Llega un portaaviones nuclear para fortalecer la alianza con EE.UU.
Marina. El USS George Washington realizará ejercicios con buques argentinos; intentarán que el Presidente visite el buque, aunque no pueda amarrar en los puertos
Mariano de VediaEl USS George Washington, la semana pasada, en un operativo en Río de Janeiro
Frente a cualquier crisis que pueda involucrar a su país, la primera pregunta que se hace siempre el presidente de los Estados Unidos es: “¿Dónde está el portaaviones más cercano?”. Entre las principales armas de la US Navy, una de las flotas de guerra más poderosas del mundo, sobresalen los 11 portaaviones nucleares en servicio –a los que se suman otros dos en construcción– y uno de ellos es el US George Washington, que llega hoy a las aguas territoriales argentinas.
Por sus capacidades y dimensiones, el USS George Washington no podrá amarrar en ningún puerto de la Argentina porque el país carece de instalaciones apropiadas. Perteneciente a la clase Nimitz, tiene 332,8 metros de eslora –más de tres cuadras de largo– y 317 metros de línea de flotación, y llegará con una dotación de 5400 marinos, escoltado por el destructor USS Porter y el buque logístico USNS John Lenthall. Por eso permanecerá en aguas jurisdiccionales argentinas y el jueves y viernes participará del ejerciciodeadiestramientodeoportunidad Passex Gringo-Gaucho II, a la altura de Mar del Plata, en un intercambio entre la Armada Argentina y la de los Estados Unidos.
La imposibilidad de amarrar en un puerto no impedirá que el gobierno argentino intente acordar la visita del presidente Javier Milei al buque, como una señal de su alianza militar con los Estados Unidos, continuidad de otros gestos recientes, como la visita al país de la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson, y la compra a Dinamarca de 24 aviones caza F-16, con equipamiento militar provisto por los norteamericanos, que llegarán en un período de cuatro años.
Tampoco se perderá la foto el ministro de Defensa, Luis Petri, y probablemente su par de Seguridad, Patricia Bullrich, según información extraoficial. Fuentes navales explicaron que este adiestramiento permitirá a la Armada Argentina “mejorar la interoperabilidad con otra marina que tiene estándares de la OTAN, para practicar procedimientos y articular defensas antisuperficie, antiaéreas y antisubmarina, entre otras, dentro de una posible conformación de una Fuerza de Tareas Marítima.
Por nuestro país formarán parte de las operaciones los destructores ARA La Argentina y ARA Sarandí, las corbetas ARA Espora y ARA Rosales, los patrulleros oceánicos Contraalmirante Cordero, Piedrabuena y Storni, dos helicópteros Sea King H3, un helicóptero Fennec, un avión de exploración o vigilancia marítima B-200 y dos aeronaves Turbo Mentor. Intervendrán, aproximadamente, 750 marinos.
A bordo del portaaviones USS George Washington, que viene de realizar ejercicios similares en Brasil, ya navegan dos oficiales navales argentinos: el capitán de fragata Patricio Alisi y el capitán de corbeta Lucas David Murgia, quienes participan del planeamiento y la coordinación de las actividades que se desarrollarán en aguas argentinas.
Se prevé llevar adelante ejercicios de comunicaciones tácticas, transferencias aéreas de personal entre las unidades, maniobras y evoluciones tácticas en navegación, lanzamiento de aeronaves de ala fija, anavisajes de helicópteros en cubierta, defensa antiaérea y antisubmarina y otras prácticas marinas.
El primer ejercicio entre naves de ambos países se realizó en 1990, con la llegada del portaaviones USS Abraham Lincoln, y se repitió al año siguiente, con el portaaviones USS Kitty Hawk. Prosiguieron en 1993 con el USS Constellation, en 2004 con el USS Ronald Reagan, en 2008 con el portaaviones USS George Washington y en 2010 con el USS Carl Vinson, ocasión en que el adiestramiento se bautizó con el nombre de Gringo-Gaucho.
En diálogo con la nacion, el presidente del Foro Argentino de Defensa (FAD), Santiago Lucero Torres, recordó que en este tipo de operaciones es habitual que el portaaviones fondee a una distancia de la costa y que los tripulantes y visitantes embarquen y desembarquen en “lanchas del buque y otras alquiladas en la ciudad”, como ocurrió con el portaaviones USS Kitty Hawk. “El abastecimiento de materiales se realizó por vía aérea con helicópteros del propio buque y material que llegaba directamente desde los EE.UU. en aviones logísticos, como el C-5 Galaxy”, contó.
Para el citado analista, la participación argentina en estos ejercicios conlleva “un fuerte mensaje estratégico de alineación con la política norteamericana y una actualización de procedimientos y doctrina de aplicación internacional”.
Lucero Torres contó que las bases permanentes que sirven de asiento de estos buques, que llevan tripulaciones de más de 5000 personas y tienen unas 100.000 toneladas de desplazamiento, se localizan en las costas norteamericanas del Atlántico y del Pacífico.
“Cuando uno de ellos entra en reparaciones programadas, lo hace en la costa opuesta a su asiento habitual. Navegan hasta el astillero localizado en la otra costa. Como el Canal de Panamá no tiene dimensiones suficientes, cruzan en el Cabo de Hornos por el Pasaje de Drake o por el Estrecho de Magallanes, en el extremo sur”, explicó.
“Ante estos traslados –prosiguió–, la diplomacia de los Estados Unidos aprovecha para realizar ejercicios con las armadas amigas del continente. Por eso, la participación argentina en estos ejercicios encierra un mensaje estratégico de alineación con la política norteamericana y una actualización de procedimientos y doctrina de aplicación internacional”.
Para tener una dimensión del poderío de la flota, según explican fuentes castrenses, un portaaviones con su grupo aéreo completo, con sus escoltas de superficie y submarinos, podría estacionarse a 100 kilómetros de una costa hostil y atacar objetivos estratégicos, sin permitir el despegue de un avión enemigo y protegerse de un ataque aéreo, naval y submarino.
Esa operación se podría repetir de día y de noche, con buen o mal tiempo, durante varios días, semanas y meses, en forma continua.
Podría también apoyar una operación anfibia de gran magnitud y proteger a sus tropas de ataques aéreos, dar apoyo de fuego con sus aeronaves y obtener la supremacía aérea y naval en la zona del objetivo, señalan los entendidos.
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Hay soja sin vender por US$15.760 millones
El dato de la firma Zeni está en línea con un informe de Coninagro, que señala que el volumen liquidado es del 34%, dos puntos inferior al de esta altura del año pasado; otros estudios
Fernando BertelloDesde los últimos días de abril se produjo una reactivación del ritmo de la cosecha de soja
Divisas. Con la cosecha en plena recolección, los productores tienen aún soja por vender por US$15.760 millones, según estimaciones de la consultora Zeni. La baja de los precios internacionales (que recién se interrumpió con las inundaciones en Brasil) y las dificultades para cosechas producto de las fuertes lluvias ocurridas en abril son las principales causas, según el informe de Zeni.
Las ventas de soja por parte de los productores se encuentran, en términos de porcentaje de la producción, en el menor nivel de los últimos seis años, según un informe realizado por Coninagro. De acuerdo con los datos de la entidad, a mediados del mes actual se ubicaban en el 34%, dos puntos porcentuales por debajo del año pasado e incluso inferior al 40% del ciclo 2018/2019. Al mismo tiempo, según un reporte de Eugenio Irazuegui, analista de la firma Zeni, los productores todavía tienen por vender, mientras sigue la cosecha de la oleaginosa, una producción potencial equivalente a US$15.760 millones. Por otra parte, según la Sociedad Rural Argentina (SRA), si se considera una “canasta” de cultivos, que incluye, además de soja, trigo, maíz y girasol, entre otros, el productor argentino lleva comercializado un 23% más en volumen versus 2023.
“A mediados de mayo, los productores solo vendieron el 34% de la producción de la campaña 23/24. El nivel más bajo de los últimos seis años”, indicó Coninagro en su reporte, y agregó: “En los cinco años anteriores se observó que, en promedio, para esta época del año se había vendido el 40% de la producción, aunque en las últimas dos campañas se había reducido al 36 por ciento”.
Esa entidad también hizo una comparación en toneladas y, en ese caso, según indicó en su informe, el número es mayor que en otras oportunidades. Así lo señaló Coninagro: “La cantidad de toneladas vendidas hasta mediados de mayo ha alcanzado el nivel más alto en los últimos tres años, a pesar de que la proporción de la producción sea menor”.
Al respecto, mencionó un volumen de 16,728 millones de toneladas versus 9,069 millones de toneladas para esta época en 2022/2023 y 15,971 millones en 2021/2022.
Vale recordar que los productores venden, los exportadores colocan la mercadería en el exterior y liquidan dólares, que acá se convierten en pesos luego pagados a sus proveedores del grano, es decir el campo.
Según Coninagro, “la suba de los precios internacionales, la mejora del dólar exportador y la menor humedad están ayudando a que tome mayor ritmo”.
Por otra parte, la entidad se refirió a la soja a fijar, entregada pero sin precio por parte de los productores. El porcentaje es del 57%, por encima del 42% del ciclo agrícola anterior y del 52% de la campaña precedente. “Esto probablemente sea consecuencia de los bajos precios que se han visto durante los últimos meses y la percepción de un tipo de cambio también bajo”, indicó.
Demoras
Ante una consulta de la nacion, Eugenio Irazuegui, de la firma Zeni, señaló que si bien últimamente se observó un mayor dinamismo en la comercialización, todavía muestra una demora. Dijo: “Pese al mayor dinamismo de las últimas ruedas, se verifica un atraso en la comercialización de soja en esta campaña 2023/24, con montos inferiores para estas instancias del año. Se han comprometido algo más de 16,7 millones de toneladas, aunque solo unas 7,2 millones de toneladas han sido vendidas a precio o ya han sido fijadas. Estos números derivan en un pricing de apenas un 14,3%, casi 11 puntos por debajo del ciclo anterior y unos seis puntos inferiores a la campaña 2021/22”.
En opinión de este especialista, los precios internacionales tuvieron una tendencia declinante en el último año, algo que recientemente se ha interrumpido por las trágicas inundaciones en Rio Grande do Sul, en Brasil. “Ha sido un evento disruptivo en el mercado, dado que Brasil estaba transitando el último tramo de la cosecha y, de forma repentina, las inundaciones ocasionaron pérdidas significativas en la porción sur”, apuntó.
Según Irazuegui, en la Argentina la demora en la recolección de la cosecha ha sido otro de los motivos centrales que impactaron en el mercado, con sucesivas y abundantes precipitaciones ocurridas en abril que dificultaron las labores.
“La elevada humedad ambiente y la falta de piso en amplios sectores impedía el ingreso de las máquinas cosechadoras. Hacia los últimos días de abril y en lo transcurrido de mayo, se ha corroborado una reactivación de la cosecha y, a nivel país, estaría cerca del 70% completado”, explicó. La Bolsa de Cereales de Buenos Aires informó que a nivel nacional se cosechó el 77,9% del área.
Ante otra consulta, señaló que, de no mediar dificultades en los tramos finales de la cosecha, “aún quedarían por vender unas 33,75 millones de toneladas, valuadas en poco más de US$15.760 millones”.
La Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyectó una recolección total de 50,5 millones de toneladas de soja y la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) la estimo en 50 millones de toneladas.
Otros productos
En este contexto, Ezequiel De Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA), realizó un análisis general considerando varios productos con lo comercializado con precio firme. “El productor produce y comercializa anualmente una canasta de cereales y oleaginosas, trigo, maíz, soja, cebada, sorgo y girasol, y sus decisiones de venta están determinadas por las condiciones de mercado predominantes en cada momento de cada grano”, explicó.
Según aclaró, “de esta canasta, según datos oficiales al 15 de mayo, el productor comercializó con precio 30,9 millones de toneladas, versus 25,2 millones de toneladas que había comercializado el año pasado, un 23% más”.
Agregó: “Si comparamos las toneladas comercializadas con respecto a la producción estimada, se observa que ya se comercializó con precio el 25% del total de la producción estimada, mientras que a esta misma altura del año pasado [afectado por la sequía que dejó una menor cosecha] esta ratio fue del 33%”.
Luego De Freijo hizo un análisis por producto. “Se observa que, en el caso del maíz, trigo y sorgo, el volumen comercializado con precio es similar o levemente mayor al nivel del año pasado. Mientras que, en el caso de la soja, el girasol y la cebada, el volumen comercializado respecto de la producción estimada viene por debajo de la campaña pasada”.
“Esto ocurre en parte por la distorsión que generó la sequía en el nivel de producción del año pasado. Pero también influyen que el año pasado durante este periodo estuvieron vigentes las diversas modalidades del Programa de Incremento Exportador (PIE), las que afectaron la estacionalidad de las ventas en soja, girasol, cebada y sorgo. Mientras que, durante esta campaña, el factor climático impactó en el retraso ocurrido en la cosecha de la soja, lo que alteró el ritmo”, detalló.
Según el economista de la Rural, “adicionalmente, por la caída de precios ocurrida desde noviembre del año pasado existe una alta probabilidad de que la decisión de comercialización, a estos valores de mercado, ponga al productor en la situación de tener que realizar una pérdida económica”.
Y concluyó: “Su decisión hoy pasa por manejar sus necesidades financieras, conjugando la mejor combinación de ventas y momentos en función de la composición de su canasta de productos disponibles”
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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