una década a Carlos Menem, es la llave que le abrirá el futuro a Milei.
La terapia utilizada que permite ver una curva descendente es la otra cara de la moneda. El Gobierno insiste en repetir que sobrevendrá un rápido rebote de la actividad. La famosa V.
Ese futuro hipotético se hunde en indicadores del presente que muestran que el ajuste, además de restablecer el ansiado superávit fiscal, acentuó una recesión que semana a semana multiplica los cierres de pequeñas y medianas empresas y los despidos en compañías de todos los tamaños.
Aunque se trata de una realidad palpable, esos indicadores son corroborados por encuestas donde por primera vez en mucho tiempo aparece el temor a perder el empleo entre las preocupaciones más extendidas. Milei necesita mostrar que la economía arrancará en poco tiempo, un deseo que muchos especialistas afines al oficialismo ponen en duda.
Entre el Milei que habla y el Milei que gobierna empieza a notarse una brecha importante. Lo demuestra la virtual regulación que introdujo a las apuradas luego de liberar los precios de las empresas de medicina prepaga. Y lo confirma el freno a la eliminación de subsidios a las tarifas de los servicios de transporte, gas y electricidad, en especial en la zona metropolitana. Hay otros ejemplos, como el aumento de impuestos a contramano de la promesa de eliminarlos.
El discurso beligerante contra el sistema político también choca con la decisión de arreglar los conflictos soltando recursos después de una tormenta de palabras. Es lo que pasó luego de la pelea con los rectores de las universidades nacionales, marchas multitudinarias mediante.
Más complicado todavía es el trabajoso trámite de la Ley Bases, empantanado en el Senado que expondrá al Presidente hoy en Córdoba. Un acto en solitario reemplazará a aquel que esperaba, rodeado por los principales actores políticos del país para firmar un documento de subordinación a sus ideas liberales.
A Milei le sirvió hasta ahora condenar a quienes le impidieron tener las leyes que pidió en el Congreso. Pero el largo tramo hasta contar con una estructura de poder propia puede convertirse en una odisea peligrosa si no logra establecer al menos códigos básicos de convivencia y respeto.
En política, tener demasiados amigos que en realidad no lo son puede ser tan peligroso como elegir no tener ninguno.
No todo es lo que se dice. No todo es lo que se hace. De la síntesis de ambos mundos, surgirá la suerte final de un presidente con un gobierno que no termina de ser experimental.

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Michael Ignatieff, un liberal en la defensa de los valores democráticos
El intelectual canadiense, preocupado por el diálogo en tiempos de división
Por Jordi Amat y Manuel MoralesEl filósofo Michael Ignatieff, autor de Las virtudes cotidianas 
El filósofo y escritor canadiense Michael Ignatieff (Toronto, 77 años), conocido sobre todo por sus ensayos sobre el nacionalismo, el liberalismo y los derechos humanos, ha obtenido la semana pasada el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2024 (el de Artes, en tanto, lo obtuvo Joan Manuel Serrat).
Defensor acérrimo del liberalismo, Ignatieff lleva cerca de medio siglo de actividad intelectual, entre las aulas de Oxford y Harvard, y ha publicado varios ensayos reconocidos y celebrados, entre ellos En busca de consuelo. Vivir con esperanza en tiempos oscuros y Las virtudes cotidiana. Orden moral en un mundo dividido.
También ha ejercido el periodismo y ha incursionado en la política en el Parlamento canadiense, como diputado y candidato del Partido Liberal durante casi una década. En una videoconferencia con la prensa desde Viena, donde reside, ha dicho, consultado sobre las fuerzas independentistas de Cataluña: “El error que podría cometer España es pensar que hay una solución definitiva para este asunto. La aspiración catalana es de hace siglos, constituye una identidad profunda y deberíamos entender que estas identidades nos van a seguir acompañando. Lo responsable es dialogar unos con otros. Estos problemas no se resuelven, se gestionan”.
Ignatieff ha comentado que se enteró de la noticia del premio al aterrizar en Viena procedente de Madrid, donde impartió la conferencia “La democracia en las urnas: cuando el sistema se convierte en el problema”.

Muy sonriente, el ensayista señala también que le preocupa “la polarización” que hay en España y el que parezca que “todo gira en torno a la identidad”. Interrogado sobre la situación europea por la invasión rusa de Ucrania, dijo: “La cuestión es saber si se va a extender el conflicto. Creo que los países del Este tienen razón cuando dicen que si no se detiene a Putin en Ucrania, no podremos estar seguros en el resto de fronteras de la Unión Europea. Rusia es parte de Europa y deberíamos tener buenas relaciones con ellos, pero tienen que entender que no se pueden cambiar las fronteras a la fuer
Preguntado por el creciente populismo en el mundo, y específicamente por la posibilidad de que Donald Trump vuelva a ser presidente de Estados Unidos, precisa: “No deberíamos llamar a alguien populista porque no nos guste lo que diga. El riesgo para la democracia es la gente que se sitúa al margen de lo que establece la Constitución”. Y se ha preguntado: “¿Trump aceptará el resultado de las elecciones si pierde? Esa es la clave”.
Colaborador habitual de la prensa escrita, ha manifestado su “amor” por el periodismo, del que ha negado que esté en crisis. “El periodismo no se debe convertir en un arma de los partidos, sino que debe servir para que los ciudadanos decidan libremente qué hacer”. Sin embargo, enfatiza que “el problema está en la esfera digital, que es un reino de escándalos”. Tildó a las redes sociales de “zoo en el que se difama, se ataca y se dicen barbaridades”. Sin embargo, añadió: “Al final, la gente se harta de eso y quiere algo mejor. El zoo digital se va a limpiar por sí solo”.
Ignatieff relató la saga de su familia en el ensayo autobiográfico El álbum ruso (1987). Su abuelo fue ministro de educación del último gabinete del zar Nicolás II, en tanto su abuela era una princesa cuya familia formaba parte de la élite aristocrática rusa. Contar aquella vida era contar un país. Pero aquel mundo terminó arrasado por la Revolución de 1917. El abuelo quedaría en tierra de nadie porque era un monárquico liberal. Se marchó de Petrogrado al Cáucaso, lejos de la zona de guerra, luego a Constantinopla, pasó a Inglaterra y de allí salto a Canadá.
Su padre, nacido en 1913 San Petersburgo, se formó entre Canadá e Inglaterra. Durante la Segunda Guerra Mundial se afilió a la Artillería Real y fue asistente del Alto Comisionado de Canadá en Reino Unido. Se convertiría en uno de los diplomáticos canadienses más destacados de la segunda mitad del siglo XX. Se casó con una mujer que pertenecía a los círculos más selectos de su nuevo país.
Vocación de líder
“La familia de mi madre era tan ambiciosa como la familia Ignatieff y compartía la misma vocación de servicio público”, escribió el filósofo. Michael fue el primero de dos hijos. Nació en 1947, en Toronto.
Los hitos de su formación lo descubren como un líder desde temprano. Delegado de estudiantes, capitán del club de deporte, editor del anuario de la escuela, luego voluntario del Partido Liberal. En alguna entrevista ha contado que, a mediados de los años 60, durante un concurso de oratoria, afirmó que un día sería primer ministro de
Canadá. Sin embargo, tardaría en dedicarse a la política.
Estudió historia en el Trinity College de Toronto y complementó su formación en Oxford, donde Isaiah Berlin lo distinguió como uno de sus discípulos predilectos. Ignatieff, en 1998, publicaría la biografía de Berlin, en la que explicaba cuál había sido el aporte del filósofo a la idea y la práctica de la libertad.
Es un liberal cosmopolita que ha querido entender las virtudes cívicas y los peligros del nacionalismo, el modo en que pone en riesgo la convivencia. Su experiencia como periodista en los Balcanes lo marcó. En 1994 publicó el excelente Sangre y pertenencia. Viajes al nuevo nacionalismo. Allí definió la nación como una comunidad de ciudadanos iguales y portadores de derechos, unidos en el apego patriótico a un conjunto compartido de prácticas y valores políticos. No dejaría de analizar los conflictos del presente en libros posteriores.
En la política
“¿Estás listo?”, le preguntaron en 2005 cuando daba clases en Cambridge (Massachusetts). Dijo que sí. Un sí que era coherente con su biografía: se comprometió en política, volvió a su país. Tras el paso de Stéphane Dion por el liderazgo del Partido Liberal, Ignatieff asumió el relevo. Durante ese período, preparando la candidatura a la presidencia de su país, publicó un artículo que revela que, más que un político, siempre ha sido un intelectual. Si en su día apoyó la invasión norteamericana de Irak, en 2007 tuvo el coraje cívico de reconocer su equivocación en The New York Times: “He aprendido que adquirir un buen juicio en política comienza con saber cuándo admitir tus errores”.
Ese aprendizaje le llevó a precisar la diferencia fundamental entre la actividad intelectual y la política. “La responsabilidad de un intelectual por sus ideas es seguir sus consecuencias dondequiera que conduzcan. La responsabilidad de un político es dominar esas consecuencias y evitar que hagan daño”. Esa tensión está en la base de uno de sus mejores libros: Fuego y cenizas. Éxito y fracaso en política. En 2011, dimitió al liderazgo del Partido Liberal y volvió a la academia.
Enseñó entre Harvard y Toronto, hasta que en 2014 dio el paso de convertirse en presidente y rector de la Universidad Centroeuropea de Budapest, financiada por George Soros. El gobierno húngaro de Viktor Orban no dejó de atacarla. “Es la primera vez desde 1945 que un Estado europeo intenta cerrar una universidad libre”, declaró tras reunirse con el vicepresidente de la Comisión Europea Frans Timmermans. Cuando Orban lo consiguió, Ignatieff no se calló: “Una institución estadounidense ha sido expulsada de un país que es aliado de la OTAN, una institución europea ha sido expulsada de un Estado miembro de la UE”.
En ese contexto se publicó Las virtudes cotidianas. Ante la amenaza de la democracia liberal, Ignatieff volvió a ser honesto, como señalaba en una entrevista con El País: “Nadie comprende en su totalidad lo que estamos viviendo. No le voy a contar una bonita historia que ate todos los cabos porque no creo que sea posible”. Pero no dejaba de buscar una interpretación para preservar los valores de la Ilustración. Valores cívicos y valores éticos que analizó, con conocimiento y sensibilidad en su última gran obra, En busca del consuelo. En ese libro profundiza y divulga ese sistema operativo moral que es, ni más ni menos, el que ha encarnado con su obra y con su biografía.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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