lunes, 16 de septiembre de 2024

VAMOS AL TEATRO...."WILDE, UN HOMBRE "...Y..." LA MENTIRA "


El sentido derrotero de un creador que no claudicó ante nada
Carlos PachecoPepe Cibrián Campoy, Ana Acosta y elenco retoman la figura del escritor irlandés
libro y dirección: Pepe Cibrián Campoy. intérpretes: Pepe Cibrián Campoy, Ana Acosta, Mateo Bennasar, Julieta Cancelli, Claudia Duce, Sofía Daher, Emiliano Cuetara, Andy Rinaldi, José Fiz, Brisa Aparicio, Dante Emanuel. Vestuario y escenografía: Vanesa Abramovich. sala: Regina (Av Santa Fe 1235). funciones: viernes a las 20; sábados y domingos a las 18. duración: 90 minutos.

A lo largo de su carrera, la producción dramática de Pepe Cibrián Campoy demuestra que en varias oportunidades la obra o la personalidad del escritor irlandés Oscar Wilde le han provocado un interés particular. Y así como, en alguna oportunidad, montó El fantasma de Canterville, también decidió escribir acerca de la personalidad del poeta y dramaturgo.
En 2004, acompañado por su madre, Ana María Campoy, recreó Wilde. El hombre, y en 2015 La importancia de llamarse Wilde, una destacada puesta que estuvo a cargo de uno de sus discípulos.
En esta temporada, Cibrián Campoy decide ponerse en la piel de aquel creador y lo hace a través de un texto muy atractivo, en donde los diálogos construidos en un verso muy refinado irán mostrando aspectos de la personalidad del escritor, la sociedad de su época, la relación con lord Alfred Douglas (Bossie), su joven amante; su esposa, Constancia, y su madre, Speranza.
La obra no se detiene a analizar su historia amorosa con Douglas o el juicio que termina condenando a Wilde a dos años de cárcel y a realizar trabajos forzados, acusado de sodomía, sino en la personalidad de ese magnífico hombre que era capaz de sobreponerse a todas las desventuras por las que debió pasar y aún así intentar sentirse entero.
En sus diversos discursos irá explicando, con mucha agudeza, el derrotero de su vida. No claudicará ante nada. No se sentirá culpable por vivir de la forma en que decidió hacerlo y aceptará su destino convencido de que ha sido “un mal autor de su vida”.
Su personalidad apenas se quebrará en aquellas escenas en las que el protagonista desarrolla con su madre o con su esposa, ambas conocedoras de su mundo privado y que intentan hacerlo reflexionar acerca del lugar en el que las expone a ellas siguiendo el dictamen de su conducta.
Wilde resistirá con hidalguía, justificándose apenas, mientras observa como su mundo artístico siempre exitoso se derrumba, la sociedad victoriana lo hace a un lado, al igual que su amante, quien le reprochará no haberlo potenciado para lograr ser un gran poeta, como supuestamente le había prometido. Él también lo abandona y seguirá su vida sin importarle el lugar en el que ha caído Wilde.
Pepe Cibrián Campoy enaltece con su interpretación la figura del autor. Toma algo de distancia del personaje, como si le interesará poner en valor sus discursos siempre atractivos y develadores de su universo interno. Pero logra conmover cuando se cruza en escena con Ana Acosta, su madre; Julieta Cancelli, su esposa o Claudia Duce, su amiga Ada.
Cada una de estas actrices logran recrear a sus personajes con una fortaleza notable, sobre todo las dos primeras. Acosta expone una variedad de matices a la hora de dar forma a Speranza que resultan de una vitalidad extraordinaria. Cancelli se debate entre la perdida de su esposo, el escarnio público y un amor que no sabe como reconquistar. Y su entrega en escena también es muy reconocible, sobre todo porque su personaje posee múltiples aristas. Por su parte Duce (en un papel con poco desarrollo), es esa amiga cómplice que comprende a Wilde y trata de ayudarlo a escapar de Inglaterra. En sus diálogos con el escritor expone una ternura conmovedora.
A Mateo Bennasar (Bossie) se lo nota un tanto débil en su forma de llevar el juego amoroso que lo relaciona con el autor, aunque se impone cuando, sobre el final, saca su ira y enfrenta a su amante.
El resto del elenco posee roles muy pequeños. A veces, forman parte de la corte que enjuicia al dramaturgo; otras, de la sociedad acusadora y destructiva. Cada uno de ellos sabe jugar en escena y resultan un contrapunto muy necesario. Sus presencias son muy efectivas.
Es muy destacado el trabajo de la escenógrafa y vestuarista Vanesa Abramovich. El espacio solo contiene un conjunto de sillas y cuatro candelabros que penden del techo y solo con esos elementos genera una imagen muy elocuente.


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La conveniencia de la sinceridad a cualquier costo, bajo la lupa
MÓNICA BERMANEleonora Wexler y Gonzalo Heredia, la pareja que abre el conflicto
autor: Florian Zeller. dirección: Nelson Valente. intérpretes: Eleonora Wexler, Gonzalo Heredia, Lautaro Delgado Tymruk, Alexia Moyano. Vestuario: Lara Sol Gaudini. escenografía: Lula Rojo. sala: El Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857). funciones: jueves a las 20, viernes a las 22, sábados a las 21 y domingos a las 19.

La mentira o su partenaire indispensable, la verdad, han sido objeto de múltiples lecturas, debates filosóficos o de mesas de café, porque sin duda atraviesa el interés general de las personas. En ocasiones, la discusión se vincula con un acontecimiento concreto, en otras, surge por el puro placer que conlleva discutir sobre algo. Así que el título remite a un elemento que no despierta sorpresa, sino que resulta bien conocido.
Un enorme living que representa el habitar de una familia acomodada recibe a los espectadores. En términos de lenguaje escénico resalta la iluminación, a cargo de Matías Sendón, que probablemente no está ligada al realismo de las luces encendidas, sino al juego conceptual de las zonas que se iluminan con potencia cuando se revela algo o a los ocultamientos vinculados con la baja de intensidad lumínica. En este juego, el espectador queda iluminado también, como si formara parte de lo que sucede en el escenario. Una ruptura atípica en el género.
La pareja que recibe en su casa, prontamente abrirá un escenario de conflicto. Y señalará que no es tan bueno su pasar económico o que estamos ante la presencia de un tacaño (si no, a quién se le ocurre subrayar el precio del vino con tal insistencia) pero esta duda no se resuelve porque a la dramaturgia no le interesa. Tal vez, el objetivo sea que los espectadores simplemente se rían.
Apenas se presenta a los dos primeros personajes podría fácilmente confundirse a la mujer que interpreta la talentosa Eleonora Wexler con una inclinación irreversible a la parresia (en términos retóricos, esa necesidad de decir la verdad a pesar de todo), pero no es el caso. Pronto se verá que su papel es menos heroico y más terrenal.
Los personajes de la historia son cuatro, dos parejas que llevan largo tiempo de amistad. La información que se recibe de ellos es diversa. Por ejemplo, de Juan representado por Lautaro Delgado Tymruk (un actor que sabe recurrir a la sutileza de los gestos), se sabe que trabaja como editor porque sus argumentos para señalar la utilidad/ delicadeza de la mentira es algo que aprendió de su trabajo: los autores no quieren saber si es bueno o no lo que escriben, quieren que les digan que es bueno, argumenta. De Ana, sabemos que tiene una presentación al día siguiente de la cena en la que la pareja es anfitriona.
El juego de engaños de las parejas, la discusión sobre si decir la verdad a rajatabla es lo mejor o no, si es posible mantener vínculos amorosos o amistosos diciendo la “verdad”, está tan expuesto que nadie lo ve. Y no es ninguna exageración referir a una exposición absoluta, porque sí, es un poco previsible.
La propuesta tiene un excelente manejo del ritmo, se hace entretenida, los actores dan lo que saben o lo que el público va a buscar de ellos. Gonzalo Heredia ofrece lo que le piden y exacerba sus gestos ante las carcajadas de los espectadores. Alexia Moyano, con un personaje menos protagónico, lleva a buen puerto su trabajo.
La mentira busca entretener, hacer reír, tal vez, sorprender a algunos espectadores con menos ficción en sangre. En la síntesis del programa de mano se plantea: “¿Cuál es la delgada línea que separa verdad y mentira? ¿Es conveniente la sinceridad absoluta en nuestras relaciones?” Sin duda la cuestión más sociológica que filosófica es interesante, pero no parece ser lo que se interroga en esta obra de teatro.
El pulso de la dirección de Nelson Valente permite que los tiempos se acomoden, los juegos se adecúen y los espectadores se lleven una experiencia satisfactoria. Un trabajo cuidado, que responde a las reglas del género de manera meritoria.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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