La salida de Posse impacta de lleno en la gestión de las empresas públicas
La economía El exjefe de Gabinete supervisaba a las compañías a través de funcionarios de su confianza y de seguimientos semanales
Sofía DiamanteNicolás Posse, durante su último y único informe ante el Congreso
Tras la salida de Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete, algunas alarmas se prendieron en las empresas estatales, donde tenía injerencia el exfuncionario a través de varios nombramientos. Es el caso, por ejemplo, de YPF, AySA y Nucleoeléctrica Argentina (NASA).
En otras compañías, si bien no hay designaciones directas, la Jefatura de Gabinete hacía un seguimiento casi semanal de las gestiones públicas a través de José Rolandi y de los funcionarios de la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado, el secretario Mauricio González Botto y el subsecretario Patricio Jaccoud.
En el entorno del presidente Javier Milei ya daban como un hecho la salida de Posse en los últimos días, y respecto de los funcionarios que Posse designó dicen que “se analizará caso por caso” y que “tal vez en algunas segundas líneas haya cambios”.
Horacio Marín, el presidente y CEO de YPF, por ejemplo, fue invitado por Posse a participar en la función pública, pero su cargo no está en duda. Después de más de 35 años de carrera en Tecpetrol, el brazo petrolero del Grupo Techint, Marín fue convocado a colaborar con los equipos técnicos de energía de La Libertad Avanza a principios del año pasado, pero nunca conoció personalmente a Javier Milei. Su diálogo y sus ideas siempre se canalizaron a través de Posse, quien es director en YPF, al igual que Rolandi, el secretario ejecutivo de Gobierno y virtual vicejefe de Gabinete. “Marín tiene experiencia y peso propio por haber estado en el Grupo Techint”, sostienen.
Distintos son los casos en AySA, la empresa encargada del agua en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), y en NASA, la compañía que opera las centrales nucleares.
En AySA está como director general administrativo Eduardo Endeiza, un funcionario que trabajó en el equipo económico de Sergio Massa, pero que fue adoptado por la actual Jefatura de Gabinete para llevar adelante la gestión diaria de la empresa. En el directorio de la empresa también se encuentran González Botto y Jaccoud.
En NASA está como presidente Luis Fasanella, quien se había desempeñado previamente durante más de 15 años como desarrollador de Nuevos Negocios en Corporación América, la empresa de Eduardo Eurnekian, en donde se conocieron Milei, Posse y el ministro del Interior, Guillermo Francos.
En Aerolíneas Argentinas, el auditor que hace los pedidos de información es González Botto, quien además participa de las reuniones de directorio en las oficinas que la empresa de bandera tiene en Aeroparque. El secretario de Empresas y Sociedades del Estado fue también quien representó al ministro de Economía, Luis Caputo, en las negociaciones con los gremios antes del paro de Aerolíneas e Intercargo, el 28 de febrero pasado.
Desde que comenzó la presidencia de Milei, Aerolíneas Argentinas redujo 3,5% la plantilla de empleados, lo que representa 600 puestos que cesaron por el plan de retiro voluntario o desvinculación directa. El presidente de la aerolínea es Fabián Lombardo, quien se había desempañado en los años previos como director de Ventas.
De la Jefatura de Gabinete también dependen Corredores Viales, la Administración General de Puertos (AGP), Télam, Radio y Televisión Argentina Sociedad del Estado (RTA) y Arsat. Pero todas las empresas estatales están transversalmente ligadas a la Secretaría de Empresas y Sociedades del Estado, independientemente de que dependan de otro ministerio, como puede pasar con Fabricaciones Militares (Fadea) y Defensa.
Corredores Viales actualmente es presidida por un hombre cercano al diputado de Pro Diego Santilli, de muy buena relación con la conducción de La Libertad Avanza. Se trata de José Luis Acevedo, quien anteriormente fue legislador porteño y presidente de Autopistas Urbanas, la empresa de la ciudad de Buenos Aires que administra el sistema de peajes. Santilli también sumó recientemente a otro funcionario cercano, Ezequiel Galli, exintendente de Olavarría, como gerente de relaciones institucionales.
Lo que ocurre en Corredores Viales podría ser una muestra de lo que ocurra con la pérdida de poder de Posse: un mayor avance de funcionarios de Pro en las empresas estatales.
En la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), el presidente Nicolás Pakgojz también llegó al cargo luego de hacer carrera en el gobierno porteño, pero además mantiene una muy buena relación con Eduardo “Lule” Menem.
Posse también fue uno de los pocos funcionarios que viajaron de manera asidua a Estados Unidos y se reunió con todos los dirigentes de primera línea, como el secretario de Estado, Antony Blinken, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. También participó de varias de las reuniones con los directores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y con inversores del exterior, como en los foros de Davos. Por eso, su ausencia en el viaje de Milei a Los Ángeles de esta semana alimentó los rumores. “Posse almorzó con Caputo en la Casa Rosada y la idea es que siga llevando adelante la estrategia de las empresas públicas”, dijeron ayer desde la Casa Rosada. Después se confirmó su salida.
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La reestructuración del gabinete arrastró también a Sívori, el interventor en la AFI
Era hombre de confianza de Posse, sin militancia política; la central de espías sigue intervenida
Candela IniSilvestre Sívori dejó su puesto en la AFI
La salida de Nicolás Posse de la Jefatura de Gabinete arrastró también a uno de sus hombres de confianza: el interventor en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Silvestre Sívori, según confirmaron fuentes oficiales a la nacion.
El Gobierno todavía no comunicó quién quedará a cargo del delicado manejo de los servicios de inteligencia.
Tal como informó enenero pasado, con la llegada del presidente Javier Milei a la Casa Rosada se dio en el ámbito de la inteligencia una particularidad. Silvestre Sívori, el joven abogado elegido para conducir la AFI, no respondía al Presidente, sino a Nicolás Posse.
Sin antecedentes en la militancia política, había trabajado con Guillermo Dietrich en la ciudad de Buenos Aires y en el Ministerio de Transporte de la Nación. Especialista en derecho administrativo, durante la transición previa a la asunción del nuevo gobierno, en reuniones con funcionarios de la administración de Alberto Fernández, se había desempeñado en el área de inteligencia.
Quienes rodeaban a Milei cuando Sívori fue nombrado reconocían que la inteligencia no es una materia que a él le interese. Sívori y Posse se reunieron durante los primeros meses de la gestión libertaria con el titular de la CIA, William Burns.
Ambos exhibieron esos pergaminos tanto cuando viajaron a la ciudad de Washington como cuando Burns estuvo en la Argentina. La apuesta del Gobierno por estrechar los lazos con Estados Unidos comenzó con trabajos específicos en el área de la inteligencia.
El manejo de los servicios de inteligencia había sido cuestionado por sectores de la política. Si bien no se conocieron denuncias concretas, la gestión de Sívori al frente de la AFI estuvo apuntada por dirigentes que cuestionaron el supuesto financiamiento de “trolls de la AFI”.
Incluso circularon versiones acerca de reproches internos en las filas libertarias. Señalaban a Posse y a un supuesto manejo irregular de la inteligencia desde la AFI.
Intervenciones
La Agencia Federal de Inteligencia, el nombre que adoptó la ex Secretaría de Inteligencia, lleva cuatro años intervenida. La primera se decretó el 21 de diciembre de 2019, apenas asumió Alberto Fernández. La gestión de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani durante la presidencia de Mauricio Macri había motivado decenas de acusaciones por espionaje ilegal y, con la promesa de “terminar con los sótanos de la democracia”, Fernández dispuso la intervención, que incluyó la derogación del decreto que asignaba fondos reservados, para sanear la institución.
Pero la intervención fue prorrogada cuatro veces y, en una gestión de gobierno marcada por turbulentos cambios en su gabinete, se sucedieron Cristina Caamaño, Agustín Rossi y Ana Clara Alberdi al frente del organismo.
Con la asunción del gobierno libertario, el decreto firmado por Milei y su gabinete había extendido la intervención por dos años más, con una facultad extra: no solamente fijó un plazo más extenso que las veces anteriores, sino que había delegado en el propio Sívori la facultad de prorrogarla por dos años más. El abogado, sin embargo, no logró superar los cinco meses al frente de la central de espías
El Gobierno todavía no comunicó quién quedará a cargo del delicado manejo de los servicios de inteligencia.
Tal como informó enenero pasado, con la llegada del presidente Javier Milei a la Casa Rosada se dio en el ámbito de la inteligencia una particularidad. Silvestre Sívori, el joven abogado elegido para conducir la AFI, no respondía al Presidente, sino a Nicolás Posse.
Sin antecedentes en la militancia política, había trabajado con Guillermo Dietrich en la ciudad de Buenos Aires y en el Ministerio de Transporte de la Nación. Especialista en derecho administrativo, durante la transición previa a la asunción del nuevo gobierno, en reuniones con funcionarios de la administración de Alberto Fernández, se había desempeñado en el área de inteligencia.
Quienes rodeaban a Milei cuando Sívori fue nombrado reconocían que la inteligencia no es una materia que a él le interese. Sívori y Posse se reunieron durante los primeros meses de la gestión libertaria con el titular de la CIA, William Burns.
Ambos exhibieron esos pergaminos tanto cuando viajaron a la ciudad de Washington como cuando Burns estuvo en la Argentina. La apuesta del Gobierno por estrechar los lazos con Estados Unidos comenzó con trabajos específicos en el área de la inteligencia.
El manejo de los servicios de inteligencia había sido cuestionado por sectores de la política. Si bien no se conocieron denuncias concretas, la gestión de Sívori al frente de la AFI estuvo apuntada por dirigentes que cuestionaron el supuesto financiamiento de “trolls de la AFI”.
Incluso circularon versiones acerca de reproches internos en las filas libertarias. Señalaban a Posse y a un supuesto manejo irregular de la inteligencia desde la AFI.
Intervenciones
La Agencia Federal de Inteligencia, el nombre que adoptó la ex Secretaría de Inteligencia, lleva cuatro años intervenida. La primera se decretó el 21 de diciembre de 2019, apenas asumió Alberto Fernández. La gestión de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani durante la presidencia de Mauricio Macri había motivado decenas de acusaciones por espionaje ilegal y, con la promesa de “terminar con los sótanos de la democracia”, Fernández dispuso la intervención, que incluyó la derogación del decreto que asignaba fondos reservados, para sanear la institución.
Pero la intervención fue prorrogada cuatro veces y, en una gestión de gobierno marcada por turbulentos cambios en su gabinete, se sucedieron Cristina Caamaño, Agustín Rossi y Ana Clara Alberdi al frente del organismo.
Con la asunción del gobierno libertario, el decreto firmado por Milei y su gabinete había extendido la intervención por dos años más, con una facultad extra: no solamente fijó un plazo más extenso que las veces anteriores, sino que había delegado en el propio Sívori la facultad de prorrogarla por dos años más. El abogado, sin embargo, no logró superar los cinco meses al frente de la central de espías
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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