martes, 5 de noviembre de 2024

DIPLOMACIA Y OPINIÓN


Nuevo ciclo en la Cancillería: hoy asume Werthein
Se reunió ayer con Milei; analizaron candidatos para sucederlo en EE.UU.
Jaime RosembergGerardo Werthein volvió este fin de semana a Buenos Aires
Horas antes de las cruciales elecciones en Estados Unidos, el designado canciller Gerardo Werthein llegó a Buenos Aires. Durante el domingo, el exembajador en Washington se reunió con el presidente Javier Milei, con quien repasó la agenda internacional, los eventuales candidatos para reemplazarlo en Estados Unidos y las perspectivas de esos comicios decisivos.
Una conclusión surgió de ese cónclave: según altas fuentes oficiales, y sin esperar el resultado en EE.UU., Werthein asumirá hoy, a las 18.30, en la Casa Rosada su cargo de nuevo jefe de las relaciones exteriores de nuestro país.
Un día después, el martes por la noche, el mundo estará pendiente del resultado de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Una definición que, sin dudas, influirá en el rumbo que la primera potencia mundial adopte en su estrategia geopolítica.
En esa disputa entre la candidata demócrata y actual vicepresidenta, Kamala Harris, y el expresidente republicano Donald Trump, la administración de Javier Milei no es, de ningún modo, imparcial. Por afinidad ideológica y cercanía política, el Gobierno apuesta sus fichas a Trump, con quien el propio Presidente y varios de sus principales referentes tienen contactos más que fluidos. No obstante, y aunque con menor intensidad, la gestión libertaria también tiene puentes tendidos con los demócratas, relaciones que serán vitales si Harris lograra suceder al actual presidente Joe Biden y llegara, el próximo 20 de enero, al despacho principal de la Casa Blanca
“Están jugados a que gane Trump. Y están muy ilusionados con que gana”, afirma un experto diplomático, conocedor del mapa de relaciones del Gobierno. El primer (y principal) contacto es el de Milei con Trump, a quien saludó especialmente en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), en febrero pasado. “Se conocen y admiran mutuamente”, dice un alto funcionario al tanto de los elogios mutuos que se vienen prodigando ambos dirigentes desde hace tiempo.
El intermediario operativo en ese vínculo, coinciden dos fuentes muy cercanas al Presidente, es Fernando Cerimedo, estratega digital con múltiples conexiones internacionales, dueño de La Derecha Diario y muy cercano tanto al primer mandatario como –aseguran fuentes libertarias– a los equipos del candidato republicano.
El otro gran contacto del propio Milei en el mundo Trump, en este caso mucho más fluido y frecuente, es el empresario Elon Musk, hoy jugado sin complejos por el expresidente republicano. Además de sus distintos encuentros personales con Milei, Musk utiliza su red social X para respaldar las acciones del presidente argentino aún más que la del país que gobierna. Según un estudio de la consultora Ad Hoc, en los últimos tres meses el 64,5% de los argentinos vieron al menos una publicación en las redes sociales sobre Musk y Milei, por lo que la mayoría de los argentinos los ubican en el mismo sector ideológico, a la derecha de la pantalla.
“Lo más fuerte es ese vínculo personal. No tanto por lo que se hayan visto, sino porque se tienen admiración recíproca”, afirma un referente diplomático. El jefe de asesores de Milei, Demian Reidel, generó un vínculo fuerte con Musk. “Y Musk es Trump-militante”, culminan cerca del Presidente. En el ámbito legislativo, y en un segundo nivel de influencia presente y futura, Milei trabó un vínculo directo con la legisladora republicana de origen cubano, periodista y presentadora de televisión María Elvira Salazar, a la que, por ejemplo, llamó el miércoles luego de echar de su cargo a la canciller Diana Mondino, según contó la propia parlamentaria en sus redes sociales.
Si bien los principales cañones están puestos en un triunfo de Trump y el deseo de una “lluvia de inversiones” o un espaldarazo desde el FMI, la posibilidad de una victoria de la candidata demócrata no está para nada descartada. Y en ese espacio, de por sí incómodo para Milei por su indudable cercanía con Trump, se destacan los contactos de Gerardo Werthein, flamante canciller designado, aunque todavía en funciones como embajador en los Estados Unidos.
“Tiene una fuerte ligazón con la nomenclatura tradicional demócrata, principalmente con [Bill] Clinton. De ahí llega a [Barack] Obama, y de ahí podría llegar a Kamala. Aunque también tiene cercanía con el equipo de Trump”, afirma alguien que conoce bien esos vínculos del empresario y exvicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI).
Vía Werthein, que según esas mismas fuentes medió para conseguir aquella reunión de Milei con Clinton, ya como presidente electo, y con el apoyo local del embajador norteamericano Marc Stanley, fueron llegando en estos meses altísimos funcionarios de la administración de Joe Biden, como el secretario de Estado, Antony Blinken, quien se reunió con el Presidente unos días antes del encuentro MileiTrump; el titular de la CIA, Wiliam Burns (estuvo con el entonces jefe de Gabinete, Nicolás Posse) y la jefa del Comando Sur, la general Laura Richardson. “Los funcionarios, sobre todo los del Departamento de Estado, siempre están”, grafica una fuente de la Cancillería que conoce lo que se denomina la “puerta giratoria” de la política exterior norteamericana.
Los ministros Luis Caputo (Economía), Federico Sturzenegger (Desregulación) y Patricia Bullrich (Seguridad) también tienen en sus agendas teléfonos sensibles del poder republicano y el demócrata. Los dos primeros porque convivieron y conviven con referentes del sector financiero (de mayoría demócrata), y la ministra porque, desde hace años, cultiva relaciones con el mundo de la seguridad en los Estados Unidos.
Con casi todos los huevos en la canasta republicana y unos pocos en la demócrata, el Gobierno esperará el veredicto de las urnas.

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De Justo a Milei: el vínculo de los presidentes con la Casa Blanca
Rosendo Fraga Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

En el pasado, un encuentro de presidentes era un hecho excepcional. En el caso de las relaciones argentino-norteamericanas, el primer encuentro tuvo lugar en 1933, entre Franklin Delano Roosevelt y Agustín P. Justo. Fue en la ciudad de Buenos Aires, durante una conferencia interamericana a la cual el presidente estadounidense dio especial importancia para relanzar las relaciones hemisféricas.
Cabe mencionar que veinte años antes, en 1913, un expresidente estadounidense, Theodore Roosevelt, pariente lejano del anterior, había visitado la Argentina. Más allá de su política un tanto agresiva en países de América Central, era una personalidad internacional y, como tal, los habitantes de Buenos Aires lo recibieron con muestras de interés e incluso de cariño. Presidía la Argentina en ese entonces Roque Sáenz Peña y ya regía la ley del voto secreto, universal y obligatorio. El clima de la visita de Theodore Roosevelt no encaja para nada con la remanida tesis de que el conflicto es inevitable entre la Argentina y los Estados Unidos.
En la primera visita de un presidente en ejercicio, el mandatario estadounidense recibió numerosas muestras de aprecio y simpatía a nivel popular. El gobierno decretó asueto –incluso escolar– para que la población pudiera asistir tanto a la llegada como a la partida del presidente estadounidense.
Justo y Roosevelt establecieron una buena relación personal y el presidente estadounidense no dio relevancia a un incidente familiar cuando Liborio, el hijo del presidente argentino y militante trotskista, mientras Roosevelt hablaba por radio para todo el continente americano, interrumpió la transmisión bajo el grito: “¡Muera el imperialismo yanqui!”.
Pero la relación en el campo específicamente diplomático no resultó tan cordial. Los informes del Departamento de Estado son muy críticos respecto de Carlos Saavedra Lamas, quien alcanzaría el Premio Nobel de la Paz por sus gestiones para terminar la guerra del Chaco. Justo, a través de Natalio Botana, director entonces de Crítica, el diario más popular de la Argentina entonces, estableció un canal de comunicación informal con Roosevelt a espaldas del canciller argentino.
Otro presidente que tuvo “buena química” con su colega estadounidense fue Arturo Frondizi. Su homólogo era nada menos que John Fitzgerald Kennedy. Eran líderes con personalidades muy diferentes, pero que encontraron en el diálogo y la coincidencia la posibilidad de generar ideas renovadoras para las relaciones interamericanas.
El presidente argentino a comienzos de los sesenta intenta jugar un rol “mediador” en los conflictos políticos que se desatan a partir de la llegada de Fidel Castro al poder en Cuba. Pero es un momento en el que en los Estados Unidos el anticomunismo generado por la Guerra Fría limitó la libertad de acción de Kennedy para implementar las propuestas de su colega argentino.
Con el restablecimiento de la democracia, Raúl Alfonsín coincide con Ronald Reagan en la presidencia. Eran líderes muy distintos tanto en personalidad como en ideología. Reagan era un presidente conservador, pero que igualmente apoyó la democratización de los regímenes militares de América del Sur en esos años. Provenía del cine y el mundo sindical. Alfonsín, por su parte, era un típico político profesional con sesgo ideológico socialdemócrata. Las palabras del presidente argentino criticando a la política regional de Reagan en el jardín de la Casa Blanca marcaron un punto culminante en estas diferencias.
Carlos Menem mantuvo excelentes relaciones personales con los dos presidentes estadounidenses con los que le tocó interactuar: George Bush y Bill Clinton. El dicho del canciller argentino de entonces, Guido Di Tella, de que la Argentina estaba pasando con los Estados Unidos “del chic to chic a las relaciones carnales” ha quedado como un clásico en la política exterior argentina. Menem supo mantener este muy buen nivel de relaciones tanto con el republicano conservador que era Bush como con el demócrata y representante de los sectores medios que era Clinton. En ambos casos la química fue excelente.
A De la Rúa le toca el final del segundo mandato de Clinton y el comienzo del de George W. Bush. Más allá de ser una personalidad más reconcentrada, no se registró la química que había logrado su predecesor. La breve presidencia de Duhalde en medio de la crisis de 2001-2002 no dejó espacio para relaciones políticas internacionales: el default lo dominaba todo.
A Néstor Kirchner le tocó coincidir con el segundo mandato de Bush hijo. Las relaciones no fueron cordiales. Las críticas e incluso las descortesías por parte del presidente argentino en la Conferencia de Presidentes Americanos que se realizó en Mar del Plata fueron la expresión más importante de ello.
Cristina Kirchner lo tuvo enfrente a Obama. Fue para ella una oportunidad excepcional, dada la popularidad mundial que tuvo el primer presidente afroestadounidense. Pero las relaciones no fueron fáciles y tuvieron lugar resonados incidentes, como la detención de un avión militar estadounidense en la Argentina.
Mauricio Macri fue un presidente que tuvo buena química con sus colegas estadounidenses. La tuvo con Obama, quien en un gesto excepcional visitó Buenos Aires a los tres meses de haber asumido el nuevo mandatario.
En 2018, durante el gobierno de Pro, tuvo lugar la Cumbre de Presidentes del G-20 en la capital argentina. La relación de Macri con Trump tenía raíces en el pasado, en la actividad empresaria que había relacionado a Franco Macri con el presidente republicano. La relación fue más que una simple buena química: el crédito del Fondo Monetario Internacional por 45.000 millones de dólares que evitó un default argentino es muestra de ello.
Alberto Fernández coincidió la mayor parte de su mandato con Joe Biden en la Casa Blanca. Se dio una relación lejana entre ellos, pero que a niveles intermedios fue intensa. Tal fue el caso de Gustavo Beliz, secretario de Asuntos Estratégicos de la Argentina, y Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional.
Ahora, Javier Milei, antes de cumplir un año en el poder, tiene por delante una nueva elección presidencial en los Estados Unidos. La química con Trump ya está establecida y es manifiesta. El presidente argentino hizo campaña diciendo que él era “Trump, Bolsonaro y el partido Vox de España” en la Argentina. Ya siendo presidente en ejercicio, asistió a un acto de campaña del candidato republicano en los Estados Unidos. Son antecedentes más que prometedores para la química presidencial. Si gana Kamala Harris, en cambio, es probable que sea una relación más fría y que la Casa Blanca ponga cierta distancia.
Pero, sea como sea, la relación con Washington será una prioridad para el Presidente.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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