martes, 5 de noviembre de 2024

NATALIO BOTANA Y AL SENADO


Natalio Botana. “El estilo del kirchnerismo no ha muerto, permanece en Milei con mucha vitalidad”
El analista advierte que el Presidente promueve la violencia verbal y que su comportamiento se contradice con la tradición liberal
Texto Mariano de Vedia |

Altamente preocupado porque “la violencia verbal se ha instalado en la Argentina”, el politólogo Natalio Botana percibe signos de continuidad entre el presidente Javier Milei y la lógica populista “amigo/enemigo” que imperó durante el período kirchnerista. Advierte que esa marca se refleja, por ejemplo, en las descalificaciones del líder libertario hacia la figura de Raúl Alfonsín, reconocido en todo el mundo como “el padre de la democracia en la Argentina” y vapuleado por el presidente libertario, que lo acusó de promover un “golpe de Estado contra el gobierno de Fernando de la Rúa”.
“El estilo del kirchnerismo no ha muerto, permanece presente hoy en la presidencia de Milei con mucha vitalidad”, afirma Botana, riguroso analista político, académico y profesor emérito de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), en una entrevista con la nacion. Los ataques a la libertad de prensa refuerzan esa visión, frente a un gobierno libertario que exhibe “déficits serios” en compromiso republicano y contradicciones con la tradición liberal que a fines del siglo XIX construyó la organización del país.
A los 87 años, Botana revaloriza los caminos de la tolerancia y los encuentros, por encima de las fracturas y divisiones, como señala en su reciente libro La experiencia democrática, en el que desmenuza los cuarenta años del camino que inició el gobierno de Raúl Alfonsín en 1983. Desde esas páginas, el prólogo de Julio María Sanguinetti resume que “la Argentina nunca deja de ser una perplejidad”.
–¿Cómo evalúa las críticas del Presidente a Raúl Alfonsín?
–Es un vendaval de insultos e infundios. Alfonsín es el padre de la democracia. Su gobierno atravesó una durísima transición, en condiciones muy precarias, porque no pudo resolver los problemas económicos fundamentales, pero cortó con trascendencia el ciclo tan negativo y nefasto de los golpes militares. Cuando se retiró del gobierno, pese a la cantidad de paros de una Argentina corporativa, los tres gérmenes de la violencia recíproca que había azotado al país en las décadas anteriores estaban presos: los comandantes de las juntas militares, la cúpula de los montoneros y el artífice de la Triple A, José López Rega, que murió en prisión ese mismo año.
–¿Tiene fundamentos la acusación de que participó de un golpe de Estado contra De la Rúa?
–Es insostenible. De la Rúa cayó porque hubo un golpe, pero ese golpe no provino de Alfonsín, sino de una insurrección manejada por sindicatos y el peronismo de la provincia de Buenos Aires, que derivó en saqueos y una represión muy mal llevada adelante.
–¿A qué atribuye las reacciones del Presidente?
–Se inscriben en un contexto más amplio. Hoy en la Argentina vivimos una recuperación económica importante. Sería absurdo negarlo. Pero veo un déficit republicano. La democracia es el gobierno basado en la soberanía del pueblo y eso lo supimos preservar, por los primeros pasos que dio el gobierno de Alfonsín. La democracia republicana debe estar controlada por instituciones, entre ellas la Justicia, y por el gran legado de los liberales fundadores de la Argentina moderna: la libertad de expresión. Frente a los gobiernos la prensa tiene una función fundamental. Como dijo Martin Baron, exdirector de The Washington Post, la prensa está definiendo verdades provisorias gracias al arte del oficio, que es contrastar información y tratar de trasladar a la opinión pública la información más veraz.
–¿En qué consiste ese déficit republicano?
–El elemento republicano de la democracia tiene hoy debilidades muy serias. Porque la tradición republicana significa un estilo, basado en la tolerancia, en los buenos modales, en una conversación pública, que debe ser llevada adelante no a través de insultos, infundios y violencia verbal. Estoy altamente preocupado porque la violencia verbal se ha instaurado en la Argentina.
–¿En qué medida tiene responsabilidad el Presidente?
–Es responsable porque él lleva adelante esa violencia verbal. Hay una contradicción muy grande, porque la libertad económica, la libertad de los mercados y la salida del pantano terrible de la hegemonía kirchnerista, con todos los elementos corporativos y de corrupción que lo acompañaron, se contrasta con esta violencia verbal y la decisión de quebrar el país entre amigos y enemigos. Ellos dicen que están acompañados por los argentinos de bien, entonces los que no son argentinos de bien y no los acompañan son “argentinos de mal”.
–¿Milei busca algún rédito en la ofensiva contra la prensa?
–Tal vez esté pensando en algún rédito político, pero eso trasunta una personalidad que no soporta la crítica. Al respecto, una de las grandezas de la tradición liberal del siglo XIX es que todos eran periodistas. Como lo vemos en las agresiones a y Clarín, desgraciadamente es un estilo argentino muy persistente. Lo mismo hacían los Kirchner.
–¿Se repite la confrontación que caracterizaba al kirchnerismo?
–Estamos nuevamente prisioneros de la dialéctica populista del “amigo/enemigo”, que ya practicaron los Kirchner durante casi veinte años. La concepción de que la política es una guerra es un elemento muy dañino en nuestra práctica democrática. En el gobierno libertario hablan de la batalla cultural. La cultura es presentada como una guerra, cuando para la gran tradición liberal la cultura es el arte del pensamiento, de la conversación y la búsqueda de argumentos comunes y puntos de vista coincidentes. Se debe valorizar el culto a la palabra. Una palabra que no tiene que degradarse, sino perfeccionarse a través de la educación.
–¿En qué momento se quebró esa concepción en estos 40 años de democracia?
–La recuperación de la democracia se divide en dos períodos. El primero, cubierto por las presidencias de Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Menem tuvo ostensibles logros económicos y presentó una faz más oscura en sus comportamientos: hubo corrupción en su presidencia y él murió protegido por los fueros del Senado, por una sentencia que la Corte jamás resolvió. En esos primeros 20 años de democracia tuvimos una visión más benigna del comportamiento político y se llegó a acuerdos, plasmados en la reforma de la Constitución de 1994. Como enseñaba Mitre, la república en los momentos cruciales requiere acuerdos y compromisos.
–¿Ese proceso se interrumpió?
–Empezó a derrumbarse con la crisis de 2001, que provocó la renuncia de De la Rúa, el ascenso de Duhalde y la victoria del matrimonio Kirchner en 2003. Allí entramos en un despeñadero, porque se degradó la palabra, se instaló la visión populista de dividir el país entre amigos y enemigos, y se impulsó el armado de una nueva hegemonía, basada en la rotación matrimonial. El kirchnerismo fue un factor divisorio muy profundo, a tal punto que se dijo como hallazgo que el país estaba quebrado por una grieta. Ese estilo del kirchnerismo no ha muerto: permanece presente hoy en la presidencia de Milei con mucha vitalidad.
–¿No hay tolerancia frente a las críticas?
–¡Lo que sufrieron los medios de prensa duranteel kirchnerismo! Hoy no pasa un día sin que los medios y los periodistas sean hostigados. Desde el punto de vista liberal tendría que haber una apertura muy grande frente a las críticas. Solo existe una apertura hacia quienes consienten las políticas del Gobierno.
–¿La política populista se extiende a otros países?
–Exactamente. Es un problema que responde a dos hechos históricos. El primero es la mutación civilizatoria a través de la transformación tecnológica de la revolución digital, que abre un horizonte muy complejo. El mundo se expresa en las redes sociales, que crearon un mecanismo de comunicación que ignorábamos. Es un mundo nuevo, sobre todo para quienes peinamos canas o no tenemos canas para peinar. Hace 20 años no hablábamos de inteligencia artificial y ya está instalada entre nosotros. Además, esta transformación convive con una revancha del pasado, con un ascenso de estilos autoritarios y autócratas, que imponen nuevas guerras sobre el tablero internacional.
–¿Por ejemplo?
–Putin es un autócrata, los terroristas que hicieron la salvajada frente al Estado de Israel son apoyados por autocracias, como Irán. Y hay un problema muy serio para las democracias occidentales: en los Estados Unidos, que es la gran democracia del mundo moderno, hay una amenaza de autoritarismo muy serio, que se expresa en la figura de Donald Trump. La degradación del lenguaje político empezó en la anterior campaña de Trump. Estados Unidos fue históricamente una democracia ejemplar porque convergía siempre hacia el centro. Hoy, en cambio, las democracias en el mundo se mueven hacia los extremos. Milei encarna ese estilo. Las elecciones de mañana en Estados Unidos son decisivas.
–¿Hay contradicciones entre el discurso libertario y la tradición liberal?
–El discurso libertario supone la desaparición del Estado o su transformación en sus niveles más mínimos. Ese mundo libertario tiene influencias anarquistas muy fuertes. Con esa visión utópica a cuestas, Milei ha tenido que enfrentarse con la realidad. La tradición liberal argentina es la combinación de un trío fabuloso: Mitre, Alberdi y Sarmiento. Aunque diferían entre ellos, coincidían en la construcción de un Estado nacional. Una nación gobernada por un Estado limitado por la ley. Y promovían un liberalismo que quería instaurar en la sociedad bienes públicos para hacerla más igualitaria. Su pensamiento comprendía el principio de la educación pública. También contemplaban la importancia de la salud pública, a lo que se sumó después la protección de la niñez y la vejez.
–¿Esos valores corren riesgo de desaparecer?
–No hay una reivindicación clara y terminante del valor civilizatorio que tienen los bienes públicos en la democracia, que provienen de la tradición liberal argentina. Se desprecian la moneda y el Estado, y la gran obsesión de Mitre, Alberdi y Sarmiento era un Estado en forma con una moneda legítimamente aceptada. Hoy eso está en discusión.
–¿Percibe un intento del Gobierno de avanzar en una reforma de la Constitución?
–Ahí está la clave de la hegemonía. En general, los proyectos hegemónicos buscan perpetuarse a través de constituciones reeleccionistas. Eso se ve claramente en las provincias chicas. Pero les costaría mucho trabajo, porque la Constitución es muy sabia y requiere de una mayoría de dos tercios de los votos de ambas cámaras. Pero la idea está, porque hoy vivimos un momento muy personalista de la política, que se engarza con una tradición negativa de la Argentina: el personalismo con ínfulas hegemónicas.
–Hoy Milei disputa el centro de la escena con Cristina Kirchner. ¿Hay espacios para el surgimiento de nuevos liderazgos?
–Es una gran preocupación. Si reiniciamos el camino de las hegemonías, estas son polarizantes. Y es claro que el Gobierno busca una polarización. Hoy el centro está pulverizado, los partidos tradicionales se dividen, el peronismo atraviesa también procesos de división, y no hay democracia republicana con raíces sólidas sin un centro bien constituido. El ejemplo lo vemos en Uruguay, donde se enfrentan dos grandes coaliciones, pero ambas convergen hacia un sistema político responsable.
–A 40 años de la recuperación de la democracia, ¿se revaloriza la figura de Alfonsín?
–No lo sé, porque otra característica de este mundo en transformación es que se pierde la memoria. Vivimos en un perpetuo presente. Y me pregunto si a los jóvenes que hoy tienen 20 años les dice algo aquel momento fundador de la democracia en 1983. No se está cultivando la tradición democrática. Si desde las más altas esferas del poder se presenta la historia como un western entre buenos y malos, estamos en mal camino.

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El Gobierno comienza a enviar tandas de decenas de candidatos a jueces
Al senado. Apuntan a integrar lugares claves de los fueros comercial, civil, criminal ordinario y penal económico; todavía no están cerradas las negociaciones con la oposición
Hernán Cappiello y Cecilia DevannaSebastián Amerio, secretario de Justicia, es uno de los principales negociadores
En medio de una lluvia de versiones y nombres sobre el futuro del Poder Judicial, el Gobierno buscará esta semana dar un golpe de efecto y comenzar con el envío al Congreso, en tres tandas, de unos 140 nombres de jueces y camaristas.
Los candidatos apuntan a integrar lugares claves de los fueros comercial, civil, criminal ordinario y penal económico.
De todas formas, todavía no están cerradas las negociaciones con senadores y gobernadores para lograr su aprobación.
Se trata de un poco menos de la mitad de las vacantes que tiene actualmente el Poder Judicial nacional y el federal.
Con esta decisión, el Gobierno busca adelantarse a las críticas por las demoras en completar los casilleros, ya que estos pliegos están en manos del Poder Ejecutivo desde comienzos de año.
No son los cargos más sensibles de Comodoro Py 2002 los que están en juego, como el concurso para ocupar dos cargos en la Cámara Federal, que todavía no concluyó, o para integrar la Cámara Federal de Casación, donde hay cuatro vacantes. Tampoco para cubrir las cuatro vacantes que aparecen entre los 12 jueces federales de primera instancia. Esos no están terminados.
Los candidatos con los cuales avanzará el Gobierno provienen de los concursos de 161 ternas para cubrir cargos. El Poder Ejecutivo, es decir el Presidente y el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, deben enviar un postulante de esos tres al Senado para cada cargo. Allí, el candidato se aprueba por mayoría simple. Sin embargo, como el oficialismo cuenta con solo 7 senadores, el Ejecutivo tiene que negociar con opositores y gobernadores para garantizarse colocar aquellos candidatos que desee y ceder a los intereses de las provincias.
Son claves los cargos de la Cámara Federal de La Plata; de la Cámara Federal de Mendoza; de la Justicia Comercial de la Capital, donde está el Tribunal de Defensa de la Competencia, y es fundamental la Cámara en lo Penal Económico, que decide en los casos de contrabando y evasión. Hay allí cuatro vacantes y solo dos jueces en funciones.
También se deben elegir candidatos para juzgados civiles, criminales ordinarios y en la Cámara Nacional de Casación Penal. En esta última, a diferencia de su homóloga federal que trata asuntos de delitos como corrupción, trata de personas o narcotráfico, se deciden los delitos comunes, como homicidios, fraudes o robos. Son asuntos sensibles que hacen a la respuesta de la Justicia para la seguridad ciudadana. Hoy la Cámara Nacional de Casación tiene el 50% de sus cargos vacante.
Algunos de estos cargos ya fueron negociados en el Senado por el propio Mariano Cúneo Libarona y el viceministro Sebastián Amerio, el alter ego del asesor presidencial Santiago Caputo, que supervisa el diseño del Poder Judicial que pretende Milei.
Fuentes judiciales señalaron que se enviarán los pliegos en tandas, probablemente de unos 50 por semana, para que ingresen antes del final de las sesiones ordinarias en el Senado.
Este fin de semana se reunieron Amerio y Santiago Caputo para hacer el último punteo de los primeros nombres que irán al Senado. Las “sugerencias” sobre los funcionarios del Ejecutivo para la elección de un candidato vienen de la política, de los gobernadores afines, pero también de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, la entidad que reúne a los jueces federales y nacionales. Allí hay tres listas; la Bordó, mayoritaria, con dos consejeros en el Consejo; la Celeste, más cerca del peronismo, y, por último, Compromiso Judicial. Estas dos últimas tienen un consejero de la Magistratura cada una.
En las negociaciones de los votos de los jueces en el Consejo muchas veces están en juego la posibilidad de que sus candidatos de sus listas sean los elegidos de la terna al final del proceso.
A fin de la semana pasada estalló una lluvia de versiones en torno a los pliegos que se enviarían al Senado. Circuló la posibilidad de declarar una suerte de emergencia judicial para enviar pliegos de jueces para la Corte Suprema por decreto, sin acuerdo del Senado. Y también, hasta colocar a dedo jueces federales de primera instancia en Comodoro Py.
Es conocida la audacia del Gobierno para pensar en soluciones creativas y alternativas al camino de la negociación política. Pero estas versiones, que surgieron en algunos despachos de la Casa Rosada, se dan de bruces con la propia Constitución y fueron rechazadas por fuentes oficiales del Ministerio de Justicia.
En cuanto a los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla como candidatos a jueces de la Corte Suprema, el gobierno dice que gozan de buena salud, pero aún no logra los 9 votos para que se firme un dictamen que se trate en el Senado y mucho menos consigue los dos tercios de los votos de los senadores.
Dicen en el Gobierno que no van a negociar esos votos para la Corte con los pliegos de los 140 jueces que envió ahora el Poder Ejecutivo al Senado. “No es proporcional una cámara a un juez de la Corte”, describen en el Poder Ejecutivo.
La estrategia es seguir conversando con el kirchnerismo. Avanzar en Diputados con un proyecto para ampliar la Corte, aprobarlo y que la oposición firme el dictamen de los candidatos del Gobierno. Y luego sí el año que viene, en marzo o abril, avanzar en el Senado aprobando la ampliación de la Corte y los nombres de Lijo y García-Mansilla. Esta idea está en la mente de algunos funcionarios y de algunas figuras de los tribunales.
La velocidad de circulación de las versiones hizo que en pocas horas, el jueves pasado, trascendiera que además de los pliegos de jueces se iba a enviar a un candidato para elegir al procurador general de la Nación. El asunto llegó a oídos de quienes suenan como candidatos. Se entusiasmaron. Pero al atardecer del jueves ya se había descartado el asunto. “No vamos a enviar ahora el pliego del procurador, ni siquiera creo que lleguemos a hacerlo antes de fin de año; estamos analizando los tiempos y el candidato”, dijo a la un alto funcionario del Gobierno nacion que negocia las vacantes con la oposición.
Cubierta interinamente desde 2017 por Eduardo Casal, que tomó el lugar tras la renuncia de Alejandra Gils Carbó, la jefatura de fiscales, es uno de los cargos centrales que aún tiene por cubrir el oficialismo. Pasaron dos gobiernos desde que Gils Carbó dimitió y por distintos motivos ninguno pudo cubrirlo. La administración libertaria está decidida a cambiar esa suerte, pero aún debe contemplar varios escenarios: nombres y apoyos son centrales en la decisión que viene, más aún cuando a siete meses de enviados los pliegos de Lijo y García-Mansilla, para la Corte, aún no pudieron siquiera pasar al recinto por no tener las firmas para el dictamen en comisión.
Llegó a sonar como candidato a procurador el nombre del propio Amerio, pero en la Casa Rosada lo descartan de plano. No porque no les guste, todo lo contrario. Si no porque, explican, de promoverlo hacia allí les quedaría al descubierto el Ministerio de Justicia, que, en la práctica, Amerio supervisa como delegado de la Casa Rosada con el titular del área, Mariano Cúneo Libarona. “Tenemos un modelo de Justicia en la cabeza para el cual el procurador es sumamente importante”, apuntan en las altas esferas de la sede de gobierno, en referencia a lo que viene con la implementación del sistema acusatorio. “No es una figurita que estemos dispuestos a entregar si no es alguien de determinadas características”, completan en relación con las futuras negociaciones con la oposición.
“Tiene que ser alguien alineado ideológicamente”, agregan sobre la figura. En esa línea admiten que Amerio “claramente podría ser”, pero juran e insisten en que “no está en evaluación”, pese a que otras voces indican lo contrario.
El otro nombre de los que circulan y en la Casa Rosada admiten que les gusta su figura es el de Juan Bautista Mahiques. Tras lo que rápidamente admiten que en una eventual negociación con el kirchnerismo “un Mahiques sería una declaración de guerra”, en referencia a que su padre, Carlos, camarista de Casación Federal, e Ignacio, uno de los hermanos del hoy procurador porteño, tuvieron sendos roles claves en causas judiciales que comprometen a la expresidenta Cristina Kirchner y su familia. Lo que obturaría los votos para la mayoría especial que se necesita.
De todos modos, y más allá de este nombre en particular, confían en poder tener “mayoría con o sin el cristinismo adentro”, por las internas en el peronismo, aunque el escenario no es fácil. Eso también corre para Mariano Borinsky, otro de los que suenan fuerte, pero resistido por el kirchnerismo por el inminente fallo en la causa Vialidad, en el que todo indica que se confirmará la condena a seis años contra Cristina Kirchner y su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos.
La realidad indica que los senadores con los que el oficialismo deberá negociar el pliego del jefe de los fiscales son los mismos con los que en los últimos siete meses trataron de avanzar con Lijo y GarcíaMansilla para la Corte Suprema. Quien lo hizo por parte del Gobierno y trabó buena sintonía con ellos fue Amerio, al que en distintos sectores coinciden en definir como alguien que “entiende la realidad del Gobierno y la del Poder Judicial”, una combinación clave para lo que viene. “En estos meses los senadores fueron conociéndolo, eso suma. No es García-Mansilla, que se sentó y a los treinta segundos nombró a Caputo”, ironizó un hombre al tanto de lo que sucede en el Senado y en la Justicia.
“Es obvio que tiene que ser él porque es propio, pero tiene diálogo”, arriesgó una alta fuente judicial consultada. “Tiene que ser uno propio, y si no lo es, basta con que sea como decía (el extécnico de la selección, Carlos) Bilardo: lo importante es no pasársela a los otros”.
Sin fecha por el momento para el envío, el Gobierno arrastra la carga de no haber podido conseguir aún el dictamen para Lijo y GarcíaMansilla. “Se preocupaban por los dos tercios y todavía no llegaron a las firmas del dictamen”, advierte un peronista escéptico de lo que vendrá, pero dispuesto a dialogar por los pliegos para jueces que llegarán al Senado.

Una semana de versiones y desmentidas
Jugada anticipada
El Gobierno busca adelantarse a la críticas por las demoras en completar los casilleros, ya que estos pliegos están en manos del Poder Ejecutivo desde comienzos del año.
El origen
Los candidatos con los cuales avanzará el Gobierno provienen de los concursos de 161 ternas para cubrir cargos.
Los negociadores Algunos de estos cargos ya fueron negociados en el Senado por el propio Mariano Cúneo Libarona y el viceministro Sebastián Amerio, el alter ego del asesor presidencial Santiago Caputo, que supervisa el diseño del Poder Judicial que pretende Milei.
Versiones
Llegó a sonar como candidato a procurador el nombre del propio Sebastián Amerio, pero en la Casa Rosada lo descartan de plano. No porque no les guste, todo lo contrario. Sino porque, explican, de promoverlo hacia allí les quedaría al descubierto el Ministerio de Justicia, que, en la práctica, Amerio supervisa como delegado de la Casa Rosada con el titular del área, Mariano Cúneo Libarona.
Desmentida
Dicen en el Gobierno que no van a negociar los votos para la Corte con los pliegos de los 140 jueces que envió ahora el Poder Ejecutivo al Senado.

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