miércoles, 13 de diciembre de 2023

OPINIÓN Y EL AGRESOR


Milei y el ministerio de las fuerzas del cielo
Luciana Vázquez
El domingo, el presidente Javier Milei se anotó un punto a favor. Tuvo éxito ante el primer obstáculo de su gestión presidencial: la decisión táctica de hacer su discurso ante la gente en las escalinatas del Congreso, en lugar de enfrentar a diputados y senadores, le permitió sortear, aun antes de que nacieran, eventuales abucheos de la nueva oposición. Milei le pasó la motosierra a esa posibilidad cambiando el ritual de asunción. Fue el primer paso de la revolución que se propone: tensó su vínculo con la representación parlamentaria para privilegiar el diálogo directo con sus representados. La investidura presidencial se inauguró sin magullones.
Esa cuestión es central. El terreno de lo simbólico, que Milei reconstruye con desparpajo de outsider de la política, será un campo clave de consolidación y supervivencia de su poder. Débil en el Congreso, el Presidente está obligado a compensar el despoder de la política real con un poder en el plano de lo intangible. Sobre todo, hasta que lleguen resultados tangibles en lo económico.
En ese territorio gaseoso, siempre a punto de evaporarse, Milei cuenta con dos agentes imprescindibles. Primero, “las fuerzas del cielo”, que volvió a convocar en su discurso inaugural. Las fuerzas del cielo como una especie de ministerio: Milei se encomienda a ese agente protector como un amuleto activo para el éxito de su gestión. Un mesianismo religioso da sentido a la autopercepción de Milei sobre su tarea presidencial, que concibe como una especie de llamado llegado desde un más allá: el cumplimiento de un destino de conquista de una tierra liberal prometida, pero todavía pendiente, para la Argentina errante.
Cristina Kirchner construyó su mesianismo en el altar laico, o semilaico, de la liturgia peronista, los derechos humanos, la justicia social y la inclusión: no apeló a la matriz católica cristiana para dotar de sentido su narrativa. En cambio, Milei encuentra el sentido trascendente en la dimensión religiosa más literal: su presidencia canaliza, como un médium, la potencia de “las fuerzas del cielo”. La cita recurrente al Libro de los Macabeos no deja lugar a dudas. Aunque Milei insista en que quiere ser visto como “un hombre común”.
Posibles riesgos
Esa esfera político-religiosa obliga a hacer consideraciones. Hay riesgos en el modo en que Milei introduce la cuestión religiosa en su presidencia: el riesgo de surgimiento de una teocracia de baja intensidad que puede empezar a generar nuevos problemas políticos o el retorno de divisiones superadas. La revisión de la legalización del aborto está entre estas últimas. Aunque la agenda de Milei hoy es centralmente económica, el del aborto es un tema pendiente que el mileísmo deja para más adelante, cuando vuelva la calma económica después de la tormenta de los primeros largos meses.
El argumento a la Alberto Benegas Lynch (h.) condena el aborto desde una pretensión liberal que protege el “proyecto de vida” de todos, en este caso, también del embrión, pero esa idea demanda la creencia de que el embrión es persona. En términos generales, es la posición católica. Volver a ese debate implica reponer al catolicismo con fuerza de verdad sobre toda la ciudadanía, aun la que no es creyente. Es más: implica imponer el credo personal del Presidente como regla de la política pública para todos. Lo contrario de una república liberal, que separa la Iglesia del Estado a lo Roca, el mismo que admira Milei, y que hace décadas que le da forma a identidad del Estado argentino.
Va a llegar un momento en que el presidente Milei tendrá que optar entre los Founding Fathers de su utopía argentina: Benegas Lynch versus Roca. Los dos fueron invocados en su discurso inaugural.
En la presidencia de Cambiemos, el entonces ministro Esteban Bullrich tuiteó en su cuenta una foto en la que asistía al lavatorio de pies en Semana Santa. Fue criticado por mezclar su función pública con su credo. Milei cambia los estándares.
Por ahora, la crisis económica le permite a Milei dar rienda suelta a su liberalismo libertario: ahí encuentra el mayor apoyo electoral, que no quiere perturbar bajo ningún concepto. Los temas sociales donde soplan otros vientos, conservadores y religiosos, los dejó para el futuro. Pero hoy ya hay un aspecto donde impacta el entrelazamiento de política y religión que propone Milei: un tema geopolítico. En este caso no pesa la fe católica de Milei, sino su otro yo judío.
El nombramiento de su rabino ortodoxo personal Axel Wahnish como embajador ante Israel y la idea de Milei de trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén van en ese sentido. Religiosidad y religión presidencial determinando una geopolítica de Estado en medio de un escenario crítico en el Medio Oriente, con la guerra en Gaza después de la masacre terrorista de Hamas en Israel: los internacionalistas profesionales empiezan a hacer reparos.
“Enfriar la embajada en Jerusalén”, es una de las recomendaciones del doctor en Relaciones Internacionales Esteban Actis. Sobre todo, con el antecedente de una Argentina que sufrió los coletazos de esos conflictos con dos atentados mortales. Jerusalén es un asunto delicadísimo para las religiones en pugna en ese territorio.
El apoyo decidido de Milei a Israel, la condena contundente a Hamas y la vitalidad de su vínculo con el judaísmo resultan un aporte en un escenario global como el actual donde recrudece el antisemitismo. La disyuntiva se presenta cuando la fe religiosa,noimportacuál,seconvierte en una variable de decisión en políticas de Estado más estructurales.
Bajo las luces menos dilemáticas, el apoyo abierto de Milei a Israel tiene una lectura más amplia: la revalorización de la única democracia liberal de esa región. Privilegiar su vínculo con Estados Unidos, Israel, Ucrania y Zelensky, la OCDE y su distanciamiento de los Brics, de Cuba, Venezuela y Nicaragua resultan el espejo más claro de su visión de gobierno. Un indicador de cuál es la Argentina que avizora. Ahí también encuentra el mayor apoyo entre sus votantes. El lugar de Zelensky en la inauguración subrayó ese sentido.
El otro agente al que apela Milei para anclar el poder esquivo es “la gente”. Renovar el diálogo directo con sus votantes lo mantiene a salvo: cada día deberá recordarle a la política opositora extrema, el kirchnerismo y la izquierda, o a la “oposición responsable” que ese vínculo sigue vigente. A lo Berkeley, Milei tiene algo clarísimo: ser es ser percibido.
Pero el domingo ofreció dos momentos que hacen mella en esa estrategia de cercanía popular. Por un lado, la jura del gabinete de ministros a puertas cerradas disparó alarmas. Un contraste con décadas de democracia abierta: en la jura pública, los hombres y mujeres claves del presidente se vuelven sujetos de demanda popular. El otro momento fue la interrupción sorpresiva de la transmisión de la gala en el Teatro Colón: un portazo en la cara de la ciudadanía, que se quedó sin participar del espectáculo.
En ninguno de los dos casos hubo información previa sobre los critela rios de la decisión. Y las explicaciones posteriores no alcanzaron: la jura como “ceremonia íntima”, cuando es un acto de gobierno; “no hay nada que festejar, estamos en un momento de crisis” cuando hay un grupo selecto de “la casta” que sí festejó en vivo en el teatro.
La guerra contra la casta quedó en duda. Esos casos trajeron a escena un modo de hacer política a espaldas de la ciudadanía: la fiesta para pocos que definió a otras gestiones. Resta transparencia a los actos de gobierno y a las decisiones: más opacidad es menos democracia. Y supone una definición arbitraria de la noción de libertad: la discrecionalidad presidencial definiendo las libertades de la ciudadanía y de la prensa.
Paradójicamente, los aspectos más alentadores de los primeros pasos de Milei están en la crudeza de su discurso. Hay una convicción de construir una macroeconomía racional. También produjo un evento político único: plantó como bandera la disposición a pagar el costo político. Detrás está el convencimiento de que los resultados positivos terminarán dando vuelta la taba.
También se abrieron preguntas. El ajuste a la casta y a la política versus el cuidado de la gente que prometió antes de asumir se tradujeron ahora en “ajuste al Estado” y “al sector público nacional” y cuidado del “sector privado”. No queda claro en qué lugar quedó la gente y qué entra en “la casta”, un funcionamiento que también se ve en un sector privado protegido por la política.
La batalla cultural ampliada quedó reducida al regreso consistente de “vicepresidente” y “argentinos”, sin ninguna marca del femenino. Fue la opción gramatical elegida tanto por Milei como por Victoria Villarruel y el locutor de la asunción en el Congreso. Por ahora, es lo que hay.

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El incidente que alteró a la custodia

Captura

1 Vuela la botella
Las cámaras capturan el instante en que el objeto pasa sobre la cabeza del presidente Javier Milei, durante la recorrida en un auto descapotable hacia la Casa Rosada.
2 ”¿Qué voló?”
El Presidente reacciona y pregunta por el objeto que vio pasar. La custodia se moviliza para medir el alcance de la agresión.
3 Herido
Un custodio, subsecretario de la policía Federal, resultó con una herida en la cabeza. Debió ser separado del operativo y fue atendido por médicos en la Casa rosada.
Intentaron agredir al Presidente
Fue el domingo durante la recorrida desde el Congreso hacia la Casa Rosada; el objeto pasó a centímetros del Presidente y terminó por herir a un custodio; el juez Lijo ordenó la detención del atacante
El juez Ariel Lijo ordenó ayer la detención del exfuncionario y militante kirchnerista Gastón Mercanzini, que anteayer arrojó una botella contra el presidente Javier Milei mientras saludaba a la gente tras el acto de asunción. La botella pasó a centímetros del Presidente e hirió a un custodio. Mercanzini fue secretario de Cultura de la municipalidad de Concepción del Uruguay y podría enfrentar una acusación de “lesiones agravadas”.
El juez Ariel Lijo ordenó ayer detener a Ariel Mercanzini, el exfuncionario de Entre Ríos que el domingo arrojó una botella contra el presidente Javier Milei y provocó lesiones a un custodio.
La noticia del intento de agresión al Presidente comenzó a circular el domingo por la noche, cuando se difundió en las redes el video que muestra cómo el proyectil pasa a centímetros de la cabeza de Milei.
El domingo, minutos después de jurar en el Congreso de la Nación y dar su primer discurso, Javier Milei se subió a un auto descapotable para ir a la Casa Rosada.
En ese traslado –a bordo de un Mercedes-Benz CLK cabriolet–, una persona del público tiró una botella de vidrio como proyectil.
En el trayecto hacia la casa de gobierno, el Presidente iba acompañado por su hermana, Karina Milei, con quien saludaba a la multitud que se había congregado para verlo.
La agresión quedó registrada por las cámaras de seguridad de la ciudad de Buenos Aires y eso permitió identificar al agresor: se trata de Gastón Ariel Mercanzini, argentino, exfuncionario de la municipalidad de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y militante kirchnerista.
La causa quedó en manos del juez federal Ariel Lijo. Y en la investigación trabaja la división Orden Constitucional de la Policía Federal Argentina (PFA). El fiscal es Carlos Rívolo.
El domingo, la situación pasó inadvertida para la mayoría de los testigos, pero los usuarios de las redes detectaron el detalle de la botella volando.
Las cámaras de los militantes registraron el proyectil de vidrio que parte de una pequeña multitud y termina impactando en la cabeza de uno de los custodios que circulaban junto al vehículo.
El hombre, tal como registró la nacion, tuvo que retirarse a un costado mientras la caravana continuaba su trayecto de poco más de dos kilómetros.
La víctima sufrió un corte menor y fue atendida en la Casa Rosada por los médicos.
Minutos después del intento de agresión, Milei pidió frenar el descapotable para saludar a la gente. Los custodios, de manera rápida, se pusieron alertas, corrieron tras él y lo rodearon permitiendo que se acercara a extender su mano a algunos de los manifestantes. La escena se repitió cuando llegó a destino y se bajó para saludar a un perro golden retriever que se había alejado de su dueña, quien luego pasó la custodia para recuperarlo.
Al llegar a la Casa Rosada, Milei recibió a dirigentes de todo el mundo, como los presidentes de Ucrania, Volodimir Zelensky; de Paraguay, Santiago Peña.
Luego del agresor, se difundió un video en el que se ve a Mercanzini discutiendo con unos manifestantes ante la mediación de un policía, que intenta apartarlo.
El domingo, personal del Departamento de Intervenciones Rápidas de la Policía de la Ciudad, que se encontraba en servicio en el acto de asunción, demoró a una persona que había sido señalada por los asistentes como la que habría arrojado un objeto contundente. Esta persona fue identificada como Mercanzini, pero ese mismo día fue liberado. Según explicó ayer el ministro de Seguridad porteño, cuando se vio al agresor arrojar algo a la multitud, la Policía de la Ciudad le labró un acta ya que fue abucheado y señalado, por lo que a unos 50 metros de donde pasó eso “fue demorado por personal de la Superintendencia de Orden Urbano”, dijo Wolff.
El ministro contó que, en ese momento, “se le labró un acta y se lo dejó ir porque no había motivos para detenerlo”, pero aclaró que “al ver la cámara privada y teniendo las imágenes de la persona” se pudo reconstruir el hecho y luego fue identificado como “Gastón Ariel Mercanzini, de nacionalidad argentino”.
Mercanzini registra antecedentes por daño agravado habiendo sido detenido el 5 de julio de 2003 y recuperado la libertad en las últimas semanas, según fuentes policiales. El ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff, dijo a LN+ que la Policía de la Ciudad se enteró en un primer momento de la agresión contra Milei por los medios.
“Desde el Centro de Monitoreo se estuvo trabajando toda la noche y encontramos estas imágenes que ahora son de público conocimiento para que la gente acerque datos”, dijo minutos antes de brindar el nombre del agresor. “Hay tres cordones de custodia, el tercero es de la Policía de la Ciudad; el segundo de las Fuerzas Federales y el primero [el cercano a Milei] de la Casa Militar. En nuestro cordón no se notó nada y cuando se notificó iniciamos nuestra investigación por nuestro lado”, explicó Wolff.

La reacción del presidente
◗ “¿Qué voló?”. El presidente Javier Milei llegó a ver que un objeto pasaba cerca de su cabeza. Se trataba de la botella que había arrojado el militante kirchnerista Gastón Mercanzini. Una revisión del video permite reconstruir la reacción de Javier Milei.
◗ Cuando el Presidente se da vuelta descubre al custodio herido, con sangre en la cara.
◗ En ese momento, Milei y su entorno se preocupan. Intentan medir el alcance de la agresión. Por un instante, el Presidente deja de saludar.
◗ Cuando la comitiva entiende que fue una agresión puntual y se encuentra superada, Milei retoma su actividad. Pocos minutos después, el Presidente detuvo el automóvil para saludar a la gente, sin intimidarse por el ataque.

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El atacante es un exfuncionario de Entre Ríos que ya estuvo detenido
Fue director de Cultura de Concepción del Uruguay; es militante kirchnerista
XGastón Mercanzini, con Larroque y Massa
Gastón Ariel Mercanzini, el hombre de 51 años que le arrojó una botella al presidente Javier Milei anteayer, en el trayecto del mandatario desde el Congreso hacia la Casa Rosada, era funcionario público en la provincia de Entre Ríos y cuenta con antecedentes penales.
Mercanzini fue director de Cultura en la Municipalidad de Concepción del Uruguay. En 2013, fue desvinculado por un decreto firmado por el entonces intendente peronista Carlos Schepens, cuando Mercanzini se encontraba de licencia por “problemas personales”.
Según publicó el sitio web El Entre Ríos en aquel entonces, el intendente afirmó que la designación de Mercanzini era “de carácter político”, por lo que la municipalidad decidió finalizar sus funciones. Se encontraba de licencia por “motivos personales”, en medio de un escándalo por una denuncia de estafa vía X (antes Twitter) de la vedette Violeta Lo Ré y el exparticipante de Gran Hermano Agustín Belforte contra Mercanzini y el subsecretario de Cultura, Turismo y Deportes. También protagonizaba un escándalo familiar.
Durante su gestión, impulsó un polémico proyecto turístico para instalar una sala de máquinas tragamonedas en la terminal y en el mercado municipal.
Abiertamente peronista, en su Instagram Mercanzini se define como “entrerriano de Sagitario, amante de las risas del tinto y fotógrafo de este instante...” y comparte imágenes de su militancia kirchnerista, como una foto de un joven Axel Kicillof y otra con la frase “el amor vence al odio”.
Mercanzini registra antecedentes por dañar una camioneta Citroën Berlingo perteneciente al gobierno porteño, en un parador para personas en situación de calle ubicado en Parque Chacabuco. Por ese hecho, fue detenido el 5 de julio. Luego de ser invitado a retirarse por los encargados del parador, Mercanzini comenzó a golpear la camioneta. Recuperó la libertad en las últimas semanas, según fuentes policiales. Ya tenía antecedentes violentos contra otros asistentes, por lo cual no lo dejaban ingresar. En el marco del delito de daño agravado, se lo condenó luego de un proceso abreviado al uso de una tobillera electrónica, pena que ya quedó sin efecto

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