miércoles, 8 de mayo de 2024

LUEGO DE AÑOS DE CAUTIVERIO TRASLADARÁN A DOS PUMAS A UN SANTUARIO....


LUEGO DE AÑOS DE CAUTIVERIO TRASLADARÁN A DOS PUMAS QUE, POR UN ERROR BUROCRÁTICO, VIVIERON ENJAULADOS EN UNA PLAZA

Texto de Jesús Allende
De Colón a Colón. Pueden parecer lo mismo, pero son dos localidades y están separadas por mucho más que los 450 kilómetros de distancia que hay entre una y otra. En el primer Colón, en la provincia de Buenos Aires, habitan dos pumas hermanos, un macho y una hembra, en un minúsculo terrario de tortugas terrestres emplazado en el centro de la ciudad, entre un estadio de fútbol y dos escuelas, a metros de la calle principal muy transitada. En el segundo, en Entre Ríos, hay un santuario, un lugar remoto y aislado donde se construyó un recinto en el que pasarán el resto de sus vidas si el operativo para trasladarlos es exitoso. El espacio destinado a ellos tiene tres hectáreas y media de pastizales, fuentes de agua potable y un bosque con árboles centenarios de 35 metros. Los pumas esperan. Faltaban horas para que viajaran y un nuevo imprevisto suspendió el plan, que se reprogramó. Hace diez años que esperan, desde que el exzoológico de la localidad bonaerense fue inhabilitado y luego desmantelado por maltrato y tortura a sus animales. En 2014 quedaron nueve pumas abandonados en una plaza como resultado de la desidia administrativa. Fueron muriendo hasta quedar los tres hermanos, cuando contó su historia en diciembre de 2023 como parte del “paseo del horror”. Este año, dos semanas antes de la fecha que se fijó para reubicarlos, murió una hembra. Paradójicamente, era el ejemplar que se había vuelto el ícono del reclamo y la lucha de vecinos y ambientalistas por el cierre definitivo del zoo. Aun con todas las voluntades políticas alineadas para resolver el tema, la burocracia tardó cinco meses en habilitar los permisos necesarios. De fondo persistía el mismo problema: quién se hacía cargo del dinero necesario para construir el recinto en el que iban a habitar. Resuelto el desembolso, y a días que se concrete el traslado, aumenta la expectativa por el desenlace de los otros dos animales, aunque los actores que participan para hacerlo posible aseguran que es inminente. La fundación que los va a recibir trabajó contra las vicisitudes meteorológicas para llegar a terminar el recinto a tiempo, el que los albergará de por vida y donde no serán exhibidos al público. La que se ocupará de la logística del traslado trabaja en estas horas en el armado final de los contenedores de acero para la travesía de 450 kilómetros que recorrerán en un megaoperativo, escoltado por Gendarmería Nacional, que implicará el cierre de calles, el uso de tecnología para el monitoreo de su salud en tiempo real, la presencia de especialistas veterinarios y de autoridades provinciales bonaerenses y de Entre Ríos para garantizar el tránsito interjurisdiccional de los felinos.En 2014 quedaron nueve pumas abandonados en una plaza de Colón como resultado de la desidia administrativa. Fueron muriendo hasta que quedaron los dos hermanos


Los pumas envejecieron en cautiverio, improntados. Aquella relación y contacto con los humanos los hizo vulnerables al mundo silvestre, que hoy no pueden habitar. Se fijó el próximo lunes 13 de mayo como nueva fecha para su traslado permanente al santuario Tekove Mymba, en Colonia San Anselmo, en Colón, Entre Ríos, un espacio que no será la verdadera libertad de la naturaleza salvaje, pero les augura mejores y dignas condiciones de vida. “Después de tres años de incansable lucha, estamos al borde de concretar el traslado, el cual fue uno de los que más nos costó lograr”, dice Fernando Pieroni, ambientalista y fundador de Planeta Vivo, la organización sin fines de lucro que se encargará de la logística. Está en Berazategui, donde el personal trabaja con prisa para terminar los contenedores que llevarán a los pumas a Entre Ríos. “Tengo alegría entremezclada con la tristeza por aquellos pumas que no lograron salir de esa jaula y murieron esperando algo mejor. También estamos ansiosos porque todo salga bien en el viaje y satisfechos de cerrar este capítulo de lo que alguna vez fue un zoológico”, agrega. El ex zoo de Colón llegó a exhibir más de 250 especies exóticas, como gorilas, orangutanes, tigres, osos y leones y hasta un ejemplar de Aguará Guazú, un lobo en peligro de extinción. Funcionó en el centro de la ciudad por 62 años y fue clausurado mediante ordenanza municipal el 8 de enero de 2014. Los pumas de la plaza quedaron allí desde entonces.

El camino de los pumas


Los claustros para trasladar a esta especie, que es el segundo felino más grande del continente, son de color negro oscuro, herméticos y con respiradores. La estructura se construyó con caños estructurales resistentes y ligeros para contener a un animal de destreza física única. Tienen una malla de acero en el suelo para evitar resbalones en el transporte y las paredes y techos están revestidos con chapas de zinc aseguradas con soldaduras y tornillos. La puerta guillotina de acceso tiene una traba de seguridad externa para evitar aperturas accidentales por parte de los animales. “También instalamos cámaras de domo mecánicas en el interior de las cajas, para que los veterinarios monitoreen en vivo a los animales durante todo el viaje. Evita las paradas innecesarias para chequear su estado, acelera el tiempo de llegada al santuario y contribuye a reducir el estrés de los animales”, relata Pieroni. La fundación se hizo cargo de los costos logísticos del traslado, que alcanzarán los $3 millones, entre los materiales, la mano de obra, los honorarios de los profesionales veterinarios que acompañarán el recorrido, los estudios médicos que se le practicará a los pumas después de sedarlos y el combustible de las dos camionetas Nissan frontier en las que se cargarán los contenedores y en las que instalaron equipos de radio para no perder la comunicación. Originalmente se había fijado el operativo para el 5 de mayo, pero un imprevisto de último momento obligó a reprogramarlo para el 13. La municipalidad de Colón ordenó que el día del traslado se cierre la calle 44 entre la 23 y 25 y dispuso un corredor vehicular para despejar el tránsito y habilitar su rápida extracción del predio. También se armó un protocolo para impedir el acceso de la ciudadanía y evitar que la gente se acerque a mirar. La jaula donde hoy están cautivos, que se encuentra al alcance de cualquier vecino, va a taparse con una lona para que no se amontone gente sobre el terrario de tortugas que da a la vereda. Allí estarán los representantes del santuario Tekove Mymba, que pasarán en aquel momento a ser responsables de los felinos, luego de haber celebrado un convenio con el municipio. “Fue una odisea la preparación porque corríamos contra el tiempo. El recinto está terminado en un 100%. Se complicó por las fuertes lluvias en Entre Ríos, el temporal hizo que nos llevara más de lo que esperábamos, pero aun así trabajamos duro para adelantar lo más posible la fecha de traslado”, dice Juan Manuel Paccot, biólogo y presidente del santuario Tekove Mymba. La organización estará en el predio a las 8 de la mañana con sus veterinarios especialistas en felinos para sedarlos, realizarle una extracción de sangre y orina, diagnóstico de imagen, ecografía y colocarles un collar geolocalizador. “Vamos a realizarle todos los estudios veterinarios porque nunca tuvieron un control sanitario. Después viajamos 450 kilómetros escoltados en la ruta por Gendarmería Nacional, hacia Colonia San Anselmo, en la localidad de Colón, Entre Ríos, a la estancia Puerto Almirón donde está el santuario. Esperamos llegar antes de las 16 para que los pumas puedan tener al menos dos horas de luz para ir familiarizándose con el recinto”.
El espacio destinado a los pumas tiene tres hectáreas y media de pastizales, fuentes de agua potable y un bosque con árboles centenarios de 35 metros

La única parada en el camino será en el puesto de fiscalización en el ingreso a Zárate, donde tienen que presentar las guías de tránsito emitidas por Buenos Aires y Entre Ríos para circular con los pumas. En el santuario estarán esperando los organismos de fiscalización provincial para constatar el traslado y se les hará entrega del Certificado de Origen y Legítima Tenencia (COLT) y los pumas pasarán a nombre de la fundación Tekove Mymba. De acuerdo a los vecinos de Colón y las autoridades del municipio, los animales tienen 15 años, pero en el santuario proyectan realizar un estudio genético de PCR para tener un estimativo de la edad real. La expectativa de vida promedio de los pumas en la naturaleza es de 12 años, mientras que en cautiverio pueden llegar a vivir hasta los 20. La organización donó un espacio de 3,5 hectáreas para alojarlos que tiene un bosque de eucaliptus colorado de más de doscientos años y vegetación autóctona como molles, talas, y espinillos y se hará cargo del mantenimiento de los animales. Los felinos serán alimentados en su totalidad por carnes rojas, alrededor de 5 kg por día cada uno, una dieta que dista de la anterior, en la que subsistían a base de presas de pollo, carcasas y menudos. En el armado del recinto trabajaron 20 personas del santuario. Un temporal en la zona ablandó el terreno, lo que dificultó que entraran las máquinas para aplanar la tierra y realizar los pozos donde afirmar los postes para el tendido del alambre cinegético de seis metros de altura, un material importado que es específico para animales silvestres. Cuando la meteorología se optimizó, pudieron avanzar con más velocidad. El alambrado lo extendieron bajo tierra para que los pumas no puedan excavar y levantaron un vallado eléctrico que cuenta con energía 220 y paneles solares para los casos de corte de luz. El recinto tiene un sistema de monitoreo, agua potable de forma permanente y reflectores que en la noche iluminan la mitad del terreno por seguridad. “Se les asignó un predio con un bosque exuberante, árboles de 35 metros de altura, teniendo en cuenta que a los pumas les gusta mucho trepar. Debajo se le hizo un dormidero donde pueden encontrar refugio en la altura en caso de que llueva o haga viento. También se le hizo un recinto de manejo, que es más chico y es donde se los traslada cuando sea necesario entrar a atenderlos, o hacer pastura, o tareas de mantenimiento. Allí el animal no se estresa porque es donde se lo alimenta, aprende a naturalizar ese espacio”.
El santuario Tekove Mymba es un predio de 1200 hectáreas. Se constituyó en 2019 como centro de rescate en el registro de Operadores Silvestres y es actualmente el único habilitado por la subsecretaría de Ambiente de la Nación para recibir especies que pasaron gran parte de su vida en cautiverio. Alberga más de 500 animales y funciona también como depositario judicial, donde van los ejemplares decomisados por la justicia federal en los casos de tráfico ilegal de fauna. En el santuario, los animales no están en exhibición y se prohíbe su reproducción, para no perpetuar las condiciones de cautiverio en su descendencia. En el pasado, las autoridades de Tekove Mymba habían iniciado tratativas infructuosas con la gestión de Ricardo Casi, un histórico dirigente peronista que ejerció la intendencia de Colón, Buenos Aires, por 20 años. El recambio del gobierno municipal en diciembre pasado fue una oportunidad para que el traslado sea una realidad, aunque las negociaciones volvieron a foja cero. Luego de asumir, el nuevo intendente, Giordano Waldemar, de La Cámpora, retomó las negociaciones después del reclamo generalizado de los vecinos autoconvocados de Colón, ONGs y ambientalistas. “Por fortuna con la nueva gestión fluyó como debería haber sido desde el primer momento. Se contactaron, nos pidieron que recibiéramos a los pumas y firmamos un convenio previo. A partir de ahí vinieron a conocer el santuario, fiscalizaron las instalaciones y el lugar que se había asignado para la construcción del recinto. No se interrumpieron las gestiones nunca, nada que ver con la experiencia anterior que no llegó a nada”, relata Paccot. Firmado el convenio para el traspaso de la tenencia todavía faltaba sortear un laberinto burocrático que se extendió durante meses, mientras se definía si el municipio de Colón costeaba el recinto o lo hacía el gobierno de la Provincia de Buenos Aires. El Concejo Deliberante tuvo que ratificar lo acordado con el santuario, y se aprobó en la asamblea por unanimidad de todos los bloques del cuerpo legislativo. En cuanto a la construcción del predio, el fondo provino finalmente de una partida extraordinaria provincial, que dispuso cerca de $30 millones para atender el problema. Incluso con todas las voluntades políticas alineadas el proceso demoró cinco meses. El 11 de abril se libró finalmente la autorización nacional para el tránsito entre las jurisdicciones “de tres pumas concolor, un macho y dos hembras, desde la provincia de Buenos Aires hasta la provincia de Entre Ríos”. Dos días después, en la madrugada de un sábado lluvioso, murió una de las hembras.Los pumas envejecieron en cautiverio, improntados. Aquella relación y contacto con los humanos los hizo vulnerables al mundo silvestre, que hoy no pueden habitar
“Estamos muy expectantes con el traslado, todavía no me lo termino de creer, después de tantos años y amagues políticos. El resultado tiene un dejo amargo porque por muy poco una de las hermanas no pudo llegar al traslado. Era la puma cuya foto se volvió el ícono de esta movida. Los tres estaban vulnerables, expuestos al alcance de cualquiera, un riesgo que temimos siempre”, dice Melisa Burzio, referente del grupo de vecinos autoconvocados de Colón que logró cerrar el zoo. Y agrega: "Murió bajo la lluvia, lo que le suma tristeza, nostalgia y frustración. Fue en una semana que no paró de llover. Nos dijeron en las primeras observaciones que sufrió una hemorragia masiva y que murió de forma súbita. Le encontraron tejido tumoral. Fue un golpe enorme para todos los que acompañamos la lucha, el final que no queríamos. Entendemos que son animales gerontes, pero no tuvieron ninguna atención veterinaria estos años”. En la recorrida que realizó LA NACION al claustro en diciembre pasado se constató el estado en que se encontraba la puma que eventualmente falleció. Tenía una oreja cortada por una herida que se le había infectado luego de una pelea con otros pumas y estaba acostumbrada al contacto con los humanos. En presencia de la gente se acercaba curiosa a olfatear el alambrado sin agresividad y su personalidad era como la de un gato doméstico. El 14 de abril se realizó la necropsia. Los resultados estarán en 40 días. “La razón por la que luchamos por el cierre y su traslado fue porque estaban abandonados y en condiciones de terror. Esperamos que sus hermanos vivan el resto de los días lo más dignamente posible, por ellos y por todos los que murieron en cautiverio”, reflexiona Burzio. En su reclamo la acompañaron varios vecinos de Colón, entre ellos Elizabeth Guidi que trabajó durante años como bibliotecaria de la Escuela Nº 3 que está frente al ex zoo. “Era un macabro espectáculo que se justificaba en lo educativo, pero en realidad era la asistencia muda a la tristeza, enfermedad y muerte de los animales. Su cierre y desmantelamiento, producto de la protesta y presión de la ciudadanía y que impulsaron los jóvenes fue un proceso largo, controvertido, pero implacable. Siento una gran alegría porque por fin se concretará el traslado de los pumas a un amplio lugar que se asemeja más a su hábitat”, relata Guidi. Fernanda Tulian, vecina de Colón, vivía a una cuadra del lugar con su pareja y sus hijos y participó activamente de las manifestaciones por el cierre. “Nuestra mirada fue cambiando con los años. De pequeños pasábamos mucho tiempo allí y los que más nos hicieron dar cuenta de la situación fueron mis hijos y las nuevas generaciones. La lucha no fue fácil y a tan poco tiempo de que se vayan los pumas, se mezclan la felicidad y el repensar el cambio de los zoológicos en Argentina a partir de este cierre”. Otro que militó activamente su clausura fue Carlos Chierri, vecino de 71 años, que está impulsando un proyecto para convertir la plaza en un jardín botánico. “El zoológico lo obsequió en 1952 Juan Domingo Perón a la ciudad de Colón, pero a la de Entre Ríos. Iba originalmente a El Palmar, pero por un error burocrático terminó en el centro urbano de Colón, Buenos Aires. Toda una gran confusión del gobierno. Poner animales exóticos junto a una cancha de fútbol fue un delirio”, recuerda Chierri. La ironía hizo que la historia del zoológico termine donde podría haber empezado. De Colón a Colón

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