Pensar sin miedo. El legado de escribir contra las injusticias
Ana Frank
En la actualidad, muchos poderes de turno buscan amordazar a periodistas y escritores, un mal del que la literatura rinde cuentas desde hace más de un siglo
Miguel Ángel Caminos
Por algunas razones, o por ninguna, es frecuente que el poder obnubile. Desde siempre los seres humanos, en grado distinto, sufrieron penurias propias y ajenas. Parece mentira que, ante la belleza de vivir en paz, todavía sea un anhelo superar la violencia. Contemplar los árboles, las lluvias o los atardeceres contrasta con la tristeza de pueblos bajo regímenes autocráticos. Ambas realidades son parte del enigma que supone la existencia. Es muy difícil desterrar injusticias que no remiten al destino, sino a las desigualdades y al sesgo dominante de unos pocos. Nada nuevo bajo el sol.
"En el inconsciente colectivo siempre estarán La metamorfosis de Kafka o el Diario de Ana Frank"
Alcanza con recorrer el siglo XX para atravesar los peores momentos, con el horror del nazismo en la retina. Cuesta arrancar de raíz el germen del totalitarismo, que se agazapa detrás de discursos capciosos. No faltan negacionistas ni propuestas verticales. Tampoco catástrofes humanitarias. El odio es el peso muerto de la repetición de tantos desatinos. Así es como los mayores daños resisten el paso del tiempo. Sin embargo, hay un dique de sensatez que no olvida la premisa de proyectar un mundo mejor, donde nadie quede afuera.
Ana Frank
Se trata del impulso vital de aquellos que, a pesar de todo, perpetúan la reconstrucción de los valores esenciales. La creación de los escritores que bregan por esos valores alude a una necesidad imperiosa. En perspectiva, puede rastrearse la trayectoria de autores que, sin duda, no se resignaron a concebir sus obras de espaldas a los conflictos globales.
"Los años de posguerra jamás borraron las heridas de los totalitarismos. De ahí en más, sin respiro, la literatura profundizó el imperativo de ser puente entre la palabra que recobra la dimensión de los hechos y la ecuación de vivirlos"
Aún sobresalen universos literarios como los de Franz Kafka. Contra cualquier arbitrariedad, logró tomar conciencia del peligro de permanecer quieto. Kafka intuyó desde un principio que no habría felicidad posible sin la inclusión del otro. La metamorfosis abrió los ojos de los lectores más atentos, que en lo simbólico notaron los riesgos de la desolación. Vendría la época hitleriana, cuyo estrago enlutaría al continente europeo, y ya no habría vuelta atrás. “El régimen no distingue entre lo verdadero y lo falso”, enfatizaba Hannah Arendt.
Pasado y presente
La estremecedora experiencia de esa época resume la literatura de sucesivas obras que nunca se detuvieron. Son el eco, incluso, de mucho de lo que hoy se sigue escribiendo. En el inconsciente colectivo estarán siempre La metamorfosis de Kafka o el Diario de Ana Frank para retratar las grandes crueldades, que han hipotecado el futuro de millones de personas. Sin ir más lejos, Patrick Modiano es un claro ejemplo del escritor que, a retazos, traza su catarsis en libros que elabora con la obsesión de lo inmarcesible. Su novela Dora Bruder, uno de sus mejores textos, transmite la oscuridad de jornadas de silencio y de angustia. Basada en la historia real de una adolescente desaparecida en Francia a causa de la ocupación nazi, el presente es también el pasado que se cristaliza en la imagen de la joven. Su frustrada búsqueda invade la memoria del narrador.
Patrick Modiano, autor de Dora BruderAP
Los años de posguerra jamás borraron las heridas de los totalitarismos. De ahí en más, sin respiro, la literatura profundizó el imperativo de ser puente entre la palabra que recobra la dimensión de los hechos y la ecuación de vivirlos. La reflexión puso el acento en escritores y en lectores. Narrativa, poesía o ensayo fueron las páginas que surcaron el camino hacia el interés de las letras por comprender la realidad. Si bien esto ya existía, el siglo XX lo intensificó. Brotaron los debates sobre el papel de los “escritores de compromiso”. La literatura y la política se relacionaron en algunos casos, a menudo con el telón de fondo de la filosofía y de la psicología. En este sentido, gravitaron figuras como las de Jean-Paul Sartre o Elias Canetti.
La soledad del exilio
Detenerse en la resistencia cultural a los excesos del poder obliga a examinar los efectos. En toda opresión, subyace el temor a ser libre y al futuro. No pocos intelectuales pagaron con su vida las ansias de libertad. Y muchos, acaso sin opción, debieron abandonar su país. Otros, sin bríos, languidecieron bajo el paraguas de las concesiones. Sea como fuere, los escritores que no renunciaron a sus principios engrosaron la lista de los exiliados. Esta es una parte de la historia de la humanidad, cuyos signos de intolerancia son incesantes. Firmes al día de hoy, como signos anacrónicos.
Thomas Mann, cuando en 1936 se exilió, aseguró: “Llevo la cultura alemana en mí”. Por entonces, soplaban vientos de represión y el autor de La montaña mágica quería apartar del siniestro trasfondo nacionalsocialista las luces de su cultura. No estaba dispuesto a ceder ante las injusticias que, en lugar de mermar, estaban recrudeciendo. En paralelo, con apenas una diferencia de años, en España la Generación del 27 reclamaba los más elementales derechos. Los perseguidos se multiplicaban y la trágica muerte de Federico García Lorca marcaba a fuego el terror falangista.
"Esa misma lucha, con el precio también del exilio, selló los años sesenta en la literatura de América Latina"
La literatura española no volvería a ser la misma, y en adelante quedaría atrapada en la nostalgia. Así, la poesía de Rafael Alberti o la prosa de María Zambrano denotan la soledad del exilio. Cicatrices que las autocracias pretenden esconder se tornan más visibles cuando aparecen señales que desafían al poder. A veces surgen desde una riesgosa rebeldía y otras veces desde el eufemismo de los mensajes en clave. En efecto, la denuncia de Alexander Solzhenitsyn en Archipiélago Gulag no es como la crítica de Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. O como la descripción de los rasgos vidriosos de la Italia fascista en Vasco Pratolini. Pero, en cada caso, el lector asiste a planteos morales que en su devenir se deslizan hacia tramas nacidas en el seno de la lucha por no callar.
Esa misma lucha, con el precio también del exilio, selló los años sesenta en la literatura de América Latina. Los autores del boom gestaron la corriente de la llamada “novela de dictador”. Tradición que quizá tuvo su preludio en El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias. Allí el Premio Nobel guatemalteco desmenuza, con sintaxis y lenguaje inigualables, la pesadilla de un país amarrado a una dictadura. Logra dilucidar el patrón de conducta de los tiranos de manera tan cabal que en la figura de ese presidente ubicuo, sin nombre, se oculta su frenética maquinaria. Que opera desde el poder absoluto. Ya no es “alguien”, sino un sistema –expansivo y sórdido– que socava la totalidad de los actos y que contagia cada rincón.
Otros ejemplos de esa larga tradición se encuentran en El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez; en La silla del águila, de Carlos Fuentes; o en La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa. Por citar solo tres títulos. Sin olvidar, claro está, la novela que por antonomasia describe el arquetipo del tirano: Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos. Este grupo de autores soportó, en su mayoría, la aciaga cotidianidad del exilio. En sus últimos años, Carlos Fuentes insistió en la necesidad de extender en el mundo la democracia inclusiva. Pocos días antes de morir, en 2012, afirmó en una conferencia que “las sociedades se empobrecen cuando separan y se enriquecen cuando incluyen”. Luego alertó: “Evitemos la disrupción del tribalismo”. No se equivocó.
Cabe preguntarse si algo cambió. En la actualidad, las voces de periodistas y de escritores, en todas partes, saben que hay poderes de turno que amordazan. La literatura da cuenta de esa y de otras injusticias. Pero inquieta que se naturalice el mecanismo autoritario de la censura, ya que no debería existir en un mundo civilizado. La cancelación es un tópico literario en múltiples culturas. Los desplazados y el exilio son ejes en el novelista tanzano Abdulrazak Gurnah, autor de Precario silencio. Y en la literatura argentina reciente aparecen las secuelas de la dictadura en Nuestra parte de noche, de Mariana Enriquez; o en Para hechizar a un Cazador, de Luciano Lamberti.
Hay que perseverar para que la libertad de expresión sea –siempre— el derecho de cada persona a pensar sin miedo. Como pocos, Ray Bradbury lo reflejó en Fahrenheit 451, ficción que se hace realidad a partir de la defensa del libro, emblema de las ideas libres.
Profesor y escritor. Autor, entre otros libros, de El sentido de educar
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Milei le sacó retenciones: es récord la producción de carne de cerdo y va camino a cerrar 2024 con otro registro inédito
Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) con base a datos de la Secretaría de Agricultura, entre enero y septiembre pasado el volumen creció un 3,1%, a 587.044 toneladas
Entre enero y septiembre de 2024 se produjeron 587.044 toneladas de carne porcina en la Argentina
El sector porcino tiene buenas noticias que reflejan su momento. Luego de que se conociera que entre enero y septiembre pasado las exportaciones de la actividad treparon un 35,1%, ahora se difundió otro indicador: la producción de los primeros nueve meses del año se expandió un 3,1% versus igual período de 2023 y alcanzó un volumen récord para la época. El negocio porcino, vale recordar, no tiene retenciones desde agosto pasado: estaban en el 5%, pero las eliminó el presidente Javier Milei.
En concreto, entre enero y septiembre de 2024 se produjeron 587.044 toneladas de carne porcina en la Argentina, según un reporte de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), con base a datos de la Secretaría de Agricultura. De continuar esta tendencia, observaron, en 2024 podría registrarse el catorceavo año consecutivo de incremento sostenido en la producción de cerdo.
“El sector porcino argentino muestra una tendencia de recuperación en los precios y en la producción, lo que sugiere un escenario positivo para los productores a partir de la segunda mitad del año. De mantenerse estas tendencias, el 2024 podría cerrar con un desempeño récord, consolidando a este sector como un pilar de crecimiento en el ámbito pecuario”, dijeron en el informe.
Además, puntualizaron que los costos productivos “mantienen una leve tendencia alcista desde principios de 2024. Para la semana número 44, los costos promedios de las granjas N1 fueron de $949,1 por kilogramo de capón, para los establecimientos N2 de $ 1060,7 /kg y para las N3 de $ 1158,5 /kg, aumentando en promedio un 5,5% en lo que va del año”. N1, N2 y N2 son tipos de unidades productivas.
Según dijeron, el sector porcino argentino muestra una tendencia de recuperación en los precios y en la producción
En ese sentido, observaron que los precios se encuentran en un sendero de recuperación luego de haber quedado muy rezagados frente a la inflación en los primeros seis meses del año. “Desde el mínimo relativo que se alcanzó en junio, los precios reales se recuperaron un 34%. Aun así, todavía se encuentran un 18% por debajo del precio promedio del período 2021-2023″, resaltaron. Estos quedaron en un valor de $1628,18/kg. Comparado con la semana anterior, esto implica un aumento del 0,5%, mientras que respecto de la misma semana del año pasado representa un incremento del 136%.
Exportaciones
Semanas atrás, la Secretaría de Agricultura informó que, en sintonía con las políticas de incentivo a la producción y la apertura de nuevos mercados que lleva adelante el gobierno nacional, las exportaciones del sector porcino argentino registraron en los primeros nueve meses de 2024 un incremento de 35,1% con respecto al mismo período del año anterior. Pasaron de 8406 toneladas a 11.359 toneladas.
La producción de carne porcina entre enero y septiembre de cada año..Bolsa de Comercio de Rosario
“Si se calcula en dólares FOB, el aumento, en términos interanuales, fue de 48,6%. Dentro de los principales destinos se destacan Uruguay y Singapur, dos mercados abiertos en los últimos meses por el gobierno nacional, además de China y Georgia”, precisaron.
Estos datos surgen del análisis realizado por la Secretaría de Agricultura, a través de la Dirección de Porcinos, Aves y Animales de Granja. Allí se destacó también que las importaciones totales presentaron, durante enero y septiembre de este año, una disminución promedio del 34,7% en U$$ — CIF y de 34% en toneladas.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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