domingo, 26 de mayo de 2024

LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Una trompada que casi hace temblar Misiones
por Martín Boerr
El domingo pasado, a las 9.30 de la mañana, en la esquina de la Avenida Uruguay y Trincheras, en el acceso al centro de Posadas, presencié una trompada que bien pudo haber sido el disparador de un temblor político, de esos que pueden desestabilizar un gobierno provincial. Término que, en este caso, alude al liderazgo político y hegemónico de Carlos Rovira, fundador de la Renovación misionera. El hombre que maneja los destinos de la tierra colorada sin oposición ni nadie que le haga sombra desde hace más de 20 años.
También esa trompada estuvo a punto de generar otra crisis política de escala nacional. ¿Dará resultado el plan del presidente Javier Milei, que muchas personas apoyan a pesar del ajuste que recae sobre ellas? ¿O antes sobrevendrá un estallido social?
“Todos los policías de Misiones votamos a Milei”, me advirtió una agente de 32 años que dejó a su hija en Eldorado, a unos 200 kilómetros de esta capital, para sumarse a la protesta. “Queremos un cambio”, agregó.
Lejos de arrepentirse, los policías de Misiones no echan culpas, como sí lo hace por lo bajo el gobierno provincial a la Casa Rosada por la “crisis alimentaria” que asegura atravesar. “La responsabilidad es provincial”, repiten.
Aquella mañana, unos 200 efectivos de las fuerzas federales (Gendarmería, Policía y Prefectura) estuvieron a punto de olvidar sus órdenes de no generar una escalada y responder al natural instinto de devolver el golpe. Los policías misioneros en protesta, vestidos de paisanos, los fueron a enfrentar con la bronca del que ya no tiene nada que perder, la audacia del que está “jugado”.
Entre empujones y forcejeos con una de las columnas de agentes federales, volaron algunas trompadas. Un efectivo de la Policía Federal agachaba su cabeza y se resignaba a recibir dos trompadas de atrás. De otro policía.
Un hecho raro y de una gravedad institucional sin precedentes: que un agente de una fuerza que se rige por la subordinación actúe de semejante manera solo parece estar motivado por la desesperanza.
Una me impactó más: la que dio de lleno en el rostro de un agente de la Prefectura. Lo vi retroceder, tocarse el maxilar, como comprobando si conservaba todos sus dientes y después mirar al agresor, sopesando posibilidades y consecuencias. Pero tras cavilar unos instantes, volvió al cordón humano que formaban todos, tomados de los brazos.
Minutos después, el gobierno provincial ordenó el repliegue para evitar una catástrofe. Los policías misioneros sintieron que la “victoria” los fortaleció y se juraron no ceder hasta obtener una recomposición salarial “fuerte”, o del 100% de incremento. Con el correr de los días se fueron fortaleciendo. El campamento no paró de crecer en carpas, ollas populares, baños químicos y solidaridad de otros trabajadores estatales.
A la protesta se fueron sumando docentes, trabajadores de la salud, guardaparques provinciales y hasta trabajadores del Sindicato de Prensa de Misiones.
Las protestas se extendieron a otros puntos de la provincia y docentes salieron a cortar las rutas nacionales 12 y 14, los dos ejes troncales sobre los que se asienta la vida productiva y social de Misiones.
En las redes sociales, en especial en TikTok, arreciaron las críticas contra un gobierno que hace apenas un año ganó cómodamente con el 64% de los votos, que convirtió a Hugo Passalacqua en gobernador por segunda vez (antes, en el período 2015-2019). Passalacqua fue criticado por no aparecer en toda la semana, pero más lo fue Carlos Rovira, el jefe al que casi nadie se anima a tocar en Misiones. Rovira no les teme a los opositores, pero “el ingeniero”, como lo llaman acá, sí le teme al movimiento “anticasta” que se vio de manifiesto en las PASO, en las que Milei se impuso en Misiones sin candidatos, con una boleta corta.
El temor es que miles de misioneros canalicen su bronca contra su largo mandato al frente de la provincia. Los ánimos están caldeados, se pierden las inhibiciones y todos se empiezan a animar a decir en voz alta lo que antes callaban o les parecía una realidad más o menos tolerable.
Paradójicamente, Rovira es hoy “víctima” de uno de los grandes ejes de su política: el equilibrio fiscal. Misiones es una de las provincias más disciplinadas en ese sentido. “Por ley no podemos tomar deuda para gastos corrientes”, dijo a el ministro Marcelo Pérez. La provincia tuvo equilibrio o superávit primario en casi todos los últimos 20 años, y sin tomar jamás deuda en dólares. No fue gratis, lo hizo a costa de un “ajuste blando”.
La “licuadora” de Rovira derritió los salarios de los estatales, aprovechando una inflación que se fue recalentando sin remedio y sin incrementar masivamente la plantilla de personal.
En octubre de 2020, los policías se autoacuartelaron, como ahora, y ahí Misiones pasó a ocupar los primeros lugares de la recomposición a empleados estatales, desde el fondo del ranking.
Las protestas son también un recordatorio de que si el maestro, el policía o el enfermero no llega a fin de mes, poco le importa a la ciudadanía que las cuentas fiscales estén ordenadas. Otra lección que puede dejar esta crisis
La “licuadora” de Rovira derritió los salarios de los estatales, aprovechando una inflación que se fue recalentando sin remedio

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