domingo, 26 de mayo de 2024

SIN LEY Y EDITORIAL




Sin ley, el ancla fiscal del programa es Milei
Diputados radicales que votaron con el kirchnerismo para debatir sobre el Fondo Nacional de Incentivo Docente admiten la pretensión de complicar en simultáneo al oficialismo: gasto público en medio del ajuste
Francisco Olivera
“Soslaaaadróóóón, sos laaaadróó óón, Keynes, sos laaaadróóóón”. Hasta el canto militante puede ser rupturista. La multitud que fue esta semana al Luna Park al lanzamiento del libro de Javier Milei –y que hasta celebró en un momento la descripción del Óptimo de Pareto– volvió a mostrar que no se puede analizar la política argentina con categorías de análisis tradicional. En el momento más difícil de su gestión, mientras el dólar volvía a subir y la Ley Bases fracasaba una vez más para el dictamen, el Presidente sonreía eufórico sobre el escenario.
“Está totalmente loco”, llegó a definirlo antes de las elecciones de octubre nada menos que Guy Sorman. El francés pronosticaba entonces que, con un triunfo del libertario, todo saldría mal. Pero hay una parte importante de la población que no reclama todavía resultados inmediatos. Y que, por el modo en que llegó y la débil estructura parlamentaria que lo acompaña, tal vez le exija al líder libertario menos que a los partidos tradicionales. Un sondeo de Facundo Nejamkis reveló esta semana que el Presidente mantenía en mayo una imagen positiva del 53%, el valor más alto desde enero, y que el indicador asciende al 60% entre los jóvenes de entre 16 y 29 años y al 55% en la franja de los más pobres. Y la revista Time le acaba de dedicar una tapa. “Es el personaje del que se habla en el mundo hoy”, lo definió Jaime Durán Barba.
Tanta popularidad incluye sin embargo una aparente contradicción. Cuando se apresta a cumplir seis meses en el poder, Milei no ha podido convencer hasta ahora a un puñado de senadores de votar su primera ley. Y no es solo una discusión de posicionamiento ideológico o partidario: la cuestión ya incide en la economía. Anteayer, en una entrevista con Luis Majul, el Presidente atribuyó a ese fracaso la minicorrida del dólar.
No parece algo accidental. Diputados radicales que esta semana votaron con el kirchnerismo para debatir sobre el Fondo Nacional de Incentivo Docente admiten la pretensión de complicar en simultáneo al oficialismo. Gasto público en medio del ajuste: la piedra angular del programa económico. Cuántas de estas coincidencias entre progresistas podrían verificarse en futuras votaciones es todavía un misterio. Conversaciones existen. Hace dos semanas, por ejemplo, Juan Grabois se reunió de manera reservada con Maximiliano Abad. ¿Acordaron algo o fue sólo un intercambio de opiniones? Difícil saberlo.
La demora legislativa no debería sorprender a Milei. El problema es que coincide con encrucijadas que el mundo económico sigue con idéntica atención. Cuándo salir del cepo, por ejemplo. No hay pistas al respecto, pero la coincidencia general es que la Argentina no puede arriesgarse a una sola corrida y que tenerla comprometería el proceso de reducción de la inflación.
Es probable que esa sensación de fragilidad haya terminado de convencer, por ejemplo, a las generadoras eléctricas de aceptar finalmente el bono que el ministro de Economía, Luis Caputo, les ofrecía a cambio de los 1200 millones de dólares que les debe Cammesa, la administradora del mercado mayorista. ¿No perjudicaría en definitiva a todas que el programa fracasara?
Es el mismo instinto de supervivencia que mostraron hace un mes las distribuidoras de electricidad y gas cuando aceptaron que les postergaran hasta septiembre los aumentos de tarifas. ¿Tenían margen para rechazarlo? En las empresas dicen que no. Caputo no trabajó solo en el asunto. Contó al respecto con la colaboración de Alejandro Macfarlane, dueño de Camuzzi y con quien tiene una buena relación, y que a su vez convenció a José Luis Manzano, de Edenor, de transmitir la pretensión del Gobierno a sus pares de la energía eléctrica. Los empresarios evaluaron el escenario, vieron a Caputo decidido a avanzar en una resolución que revocaría los aumentos si ellos no aceptaban y eligieron entonces la opción menos dañina: un acuerdo de palabra para aplicar los aumentos en primavera, cuando la inflación estuviera en niveles más razonables. Son lecciones que dejó el conflicto entre el Palacio de Hacienda y Claudio Belocopitt: por las buenas parece siempre más fácil. También licencias que se toma el gobierno libertario, propias de una democracia corporativa: se supone que en un país en que rige el Estado de derecho y en que se trata a todos por igual no hay motivos para este tipo de negociaciones.
Habrá que incluirlo en próximas reformas. De quinta o sexta generación, al ritmo en que van hasta ahora. Mientras tanto tendrán que llevarse bien. O acercarse a Betina Bulgheroni, que logró en noviembre el anhelo de casi todo el establishment: una excelente relación con Karina Milei. Convocante a la reunión que el Presidente tuvo con empresarios en la residencia del embajador en Madrid, Betina estuvo también esta semana en los dos actos que tuvieron como orador al jefe del Estado. Y, en ambos, sentada al lado de la secretaria de la Presidencia.
De todos modos, para el Gobierno, la verdadera resistencia parece estar más bien en la dirigencia política. Nada que el Presidente no haya intuido alguna vez. La “casta”, mencionada once veces en su nuevo libro, y que al menos se presenta por ahora en formato favorable: completamente desperdigada y sin rumbo. El radicalismo crítico, por ejemplo, no ha resuelto ni siquiera cómo entorpecer el avance
Los empresarios evaluaron el escenario, vieron a Caputo decidido a avanzar en una resolución que revocaría los aumentos si ellos no aceptaban, y eligieron la opción menos dañina de la Ley Bases sin victimizar a Milei. Y el peronismo sigue en modo derrota: viene de perder en octubre cinco gobernaciones –Santa Fe, Entre Ríos, San Juan, San Luis, Chaco–, pasó del segundo al tercer lugar en Mendoza y ni se acercó a disputar el poder en Córdoba. Las fortalezas del PJ, si las hay, vuelven a concentrarse en cambio en territorio bonaerense, donde ya no se disimulan las diferencias entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof. El desafío del Instituto Patria será dirimirlas a tono con los tiempos: pasar de la resistencia a la renovación. “O cambian o caducan: los políticos de la oposición son como los frascos con fecha de vencimiento”, dijo Durán Barba esta semana en una entrevista con los periodistas Gabriel Sued y Noelia Barral Grigera.
El proceso de reconversión no se dará de todos modos si Milei triunfa. Eso pone en juego la autenticidad de cada iniciativa de la oposición. Impulsar, por ejemplo, una ley para mejorar el salario docente puede ser visto al mismo tiempo como un intento de socavar el equilibrio fiscal. En un sistema político implosionado, la disputa es quién resulta más creíble. Milei cuenta al respecto con el respaldo no solo de sus votantes, sino también de un mercado que hasta ahora lo ve garante del ajuste y que incluso lo cree capaz de todo antes que cediendo recursos. Vuelve aquí a ser relevante la impronta personal. El diagnóstico de Guy Sorman, pero al revés: sin Ley Bases, el ancla fiscal del programa es Milei.

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El fenómeno Gran Hermano
Anestesiados frente a un espectáculo capaz de transitar exitosas temporadas, pocos reflexionan sobre quienes se despojan de su dignidad ante las cámara
Desde 2001 hasta el presente, con un largo intervalo entre 2016 y 2022, el reality Gran Hermano ha estado en más de un canal de la televisión argentina. Poco nuevo habría, por lo tanto, para decir si no fuera por los novedosos niveles de fanatismo y de rechazo que particularmente ha despertado una participante de la actual temporada.
La repercusión popular que todavía suscita la idea puesta en acción en los Países Bajos, en 1999, ha hecho que se propague, con las debidas licencias, a más de veinte países; entre otros, la Argentina, Estados Unidos, Brasil y España. Con las diferencias específicas del caso, su inspirador, el holandés John de Mol, ha recreado un espacio con reminiscencias circenses como el que llevó al triunfo a Phineas Taylor Barnum en los Estados Unidos, en el siglo XIX.
En su lógica perversa, Barnum había comprendido que por desviaciones congénitas de carácter muchos seres humanos se sentirían atraídos por la exhibición de atroces aberraciones humanas. Podía ser la mujer barbuda. O la mujer con la extraña nariz de elefante. O los hermanos siameses nacidos, en efecto, en la antigua Siam, Chang y Eng Bunker, ya extraordinarios por su sola existencia, y más aún por la habilidad de haber engendrado en esa condición más de una docena de hijos.
Barnum ganó fortunas al proclamar sin rodeos que se proponía presentar monstruos en la arena de su circo, tan aceptable eso en el siglo XIX según los mismos patrones sociales que hicieron posible, en la Exposición Universal de París de 1889, una inhumana presentación de indios patagónicos enjaulados, de la etnia de los onas.
No hay ninguna razón, ni siquiera remota, para suponer que John de Mol se hubiera propuesto un siglo más tarde ir tan lejos como Barnum. Tampoco se lo hubiera permitido la conciencia internacional, que, pese a la continuidad de gravísimas querellas bélicas y al aumento del crimen callejero en las grandes urbes, se ha tomado desde 1948 mucho más en serio que antes la protección de los derechos humanos.
John de Mol y sus seguidores han debido saber, sin embargo, que eso de encerrar por meses en una suerte de caja con un par de dormitorios, baños, living, y hasta un jardín dotado de piscina, a una veintena de hombres y mujeres de diferentes edades, en la plenitud de sus potencialidades, con el fin de extraerlos del anonimato para impulsarlos a una soñada fama sobre la base de fundir en ese escenario hasta el último atisbo de intimidad, tenía algo del riesgo de quien construye una bomba de tiempo. De hecho, esto se ha verificado en Brasil, sin ir más lejos, y en España, con algunas denuncias de acoso o violación.
No es que se trate de un formato televisivo concebido al azar. Por el contrario, todo está pensado hasta el último detalle, comenzando por el casting, a fin de atraer el interés del mayor número posible de espectadores. Asunto esencial es seleccionar cuidadosamente a los participantes, pero no precisamente por una acendrada educación o por haber aplicado con fervor a los más altos valores de la vida laboral o virtuosa, sino por singulares rasgos personales y de conducta que garanticen su impacto sobre el público. Mientras un noticiero de televisión abierta puede rondar los 7-8 puntos de rating, los niveles de audiencia habitual de Gran Hermano están en 16-17 puntos, con picos por encima de 22 en las llamadas galas de eliminación, que movilizan a más de 9 millones de votantes entre el público.
George Orwell, el notable escritor británico de 1984, imaginó en su aparente novela de ficción un alegato demoledor contra el totalitarismo, un personaje o maquinaria omnipresente, inasible para el lector. A su mirada escrutadora, que todo lo registra, nadie consigue escapar. Es el Big Brother la encarnación de la vigilancia permanente ejercida por una anónima presencia de la que solo se conoce su voz en la casa más famosa de la televisión y que se con un gran ojo. Ante ella y ante la mirada escrutadora de los telespectadores, los hermanitos se desplazan, riñen, comen, duermen, intercambian banalidades, establecen romances y alianzas y están, en todo instante, evitando ser nominados, primer escalón antes de la expulsión. Como en una cámara Gesell, palmo a palmo, lentes estratégicamente dispuestas y micrófonos registran a esos actores protagonizando su propia vida real.
No son prisioneros compulsivos, pues pueden retirarse por su sola voluntad, aunque pocos resuelven hacerlo. El grupo se va modificando, con ingresos, egresos o regresos, y el voto del público determinará quiénes deben abandonar la casa. El último sobreviviente se llevará un sustancioso premio en dinero, además de autos o casas que pueda haber cosechado durante su estancia.
Si la continuidad es una señal de éxito, pocos programas alcanzan tanta resonancia. Con cinco meses en el aire, la centralidad de Juliana Scaglione, apodada Furia, ha ido in crescendo por los episodios de crispación protagonizados. Recientemente, ha entrado en trances coléricos sobrepasando los límites de la violencia, cuchillo en mano, y ha jugado también con cuestiones delicadas sobre su propia salud.
Aunque el horario de emisión sea después de las 22, para potenciar el rating general de Telefe, se ven promociones en horarios que no son de protección al menor. Anestesiados ante un espectáculo capaz de transitar exitosamente tantas temporadas, pocos reflexionan sobre la dignidad de seres humanos que año tras año se despojan de su intimidad ante las cámaras, ávidos de fama para encontrar algún lugar en la controvertida farándula del espectáculo y de los chismes. Al ritmo de las redes sociales, todos opinan, todo se comparte, todo se exhibe, promoviendo un voyeurismo culturalmente consentido, ¿con sentido?, del que habría que hablar sin complacencias vergonzosas o venales.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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