La caída de la natalidad en el país. Nacen 260.000 bebés menos por año que hace una década: las causas de la tendencia
Así surge de un relevamiento de la Universidad Austral en base al Censo de 2022; en 2001, se estimaba que había 2,1 hijos por mujer, mientras que hace dos años el número cayó a 1,4; el retraso de la edad de maternidad y los limitantes económicos, algunas de las razones
Evangelina Himitian
La disminución en la natalidad es parte de una tendencia mundial, pero en le país se aceleró desde 2005
La foto es clara: el cambio de la población argentina durante los últimos 20 años plantea grandes desafíos. Uno de los cambios más visibles es la baja de la tasa de la natalidad, por debajo de los niveles de la de reemplazo. Mientras que en 2001 se estimaban 2,1 hijos por mujer, el último censo, realizado en 2022, determinó que esa variable se retrotrajera a 1,4 hijos. Y el otro dato es el alargamiento de la esperanza de vida. Hace treinta años había 29 personas de 65 años o más por cada 100 personas de 0 a 14 años. Hoy hay 53 o más por cada 100. Esto plantea un escenario en el que, en los próximos años, se invertirá la pirámide poblacional: habrá más adultos mayores que niños. Así surge de un informe reciente que presentó el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral (UA), en base a los datos del último censo y las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación y distintos relevamientos sobre la percepción social de la maternidad.
Los números hablan de una gran caída de la tasa de fecundidad que achica la base de la pirámide. A la vez, apunta a que la maternidad y el deseo de tener hijos llega a edades más avanzadas, y alcanza a menos cantidad de mujeres, por muchos factores. Mientras que la esperanza de vida y la vida productiva se extienden y transforman, así, el significado de ser adulto mayor.
Natalidad 2005-2022
Fuente: Ministerio de Salud, Dirección de Estadísticas e Información de la Salud
¿Qué significa que nazcan menos niños?
Esta baja en la natalidad supone que en los próximos años la Argentina atravesará un bono demográfico y tendría la oportunidad de que sus números macro mejoren. Al disminuir la cantidad de niños que habrá en la población, bajará la tasa de dependencia: temporariamente habrá más personas en edad activa. Y sin hacer mucho, la situación económica del país debería mejorar. Pero el bono es temporal, advierten, si no se invierte puede volverse en contra: en unos años, esos niños de la generación que decrece serán adultos dependientes: habrá menos personas activas que deberán sostener a los que se retiraron del mercado laboral y a los que todavía no ingresaron. Si no se consigue que los activos sean tres veces más productivos que hoy, la situación será complicada.
No todos los especialistas son optimistas respecto del bono. También hay expertos que consideran que el desafío ahora es fomentar la natalidad, y revertir esta baja. “En materia de natalidad, es crítico que tengamos una tasa de natalidad de 1,4. Para que un país sea sano poblacionalmente debería tener al menos dos hijos, que es la tasa de reemplazo. La disminución es parte de una tendencia mundial pero en le país se aceleró desde 2005. Esto, acompañado al aumento en la esperanza de vida, significa que la pirámide se está invirtiendo. Esto es multicausal. Entre ellas, hay de fondo un problema generacional: la dificultad para encontrar el momento de la vida para tener hijos, que queda desfasado de la edad de la ventana reproductiva”, explica Lorena Bolzon, decana del Instituto de Ciencias para la Familia de la UA y autora, junto a María Dolores Dimier de Vicente, del trabajo sobre la familia argentina. “Las actuales tasas de fecundidad, la menor cantidad de hijos en el hogar y la pérdida de vidas con el aborto alertan sobre los graves problemas de recambio poblacional a los que se enfrentará la Argentina en muy pocos años”, dice el informe.
Edad promedio de la maternidad
Período 1994-2022
Fuente: Ministerio de Salud, Dirección de Estadísticas e Información de la Salud
Causas
¿Cuáles son las razones por las que cada vez nacen menos niños?:Hay 260.000 nacimientos menos al año. La caída en la cantidad de nuevos nacimientos en la última década es enorme: en 2005, se producían a nivel país unos 710.000 al año. El número subió a 750.000 en 2014 pero cayó en picada los años siguientes: en 2022 nacieron 490.000 niños y niñas, según el informe de la UA que cita el Reporte interactivo de Estadísticas del Ministerio de Salud. También disminuyó la cantidad de familias numerosas: en 2001, había 1.533.421 mujeres con más de cinco hijos. En 2022, fueron 608.617.
Menos hijos por mujer. En apenas dos décadas bajó un tercio la cantidad de hijos por cada mujer. Según el Censo de 2022, la tasa de fecundidad en la Argentina ha disminuido significativamente, pasando de 2,1 hijos por mujer en 2001 a 1,4 en 2022.
Se retrasa la edad de la maternidad. Esto significa lograr menos embarazos. La mayor cantidad de nacimientos ocurridos desde 2021 a hoy fueron de mujeres de entre 25 y 29 años, seguidas por otras en el rango de los 30 a los 34 años. Hace una década la mayoría de los nacimientos ocurrían de mujeres de entre 20 y 24 años, seguidas por aquellas que tenía entre 25 a 29 años. “Hoy la edad ideal percibida para tener hijos ronda los 29 años. Sin embargo, el 37% acuerda que no hay una edad específica que sea la mejor para tener hijos. Mientras que un 77% ve muy favorable que una madre tenga hijos después de los cuarenta”, detalla el informe.
Maternidad pos-30: más tratamientos y menos chances de embarazo. El incremento en la edad de la maternidad va hacia un promedio de los 30 años para la búsqueda del primer embarazo, se indica en el informe. “Esto prevé un futuro cada vez más proclive al uso de procedimientos médico-científicos para alcanzar la reproducción, con tasas de éxito inferiores al 50%”, se lee en el trabajo. “A pesar de los cambios sociales y médicos, la ventana reproductiva de la mujer sigue concentrada de los 20 a los 30 años. Así una mujer que intente quedar embarazada a los 30 años tendrá una posibilidad de aproximadamente del 22% de lograrlo, mientras que una mujer de 42, solo tendrá un 6% de probabilidades”, apunta el informe de la UA.
Menos adopciones. “El descenso en la cantidad de hijos en el hogar, también se refleja en la baja de las tasas de adopción. Así hemos pasado de 546 inscripciones de adopciones en el Registro Civil porteño en 1994, a tan solo 184 en 2022″, detalla el informe.
Embarazos adolescentes. La maternidad en menores de 19 años va en claro descenso en los últimos 10 años, señala el informe. El gráfico muestra una reducción de más del 40%. En 1994, y también en 2014 esa era la franja de edad en la que más mujeres tenían hijos. Hoy son la tercera (el 13,7% del total de los nacimientos).
Acceso a métodos anticonceptivos y el aborto. Entre de las razones que explican por qué nacen menos niños es el mayor acceso de toda la población a métodos anticonceptivos y la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, entre otras cuestiones. Según los datos que aporta el informe, en base a números que atribuye al Ministerio de Salud, desde la entrada en vigor de la ley, se habrían realizado unos 96.664 abortos en 2022, en todo el país.
Ser madre no es un objetivo para las mujeres jóvenes. “Para el 40% de las encuestadas (se cita un relevamiento de la consultora Voices de 2023) tener hijos es importante, pero no esencial, en tanto no es una opción o deseo importante para el 20% de las jóvenes. De hecho, 5 de cada 10 mujeres jóvenes (18 a 24 años) no muestran intención futura de convertirse en madres”, indica el informe. “El deseo de tener hijos aumenta ligeramente en las mujeres de nivel socioeconómico bajo (20%), mientras que disminuye en el nivel medio (14%) y, sobre todo, en el alto (8%)”, se señala.
Menos hogares de estructura conyugal. El número de matrimonios cae y baja más aun con el aumento de divorcios. Esto se traduce en un incremento de hogares monoparentales o monomarentales, como se llama a los que tienen jefatura femenina, que son el 80%.
Dificultad para formar pareja con la que proyectar. “Hay un problema que es de carácter vincular: el aumento de las personas solas y que aunque quisieran no logran formar una pareja con la que proyectar tener hijos”, apunta el trabajo. “Cada vez son más las mujeres que deciden congelar sus óvulos. Históricamente la principal causa era el desarrollo profesional, hoy, las encuestas indican que el 78% de las mujeres lo hace por falta de una pareja. Algunos expertos, también indican que “no hay hombres que quieran tener hijos”, dice el informe.
La llegada de los hijos, una interrupción de la carrera profesional. “Las empresas argentinas llevan la delantera en ofrecer a sus empleadas la posibilidad de congelar sus óvulos, en América Latina”, indica el informe. “El problema es la dificultad de encontrar un momento en la vida para tener hijos sin que eso signifique poner en pausa la carrera laboral o profesional”, señala Bolzon.
Entre otras razones que se señalan otros especialistas está que las parejas tiene menos encuentros sexuales y eso incide en la tasa de la natalidad. “También es una realidad que por razones económicas las personas o familias limitan la cantidad de hijos que tienen, aunque quisieran tener más”, agrega Bolzon.
Milei y la baja de la natalidad
Ahora, ¿más nacimientos significa más desarrollo o es que menos nacimientos mejora la condición económica de una población? En su discurso, el presidente Javier Milei, en la presentación de su libro en el Luna Park, hizo referencia a un argumento que atribuye al progresismo: la agenda 2030 (se refiere a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, impulsados por la Organización de las Naciones Unidas para 2030) y la legalización del aborto. Esas ideas, indicó el Presidente, se sostienen en la creencia de que menos nacimientos generarían mayor bienestar económico, al incrementar directamente el ingreso per cápita. “¿Cómo se le ocurrió regular a Malthus eso? Con el control de la natalidad, cuya versión actual son los aborteros. Lo que está inspirando la agenda asesina de hoy, es el Club de Roma, que sugería impulsar la agenda del aborto, por un par de salames que hicieron mal las cuentas”, dijo vehemente durante su alocución.
Según Milei, “hacer mal las cuentas” significa que en realidad, más nacimientos no mejorarían el bienestar general de la economía y de la sociedad, sino al contrario. Al finalizar su exposición agregó: “Esto lo dice Elon Musk. Lo hablamos en la primera reunión y uno de los temas que vamos a trabajar es el de la población. El crecimiento de la población y el tamaño de la población genera bienestar. ¿Por qué? Porque en realidad cuando empieza a crecer la población les empiezan a aparecer problemas que antes no tenían. Eso se manifiesta en un cambio de precios relativos y deriva en progreso tecnológico. Es decir, que aparece el progreso tecnológico, impulsado por la demanda. Y por otro lado, las chances de que vos tengas a Mozart en una población de diez personas es mucho menor que si tuvieras una población de un millón. Por lo tanto, eso también demuestra que se dejen de joder con la agenda 2030 y todas esas cosas que lo único que hacen es reventar la población”, dijo ante una multitud que lo vivaba cuando se ponía eufórico.
¿Esto es realmente así? ¿Cuál será el impacto de la baja de la natalidad a largo plazo? ¿Los gobiernos deberían impulsar políticas para fomentar el nacimiento de más niños?
¿Qué hicieron otros países para revertirlo?
“Los países que lograron revertir el fin del bono demográfico implementaron tres tipos de políticas. Primero, incentivaron que todas las familias que quisieran tener más niños, pudieran tenerlos. En la Argentina estamos haciendo exactamente lo opuesto porque penalizamos a las familias que tienen niños, ya que tienen mayores probabilidades de encontrarse en una situación de pobreza. Esto es, obviamente, por los costos que trae aparejado tener niños y niñas, no solo en dividir el ingreso entre más personas, sino además por el tiempo de cuidado y crianza”, apunta Gala Díaz Langou, directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
“Lo segundo que hicieron es asegurarse que todas las personas que estén en edad de trabajar sean económicamente activas. En la Argentina tenemos una tasa de inactividad laboral bastante grande y eso es sobre todo mujeres que están a cargo de tareas de cuidado. Lo tercero es aumentar las tasas de productividad, porque si los adultos que dentro de 20 años son el triple de productivos de lo que somos nosotros ahora, el fin del bono demográfico no sería un problema. Esto implica, invertir en dos cuestiones. Una es la primera infancia, que es donde más capacidades se generan. En la Argentina estamos concentrando la pobreza en la primera infancia y en la adolescencia. Lo segundo es incorporar la tecnología como un vector también para incrementar la productividad”, explica.
No se trata tanto de la cuestión demográfica, explica Díaz Langou, sino también de qué hacemos al respecto. “Un punto central para entender es el nivel de convergencia que hay en los padrones demográficos de los estratos socioeconómicos. Es decir, cuántos niños y niñas nacen en las familias más pobres, cuántos niños y niñas nacen en las familias más ricas. En la Argentina tenemos una enorme divergencia según clases. Las familias con niños y niñas están sobrerepresentadas en el 20% más pobre, mientras que el 20% más rico son sobre todo hogares unipersonales de personas adultas mayores y parejas sin niños. Entonces, estamos distribuyendo el bienestar de una manera no estratégica o poco estratégica para nuestro futuro”, dice. “En la Argentina estaban ocurriendo muchos embarazos no intencionales. La otra cara de la moneda es que tenemos un montón de familias que les gustaría tener más hijos, que quizás les encantaría tener un hijo más, pero que no les da el bolsillo. Entonces, concentrémonos en dar las mejores condiciones a las familias para que aquellas que así lo desean puedan tener más hijos”, apunta.
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El envejecimiento de las sociedades demandará más gastos en pensiones y en los sistemas de cuidado de la salud; esa realidad, que tiene diferentes avances según los países, les plantea serios desafíos a los gobernantesThe EconomistEn 2050, China tendrá 100 millones adultos mayores a los que se les prometió que cobrarán una pensión
Silos pronósticos actuales son exactos, 2064 será el primer año en siglos en el que nacerán menos personas que las que morirán. Las tasas de natalidad en la India caerán por debajo del nivel observado en los Estados Unidos el año pasado. Incluso con inmigración y con políticas de promoción de la natalidad exitosas, a la población estadounidense solo le quedará un poquito de crecimiento. Para 2100 quedarán muchos menos inmigrantes que atraer. La tasa de fertilidad mundial llegará a 1,7. Solo dos islas del Pacífico y cuatro países africanos lograrán reproducirse por encima del nivel de reemplazo para sostener las cantidades de habitantes.
Por lo tanto, tarde o temprano, toda gran economía chocará con un muro demográfico. Las facturas de las pensiones y los sistemas de atención de la salud aumentarán la presión fiscal. Sin trabajadores e ideas, el crecimiento económico podría colapsar, al tiempo que la deuda pública se dispararía. Qué tan catastrófica llegará a ser la situación es algo que dependerá de si los responsables de las políticas mantienen la disciplina presupuestaria, resisten la presión de los votantes adultos mayores enojados y, fundamentalmente, están dispuestos a infligir dolor a las poblaciones ahora, con el objetivo de salvar a las generaciones futuras.
Los Estados Unidos y Europa al menos tienen más tiempo para prepararse que Asia Oriental, que ya está empezando a sentir la presión. Corea del Sur ha estado envejeciendo por un tiempo, pero solo en los últimos cuatro años su población comenzó a disminuir. Ahora seguirá cayendo durante décadas, a medida que mueran personas que son de generaciones que han sido más numerosas. En 2036, el número de coreanos mayores de 65 años será el doble que los que tendrán menos de 18 años. China alcanzará un punto similar en 2040. Estados Unidos tardará hasta 2100 en ponerse en esa línea.
Los países ricos necesitarán gastar el 21% del producto bruto interno (PBI) al año en sus adultos mayores en 2050, frente al 16% en 2015, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) . Una cuarta parte de esos recursos se destinará al pago de las pensiones. El resto irá a prestaciones de asistencia sanitaria y social. Es posible que la inteligencia artificial y los avances farmacéuticos reduzcan el presupuesto. Pero la historia reciente sugiere que es más probable que tales avances aumenten el gasto.
La magnitud exacta del impacto demográfico no depende solo de la rapidez con la que envejecen las poblaciones, sino también de lo que esperan del Estado. En este sentido, Corea del Sur tiene una ventaja algo sombría. El FMI considera que su ratio entre deuda y PBI, de un modesto 55%, es insostenible en el largo plazo, y el gobierno todavía está luchando por reducir su déficit por debajo del objetivo del 3%. Sin embargo, a pocos de sus ancianos se les prometieron pensiones estatales. En cambio, casi el 40% de ellos se encuentran en la pobreza, la tasa más alta en la OCDE, que reúne a países que en su mayoría son ricos.
En el caso de China, hacia 2050 los líderes del país tendrán en sus manos 100 millones de pensionados, a todos los cuales se les ha prometido una pensión básica pagada por el Estado. Un tercio de los proveedores de pensiones locales ya tiene déficit. Los economistas calculan que el fondo de pensiones estatales del gobierno central se agotará en 2035, a menos que los funcionarios tomen medidas.
Losgenerosospagosprevisionales de Europa y la creciente seguridad social de los Estados Unidos significan que Occidente corre el riesgo de ir hacia un destino similar, aunque en una fecha ligeramente posterior.
La magnitud del golpe también dependerá de cómo se adapten las economías a un mundo en envejecimiento. Tomemos como ejemplo los préstamos gubernamentales. Su sostenibilidad refleja la brecha entre las tasas de interés que prevalecen cuando la inflación es estable (la llamada tasa neutra) y el crecimiento económico, que incrementa los ingresos tributarios. El envejecimiento de la población trae consigo sombrías perspectivas de crecimiento.
Las investigaciones muestran que los trabajadores mayores tienden a ser menos ágiles mentalmente y, por lo tanto, menos productivos. La reducción de la población podría ser incluso peor para el crecimiento, que según los economistas requiere la generación constante de nuevas ideas. Charles Jones, de la Universidad de Stanford, ha descripto lo que sucede en un mundo donde cada vez hay menos personas que idean innovaciones. El patrimonio total de ideas, según él, crecerá cada vez más lentamente. El crecimiento económico se detendrá y los niveles de vida se estancarán.
Lo que está menos claro es si las tasas de interés serán lo suficientemente bajas como para limitar la relación entre la deuda y el PBI. Quizás la tasa neutra, que incentiva una cantidad igual de ahorro que de inversión en una economía, seguirá el crecimiento, como muchos esperan. Un crecimiento del número de adultos mayores significa que más personas ahorran para su jubilación. Y la escasez de inversiones de jóvenes empresarios significa que estos ahorradores no tendrán más remedio que aceptar tasas más bajas.
Sin embargo, Charles Goodhart, de la London School of Economics, y Manoj Pradhan, de la firma de investigaciones Talking Head Macroeconomics, no están de acuerdo en que éste sea el resultado más probable. Piensan que una ola de gastos por parte de grupos determinados de consumidores, alimentada por las donaciones del gobierno a los mayores, podría hacer subir la tasa de interés neutra. Como los gobiernos tendrían dificultades para pagar incluso sus deudas existentes, recurrirán a inflarlas.
Mayor esperanza de vida
Hay medidas que los gobiernos occidentales podrían tomar para suavizar el golpe. Sería útil una política monetaria creíble, que garantice a los inversores que los banqueros centrales sofocarán los excesos de gasto provocados por el envejecimiento de la población. Si los gobiernos controlaran los déficits en previsión de peligros futuros, la diferencia sería aún mayor.
Las pensiones tendrán que recortarse a medida que las finanzas públicas se ajusten a una esperanza de vida más larga. El Fondo Monetario calcula que los gobiernos de los países ricos necesitarán aumentar la edad de jubilación en cinco años para finales de siglo, incluso cuando el incremento de la esperanza de vida se desacelere.
Estas reformas serían impopulares ahora. ¿Quién quiere ser el político que informe a millones de burócratas, soldados y maestros jubilados que sus pensiones están siendo recortadas para poder cuidar de las generaciones futuras? Pero, en los próximos años, cuando el voto de los mayores tenga aun más influencia, serán casi imposibles, lo que hará aún más importante que los políticos actúen más temprano que tarde.
Aunque evaluar el impacto de la reducción demográfica a veces puede parecer como mirar hacia un futuro lejano, la amenaza ya está presente en la mente de líderes como Emmanuel Macron, el presidente de Francia. El año pasado arriesgó su posición al proponer una reforma del sistema de pensiones del país y enfrentó protestas que fueron generalizadas, incluso para los estándares franceses. Otros políticos habrán tomado nota.
La reducción de las tasas de natalidad puede derivar en efectos negativos para el crecimiento económico, por razones como una menor productividad
Las pensiones tendrán que recortarse a medida que las finanzas públicas se ajusten a una mayor esperanza de vida de la población
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