lunes, 27 de mayo de 2024

EL JEFE " IMPLACABLE Y UNA CELEBRITY




“El Jefe” implacable. Resiliencia, dureza y tarot, el alma del ángel protector del Presidente
Karina Milei constituye una “diarquía” con su hermano mayor y se transformó en figura fundamental del Gobierno; el pasado de violencia familiar y su fidelidad eterna con Javier
Texto Hugo Alconada Mon |Karina Milei ayer, en el acto del 25 de Mayo
Acto libertario. Alberto Benegas Lynch (h.), el octogenario prócer de Javier Milei, esperaba que lo dejaran ingresar al backstage del escenario. Y la hermanísima Karina le preguntó a un alfil antes de autorizar su ingreso: “¿Quién es?”.
Ocurrió hace ya mucho, cuando los Milei comenzaban a probar las aguas de la política. Hoy es otro baile. Karina fue quien ideó el eslogan “La Libertad Avanza”. Fue, también, quien sugirió que Javier sorteara su dieta de diputado nacional. Fue ella quien lideró el evento de lanzamiento del partido propio de Milei en la ciudad de Buenos Aires. Y fue ella quien anunció el 8 de marzo, minutos antes de una marcha feminista por el Día Internacional de la Mujer, que el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada pasaba a ser el Salón de los Próceres. “Nos importa la gran historia, la gran gesta argentina. Homenajes que son válidos hoy y lo serán dentro de 100 años y no el guiño político estéril a un movimiento militante del momento, que las mujeres argentinas tampoco necesitamos”, recitó Karina, en off, mientras la cámara recorría el salón rebautizado. Para muchos argentinos, fue la primera vez que escucharon la voz de “el Jefe”, la figura que sostiene –y sin la cual no se entiende– al Presidente. Y que en las últimas semanas creció en influencia dentro del equipo de gobierno a expensas de la debilidad de Nicolás Posse.
Un politólogo que los trata desde 2021 remarca que conforman una “diarquía” que ejemplifica con glamour: “Son como John y Robert Kennedy, pero argentinos”. Y un operador que interactuó con ellos como muy pocos durante 2023 ofreció una variante más vernácula: “Me hacen acordar a Lilly Sullos y su hermano, que eran tan apegados que hasta murieron juntos, ¿te acordás?”.
La unión, a veces, proviene de las penas compartidas. Y ellos atravesaron las “palizas normales” y las otras. Incluían un menú de trompadas y patadas provisto por un hombre de casi 2 metros y 100 kilos. El propio Javier relató una de esas golpizas salvajes. Tenía apenas 11 años y en plena euforia de Malvinas se le ocurrió afirmar frente a su padre que la intentona era un “delirio” que terminaría mal. Beto le pegó tan duro que su hermana, de 10, entró en shock. Terminó en el hospital. Y desde allí llamó su madre, Alicia, a Javier. Le dijo que él sería responsable si Karina se moría.
La violencia, física y psicológica, se prolongó durante años. Pero registró un punto de inflexión, que tiene dos versiones, según quién la narre. Una dice que un mal día Beto también quiso agredir a Karina –o que incluso llegó a pegarle– y que el ahora presidente le plantó cara. La otra versión es especular: cuenta que Beto volvió a lanzarse sobre Javier, pero que fue Karina quien se interpuso. Pero en ambas variantes, el resultado fue el mismo: la violencia que afrontaron –y el modo en que se defendieron de ella– los soldó para siempre.
Él es más explosivo e histriónico; ella, más estable y muy callada. Él dice que ella es Moisés y él, apenas su “divulgador”, un “vocero” de ella y de Dios, aunque el ejemplo no lo favorece mucho: en el relato bíblico, el portavoz de Moisés fue Aarón… y ese es el nombre del perro de Karina, un pastor suizo de blancura inmaculada. A él le interesa solo la economía; ella se define como “javierista” y se encarga del resto: gestiona la maquinaria gubernamental y teje y desteje dentro de La Libertad Avanza. Ella tiene la última palabra en ocasiones hasta por encima de su propio hermano, según coincidieron una quincena de altos funcionarios, legisladores, colaboradores, socios políticos y miembros de su entorno íntimo que accedieron a dialogar con la nacion.
La dinámica fraterna resulta tan evidente que Mauricio Macri cambió de interlocutor cuando conoció y comenzó a dialogar con los Milei a puertas cerradas. Empezó dirigiéndose a Javier, pero notó que este se referenciaba o consultaba cada punto con Karina. ¿Conclusión? El expresidente viró su silla hacia ella, con el León como poco más que un testigo. “Para que te quede claro”, resumió un lugarteniente de los Milei, “si algo le pasara a Javier que lo alejara del poder por unos días, la cosa seguiría adelante como si nada; pero si algo le pasara a ella, el gobierno se caería a pedazos en 48 horas”.
–¿Y en caso de un contrapunto entre los hermanos? –consultó 
, por separado, a un veterano que recorrió el país con los Milei y los vio interactuar bajo presión extrema.
–Ella ejecuta lo que él quiere, pero cuando no están de acuerdo en algo que a ella realmente le importa –respondió–, ella no discute con Javier, se limita a dejar de hablarle, durante días si es necesario, hasta que él termina cediendo. Ya lo aclaró Javier, ante otra cámara de televisión: “Karina es más inflexible que yo”. Le dicen “Kari”, “la tarotista”, “la bruja”, “la pastelera” y, por encima de todo, “el jefe”. Así la llama él en público y así la llaman todos en el espacio libertario. Evitan “la jefa” para eludir cualquier reminiscencia o paralelismo con Cristina Kirchner, aunque muchos le temen y casi nadie se atreve a contradecirla, como ocurrió con la expresidenta. La forma en que ambas ejercen el poder espanta los disensos. Confrontarlas conlleva el exilio.
Criada en Villa Devoto, Karina Elizabeth Milei estudió en el Cardenal Copello, como su hermano. Compartió las aulas con José María Listorti. El humorista solía recalaren su casa, distante 5 cuadras del colegio, durante el secundario. Fue a su fiesta de 15 y viajó a Bariloche, con la madre de los Milei, Alicia, como acompañante. “Divina”, respondió cuando le preguntaron cómo era Kari en aquellos tiempos.
Ella es dos años y cinco meses menor que Javier. Él nació en octubre de 1970; ella, en marzo de 1973. Desde chicos son inseparables. Cuando él atajó para el club El Ideal, ella se convirtió en la mascota del equipo; cuando él atajó para San Lorenzo y Chacarita, ella siguió cada partido; cuando él cantó canciones rolingas con el grupo Everest, ella se encargó de su vestuario; cuando él lideró una obra de teatro, ella se convirtió en actriz de reparto y se encargó de la producción, el marketing y, otra vez, del vestuario. Cuando él se lanzó a la política, ella acuñó el nombre “La Libertad Avanza”. Cuando él protagonizó un documental, ella personificó a su ángel guardián, con alitas blancas y todo. Y cuando él asumió la presidencia, ella se convirtió en el engranaje central de la maquinaria.
Todo lo que estudió, incluso, terminó al servicio de su hermano. Se licenció en Relaciones Públicas en la UADE, en septiembre de 2001. Le tomó nueve años graduarse, pero antes, durante y después completó cursos de publicidad, marketing, protocolo y ceremonial, y hasta talleres en el Laboratorio de Investigación en Comunicación No Verbal de Hugo Lescano. Y trabajó en un abanico amplio de variantes que incluyó desde una gomería familiar hasta emprender una pastelería, Sol Sweets. Y así como se encargó de pagarle los impuestos y servicios a Javier, es también quien se encarga de su medicación. Sea para dormir, para su dolor crónico de espalda, sus jaquecas y todo lo demás.
La gestión del dinero, tema siempre sensible, también recae en Karina. Junto a sus padres armó sociedades, invirtió millones de dólares y compró al menos cuatro propiedades en Estados Unidos. Un negocio que salió mal, según reveló un equipo liderado por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística y que integraron y el DiarioAR. Al la nacion asumir, la declaración jurada que presentó ante la Oficina Anticorrupción (OA) la ubicó como la funcionaria con menos patrimonio del gabinete.
Durante las presidenciales de 2023 conformó un tándem con Carlos Kikuchi. Él se ensució los zapatos en el barro de la política; ella se encargó de la recaudación electoral. También retuvo la última palabra en toda la letra grande y chica de una campaña: candidaturas, viajes, entrevistas, hoteles, padrones, encuestas. Casi todo pasó por ella, que también se encargó de recibir a su hermano sobre el escenario en cada uno de los mítines.
El gesto podría resultar apenas un detalle o una suerte de tradición o cábala fraternal, pero no lo es. También es una forma de marcarle la cancha al resto: la gesta es solo mileísta y el resto la mira de costado o de abajo. Por eso Karina dispuso que nadie compartiera el escenario con Javier la noche del triunfo en el balotaje. Y por eso fue ella la última que lo abrazó en la explanada del Congreso, el 10 de diciembre, antes de entregarle el discurso inaugural que leería ya como presidente.
La “diarquía” define, a solas, quién asciende o desciende del círculo mágico. A solas decidieron el ostracismo de Kikuchi, Carlos Maslatón, Oscar Zago, Carolina Píparo, Álvaro Zicarelli, Marcos Urtubey, Eduardo “Presto” Presttofelipo, Emmanuel Dannan y tantos más. A solas decidieron sostener a Romina Diez y Lilia Lemoine a pesar del ruido que las rodea. A solas decidieron darle otra oportunidad a Ramiro Marra. Y a solas evalúan qué hacer con Victoria Villarruel.
La relación del tándem fraternal con la vicepresidenta es turbulenta desde hace meses. La hermanísima y ella mantienen una relación tensa. “Cuando se juntan dos del mismo polo, las cosas se recalientan y pueden explotar”, reconoció Villarruel, a fines de marzo. “Claro… y en el medio está Javier... ¡Pobre jamoncito!”. A Kari, sobra decir, le cayó más que pésimo el comentario de Vicky. Lejos, muy lejos de 2021, cuando Kari la peinaba a Vicky minutos antes de grabar los spots de campaña.
Soltera, sin hijos y sin parejas estables conocidas, su norte es preservar a su familia. A diferencia de Javier, que llegó a cortar todos los vínculos con sus “progenitores” durante más de 10 años, ella cuidó de Beto y Alicia, y se encargó de restablecer los puentes parentales con Javier, antes de la pandemia, con la ayuda del economista Diego Giacomini, por entonces íntimo amigo de Javier.
Pero esa lealtad indestructible a su hermano y sus padres excluye al resto, novias de Javier, como Fátima Florez, incluidas. Tanto, que hasta Giacomini, que le dio trabajo y un techo, y alimentó a Javier durante meses, también cayó en desgracia. Peor que eso: encuadraron a Giacomini en la categoría de traidor, como Judas Iscariote. Literal. Porque al disentir con ellos, sostienen, traicionó el plan de Dios.

Tajante y dura como puede ser, sin embargo, quienes rodean a Karina destacan que puede también ser muy cariñosa. Otra exnovia de Milei, Daniela Mori, no tiene más que agradecimiento hacia ella por su calidez en momentos en que su hija atravesaba momentos durísimos de salud. Pero canta otro ruiseñor en las lides políticas. “Es muy desconfiada”, cuenta un alfil que interactúa con ella. “Se pregunta por qué te acercás a Javier o a ella y para qué, qué querés sacarles, además de que le disgustan los que tienen alto perfil o pueden quitarle protagonismo a su hermano”.
Propios y ajenos le reconocen su tremenda capacidad de trabajo y cuán metódica es, al punto de que algunos la calificaron como “una máquina”. Curioso contraste, si cabe, con su faceta espiritual. Católica por bautismo y educación, ahondó en las aguas del tarotismo para ayudar a su hermano a comunicarse con Conan, el adorado perro que murió de cáncer en octubre de 2017 y yace enterrado cerca de la playa Luna Roja, de Chapadmalal.
Entre sus allegados, Karina también suele aludir a las energías, a las constelaciones, a labio decodifica cióny al aura de las personas. Pero solo a unos pocos allegadísimos les recomendó que acudieran a la veterinaria Celia Melamed si querían conversar con sus mascotas. Le pasó a un amigo cuyo gato estaba en las últimas.
Karina sabe que muchos descreen de esa dimensión metafísica. Y en ocasiones ella se permite bromear con eso. En esas ocasiones dice que es una “bruja”, pero buena, y relata sus aquelarres con otras hechiceras. Fueron tiempos en que Karina y Javier se movieron entre tarotistas, fanáticos del cosplay, como Liliana Lemoine, y del formoseño Luis Padrón, más conocido como “el Elfo argentino” tras invertir al menos US$85.000 en más de 30 cirugías estéticas para asemejarse a esa criatura mitológica.
Sin militancia partidaria, recorrido político, ni experiencia en la administración pública, ella se muestra recelosa. “La política es una basura”, sintetizó su parecer sobre “la casta” cuando accedió a sentarse frente a la cámara de Santiago Oría, documentalista afín. Pero su desconfianza hacia la política conlleva un problema. Acaso deba ser, el año próximo, candidata a diputada nacional.

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Una celebrity con el camarín en llamas
En medio del reconocimiento global, el Presidente atravesó la semana más compleja desde que está en el poder; la crisis de gabinete lo encontró alejado de la gestión
Jorge LiottiJavier Milei, en el acto del Luna Park 
Fue la semana más gloriosa para Javier Milei a nivel internacional. Estuvo instalado por días en la prensa europea por su enfrentamiento con Pedro Sánchez y se ganó la tapa de la revista Time, una suerte de consagración como celebrity, más allá de que el artículo que la motivó haya incluido críticas claras.
El viernes se volverá a cruzar con Elon Musk y conocerá a Mark Zuckerberg en una cumbre en Silicon Valley. Se percibe imprescindible en el trono de los poderosos. Por eso en las entrevistas que dio en estos días no dudó en calificarse como “el presidente más popular del mundo”. En la Casa Rosada se enorgullecen al decir que “juega en otra liga”.
También fue la semana más compleja desde que se inició la gestión libertaria. El Presidente arrancó el domingo con un polémico acto en Madrid que casi deriva en la ruptura de relaciones con España, y después hilvanó un exótico show en el Luna Park, la incierta suba del dólar, el estancamiento de la Ley Bases en el Senado, una profunda crisis de gabinete, la transformación del Pacto de Mayo en el acto de Mayo y la amenaza de expansión de la protesta en Misiones. Días turbulentos y caóticos, con un gobierno desconcertado.
Sobre esta geografía compleja aparecieron dos síntomas inquietantes. Por un lado, el que exhibió a un Milei cruzando el límite invisible que separa la tolerable excentricidad de una figura disruptiva, de la imagen de un mandatario fagocitado por lo impredecible y extravagante. El primero puede causar curiosidad; el segundo puede resultar amenazante. Es una diferencia sutil, pero alcanzó para alertar a empresarios y diplomáticos que lo veían con buenos ojos. La actitud que tuvo en Madrid, que escaló después en el Luna Park, brindó un retrato del Presidente detrás de una frontera inconveniente.
En el libro de reciente publicación Tecnopopulismo los autores Chris Bickerton y Carlo Accetti describen el nuevo fenómeno mundial de líderes que combinan la apelación al “pueblo” contra una idea abstracta y moralizada del “otro” (las élites, la casta, los extranjeros); con la tecnocracia, un saber específico que se presenta como una verdad revelada e incuestionable que interpela al que gobierna. Estas dos nociones, populismo y tecnocracia, antes estaban divorciadas y operaban en ámbitos inconexos, aunque tenían en común que apuntaban contra el mismo objetivo: la política profesional y los partidos clásicos. Ahora se fusionaron para dar lugar a una serie de liderazgos globales muy atractivos, a los que vino a sumarse Milei. El acto del miércoles fue un claro ejemplo: rock para los fieles y lecciones de economía, en el mismo escenario.
Los autores plantean que esta nueva lógica política germinó a partir del largo proceso de desconexión entre la política clásica y las demandas de la sociedad, que llevó a una profunda crisis de representación y a la ruptura de los mecanismos de intermediación. También la describen como una “trampa para la democracia” porque exacerban la conflictividad con apelaciones contra el “enemigo” y recurren a planteos en términos de “tribus”, que reemplazan las viejas categorías de derecha e izquierda.
La lógica de Milei encuadra perfectamente en estas definiciones. Quienes deciden su estrategia comunicacional realzan siempre el concepto de “identidad”, mantener un perfil nítido e intenso que galvanice su electorado en función de un par de conceptos clave: la lucha contra la inflación y contra la casta. En esos ítems, el apoyo a Milei es mayoritario porque el desgaste de la crisis interminable y el odio a la dirigencia son muy consistentes. Sin embargo, cuando amplía su narrativa a conceptos inmateriales como aborto, derechos humanos o temas de género, las adhesiones se dispersan. En ese sentido, como remarca Marcos Novaro, “el votante argentino es poco ideológico, es más oportunista, presta poca atención a la consistencia de las ideas”. Perciben a Milei con un carácter instrumental.
Una frase que se escucha entre los asesores presidenciales explicita la prioridad que le asignan a la nitidez: “Nosotros preferimos un presidente con 35 o 40 puntos de apoyo, pero con una identidad definida, a un presidente de consenso que hace concesiones y diluye su perfil”. El dilema reside en que al mismo tiempo el objetivo es romper el sistema político y económico, e impulsar las reformas más profundas de esta etapa democrática. Aparece la disyuntiva que plantea el ideal de una revolución desde la minoría. “Para saber si estamos haciendo bien o mal, nos basamos en un principio: si Javier está haciendo cosas distintas a la dirigencia tradicional, estamos alineados; si hace cosas similares, estamos mal”, resume uno de los artífices de la filosofía presidencial.
Un dato curioso ejemplifica este razonamiento: en la mesa de los ideólogos, hay un calendario de conflictos mensuales contra los actores categorizados como “institucionalizados”, desde sectores gremiales hasta del establishment político y económico. La construcción de identidad requiere también de la identificación de los oponentes. Conocedor del fervor que genera el “principio de revelación” en Milei, un ministro le pidió hace unos días evitar un lenguaje confrontativo en su mensaje del 25 de Mayo para no complicar las negociaciones en el Congreso. Parece haber sido escuchado. Ayer Milei volvió a caracterizarse como presidente e hizo un discurso institucional.
Alarma en la recámara
El otro síntoma inquietante que se potenció esta semana fue el de la desconexión de Milei con la administración de su gobierno. Como en otros aspectos, el Presidente es sincero en sus preferencias, a tal punto que a los más cercanos les admite que la gestión diaria le “aburre profundamenpueda te”. No participa de las reuniones de gabinete desde hace un mes. Va dos veces por semana a la Casa Rosada, donde permanece unas cinco horas; el resto del tiempo orbita en Olivos. A la quinta la mayoría de los ministros no accede. Según los registros de ingresos que publicó Clarín, la última vez que lo hicieron fue en una reunión en enero. Hay algunos de ellos que no lo ven personalmente desde el mes pasado.
Ese rol vacante en algún momento lo ejerció Nicolás Posse, el hombre que tenía la mayor sintonía intelectual con Milei en la gestación del gobierno. El organigrama, las designaciones, los cuadros técnicos, la burocracia de la gestión le habían sido confiados al jefe de Gabinete. Ese sistema de organización se terminó de quebrar esta semana. Todos admiten que el detonante fue el tema del aumento de sueldos del Gobierno, pero ese episodio no alcanza para explicar la espiralización que se produjo en los últimos días. Es cierto que desde aquel episodio el vínculo entre los viejos amigos se había enfriado, pero recién esta semana escaló al nivel de hostilidad, alimentado por información que salió del propio entorno presidencial.
Le atribuyen al jefe de ministros lentitud en la gestión, falta de nombramientos y freno a decisiones diarias. Quienes conocen de cerca al Presidente sostienen que el destrato público al que lo sometió en los últimos días responde a que “hubo algo más, si no Javier no hace eso”. A los suyos Posse les dio su versión de lo que está pasando: “Esto fue una operación de gente de afuera, pero también de adentro. Es porque estamos pisando algunos callos y estoy obstruyendo cosas, por eso me quieren correr”. Hasta el viernes a la noche estaba fuera del avión que iría ayer a Córdoba. Recién después del tedeum lo confirmaron. En el Gobierno dicen que fue para evitar que el rumor sobre su salida eclipsara el acto. Igualmente ayer el Presidente le eludió el saludo dos veces. La relación con Milei está rota y es difícil pensar que se recomponer. Nunca hubo una conversación franca entre ellos para aclarar la situación y directamente no hablan desde hace días.
El capítulo Pos se dejó al gabinete en estado de convulsión. Todos sienten que están en situación condicional y expuestos al humor presidencial. Un importante ministro admitía esta semana percibir que “el equipo quedó paralizado porque se expandió el temor a hacer cosas que después no sean aceptadas. Pero al mismo tiempo la dificultad para acceder a Javier complica esa sintonía”.
Este desflecamiento de la gestión impactó de lleno en las negociaciones en el Senado por la Ley Bases, donde hubo muchos problemas para ordenar el circuito de consultas. El vicejefe de Gabinete, José Rolandi, se instaló en el Congreso para pulir cambios, mientras escuchaba que a su jefe le caía munición gruesa. Francos, en tanto, interpretaba el mensaje de Milei en clave personal: “Si no sale la ley, afuera”. Victoria Villarruel, otra marginada, empezó a intervenir, pero sentada de costado en la silla de negociación. En este contexto, los senadores montaron un festival de reclamos que volvieron a echar dudas sobre el futuro de la norma. La sensación en el oficialismo es que hay votos para aprobarla en general, pero al mismo tiempo son tantos los cambios en particular que piden los “aliados” que se arriesgan a una sesión desprolija e incierta, como la que terminó en fracaso en Diputados. Todavía le faltan entre dos o tres firmas para emitir dictamen, pero en el Gobierno admiten que “está más complejo el diálogo en el Senado porque si bien son menos legisladores, están más desordenados”. Por eso plantean que “salvo el tema Ganancias, que tenemos que buscar un equilibrio entre lo que piden los gobernadores del sur y los del norte, en el resto de los temas vamos a aceptar todos los cambios que sean razonables. Necesitamos terminar lo más rápido posible con este tema”. No será tan sencillo. Los patagónicos, encabezados por Ignacio Torres y Claudio Vidal, endurecieron su postura porque dicen que la Nación incumplió sus promesas en temas de obras públicas y del aval para el roleo de las deudas provinciales. Hoy están hablando de no habilitar el dictamen esta semana.
La otra señal de alerta la dieron los mercados, el terreno con mejor desempeño, en contraste con la economía real. La suba del dólar y del riesgo país expusieron otra vez la fragilidad del momento, no tanto por su incidencia en la macroeconomía como por lo que generan esas alteraciones en el inconsciente colectivo. Y el Gobierno venía exhibiendo capacidad para administrarlas, lo que le permitía neutralizar los datos de caída de la actividad económica y su impacto en el empleo. Hay cierto consenso en que el exceso de entusiasmo con la baja de las tasas conspiró, aunque muchos economistas consideran el aumento del blue como una consecuencia natural después de una inflación acumulada de 53%. En todo caso, como plantea el economista Martín Rapetti, “vuelve a actualizar la situación de atraso cambiario que se va volviendo insostenible. A este ritmo, para octubre el Gobierno se habrá consumido el efecto de la devaluación”. Hay algún consenso entre los especialistas en que en mayo volverá a bajar la inflación, pero que podría volver a repuntar en el inicio del segundo semestre. Ninguno ve una recuperación económica en V; más bien se imaginan una larga meseta. Tampoco visualizan una salida del cepo cambiario en el corto plazo.
Debajo de los indicadores macroeconómicos, se incuba una realidad social de características desconocidas. El Gobierno les dio un golpe demoledor a los movimientos sociales con las denuncias por irregularidades en la distribución de planes. En Capital Humano manejan datos difíciles de justificar. Según sus reportes, Conin, una reconocida fundación con foco en la lucha contra la desnutrición infantil, el año pasado no recibió ningún alimento, pero al Frente Milagro Sala le dieron un millón de toneladas. También argumentan que solo el 8% de los alimentos distribuidos tenían algún tipo de rendición; del resto no hay registro. Desde hace tiempo las encuestas muestran que la política pública con peor valoración es la de los planes (en contraposición con la educación o la salud). La embestida sembró temor en las organizaciones sociales y derivó en gestos de desarticulación cuyo alcance aún no está claro. Si bien se defienden también con datos y realzan el valor de su tarea, lo cierto es que en el territorio es muy difícil ejercer un control eficaz.
Pero el problema mayor reside en el profundo cambio que implica la retracción de los movimientos sociales en la dura geografía conurbana. Su crecimiento tuvo que ver con el repliegue del Estado en el contexto de la crisis de 2001 y su tarea, junto con la tarea pastoral de las iglesias y la comunidad de comedores, fue clave en la contención de los más pobres. Hoy la realidad en ese infinito se ha vuelto muy compleja, porque al crecimiento de una pobreza que se cristalizó se sumó la explosión del narcotráfico, que de a poco fue ocupando los vacíos. El incremento de la delincuencia común se ha potenciado fuertemente desde los últimos tiempos de la gestión de Alberto Fernández, aunque muchas veces no llegue a la agenda pública. Es el equivalente a un estallido por otras vías. El escenario es más de descomposición que de explosión, pero puede ser igualmente riesgoso. Para este tremendo desafío, todavía el Gobierno no tiene articulada una respuesta clara. El subsuelo de la Argentina está enviando señales.
El capítulo Nicolás Posse dejó al gabinete en estado de convulsión

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