Alerta en el Gobierno por un retroceso histórico del peronismo en las provincias
El oficialismo se arriesga a tener la peor marca desde el regreso de la democracia
Jaime RosembergAlberto Fernández viajó ayer a Chaco para respaldar a Capitanich
A menos de dos semanas de las PASO, la derrota en Chubut profundizó la preocupación en el oficialismo, ya que el mapa de las elecciones provinciales muestra un retroceso histórico del peronismo.
Juntos por el Cambio ya ganó en cinco provincias y es muy probable que se imponga en Mendoza y Santa Fe, donde superó con éxito las primarias. También aparece como la fuerza favorita en la ciudad de Buenos y en Entre Ríos. Si la tendencia se confirma, el peronismo podría perforar su piso histórico de 1983, su peor registro desde el regreso de la democracia, cuando gobernaba 12 provincias. Además, durante las últimas elecciones, el peronismo y sus aliados perdieron cerca de medio millón de votos.
En el Gobierno argumentan que se trata de situaciones locales, pero el candidato oficialista Sergio Massa intensificará en los próximos días sus recorridas por el interior para reforzar la campaña.
“En votos no influye demasiado, en imagen, sí”, expresó resignado y en voz baja uno de los referentes del peronismo bonaerense en referencia a la derrota del peronismo gobernante en Chubut, donde ganó el senador nacional Ignacio Torres (Juntos por el Cambio).
Más allá de acusar el golpe, que se suma a las recientes caídas en San Luis y San Juan, cerca del presidente Alberto Fernández y del candidato presidencial y ministro de Economía, Sergio Massa, intentaban ayer evitar que el clima de derrota se propagara más allá de Chubut. Por eso apuntaban que las elecciones provinciales “no necesariamente reflejan lo nacional”
La señal que lleva preocupación en las filas oficialistas es que se encadenó una sucesión inédita de derrotas del peronismo en el interior.
“Las elecciones provinciales tienen que ver con realidades locales y, en muchos casos, las alianzas no representan lo que va a ser en agosto la confrontación entre dos modelos de país”, afirmaron desde la oficina de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti. El análisis desde el Gobierno se centra en que “en Chubut podría haber ganado cualquiera de los dos”, ya que, según el conteo provisorio, la diferencia entre el ganador, Ignacio Torres, de Juntos por el Cambio, y Juan Pablo Luque, el candidato del oficialismo, apenas superaba los 5000 votos. El Presidente, de todos modos, felicitó a Torres por el triunfo y se mostró “seguro de que trabajará para potenciar el desarrollo y el crecimiento de la provincia y su pueblo”.
Desde el búnker de Massa, que dedicó la mañana a la explicación pública sobre el pago con nueva deuda al FMI, también buscaron argumentos para acotar el resultado: “Se trató de una muy buena elección, sabíamos que era prácticamente un empate técnico, pero la gestión era la que tenía problemas”.
La referencia crítica al gobernador Mariano Arcioni, un aliado de Massa, que termina con una deuda de 650 millones de dólares y un déficit fiscal mensual de más de $3000 millones, explica las razones por las que el oficialista Luque afirmó, durante la campaña, que no tenía “nada que ver” con el gobierno provincial. “Era de manual que había que despegarse”.
Inquietud por lo que se viene
¿Puede hablarse de una tendencia en favor de la oposición, con tres provincias ganadas en los últimos dos meses, más las PASO en Santa Fe y Chaco? El oficialismo niega una tendencia. “En Santa Fe está claro que se votó por candidato y no por alianza, a (Omar) Perotti le fue muy bien (como candidato a diputado). Y en San Juan y San Luis lo que pasó a nivel provincial no representa las alianzas nacionales, así que seguimos trabajando confiados”, analizaron desde la Casa Rosada.
Desde el Frente Renovador confían en que Massa gane en San Juan y San Luis, donde el peronismo ya cayó en los comicios locales. “En San Juan influyó que (Sergio) Uñac no se pudo presentar. Y en San Luis se perdió porque se pelearon los hermanos Rodríguez Saá”, afirmaron, plenos de confianza, cerca de Massa, que esta semana estará en tierras puntanas junto con el gobernador Alberto Rodríguez Saá
En cuanto a los apoyos a mandatarios aliados, Massa estará esta semana en Chaco, donde el gobernador Jorge Capitanich atraviesa por una seria crisis relacionada con la muerte de la joven Cecilia Strzyzowski, que decantó en derrota oficialista en las PASO. El Presidente viajó ayer a Resistencia para participar de un congreso sobre políticas de inclusión, el mismo espacio en el que Massa disertará el viernes. Pidió allí el voto por Capitanich, con un fuerte espaldarazo: “Coqui piensa en ustedes, piensa en los chaqueños, no piensa en la elección”, le dedicó el Presidente. Y agregó: “Lo admiro, no pierdan la oportunidad de tenerlo nuevamente como gobernador”.
De cara a lo que viene, las decisivas primarias, en el oficialismo creen que la provincia de Buenos Aires hará la gran diferencia. “Hay un despertar del conurbano, el haber ido a buscar a los que no votaron en 2021 está dando resultados”, se ilusionaron desde el comité de campaña de Massa, que debió suspender el sábado una caravana por La Matanza por temor a incidentes. Los intendentes del oficialismo en distintas zonas del conurbano, en tanto, coincidieron en que tanto Massa como Axel Kicillof harán una “gran elección”, pero confiaron a su vez en las encuestas, que los dan “muy por encima” de los números del candidato a presidente y el postulante a la reelección como gobernador.
Mientras cerca de Massa prevén una “buena elección”, en otros distritos a priori hostiles al kirchnerismo, como Córdoba y Mendoza, las distintas tribus oficialistas coincidieron en que, en esa pelea “entre dos modelos”, Juntos por el Cambio llegará al menos magullado con el candidato que resulte de la batalla entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. “No van a tener forma de juntar todos los pedazos después de las elecciones”, aseguraron desde el oficialismo, que prefirió mirar hacia adelante luego de una nueva derrota en territorio propio.
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Elecciones provinciales. El peronismo se arriesga a un retroceso histórico
El balance de los 18 comicios previos a las primarias muestra un reparto más equilibrado en comparación con los últimos 40 años
Paz Rodríguez Niell
Las 18 elecciones que se sucedieron en lo que va del año en todo el país dejaron muchos mensajes que desafían a los estrategas de las campañas nacionales y una certeza: el próximo presidente, sea quien sea, se encontrará con un mapa de poder en las provincias muy distinto al que tuvieron sus antecesores.
Con los triunfos que consiguió Juntos por el Cambio, a los que se sumó anteayer el de Chubut, la relación de fuerzas entre gobernadores aliados y opositores será mucho más equilibrada, la más pareja en 40 años. Aunque falta que vote más de la mitad del país, este dato ya se presenta como irreversible. Y todo indica que lo mismo pasará en el Congreso, donde si no se revierten drásticamente las tendencias de las elecciones celebradas hasta ahora, ni Juntos por el Cambio ni Unión por la Patria tendrán las mayorías necesarias para aprobar leyes por sí mismos.
Es difícil hacer proyecciones antes de que se vote en la provincia de Buenos Aires, que tendrá sus PASO junto con las nacionales, pero los distritos que ya votaron suman el 45% del padrón nacional y el comportamiento de sus votantes muestra además una tendencia que en Chubut volvió a repetirse: siguen perdiendo votos el kirchnerismo y sus aliados, y aumentan los de Juntos por el Cambio. Además, es cada vez más pronunciado el crecimiento del ausentismo, un fenómeno que desafía a los candidatos a salir a la caza de apáticos y desencantados.
1. Se equilibra el poder
El kirchnerismo y sus aliados se garantizaron, con las elecciones provinciales celebradas hasta ahora, que conservarán el poder en siete provincias (Formosa, La Pampa, La Rioja, Salta, Tierra del Fuego, Tucumán y Misiones, donde reafirmó su liderazgo el Frente Renovador de la Concordia), que se suman a Santiago del Estero, que no tiene elecciones este año. Ponen en juego otras cuatro (Buenos Aires, Catamarca, Entre Ríos y Santa Cruz).
Pero Juntos por el Cambio ya ganó en cinco. En lo que va del año cosechó triunfos en San Juan, San Luis, Jujuy, Corrientes y Chubut. Además, muy probablemente repita el resultado de las PASO en Mendoza y Santa Fe, porque se impuso con triunfos holgados (en Mendoza, el radical Alfredo Cornejo sacó 42% de los votos, el expresidente de Pro Omar de Marchi, por fuera de JxC, 20%, y el peronismo, 15%; mientras que en Santa Fe el sello local de JxC dobló en votos al peronismo). También es claro favorito a retener la ciudad de Buenos Aires, donde la incógnita será si Pro conserva su distrito más emblemático, con Jorge Macri, o se lo arrebata el radical Martín Lousteau.
Además, Juntos por el Cambio tiene altas chances de ganar por primera vez en Entre Ríos, donde el candidato es Rogelio Frigerio.
La oposición también se impuso en las PASO en Chaco, pero repetir ese resultado es todo un desafío. Y la provincia de Buenos Aires es la gran incógnita. En el resto, el oficialismo es claramente favorito.
Con este escenario, incluso si Juntos por el Cambio cayera en Chaco y en la provincia de Buenos Aires, se alzaría con nueve distritos propios, algo absolutamente inusual para fuerzas no peronistas. Desde el retorno de la democracia solo tuvo nueve provincias aliadas Fernando de la Rúa durante un breve período de tiempo: cuando ganó, la Alianza contaba con ocho distritos propios, a los que se sumó Corrientes, primero con una intervención y después con un triunfo electoral.
Cuando Mauricio Macri ganó, en 2015, sus provincias aliadas eran cinco: Buenos Aires y la Capital, las dos de Pro, y las tres radicales: Corrientes, Jujuy y Mendoza. En aquel entonces, el kirchnerismo y aliados gobernaban 16 provincias.
En 2019, cuando llegó a la Casa Rosada Alberto Fernández, el peronismo se había vuelto aún más fuerte porque Pro no logró retener la provincia de Buenos Aires y el socialismo perdió Santa Fe.
El peor registro del PJ fue, en cambio, en 1983, cuando gobernaba 12 provincias.
Ahora se enfrenta a la posibilidad de repetir esa marca o incluso empeorarla.
A los ocho distritos que ya tiene garantizados es muy probable que sume Santa Cruz y Catamarca, pero no tiene fácil el escenario en Entre Ríos ni en Chaco, donde perdió las PASO (impactó con fuerza en esas elecciones el crimen de Cecilia Strzyzowski), ni está claro que vaya a retener la provincia de Buenos Aires.
2. Pérdida de votos
En las 15 elecciones que fueron generales (las 14 que eligieron gobernador más Corrientes), el peronismo y sus aliados perdieron 483.000 votos respecto de los mismos comicios de 2019. Si se suman los comicios que fueron PASO, la caída es aún más notable porque en Mendoza obtuvieron 227.000 votos menos y en Santa Fe, 270.000.
El peronismo perdió votos en todas las provincias salvo en Formosa, donde sumó 6000; en rigor, allí casi no hubo variaciones porque entre 2019 y 2023 el padrón sumó en esa provincias 27.000 nuevos votantes, pero aumentó el ausentismo.
Mientras tanto, en esos mismos 15 distritos JxC sumó, desde 2019, 690.000 votos. En las PASO de Mendoza, sin contar a Omar de Marchi –que este año fue por fuera de JxC–, perdió 35.000 votos. En Santa Fe este año se formó el “frente de frentes”, que sumó a las fuerzas de Juntos por el Cambio con el Socialismo y sus aliados locales. Obtuvieron 147.000 votos más que la suma de las fórmulas presentadas hace cuatro años a las primarias.
3. El gran faltazo
Un fenómeno recurrente este año fue el alto índice de ausentismo en las elecciones provinciales. Desde Santa Cruz hasta Jujuy, en todo el país mermó la convocatoria con respecto a 2019, con la única excepción de Tucumán, donde la participación se mantuvo cerca del 84%. Y 2019 ya había sido un año de mucho ausentismo.
Este domingo, en las elecciones de Chubut volvió a pasar lo mismo. Votó solo el 69% del padrón y fue la primera vez que se perforó el piso del 70% desde el regreso de la democracia.
En total, en las 18 elecciones que van en el año faltaron a votar 5.359.000 personas. Para compararlo con 2019 hay que dejar fuera Chaco, que no tuvo PASO aquel año.
Sin esa provincia, este año los ausentes fueron más de 4.989.000 (un 31%), 1.187.238 más que en las elecciones de hace cuatro años. También es notable el crecimiento del voto en blanco, que aumentó cerca de un punto.
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