Rogelio Frigerio. “Con un 50% de pobres, las formas de Javier Milei no son una prioridad”
El gobernador de Entre Ríos pide darle “tiempo” a la gestión del Presidente ante la crítica situación social; “en 2025 debemos confluir aquellos que no queremos volver atrás”, asegura
Texto Matías Moreno
Pese a que luce inquieto por la ausencia de respuestas de Javier Milei a los reclamos por las deudas que mantiene la Nación con las provincias, Rogelio Frigerio evita romper puentes con la Casa Rosada. El gobernador de Entre Ríos prefiere ser prudente a la hora de plantear sus demandas al Presidente o marcar errores de la gestión libertaria. Ratifica su respaldo a la idea de Milei de blindar el equilibrio fiscal, pero advierte que “las provincias sufren la mayor caída de recursos de la historia”. Por eso, pide “diálogo” para saldar las discrepancias con el Ejecutivo durante la negociación por el presupuesto 2025.
Atento al clima social y, sobre todo, a las incógnitas que estimula la reconfiguración del sistema político, Frigerio se escabulle para no cuestionar a Milei. A diferencia de Mauricio Macri, jefe de Pro, quien reclama que los libertarios fortalezcan la institucionalidad, el mandatario evita criticar las “formas” del Presidente. Tampoco objeta la apuesta por Ariel Lijo para ocupar una vacante en la Corte.
–Usted asistió hace unos días a un almuerzo en la Casa Rosada, ¿qué resultados obtiene de las charlas con Milei?
–Esa fue una reunión a la que nos invitó el Presidente; no fue solicitada por nosotros. En consecuencia, no había una agenda de trabajo. Sin embargo, planteamos algunas cuestiones sobre las que venimos hablando desde hace rato, vinculadas con el cumplimiento de normas, leyes y la Constitución. Más allá de que fue una reunión positiva, con buena predisposición, no podría decir que tenemos una respuesta concreta a estos pedidos.
–¿Sienten que no los compensan por el apoyo que le dan al Gobierno en el Congreso?
–Los respaldos que he dado en leyes o iniciativas, como el Pacto de Mayo, no han sido para negociar otra cosa. Eso tuvo que ver con mis creencias o mis coincidencias con el Gobierno en algunos puntos importantes. No hay un “toma y daca” en ese apoyo. Muchas de las cosas que plantea el Gobierno había que hacerlas. Por otro lado, insisto en que mis planteos tienen que ver con el cumplimiento de leyes y pactos preexistentes. Espero también que el Gobierno finalmente adopte la misma postura que tuvimos nosotros: apoyar lo que hay que apoyar.
–¿Va a apoyar la sanción del presupuesto 2025 o exigirá modificaciones?
–Yo creo que los gobiernos deben tener un presupuesto. Y ese debe ser, esencialmente, el que presenta el Poder Ejecutivo. Por supuesto, uno tiene que escuchar propuestas y mejoras de todo el arco político. En los márgenes tiene que haber espacio para el diálogo y la búsqueda de consensos sobre cuestiones importantes para todas las partes. Espero que el Congreso sea un lugar de debate y que el Gobierno pueda llevarse su presupuesto con los aportes de quienes queremos que a Milei le vaya bien.
–Hay opositores que sospechan que el Gobierno dilata el debate porque prefiere prorrogar el presupuesto actual. ¿Tiene la misma intuición?
–No creo que sea así. Todos los que gobernamos necesitamos un presupuesto. Y, además, sería una muy mala señal para los mercados no contar con la herramienta fundamental de gestión para cualquier gobierno que es el presupuesto.
–Si Milei no paga las deudas de las cajas previsionales, ¿usted podría sufrir una crisis financiera en su distrito?
–En el caso de Entre Ríos, nos encontramos sin un peso y con deudas en dólares que tuvimos que afrontar ni bien arrancamos la gestión. También sufrimos, por lo menos hasta septiembre, una caída en la recaudación de casi 20 puntos respecto del año pasado. Hoy, las provincias están sufriendo la mayor caída de recursos de la historia por distintos motivos. El principal responsable de esta caída es la modificación del impuesto a los ingresos personales del año pasado. En segundo lugar, la baja del consumo y de la actividad que impacta en impuestos coparticipables muy importantes, como el IVA. Y, en tercer lugar, el hecho de que el gobierno nacional haya llevado prácticamente a cero las transferencias discrecionales. Esto generó un combo muy difícil para los gobiernos provinciales que están gestionando con menos recursos y con más responsabilidades como nunca antes hemos visto.
–¿Dice que el Gobierno delega competencias en las provincias sin girar los recursos?
–Bueno, no solo por el corrimiento del gobierno nacional de algunas de algunas funciones que antes asumía, sino porque hay creciente demanda en los comedores comunitarios, en las escuelas públicas y los hospitales públicos. Estamos con una situación muy difícil.
–¿Le resulta difícil o incómodo plantarse frente al Gobierno por el apoyo del electorado de Pro a Milei?
–Siempre creo que el camino es el diálogo político. Y arrancamos promoviendo ese diálogo. Después hicimos los reclamos por vía administrativa y en algunos casos llegamos a la Corte Suprema de Justicia. Pero yo no estoy discutiendo por recursos, sino por derechos, el cumplimiento de la ley y de las normas.
–¿La economía se estabilizó y ya hay señales de reactivación, como sostiene Milei?
–Es indudable que hay indicios incipientes de recuperación en algunos sectores de la economía. Y, evidentemente, la inflación está empezando a ceder. Yo no tengo la bola de cristal para saber si esto va a seguir así en el futuro, pero apuesto a eso, porque la Argentina necesita crecer y consolidar esta baja de la inflación. Y vamos a hacer lo que esté a nuestro alcance para ayudar a que estos objetivos se logren.
–¿El Gobierno comete un error al demorar el fin del cepo?
–Yo creo que los políticos y los economistas necesitamos un baño de humildad. Hemos llevado a la Argentina a un lugar trágico, con un 50% de argentinos por debajo de la línea de pobreza. Yo voy a ser muy prudente a la hora de señalar errores, porque creo que gobernar la Argentina es muy difícil. Con lo cual considero que a este gobierno hay que darle tiempo. Y espero que encuentren la salida a esta situación. Pero me parece un acto de pedantería decir que debemos salir del cepo más temprano que tarde o que hay que adoptar determinadas políticas específicas.
–¿Pro y LLA deben compartir listas en 2025?
–Tengo muchos acuerdos, pero también algunas diferencias respecto de la gestión del Gobierno. Desde el punto de vista electoral, considero que debemos confluir aquellos que pensamos más o menos parecido y que no queremos volver atrás. Hablo de los que creemos en la democracia, en el desarrollo del sector privado, en el equilibrio de las cuentas públicas o en vincular a la Argentina con otras democracias occidentales.
–¿Y cuáles son sus diferencias con Milei?
–Una diferencia clara es que el Gobierno está dilatando mucho el cumplimiento de compromisos vinculados con las provincias. Estoy de acuerdo en ordenar el desastre con el que convivimos los argentinos durante muchas décadas respecto de las responsabilidades de cada nivel de gobierno. Incluso ese es un problema que afecta a la calidad de la democracia, porque la gente no sabe a quién demandar o exigir cuando los servicios o los bienes públicos llegan mal o en baja cantidad. Ese ordenamiento se debe hacer. Pero, por supuesto, una vez que se precisen los roles y las responsabilidades, hay que definir también el financiamiento de esas competencias. Y eso no está ocurriendo.
–¿Es sostenible la suspensión de la obra pública que dispuso Milei desde que asumió?
–Estamos de acuerdo en incorporar el financiamiento privado en las obras de infraestructura. Pero hay lugares donde no hay incentivo para el sector privado, y allí es indispensable la inversión en obra pública. Por eso, considero que en un país tan desigual y heterogéneo como la Argentina la obra pública es estratégica y fundamental.
–¿Concuerda con Macri en que Milei debe fortalecer la institucionalidad?
–Prefiero opinar sobre cuestiones concretas y no tan vagas. Yo creo que cumplir con todo lo que dictamina la Constitución o las leyes es indispensable. Pero no sé concretamente a qué se refiere.
–Los ataques de Milei al Congreso, la hostilidad hacia la prensa o la apuesta por Lijo.
–Si es un tema de formas, no son las mías. Ahora tampoco creo que eso determine a un gobierno. En los últimos 40 años de democracia, hemos tenido presidentes con buenas formas y con malas formas. En general, nos ha ido muy mal con unos y otros. Con lo cual ahí no radica el problema, sino en resolver los problemas de la gente. Dicho esto, yo prefiero un estilo diferente, pero no soy psicólogo ni analista como para ponerme a debatir sobre eso.
–¿Usted se siente de Pro o piensa en construir una alternativa que integre a los libertarios, radicales y peronistas?
–Después de esta última elección ha habido un cambio drástico de la composición político-partidaria de la Argentina. Y, obviamente, eso va a generar nuevas configuraciones en las fuerzas políticas. Insisto en que aquellos que no queremos volver atrás, que queremos un cambio para la Argentina, vinculado con la estabilidad macroeconómica como condición necesaria, pero con políticas de desarrollo económico y social como condición suficiente, debemos confluir.
–¿Cómo evalúa la conducción de Macri en Pro? ¿Cree que prioriza salvaguardar a la Capital?
–Quizás no se ve públicamente, pero me consta que plantea ante los funcionarios nacionales estos problemas que nosotros transmitimos en el seno de la mesa ejecutiva de Pro. No me siento discriminado.
–¿Usted está dispuesto a apoyar la candidatura de Lijo? Macri ya objetó el pliego.
–No es un tema que hemos discutido y debatido hacia el interior de nuestro espacio político en Entre Ríos. Tampoco he tenido oportunidad de conversarlo con el gobierno nacional.
–El bloque Hacemos Federal, donde usted tiene un diputado, impulsa un proyecto para reformar la ley que regula los DNU. ¿Apoya esa iniciativa?
–Honestamente, no estudié el tema. No sé en qué sentido se pretende modificar la ley de DNU. Es cierto que es una ley que han usado todos los últimos gobiernos. No puede haber una restricción para el debate de ningún asunto, sobre todo, en cuestiones institucionales, pero la verdad es que no conozco el detalle de la propuesta.
–¿Qué significa el regreso de Cristina Kirchner como conductora del PJ?
–Lo primero es sorpresa, porque entiendo que la exvicepresidenta nunca tuvo demasiado apego por la vida partidaria del PJ. Pero también habla a las claras de la dificultad que tiene el peronismo de generar nuevos liderazgos.
–¿Cristina puede convertirse en una amenaza para Milei?
–Yo no la veo como una amenaza, forma parte del pasado de la Argentina. Es un pasado, además, que la gran mayoría de los argentinos quiere dejar atrás.
–¿Hay similitudes entre el estilo de gobernar de Milei y del kirchnerismo?
–¿Estamos hablando de las formas? No sé… En un país con un 50% de pobres y con jóvenes que sienten que no tienen futuro, las formas [de Milei] no son una prioridad. La gente está poniendo el foco y la atención en otra cosa, habida cuenta de lo dramático de la situación.
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Con desafíos pastorales y sociales, el Episcopado renueva su conducción
Esta semana concluye el mandato de Oscar Ojea y los obispos votan para elegir nuevas autoridades; los arzobispos Rossi, García Cuerva y Bokalic podrían sucederlo
Pese a que luce inquieto por la ausencia de respuestas de Javier Milei a los reclamos por las deudas que mantiene la Nación con las provincias, Rogelio Frigerio evita romper puentes con la Casa Rosada. El gobernador de Entre Ríos prefiere ser prudente a la hora de plantear sus demandas al Presidente o marcar errores de la gestión libertaria. Ratifica su respaldo a la idea de Milei de blindar el equilibrio fiscal, pero advierte que “las provincias sufren la mayor caída de recursos de la historia”. Por eso, pide “diálogo” para saldar las discrepancias con el Ejecutivo durante la negociación por el presupuesto 2025.
Atento al clima social y, sobre todo, a las incógnitas que estimula la reconfiguración del sistema político, Frigerio se escabulle para no cuestionar a Milei. A diferencia de Mauricio Macri, jefe de Pro, quien reclama que los libertarios fortalezcan la institucionalidad, el mandatario evita criticar las “formas” del Presidente. Tampoco objeta la apuesta por Ariel Lijo para ocupar una vacante en la Corte.
–Usted asistió hace unos días a un almuerzo en la Casa Rosada, ¿qué resultados obtiene de las charlas con Milei?
–Esa fue una reunión a la que nos invitó el Presidente; no fue solicitada por nosotros. En consecuencia, no había una agenda de trabajo. Sin embargo, planteamos algunas cuestiones sobre las que venimos hablando desde hace rato, vinculadas con el cumplimiento de normas, leyes y la Constitución. Más allá de que fue una reunión positiva, con buena predisposición, no podría decir que tenemos una respuesta concreta a estos pedidos.
–¿Sienten que no los compensan por el apoyo que le dan al Gobierno en el Congreso?
–Los respaldos que he dado en leyes o iniciativas, como el Pacto de Mayo, no han sido para negociar otra cosa. Eso tuvo que ver con mis creencias o mis coincidencias con el Gobierno en algunos puntos importantes. No hay un “toma y daca” en ese apoyo. Muchas de las cosas que plantea el Gobierno había que hacerlas. Por otro lado, insisto en que mis planteos tienen que ver con el cumplimiento de leyes y pactos preexistentes. Espero también que el Gobierno finalmente adopte la misma postura que tuvimos nosotros: apoyar lo que hay que apoyar.
–¿Va a apoyar la sanción del presupuesto 2025 o exigirá modificaciones?
–Yo creo que los gobiernos deben tener un presupuesto. Y ese debe ser, esencialmente, el que presenta el Poder Ejecutivo. Por supuesto, uno tiene que escuchar propuestas y mejoras de todo el arco político. En los márgenes tiene que haber espacio para el diálogo y la búsqueda de consensos sobre cuestiones importantes para todas las partes. Espero que el Congreso sea un lugar de debate y que el Gobierno pueda llevarse su presupuesto con los aportes de quienes queremos que a Milei le vaya bien.
–Hay opositores que sospechan que el Gobierno dilata el debate porque prefiere prorrogar el presupuesto actual. ¿Tiene la misma intuición?
–No creo que sea así. Todos los que gobernamos necesitamos un presupuesto. Y, además, sería una muy mala señal para los mercados no contar con la herramienta fundamental de gestión para cualquier gobierno que es el presupuesto.
–Si Milei no paga las deudas de las cajas previsionales, ¿usted podría sufrir una crisis financiera en su distrito?
–En el caso de Entre Ríos, nos encontramos sin un peso y con deudas en dólares que tuvimos que afrontar ni bien arrancamos la gestión. También sufrimos, por lo menos hasta septiembre, una caída en la recaudación de casi 20 puntos respecto del año pasado. Hoy, las provincias están sufriendo la mayor caída de recursos de la historia por distintos motivos. El principal responsable de esta caída es la modificación del impuesto a los ingresos personales del año pasado. En segundo lugar, la baja del consumo y de la actividad que impacta en impuestos coparticipables muy importantes, como el IVA. Y, en tercer lugar, el hecho de que el gobierno nacional haya llevado prácticamente a cero las transferencias discrecionales. Esto generó un combo muy difícil para los gobiernos provinciales que están gestionando con menos recursos y con más responsabilidades como nunca antes hemos visto.
–¿Dice que el Gobierno delega competencias en las provincias sin girar los recursos?
–Bueno, no solo por el corrimiento del gobierno nacional de algunas de algunas funciones que antes asumía, sino porque hay creciente demanda en los comedores comunitarios, en las escuelas públicas y los hospitales públicos. Estamos con una situación muy difícil.
–¿Le resulta difícil o incómodo plantarse frente al Gobierno por el apoyo del electorado de Pro a Milei?
–Siempre creo que el camino es el diálogo político. Y arrancamos promoviendo ese diálogo. Después hicimos los reclamos por vía administrativa y en algunos casos llegamos a la Corte Suprema de Justicia. Pero yo no estoy discutiendo por recursos, sino por derechos, el cumplimiento de la ley y de las normas.
–¿La economía se estabilizó y ya hay señales de reactivación, como sostiene Milei?
–Es indudable que hay indicios incipientes de recuperación en algunos sectores de la economía. Y, evidentemente, la inflación está empezando a ceder. Yo no tengo la bola de cristal para saber si esto va a seguir así en el futuro, pero apuesto a eso, porque la Argentina necesita crecer y consolidar esta baja de la inflación. Y vamos a hacer lo que esté a nuestro alcance para ayudar a que estos objetivos se logren.
–¿El Gobierno comete un error al demorar el fin del cepo?
–Yo creo que los políticos y los economistas necesitamos un baño de humildad. Hemos llevado a la Argentina a un lugar trágico, con un 50% de argentinos por debajo de la línea de pobreza. Yo voy a ser muy prudente a la hora de señalar errores, porque creo que gobernar la Argentina es muy difícil. Con lo cual considero que a este gobierno hay que darle tiempo. Y espero que encuentren la salida a esta situación. Pero me parece un acto de pedantería decir que debemos salir del cepo más temprano que tarde o que hay que adoptar determinadas políticas específicas.
–¿Pro y LLA deben compartir listas en 2025?
–Tengo muchos acuerdos, pero también algunas diferencias respecto de la gestión del Gobierno. Desde el punto de vista electoral, considero que debemos confluir aquellos que pensamos más o menos parecido y que no queremos volver atrás. Hablo de los que creemos en la democracia, en el desarrollo del sector privado, en el equilibrio de las cuentas públicas o en vincular a la Argentina con otras democracias occidentales.
–¿Y cuáles son sus diferencias con Milei?
–Una diferencia clara es que el Gobierno está dilatando mucho el cumplimiento de compromisos vinculados con las provincias. Estoy de acuerdo en ordenar el desastre con el que convivimos los argentinos durante muchas décadas respecto de las responsabilidades de cada nivel de gobierno. Incluso ese es un problema que afecta a la calidad de la democracia, porque la gente no sabe a quién demandar o exigir cuando los servicios o los bienes públicos llegan mal o en baja cantidad. Ese ordenamiento se debe hacer. Pero, por supuesto, una vez que se precisen los roles y las responsabilidades, hay que definir también el financiamiento de esas competencias. Y eso no está ocurriendo.
–¿Es sostenible la suspensión de la obra pública que dispuso Milei desde que asumió?
–Estamos de acuerdo en incorporar el financiamiento privado en las obras de infraestructura. Pero hay lugares donde no hay incentivo para el sector privado, y allí es indispensable la inversión en obra pública. Por eso, considero que en un país tan desigual y heterogéneo como la Argentina la obra pública es estratégica y fundamental.
–¿Concuerda con Macri en que Milei debe fortalecer la institucionalidad?
–Prefiero opinar sobre cuestiones concretas y no tan vagas. Yo creo que cumplir con todo lo que dictamina la Constitución o las leyes es indispensable. Pero no sé concretamente a qué se refiere.
–Los ataques de Milei al Congreso, la hostilidad hacia la prensa o la apuesta por Lijo.
–Si es un tema de formas, no son las mías. Ahora tampoco creo que eso determine a un gobierno. En los últimos 40 años de democracia, hemos tenido presidentes con buenas formas y con malas formas. En general, nos ha ido muy mal con unos y otros. Con lo cual ahí no radica el problema, sino en resolver los problemas de la gente. Dicho esto, yo prefiero un estilo diferente, pero no soy psicólogo ni analista como para ponerme a debatir sobre eso.
–¿Usted se siente de Pro o piensa en construir una alternativa que integre a los libertarios, radicales y peronistas?
–Después de esta última elección ha habido un cambio drástico de la composición político-partidaria de la Argentina. Y, obviamente, eso va a generar nuevas configuraciones en las fuerzas políticas. Insisto en que aquellos que no queremos volver atrás, que queremos un cambio para la Argentina, vinculado con la estabilidad macroeconómica como condición necesaria, pero con políticas de desarrollo económico y social como condición suficiente, debemos confluir.
–¿Cómo evalúa la conducción de Macri en Pro? ¿Cree que prioriza salvaguardar a la Capital?
–Quizás no se ve públicamente, pero me consta que plantea ante los funcionarios nacionales estos problemas que nosotros transmitimos en el seno de la mesa ejecutiva de Pro. No me siento discriminado.
–¿Usted está dispuesto a apoyar la candidatura de Lijo? Macri ya objetó el pliego.
–No es un tema que hemos discutido y debatido hacia el interior de nuestro espacio político en Entre Ríos. Tampoco he tenido oportunidad de conversarlo con el gobierno nacional.
–El bloque Hacemos Federal, donde usted tiene un diputado, impulsa un proyecto para reformar la ley que regula los DNU. ¿Apoya esa iniciativa?
–Honestamente, no estudié el tema. No sé en qué sentido se pretende modificar la ley de DNU. Es cierto que es una ley que han usado todos los últimos gobiernos. No puede haber una restricción para el debate de ningún asunto, sobre todo, en cuestiones institucionales, pero la verdad es que no conozco el detalle de la propuesta.
–¿Qué significa el regreso de Cristina Kirchner como conductora del PJ?
–Lo primero es sorpresa, porque entiendo que la exvicepresidenta nunca tuvo demasiado apego por la vida partidaria del PJ. Pero también habla a las claras de la dificultad que tiene el peronismo de generar nuevos liderazgos.
–¿Cristina puede convertirse en una amenaza para Milei?
–Yo no la veo como una amenaza, forma parte del pasado de la Argentina. Es un pasado, además, que la gran mayoría de los argentinos quiere dejar atrás.
–¿Hay similitudes entre el estilo de gobernar de Milei y del kirchnerismo?
–¿Estamos hablando de las formas? No sé… En un país con un 50% de pobres y con jóvenes que sienten que no tienen futuro, las formas [de Milei] no son una prioridad. La gente está poniendo el foco y la atención en otra cosa, habida cuenta de lo dramático de la situación.
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Con desafíos pastorales y sociales, el Episcopado renueva su conducción
Esta semana concluye el mandato de Oscar Ojea y los obispos votan para elegir nuevas autoridades; los arzobispos Rossi, García Cuerva y Bokalic podrían sucederlo
Mariano de VediaLos arzobispos García Cuerva, Rossi y Bokalic, posibles candidatos para suceder a Ojea
Con el desafío de encontrar formas y lenguajes adecuados a los nuevos tiempos, que permitan renovar el diálogo de la Iglesia con la sociedad –en especial con los jóvenes– y dar respuestas en el plano social a la angustia de más de 25 millones de personas que viven bajo la línea de pobreza, el Episcopado renovará sus rostros más visibles.
Mañana comenzará la asamblea plenaria y, a las 19.30, el obispo de San Isidro y presidente saliente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, celebrará la misa de apertura. El martes, el arzobispo emérito de Tucumán, cardenal Luis Villalba, predicará un retiro y, al caer la tarde, comenzará el proceso de elección de autoridades para el período 2024/2027, que reflejará cambios generacionales y llevará a nuevos obispos a asumir responsabilidades en áreas decisivas.
Ojea presidió el Episcopado en los últimos siete años, casi la mitad del tiempo que lleva el pontificado de Francisco. Atravesó en esa condición el debate sobre la ley del aborto en la Argentina, la explosión de la pobreza, las secuelas de la recesión económica y la consolidación de la grieta en el campo político y social. Interactuó, en ese sentido, con tres presidentes de la Nación muy distintos: Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei.
Están llamados a asumir roles más preponderantes en la Conferencia Episcopal los arzobispos de Córdoba, el jesuita y cardenal Ángel Sixto Rossi; de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, y de Santiago del Estero, monseñor Vicente Bokalic Iglic, promovido por Francisco al frente de la arquidiócesis convertida en primada, a modo de reparación histórica, por tratarse de la sede episcopal más antigua del país. El 8 de diciembre recibirá el birrete de cardenal.
Los tres arzobispos tienen un estilo pastoral con marcada sensibilidad social. Y a ellos se suma el arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, formado con el recordado obispo Jorge Novak en Quilmes, y con experiencia pastoral en las diócesis de Orán y de La Rioja, donde impulsó la beatificación de los mártires riojanos, al reivindicar la figura de Enrique Angelelli. En los últimos años acompañó a monseñor Ojea como vicepresidente primero de la Conferencia Episcopal.
Rossi (66 años) creó en 1992 la Fundación Manos Abiertas, que brinda ayuda a personas vulnerables en distintos centros del país. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1976, cuando Jorge Bergoglio era superior provincial de la orden y en noviembre de 2021 fue designado arzobispo de Córdoba, donde constituyó la Vicaría de los Pobres.
García Cuerva (56 años) nació en la provincia de Santa Cruz y se formó en la diócesis de San Isidro. Trabajó más de una década en la Villa La Cava y en otros barrios populares del conurbano, y fue obispo de Río Gallegos. Nombrado arzobispo de Buenos Aires en mayo de 2023, visita varias parroquias durante las semanas e integra en la Santa Sede el Dicasterio para los Obispos y el Dicasterio para las Iglesias Orientales. Al igual que sus pares, es un fuerte impulsor del diálogo y la unidad y en el tedeum del 25 de mayo último pidió a la dirigencia del país “dejar de pensar estrategias para que al otro le vaya mal”.
De bajo perfil y fuerte sentido misionero, Bokalic Iglic (72 años) fue ordenado sacerdote en la Congregación Vicentina, dedicada a la atención de los pobres y fue obispo auxiliar de Buenos Aires, donde trabajó con el entonces cardenal Bergoglio. En diciembre de 2013 Francisco lo trasladó a Santiago del Estero, tierra de misión de Mama Antula, la primera santa argentina.
Los retos que asumirá la nueva conducción del Episcopado van más allá de las urgencias trazadas por la crisis. Apuntan a encauzar un diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo, enfrentar la notoria caída de la asistencia de los propios católicos a las celebraciones religiosas y de la recepción de los sacramentos, lograr una mayor presencia y visibilidad de las mujeres y los laicos en puestos de decisión, no solo en tareas de asesoramiento, y el tratamiento de las denuncias de abusos, temas que estuvieron en la agenda del reciente Sínodo que el Papa encabezó en el Vaticano.
Pero, invariablemente, la nueva conducción episcopal cruzará caminos con la política. Por lo pronto, estará atenta al incierto y siempre postergado viaje del Papa a la Argentina. Teniendo en cuenta que en la segunda parte del año habrá elecciones nacionales, el calendario para una hipotética visita se reduciría al primer o segundo trimestre de 2025. Y debería complementarse con las actividades que lo obligarán al Papa a permanecer en el Vaticano, ante la celebración del Año Santo y del Jubileo.
“Habría que impulsar nuevas formas creativas para estar cerca de los pobres, sin que esa mirada sea percibida como un signo de politización”, confió un obispo consultado
Una fuente eclesiástica estimó que sigue vigente un pensamiento de Jorge Casaretto, hoy obispo emérito de San Isidro, quien señalaba que el lugar de la Iglesia es “lejos del poder y cerca de los pobres”. Pero la fuente se animó a actualizar el concepto: “Tiene que estar lejos de todo poder y no ofrecer argumentos que intenten identificar a la Iglesia con una línea política determinada”
Con el desafío de encontrar formas y lenguajes adecuados a los nuevos tiempos, que permitan renovar el diálogo de la Iglesia con la sociedad –en especial con los jóvenes– y dar respuestas en el plano social a la angustia de más de 25 millones de personas que viven bajo la línea de pobreza, el Episcopado renovará sus rostros más visibles.
Mañana comenzará la asamblea plenaria y, a las 19.30, el obispo de San Isidro y presidente saliente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, celebrará la misa de apertura. El martes, el arzobispo emérito de Tucumán, cardenal Luis Villalba, predicará un retiro y, al caer la tarde, comenzará el proceso de elección de autoridades para el período 2024/2027, que reflejará cambios generacionales y llevará a nuevos obispos a asumir responsabilidades en áreas decisivas.
Ojea presidió el Episcopado en los últimos siete años, casi la mitad del tiempo que lleva el pontificado de Francisco. Atravesó en esa condición el debate sobre la ley del aborto en la Argentina, la explosión de la pobreza, las secuelas de la recesión económica y la consolidación de la grieta en el campo político y social. Interactuó, en ese sentido, con tres presidentes de la Nación muy distintos: Mauricio Macri, Alberto Fernández y Javier Milei.
Están llamados a asumir roles más preponderantes en la Conferencia Episcopal los arzobispos de Córdoba, el jesuita y cardenal Ángel Sixto Rossi; de Buenos Aires, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, y de Santiago del Estero, monseñor Vicente Bokalic Iglic, promovido por Francisco al frente de la arquidiócesis convertida en primada, a modo de reparación histórica, por tratarse de la sede episcopal más antigua del país. El 8 de diciembre recibirá el birrete de cardenal.
Los tres arzobispos tienen un estilo pastoral con marcada sensibilidad social. Y a ellos se suma el arzobispo de Mendoza, Marcelo Colombo, formado con el recordado obispo Jorge Novak en Quilmes, y con experiencia pastoral en las diócesis de Orán y de La Rioja, donde impulsó la beatificación de los mártires riojanos, al reivindicar la figura de Enrique Angelelli. En los últimos años acompañó a monseñor Ojea como vicepresidente primero de la Conferencia Episcopal.
Rossi (66 años) creó en 1992 la Fundación Manos Abiertas, que brinda ayuda a personas vulnerables en distintos centros del país. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1976, cuando Jorge Bergoglio era superior provincial de la orden y en noviembre de 2021 fue designado arzobispo de Córdoba, donde constituyó la Vicaría de los Pobres.
García Cuerva (56 años) nació en la provincia de Santa Cruz y se formó en la diócesis de San Isidro. Trabajó más de una década en la Villa La Cava y en otros barrios populares del conurbano, y fue obispo de Río Gallegos. Nombrado arzobispo de Buenos Aires en mayo de 2023, visita varias parroquias durante las semanas e integra en la Santa Sede el Dicasterio para los Obispos y el Dicasterio para las Iglesias Orientales. Al igual que sus pares, es un fuerte impulsor del diálogo y la unidad y en el tedeum del 25 de mayo último pidió a la dirigencia del país “dejar de pensar estrategias para que al otro le vaya mal”.
De bajo perfil y fuerte sentido misionero, Bokalic Iglic (72 años) fue ordenado sacerdote en la Congregación Vicentina, dedicada a la atención de los pobres y fue obispo auxiliar de Buenos Aires, donde trabajó con el entonces cardenal Bergoglio. En diciembre de 2013 Francisco lo trasladó a Santiago del Estero, tierra de misión de Mama Antula, la primera santa argentina.
Los retos que asumirá la nueva conducción del Episcopado van más allá de las urgencias trazadas por la crisis. Apuntan a encauzar un diálogo de la Iglesia con el mundo contemporáneo, enfrentar la notoria caída de la asistencia de los propios católicos a las celebraciones religiosas y de la recepción de los sacramentos, lograr una mayor presencia y visibilidad de las mujeres y los laicos en puestos de decisión, no solo en tareas de asesoramiento, y el tratamiento de las denuncias de abusos, temas que estuvieron en la agenda del reciente Sínodo que el Papa encabezó en el Vaticano.
Pero, invariablemente, la nueva conducción episcopal cruzará caminos con la política. Por lo pronto, estará atenta al incierto y siempre postergado viaje del Papa a la Argentina. Teniendo en cuenta que en la segunda parte del año habrá elecciones nacionales, el calendario para una hipotética visita se reduciría al primer o segundo trimestre de 2025. Y debería complementarse con las actividades que lo obligarán al Papa a permanecer en el Vaticano, ante la celebración del Año Santo y del Jubileo.
“Habría que impulsar nuevas formas creativas para estar cerca de los pobres, sin que esa mirada sea percibida como un signo de politización”, confió un obispo consultado
Una fuente eclesiástica estimó que sigue vigente un pensamiento de Jorge Casaretto, hoy obispo emérito de San Isidro, quien señalaba que el lugar de la Iglesia es “lejos del poder y cerca de los pobres”. Pero la fuente se animó a actualizar el concepto: “Tiene que estar lejos de todo poder y no ofrecer argumentos que intenten identificar a la Iglesia con una línea política determinada”
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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