domingo, 31 de diciembre de 2023

HOMENAJE A BORGES




Fervor de Buenos Aires: el homenaje  a Borges, al cumplirse 50 años de su primer libro
Jorge Luis Borges, 1982
Reunió la opinión de más de cincuenta escritores en un particular tributo hace 50 años
El 30 de diciembre de 1973, al cumplirse 50 años de la publicación de Fervor de Buenos Aires, el primer libro de Jorge Luis Borges, lo convocó a 52 escritores para homenajearlo. Aquí se reproducen 15 de aquellos textos y un recuerdo del mismo Borges.
“No sé cuántos libros he escrito. Sé que son demasiados, pero su escritura fue indispensable para arribar a las contadas piezas que podrán, acaso, justificarme. Por lo demás, el único antologista es el tiempo.
“No todos mis relatos me desagradan. Recatemos tres, que pueden ser cuatro o ser dos. El primero, La intrusa, una sórdida historia de orilleros, redactada –soy ambicioso- a la lacónica manera del joven Kipling. ¿Puedo confiarles que mi madre me dio una de las últimas líneas? El tema es la amistad, esa íntima pasión de los argentinos. El segundo, El Aleph, que congrega todos los puntos del espacio en un solo punto, como la eternidad de los teólogos congrega en un instante simultáneo todos los instantes del tiempo. El tercer, El sur, capaz de una lectura realista, de una lectura simbólica y de una lectura onírica. Muchos de mis mayores fueron soldados y buscaron la muerte en la llanura.
“En cuanto a los poemas… el que suelo preferir es El Golem, cuya doble materia es la relación del artífice con la obra y de Dios con el hombre. También me gusta Límites, que fija una experiencia común.
“El tiempo nos enseña a eludir equivocaciones, no a merecer aciertos”.
Jorge Luis Borges

La tapa del suplemento literario del 30 de diciembre de 1973, con el homenaje a Jorge Luis Borges1) Francisco Ayala. “Más que el humanitarismo le preocupa la humanidad”. A Borges le han reprochado en la Argentina el no ser un escritor argentino o al menos sudamericano, típico, sino en modo misterioso, un europeo… Sin embargo, cuando nos asomamos a las novelas cortas y poemas de Borges encontramos que en modo alguno están ausentes de ellos cosas tales como el paisaje argentino típico, la pampa, o los lugares y gentes típicos de Buenos Aires. Sus escritos están abundantemente poblados de “compadritos” y “paisanos”. La guitarra y el tango suenan frecuentemente en sus líneas de verso o prosa. ¿Entonces? Bueno, es probable que sea el modo en que emplea Borges esos materiales lo que hace tan inconfortable su literatura para los devotos del regionalismo… La obra de Borges carece de las dos justificaciones que acostumbran prestarse a la literatura latinoamericana: la de evocar sueños turísticos o la de promover la reforma social. Más que el humanitarismo, es la humanidad lo que le preocupa, y sospecho que la diferencia es la profundidad. En sus poemas y cuentos lo humano está implicado en el nivel más profundo.
2) Horacio Jorge Becco. “Bibliografía total… de unas pocas páginas afortunadas”. Un libro es a veces inagotable, y cuando se trata de un intento como nuestro Jorge Luis Borges, Bibliografía total –que apenas alcanzó al día de su impresión o al cotejo, sin sufrir modificaciones- el autor siente el alivio de saber que no volverá a luchar con sus ficheros y entusiastamente cree alcanzar la tranquilidad o haber logrado el perdón de sus colegas. Pero con Jorge Luis Borges, en particular, no sucede así. Quedaron y quedarán por ahora muchas páginas para registrar: un pequeño diccionario he formado estos años, levantando párrafos, aclarando fechas y fundamentando el nacimiento de sus múltiples originales. Pero al propio Borges –y me aventuro a confesarlo-, ese riguroso empeño mío no logró convencerlo. Juzgó innecesario distraer el tiempo de un bibliógrafo y amontonar tantas referencias, como quien construye un caparazón o arma un sistema defensivo. Qué importancia tenían esos juegos de fichas, si de toda su obra él consideraba a salvo del tiempo unas pocas páginas felices o afortunadas. Aún no he logrado convencerlo, pero sigo ordenando sus papeles.
3) Francisco Luis Bernárdez. “Monedas de cobre a cambio de oro”. Hacia 1922, Eugenio Montes me lo revela en Orense: “El más inteligente de los ultraístas es un chico Borges, compatriota suyo”. Dos años después –él en Barcelona y yo en Vigo-, responde a mi envío de Kindergarten con Fervor de Buenos Aires, así dedicado: “A Paco Luis Bernárdez, estas monedas de cobre a cambio de las suyas de oro”. Al día siguiente de mi regreso a Buenos Aires, el 2 de enero de 1925, voy por primera vez a su casa. Quintana 222, y me siento como en la mía, junto a él, a Norah, a sus padres, a su abuela inglesa. ¿Luego? “Proa”, la guitarra de Güiraldes, “Martín Fierro”, el fetiche negro de Oliverio, Esmeralda y Corrientes, abundantes copas de Mosela, la “Revista Oral”, el grupo de Florida, los epitafios. Y, sobre todo, carcajadas. ¿Por qué? Por todo. Pero también hay silencios. Cuando escuchamos la lectura de un poema, cuando sorprendemos la queja de un bandoneón nocturno allá por Centenera al no se cuántos y cuando nos encerramos con nuestros respectivos sueños. Se suceden los libros y los viajes. Borges crece. Y mi admiración también. Llegan estos duros años y, con ellos, la evidencia de que el camarada de toda una vida es la historia y la justificación de una generación. Nuestra flor.
4) Adolfo Bioy Casares. “El mejor de los estilos posibles”. Cuando lo conocí, fue como si me hubiera encontrado con la literatura viva. Confieso también que pensé entonces que ésta se manifestaba con mayor plenitud en Borges que en sus libros. El estilo, que en la primera época vacilaba entre los afanes de la brevedad, de promover asombros, de evitar frases hechas y de conseguir un tono criollo, zumbón a veces despreocupado y siquiera en apariencia lerdo, alcanzaría su espléndida perfección en los relatos del Jardín de los senderos que se bifurcan y del Aleph. Hacia 1960, dando prueba de su extraordinaria voluntad, Borges acometió nuevamente la composición en prosa, para lograr, en El hacedor, en El Congreso y en El informe de Brodie, un estilo fluido, íntimo, propio de conversación: para mí el más grato, el mejor de los estilos posibles.
Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, fotografiados en el verano de 1942 en Mar del Plata
5) Alain Bosquet. “Absurdo escrupulosamente explotado”. Todo lo que Borges singnifica para un espíritu moderno está en la suposición de lo plausible, es decir, en la extrapolación aberrante de hechos reales pero deformados con uan precisión magnífica y enloquecedora. La crisis de la identidad continúa gracias a él. Es un Kafka más sereno y un Pirandello dueño absoluto de sus obsesiones. Del modo más exquisito y civilizado, responde –no; finge responder, para mejor desorientarnos- a esta doble pregunta: “¿Quién soy? y ¿quién es usted?” Es el más grande escritor del absurdo escrupulosamente explotado, como en Gogol, y con mayor elegancia de alma.
6) Silvina Bullrich. “El escritor del lunfardo parecido al español”. Hace treinta años Borges venía todas las tardes a mi casa; él no lo recuerda, pues para Borges la memoria se rige por un mecanismo volitivo y él juega con ella a su antojo, como un hábil prestidigitador. Algunas veces tomábamos té en una confitería del Once y él me decía: “Qué raro es ponernos a pensar que somos dos escritores desconocidos y hablan un lunfardo parecido al español”. Era profético, dado que ahora nos han ubicado en el Tercer Mundo, sin que se llegue a comprender cómo no nos hemos resistido a ese empujón. Las cosas que él describía cambiaban de color, de forma, de sentido. Una “masita” (para usar nuestro término argentino) sola sobre una fuente se convertía de pronto en alguien desairado que había que comer pronto para sacarla de su aislamiento. En aquel entonces casi todos los argentinos sabían que ya era Borges, él también lo sabía, aunque el resto del mundo lo ignorara. Era exactamente igual a su literatura, una fantasmal ecuación con ternuras que le molestaban, pues en el fondo siempre se pareció a esos guapos que lo han habitado tanto, que saben transitar por la vida jugando con la indiferencia como con el facón.
7) Roger Caillois. “Un monstruo de extrema lógica”. La historia de la obra de J. L. Borges es la de la conquista de una simplicidad creciente, fundamental. Ha sabido rejuvenecer datos inmemoriales, imprescriptibles, a veces diluidos u olvidados. Las ha renovado, los ha hecho casi inéditos por excepcionales méritos de estilo y de invención. Es un monstruo de extrema lógica, que, sin embargo, disimula una extrema sensibilidad, un escéptico implacable que de repente desenmascara indesarraigables convicciones. Ha ejercido en mi obra una precisa y profunda influencia.
8) Jean Cassou. “Seductor demonio de los reinos del espíritu”. Borges o la Crítica de la imaginación pura (y también de la Imaginación práctica). Borges o el planteamiento de la Imaginación experimentada, actuada, actuante. Borges doctor absolutísimo. Su obra, es decir su vida escrita o su escritura vivida, es un desafío a toda la imaginación escrita y vivida hasta hoy; es un proceso del intelecto contra las contingencias del genio, e, inclusive, si es necesario contra ciertas contingencias del mismo intelecto. Nos satisface sentir que la presencia de Borges pesa en las literaturas del mundo entero como la del más seductor e inquietante demonio de los reinos del espíritu.
9) Sara Gallardo. “El bañado de la garza”. En un bañado había una sola garza. Era una flor hecha de un pétalo. El bañado, como cualquier otro, ni malo ni bueno. Quien supiera mirar vería flamencos de color atardecer abriendo un ala, cigüeñas, cisnes. Vería flotillas de gallaretas y, suponiendo que supiera mirar, encontraría una gracia en la uniformidad de sus comportamientos. En cuanto a ruido, era cuestión de acostumbrarse. Batracios había de toda laya. Oír cómo gritaban. Cuando llovía, porque llovía, según la ley del mayor ruido. Zambullirse salpica. Lo mismo que saltar. La garza desconocía esos verbos. Ciertas zambullidas, ciertos saltos, la salpicaban. Las gotas sobre ella, para quién supo usar los ojos, eran diamantes. Les digo, era un bañado como cualquier bañado. Por la garza, fue distinto a todos. Después que ella se fue siguió siendo el bañado de la garza.
10) Magdalena Harriague. “Soportar todo lo que sigue viendo en la memoria”. Cada vez que observo a Borges me pregunto cómo puede soportar todo lo que sigue viendo en la memoria, tal vez por ese Aleph inexorable, y si es por eso que sus ojos lo llevan siempre a otros lugares dejándonos una apariencia que sonríe, consecuente con su percepción de lo real como una de las configuraciones del sueño. ¿Nos abandona entonces, o somos nosotros quienes lo abandonamos intuyendo que él ha dado esas claves para el dibujo de su destino? Lo cierto es que nunca puedo precisar si he conversado con Borges, o lo he soñado o leído, en una dimensión fatalmente borgeana que es imposible eludir. Y lo único definido es saber cuánto me conmueve.
11) Alicia Jurado. “La existencia que redime a la amada tierra triste”. Veinte años de amistad ya son bastantes para la brevedad de nuestras vidas. Hemos compartido tantas cosas, dramáticas o triviales; lecturas, trabajos, viajes; el pan, la risa, la indignación, la melancolía. Pasé del asombro al hábito de entendernos con medias palabras y remotas alusiones; del deslumbramiento a la ternura; de la férvida admiración a la admiración serena. ¿Cómo resumir en unas líneas esta riqueza que me deparó el destino? Diré que no tuve la fortuna de que la historia ni la geografía me permitieran ser amiga de Shakespeare o de Mozart; en cambio me fue dado el privilegio de nacer en este siglo, en Buenos Aires, para que tantas hebras de mi tiempo se entrecruzaran con oras del tiempo de Borges: ese hombre inasible, dubitativo, irónico, tímido, valiente, insobornable, generoso, terco, pueril, genial, cuya existencia redime la amada tierra triste y las décadas sombrías.

Leonor Acevedo, Borges y Alicia Jurado en la Misa por los 90 años de la primera en la Iglesia del Socorro, el 22 de mayo de 1966.
12) Manuel Mujica Lainez. “Antes lo habrá escrito Borges”. A un joven escritor, que se considera original: Es inútil que te forjes ideas de progresar, pues aunque escribas la mar, antes lo habrá escrito Borges.
13) Victoria Ocampo. “Siempre hermanados”. A Borges le llevo una ventaja: lo conozco. La recíproca es improbable. Lo admiro. La recíproca es impensable. Lo admiro como a algún otro gran escritor a quien le reprocho, absurdo reproche, que no se ocupe principalmente de lo que principalísimamente me importa. Los autores preferidos de Borges son rara vez mis preferidos, exceptuando un florentino y un inglés (más vale ni nomrarlos… sería agregar a mi desprestigio). Y cuando preferimos al mismo autor, sospecho que no es invariablemente por las mismas razones. Sobre una lectora empecinada de Tolstoy y de Dostoievsky, de Proust y de Virginia Woolf, como yo, el poeta de la esquina rosada ejerce un insólito control remoto. Su palabra escrita logra obligarme a aterrizar en pistas ajenas a mis muy previsibles escalas espirituales. Lo que más le importa a Borges tal vez no sea lo que más me importa. Pero ha sabido decirlo de tal modo que me ha importado como si me importara. Divergimos, al margen de lo estético y de lo literario, en un capítulo que titularía Gandhi-Kipling. Nos encontramos y nos unimos en una creencia compartida: la de ser herederos de la cultura occidental (universal, más bien. ¿Por qué no?) en toda su anchura y profundidad. La de un doble patriotismo, estrecho y vasto, que parte de Adrogué-San Isidro y se extiende hasta cualquier lugar del mundo. En esta fe quedaremos siempre hermanados. No lo quedaremos en la ventaja que le llevo: conocimiento y admiración.
Adolfo Bioy Casares, Victoria Ocampo y Jorge Luis BorgesGentileza Facebook Los hijos de Don Patricio Peralta Ramos14) Silvina Ocampo. “Un sueño de espejos”. Ya que tanto soñé con tus espejos/con tus dioses tus rosas y tus tigres/que me interné en los versos argentinos/por el acento justo de los tuyos/o el engañoso amor de la metáfora/te voy a dedicar este poema,/quise evitar el terco endecasílabo,/como esas indias que al bordar imprimen/los colores que gustan a los otros/y no a ellas mismas, tengo que aceptarlo:/Hay demasiadas cosas en mi vida,/no puedo asirlas; ellas me poseen/como posee el hambre a los hambrientos/o a los enamorados el amor,/y así transito entre los versos tuyos,/intervienen De Quincey o bien Rossetti,/el delirio sin fin de Piranesi,/Lope, Darío y subrepticiamente/versos en alemán que me explicaste,/y Baudelaire y Shakespeare que atacaste,/Emerson y Almafuerte que ataqué,/y menores poetas Wilde y Poe/que conservamos como los colores/de algún calidoscopio en la memoria,/y aquello que te gusta y no te gusta/por sencillo que sea o por abstruso./Nunca te ha empalagado la poesía/y ella como una lumbre te acompaña;/a mi suele dejarme en las tinieblas.
15) John Sturrock. “El más cabal e irónico hombre de letras”. Borges se inició ante todo como peta, y él mismo declaró serlo. Como se sabe, es compulsivamente modesto. Algunos de nosotros podríamos verlo más bien como algo más raro que un poeta; como el más cabal e irónico hombres de letras de nuestro tiempo. Ha enseñado al lector atento a distinguir, como nunca se había hecho antes, entre la literatura y la vida y a reconocer las verdaderas dimensiones de creatividad. Para Borges crear es transmitir la rica literatura que los argentinos heredaron con poco moderadas variaciones de sus mayores. En las demostraciones de su pensamiento apela a la ficción y esto es, paradójicamente, lo que constituye su genuina y felizmente ahora global originalidad.


http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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