miércoles, 18 de septiembre de 2024

OPINIÓN Y CENA


Milei, entre el mercado que decide y votantes que pagan
Luciana Vázquez

Javier Milei
Todos los sapos pasan si hay una economía capaz de transferir recursos a los consumidores, que son los votantes. Javier Milei lo tiene clarísimo. También lo supieron Carlos Menem y los Kirchner. Lo supieron Mauricio Macri y Alberto Fernández. Cada éxito electoral viene de la mano de una percepción favorable de la marcha de la economía y su impacto en el bolsillo. Cada derrota, de lo contrario. Por eso Milei fue a defender el presupuesto 2025 al Congreso: la política hoy, más que nunca, es política económica.
“El destino de un pueblo se juega en las definiciones económicas que toma”, subrayó Milei. Pero el Presidente tiene otra cosa todavía más clara: que los votantes son, además, contribuyentes. Más que cómo llegar al bolsillo de los ciudadanos, Milei se propuso mostrar cómo la mano del Estado se retira de los bolsillos de los contribuyentes, es decir, los votantes. Todo un cambio de época en la concepción de la política y el peso del Estado.
En el Congreso, Milei les habló, sobre todo, a los argentinos como contribuyentes: en una sola categoría, logró dirigirse a dos ángulos aparentemente opuestos en la esfera económica, de un lado, la gente y, del otro, los mercados y los inversores. En realidad, todos “pagadores de impuestos”, los nuevos sujetos políticos de la Argentina del líder de La Libertad Avanza.
El kirchnerismo y el animismo del Estado presente opacaron que el gasto del Estado se basa en los impuestos que pagan los contribuyentes. Por el contrario, Milei apuesta ahora a subrayar una dimensión política opuesta: sacar el velo de la relación entre el Estado, el gasto público y los dueños del dinero que se gasta, la gente. En el mileísmo, los individuos están más presentes que el Estado.
La voluntad de épica mileísta no alcanzó para esquivar la grisura del espíritu de domingo. Ni el Congreso ni el discurso presidencial lograron el espíritu vibrante de la Asamblea Legislativa, aun con la trasmisión de plano más bien corto que se esforzó por mostrar triunfalismo. Ahí entra el debate en torno al rating televisivo. El rating es la continuidad del apoyo en las encuestas: para un gobierno de superminoría en el Congreso y osado en políticas tradicionalmente antipopulares, el ajuste, esas dos mediciones son oxígeno necesario. Por eso es un problema que la cifra del rating total del domingo esté en disputa. Si el dato cierto es que el rating fue magro, ¿es señal de un adelgazamiento de los márgenes de maniobra del Gobierno?
Los coletazos del día después mostraron buena reacción en otros pagadores de impuestos, los mercados e inversores. El riesgo país cayó por debajo de los 1400 puntos, hasta tocar 1359, los bonos de la deuda subieron un 2 por ciento promedio y empresas argentinas que cotizan en Nueva York tocaron el 3 por ciento de suba.
Las palabras del Presidente fueron menos eficaces para agitar multitudes. Pero la movida del domingo en el Congreso muestra varias cosas. Primero, que Milei hace política con toda la munición que tiene a mano. Parece que no hace política, pero a nueve meses de su asunción todo parece indicar que, más que negarse a la política, reescribe el hacer político por otros medios. De hecho, no es la primera vez que “hace política”: lo hizo al modo más tradicional del intercambio de beneficios, cargos por fiscalización, para ganar las PASO. El massismo fue clave.
El domingo, el líder libertario reescribió una regla del diálogo entre los poderes del Estado y reemplazó al ministro de Economía en la presentación del presupuesto ante el Congreso. Con ese gesto histórico, inauguró la nueva etapa de negociaciones para lograr una ley clave para el Gobierno. Ayer, le siguió la reunión semipresencial de Guillermo Francos y Luis Caputo con los gobernadores. Hay que esperar para ver si Milei vuelve al llano de la rosca política, como lo hizo para frenar el aumento de las jubilaciones. El Presidente le metió destornilladores nuevos a la caja de herramientas de la política.
Sobrepromesas
En el aire queda la duda de si Milei está sobre prometiendo éxitos en las metas presupuestarias de la Argentina modelo 2025, sobre todo, la tasa de crecimiento y de inflación. Desde el domingo, hay debate en torno a la inflación del 104% para este año. Implicaría una inflación mensual del 1,2% en el último trimestre. Ya en agosto, la inflación del 4,2%, algo más alta que la de julio, desdijo la expectativa de una baja continua. La oposición más dura, encontró un argumento para criticar al Gobierno: “Tanto ajuste para tener la misma inflación que [Martín] Guzmán”.
El Presidente también planteó una inflación del 18,3% anual para 2025, casi la mitad de lo esperado por los inversores. El fantasma macrista de la sobrepromesa de “pobreza cero” o “bajar la inflación a un dígito”, dos metas que quedaron a años luz de ser cumplidas, todavía sigue vivo en materia de promesas incumplidas. Las promesas de Milei del domingo son más grandes y precisas y quedaron por escrito: cualquier obstáculo en ese camino será un problema político para el Gobierno. Hay una explicación: que se trate de otra táctica política: ir por todo para volver con algo cuando empiece el toma y daca de la negociación del presupuesto.
El domingo, además, se ocupó especialmente de desarrollar los silogismos mileístas que le vienen funcionando como anclas políticas clave. Los llevó, incluso, más lejos, hasta convertirlos en axiomas. Por un lado, les marcó la cancha al Congreso y a su responsabilidad ante el bolsillo de la gente. Apeló a la historia de la democracia estadounidense para instalar el tema de presupuesto como tema político. “No taxation without representation” fue el reclamo de las colonias americanas a la corona británica en los forcejeos por la independencia en el siglo XVIII.
Retomando esa noción de los patriotas de Massachusetts que se negaban a pagar impuestos sin contar con representación política, Milei dijo: “No puede haber tributación sin representación”. Con esa idea, le puso presión al Congreso a la hora de decidir en qué se gasta el dinero de los “pagadores de impuestos”.
“La tarea principal de esta honorable casa es establecer un presupuesto nacional para definir qué hace el Estado con el dinero de los pagadores de impuestos”, afirmó. También le devolvió el poder político al aporte de los contribuyentes.
Pagadores de impuestos
Desde ayer, los análisis sobre la suba en la recaudación de retenciones, Ganancias y Monotributo versus los beneficios impositivos del RIGI o el blanqueo y la caída en Bienes Personales empiezan a delinear otro frente de análisis. El ministro Caputo intentó echar claridad sobre las retenciones. El tema sigue abierto. ¿Todos los “pagadores de impuestos” sufren el mismo peso? ¿O los que tienen “más representación” en el poder de influencia sobre la agenda del Gobierno tienen beneficios en su taxation?
Por el otro, fijó la racionalidad y el orden macroeconómico como las condiciones necesarias para la libertad y el manejo del Estado. Convirtió el déficit cero en la regla fiscal inviolable y en axioma. “A partir de ahora, la Argentina será solvente”, postuló. Solo porque hay voluntad política de cumplir esa regla, puede volverse un axioma. El gasto público queda escindido de cualquier necesidad de la política o de cualquier contingencia de la economía.
Lo que queda pendiente es cómo llegar a los bolsillos de los consumidores, una vez que el Estado sacó la mano de ahí. Es decir, cómo crece la economía y llegan los beneficios a la gente. En la concepción de Milei, no hay contradicción entre su visión macro y una vida social de crecimiento. Al contrario, la macro equilibrada y la desregulación micro son las condiciones necesarias para eso. Con cuentas de almacenero en las que no se gasta más de lo que ingresa, el Presidente se propone seguir diferenciándose de “la política”. Parece poco, pero quizás sea mucho.

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Rosatti destacó el valor del acceso a la información y la libertad de expresión
Cena. En el encuentro de Poder Ciudadano, el titular de la Corte bregó por un mayor diálogo político
Hernán CappielloRosatti, anoche, durante la exposición
El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, reclamó que la “calidad institucional”, que implica “la independencia del Poder Judicial, la división de poderes, la libertad de expresión y el acceso a la información”, sea tan relevante como la economía, la salud y la educación en el “desarrollo humano” de la Argentina.
El acceso a la información pública fue recientemente materia de una fuerte controversia luego de que el Poder Ejecutivo lo limitara a través de un decreto. A través de una reglamentación, la Casa Rosada estableció que quedaran fuera de la información que el Estado está obligado a dar los datos que hacen “al ámbito privado del funcionario o magistrado, especialmente cuando la solicitud pretende ingresar a una esfera típicamente doméstica”. Esa categoría no estaba prevista por la ley de acceso a la información.
Las palabras del juez abrieron la cena anual de la ONG Poder Ciudadano, donde su presidente, el politólogo Martín D’Alesandro, hizo un fuerte discurso en el que reclamó transparencia y la autolimitación en el ejercicio el poder de los gobernantes como un antídoto contra la polarización discursiva y la autoprotección política.
En su discurso, Rosatti recorrió su trayectoria desde que llegó a la Corte Suprema de Justicia, hace ocho años y medio, y destacó que el tribunal pasó de un modelo “personalista, concentrado”, a un modelo “colegiado”, tanto en lo administrativo como en las deliberaciones para dictar sentencias.
Rosatti aseguró que este modelo contribuyó a la transparencia que impera actualmente en el máximo tribunal. Sin mencionarlo, las palabras de Rosatti aludieron a la gestión del juez Ricardo Lorenzetti, que fue presidente de la Corte Suprema durante 10 años.
Lorenzetti ahora tiene grandes diferencias con sus pares Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda, y con el propio Rosatti.
El discurso del actual presidente de la Corte Suprema se conoce a dos semanas de que el máximo tribunal deba atravesar una elección crucial para elegir al próximo presidente. En ese contexto, Lorenzetti –que promueve al controvertido juez Ariel Lijo para el máximo tribunal– no tiene chances con la actual integración.
Rosatti dijo que en el pasado había una concentración en la autoridad administrativa en la Corte y que “no se cumplían las reglas de una buena administración”. En la práctica, la Corte desplazó al administrador interno que había designado Lorenzetti.
El juez, que integró la Convención Constituyente de 1994, dijo que en ese momento el país pudo reunir durante tres meses en un mismo ámbito de discusión a políticos tan enfrentados como Raúl Alfonsín y Aldo Rico.
“Nos reunimos más allá de las ideologías, en concordia. Si pudimos hacer algo así, entonces, ¿cómo no podemos hacerlo ahora mismo en este mismo país”, se preguntó.
El juez destacó los problemas de la lentitud de la Justicia, pero los adjudicó a la judicialización excesiva de los conflictos.

Horacio Rosatti destacó el valor del acceso a la información y la libertad de expresión
El presidente de la Corte Suprema abrió la cena de Poder Ciudadano; defendió su gestión colegiada versus el “personalismo” anterior; el reclamo para que haya jueces probos y mujeres en la Corte desató una ovación
Hernán Cappiello
Horacio Rosatti
El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, reclamó que la “calidad institucional”, que implica “la independencia del Poder Judicial, la división de poderes, la libertad de expresión y el acceso a la información pública”, sea tan relevante como la economía, la salud y la educación en el “desarrollo humano” de la Argentina.
Las palabras del juez abrieron la cena anual de la ONG Poder Ciudadano, capítulo argentino de Transparencia Internacional, donde su presidente, el politólogo Martín D’Alessandro, pronunció un fuerte discurso en el que reclamó transparencia y la autolimitación en el ejercicio el poder de los gobernantes, como un antídoto contra la polarización discursiva y la autoprotección política.
En la misma línea, el director ejecutivo de Poder Ciudadano, Pablo Secchi, fue ovacionado por los más de 500 invitados que colmaron el salón Libertador del Hotel Sheraton. “¡Con el derecho a la información no!”, reclamó, para oponerse al decreto reglamentario de Javier Milei que limita el ejercicio de ese derecho.
Secchi se llevó la segunda ovación de la noche, y la más prolongada, cuando pidió que haya jueces probos y mujeres en la Corte. No fue necesario que identificara a quién estaba dirigiendo sus críticas.
Rosatti, en su discurso, hizo un recorrido desde que llegó a la Corte Suprema, hace ocho años y medio, donde dijo que se pasó de un modelo personalista, concentrado, a un modelo colegiado, tanto en lo administrativo como en las deliberaciones para dictar sentencias. Dijo que el nuevo modelo contribuyó a la transparencia que impera hoy en el máximo tribunal.
Martín D'Alessandro, presidente de Poder Ciudadano
Sin mencionarlo, Rosatti aludió a la gestión de Ricardo Lorenzetti, que fue presidente de la Corte durante 10 años y que ahora tiene grandes diferencias con sus colegas Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda. Las palabras de Rosatti se conocen a dos semanas de que en la Corte debe realizarse una elección crucial para elegir al próximo presidente, donde Lorenzetti –que promueve la juez Ariel Lijo para el máximo tribunal– no tiene chances con la actual integración.
Rosatti dijo que había una concentración en la autoridad administrativa y que “no se cumplían las reglas de una buena administración”. En la práctica, la Corte desplazó al administrador de Lorenzetti, Héctor Marchi, lo que motivó otra fuerte pelea entre los jueces. Rosatti sostuvo que ahora hay control de legalidad y de la gestión.
El fiscal Diego Luciani, junto al titular de Transparencia Internacional, François Valérian
“Hay una demanda social de transparencia”, dijo Rosatti y consideró que el juez es un funcionario público bajo el escrutinio social (”y con razón”, añadió), lo que generó una transformación en la gestión del tribunal, que se complementó con el trabajo mancomunado con el Consejo de la Magistratura.
“La calidad institucional implica la independencia del Poder Judicial, la división de poderes, la libertad de expresión y el acceso a la información pública”, sostuvo el juez y dijo que tienen que ser tan relevantes al considerar el “desarrollo humano” como la economía la salud o la educación. La frase resonó en medio del decreto del presidente Javier Milei que restringió los pedidos de acceso a la información pública.
La ministra Patricia Bullrich, junto a las autoridades de Poder Ciudadano
El juez, que integró la Convención Constituyente de 1994, dijo que en ese momento el país pudo reunir durante tres meses en un mismo ámbito de discusión a políticos tan enfrentados como Raúl Alfonsín y Aldo Rico. “Nos reunimos, más allá de las ideologías, en concordia. ¿Si pudimos hacer algo así entonces, como no podemos hacerlo ahora mismo en este mismo país”, se preguntó el magistrado.
El juez admitió los problemas de la lentitud de la Justicia, pero los adjudicó a la judicialización excesiva de los conflictos, donde el Estado dijo es el principal proveedor de sentencias, cerca del 65 por ciento, de las que tramitan en el tribunal, que se refieren a apelaciones de causas por ajustes de jubilaciones, que la autoridad prefiere apelar para no pagarle a los jubilados. “SI lo que pasa a la mañana se judicializa a la tarde, perdemos todos”, dijo el juez.
El embajador de los Estados Unidos, Mark Stanley, junto a su esposa Wendy, Hugo Wortman Jofre (Poder Ciudadano) y François Valérian (Transparencia Internacional)
El presidente de Poder Ciudadano, en la misma tónica, dijo que la judicialización de la política se profundiza como una amenaza de autoprotección de la política y que este fenómeno va en paralelo a la negativa de los líderes a limitarse en su propio poder.
“Esa radicalización se contagia a los adversarios, el discurso se enardece y los adversarios dejan de ser considerados pares legítimos”, dijo el politólogo, al describir este mecanismo de degradación institucional. “La salida solo es posible con la autolimitación en el ejercicio del poder, ello aumenta la confianza y hasta ayuda a resolver los problemas económicos”, sentenció.
A la vez, sostuvo que Poder Ciudadano seguiría siendo un “tábano que moleste al que detenta el poder para recordarle sus límites y reclamarle transparencia”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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