viernes, 15 de diciembre de 2023
El escenario Y PREMIO ADEPA A LA EXCELENCIA PERIODÍSTICA
El escenario El periodismo y la nueva etapa de la Argentina
José Claudio Escribano
A continuación se reproducen las palabras pronunciadas ayer en la sede de la Universidad Católica Argentina en el acto de entrega de los Premios ADEPA 2023 a la excelencia periodística.
Ante el carrusel grandioso y en rotación continua del mundo fascinante del periodismo, la sociedad ve reflejada cuanta manifestación haya del conocimiento humano y de los albures de la naturaleza, que hace posible la vida. Lo compruebo una vez más con solo tomar al azar algunas de las piezas periodísticas acreedoras a los Premios ADEPA 2023.
Desde el análisis del discurso sobre el odio a las vicisitudes cívicas del pueblo de San Juan al que sustrajeron las urnas de votación. Desde una nota sobre la retardataria discriminación contra la mujer en Afganistán al cuadro alarmante de un país –la Argentina– que en diez años perdió 2,4 millones de hectáreas de bosques naturales. Desde la amenaza depredadora de buques factorías de China contra la riqueza ictícola del mar continental argentino a las proezas de la inteligencia artificial, algunas tan revolucionarias que paralizan el habla y activan reacciones gubernamentales, y otras, que perviven con unos cuantos años ya encima de diligencias judiciales. Es el caso del “abogado robot”, adiestrado a fin de tomar el camino apropiado tras sopesar la sensibilidad ideológica y los antecedentes doctrinarios del juez y radiografiado la idiosincrasia de las partes en litigio.
No hay tema que resulte ajeno al interés periodístico. Se verifica en los 1374 trabajos presentados este año por 850 colegas, jóvenes unos, más veteranos otros, a premios que denotan la capacidad de convocatoria y prestigio de esta vieja asociación nacional de medios impresos y digitales. Nos han honrado.
Dios está en los detalles, ustedes lo saben. Hay pocas amarguras mayores para un profesional absorto en sus responsabilidades que una cifra consignada de forma errónea o una sintaxis diezmada por la precipitación en entregar un texto sin la debida relectura o la red protectora de la corrección meticulosa de un erudito. A veces es el diablo, no Dios, quien tercia en los detalles.
La modificación del lugar de una coma en un editorial de de la nacion mediados de 1966, a propósito de la instalación del gobierno militar de Onganía, determinó que en la edición del día siguiente debiera publicarse una aclaración que devolvía aquella aposición al lugar original. Había sido suficiente la alteración inopinada de apenas un signo ortográfico de puntuación, en el párrafo clave del editorial, para que se torciera por completo la orientación doctrinaria del diario.
Se trataba de un comentario sobre el derrocamiento del gobierno constitucional de Arturo Illia. Recuerdo, de mis tiempos iniciales de cronista destacado en la Casa Rosada, la leyenda de cómo Leopoldo Melo, ministro del Interior del presidente Justo y encargado de anoticiar a la prensa de un decreto aprobado por el gabinete nacional que le disgustaba, trastornó por entero el sentido de la medida. Bastó que en solitaria decisión eliminara sigilosamente una coma.
De modo que un rápido sobrevuelo sobre la aparente levedad de los detalles explica más cosas, como la atención que el periodismo aplicó el domingo a los minutos fugaces de la trasmisión del mando presidencial. Tal miniatura de la vida institucional del país condensó un estilo de conductas que ha de haber dejado perplejos a los dignatarios extranjeros y desnudado ante ellos el verdadero estado de la Nación por los modales de quienes ocupaban los rangos superiores.
Detalles, no más que detalles, de una ceremonia en principio augusta. Las manos, entre displicentes y desdeñosas en los bolsillos de la vicepresidenta, o el bamboleo impaciente del cuerpo, mientras el nuevo presidente juraba cumplir con honor el cargo para el que ha sido electo, transgredían siglos de convenciones protocolares; transgredían formas por las que cada uno, en última instancia, se respeta a sí mismo. Peor fue, desde luego, el botellazo que hizo volar más tarde sobre la cabeza del Presidente un discípulo de la escuela en retirada en su tiempo había sido, cómo no, secretario de Cultura de un municipio entrerriano.
Vienen a la memoria las cartas del siglo XVIII de lord Chesterfield a su hijo sobre el arte de agradar, y el célebre Manual de Urbanidad, de un siglo ulterior, del venezolano Manuel de Carreño. Dice una de sus normas: “En ningún caso es lícito faltar a las reglas más generales de la civilidad respecto de las personas que por algún motivo creamos indignas de nuestra consideración y amistad”. Qué no habría hecho la exvicepresidenta en aquel acto de haber tomado juramento, no ya a Milei, sino a su a su elegido en otro turno presidencial, Alberto Fernández, a quien ignoró por completo y a quien los minutos de agobio han de haber parecido eternos.
Como la observación sobre los detalles nunca dispensa de la consideración de lo que ha sido materia
Hay pocas amarguras mayores para un profesional que una cifra consignada de forma errónea o una sintaxis diezmada por la precipitación en entregar un texto sin la debida relectura capital de un acontecimiento, habrá de decirse que fue impresionante la resolución con la que el Presidente anunció a los argentinos la dureza de un nuevo tiempo. Ha cerrado Milei una era de cinismo legitimado alegremente por los cofrades del presidente que admitió haberse privado de anticipar lo que tenía en mente, pues de lo contrario no lo habrían votado.
Bienvenida la sinceridad, y mucho mejor, si llega del brazo de la perseverante voluntad de que no se confunda cambio con caos. Celebramos, como la mayoría de los argentinos, el lenguaje desusadamente franco del discurso inaugural, pero si vamos a llevar el liberalismo, y la tolerancia que lo presupone, hasta las últimas conción secuencias, admitamos que ha de haber al menos una minoría de lunáticos desconsolados, aquellos de la primera hora, que promovieron la candidatura de Milei por la promesa de dolarizar la economía, cerrar el Banco Central, cortar relaciones con Brasil y China, o llevarse a las patadas con el Vaticano.
Las empresas periodísticas argentinas se identifican, por definición, con los ideales de libertad asumidos por Milei, y particularmente, con los de libertad de expresión y de prensa que inferimos estuvieron implícitamente presentes en su campaña electoral. Coincidimos en cuanto al anacronismo de la legislación laboral que rige en nuestro oficio desde 1945 y, sobre todo, de las normas promulgadas en 1974 por un gobierno populista que han perturbado la ampliación del acceso al trabajo formal de generaciones de periodistas.
Vivimos días en que la sustentabilidad de esta industria cultural depende en gran parte de la posibilidad de los medios de acceder exitosamente a las plataformas digitales y de que puedan hacer valer los derechos intelectuales sobre el uso que terceros realizan de su producción periodística en medio de la opacidad de los algoritmos. Nunca los medios periodísticos generaron tantos contenidos. Nunca tales contenidos han sido distribuidos y consumidos en la magnitud actual, y nunca, sin embargo, han tenido los medios periodísticos tantos problemas para lograr que se efectivice la contraprestación legal debida por lo que producen. Subidos al tren de la sinceridad reinante, digamos que no podemos dilatar por más tiempo entre amigos la resolución pacífica de problemas también provenientes de posiciones dominantes, pero ceñidas al orden local.
Ha comenzado la reacción mundial con vistas a definir en la buena dirección el curso de complejos asuntos derivados de la que acaso sea la revolución más trascendente en la historia de las comunicaciones. No quisiéramos que nuestro periodismo quede a la zaga de nadie, o que nuestros legisladores y jueces posterguen el aggiornamiento institucional argentino en relaque con el aggiornamiento tecnológico mundial, y que esto termine por dañar aún más los intereses del Estado nación del que todos somos parte. Sin razonable sustento económico de los medios periodísticos la libertad de prensa no es más que una abstracción.
Comprendemos perfectamente que el Presidente haya hablado con naturalidad de las graves cuestiones que afectan al país. Comprenderá entonces nuestra perplejidad por la circunstancia de que los ministros juraran el domingo a puertas cerradas como si se hubiera tratado de un asunto de familia revestido de privacidad intransferible a los asuntos públicos. Fue un error. Eso era explicable, a su modo, en el presidente Fernández cuando hacía, en medio de la epidemia del Covid, una fiesta clandestina en Olivos. La obligación de publicitar los actos oficiales se deriva de la forma de gobierno representativa, republicana y federal dispuesta por la Constitución Nacional. Para que esos actos puedan ser controlados por la opinión pública es indispensable el libre ejercicio de la libertad de la prensa.
Así lo consagró la reforma constitucional de 1860, sancionada con la incorporación de Buenos Aires a la Confederación, en el artículo 33, sobre derechos y garantías no enumerados, “pero que nacen de la soberanía del pueblo y de la forma representativa de gobierno”. El domingo se quebró, por lo menos, una larga tradición sobre cómo juran los ministros. Milei lo comprenderá mejor si relee a Montaigne. El hombre de entendimiento, decía el pensador liberal que abrió en el siglo XVI el camino del ensayo como género, vive a la vez en dos esferas: la de su vida interior, caracterizada por la libertad plena, y la de su personaje público, sometida a las obligaciones y los usos de la sociedad.
Milei declaró el domingo que ha terminado una etapa del país. Le auguramos acierto en el diagnóstico y la terapia, pero también la admisión de que una etapa de su propia vida también concluyó ese día, y no precisamente para cerrar la puerta a la sociedad cuando venga en gana a él o a los subordinados.
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Premios ADEPA 2023 a la excelencia periodística
recibió 11 primeros la nacion puestos en las 24 categorías del certamen
Periodistas, diseñadores y dibujantes de la nacio
La Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) entregó ayer sus premios anuales a la excelencia. Participaron más de 1300 trabajos producidos por 851 periodistas, fotoperiodistas, diseñadores, editores y dibujantes de todo el país, que fueron evaluados por un prestigioso jurado. El certamen contó con 21 categorías y dos especiales (Cobertura de la Guerra de Ucrania y Cobertura periodística del Mundial Qatar 2022). Por noveno año consecutivo, la nacion fue el medio con más distinciones: sumó ocho primeros puestos, además de seis segundos y cinco menciones especiales.
La entrega de premios se realizó en la sede de Puerto Madero de la Universidad Católica Argentina (UCA) y contó con la presencia de las autoridades de ADEPA, entre ellos el doctor José Claudio Escribano, presidente de la comisión de premios de la asociación y exsubdirector de
Los ganadores de los primeros puestos tuvieron la oportunidad de decir unas palabras al recibir su estatuilla y su diploma. Hubo quienes se emocionaron hasta las lágrimas, e incluso quienes hicieron reír a la audiencia con anécdotas periodísticas. Durante el acto primaron, especialmente, las palabras de agradecimiento a los equipos de trabajo de los distintos medios premiados y también los discursos que describen la pasión y la vocación que implica la labor periodística.
El periodista de Hugo la nacion Alconada Mon, coautor junto al corresponsal en Rosario, Germán de los Santos, de un conjunto de seis reportajes sobre cómo se desarrolló el poder narco en esa ciudad santafesina, destacó en su discurso: “El diario tomó la decisión deliberada de concentrar la mirada en Rosario y en el flagelo del narcotráfico como una señal de involucramiento institucional. Es un mensaje para los clanes criminales de que no vamos a retroceder. En eso estamos”. Los cronistas obtuvieron el primer premio de la categoría Periodismo de Investigación; Fabiola Czubaj obtuvo una mención especial.
Los periodistas de la nacion premiados son Matías Avramow, mención en Libertad de Prensa; Micaela Urdinez, primer premio en Solidaridad Social; María Nöllmann, primer premio en Periodismo Político, y Javier Gerardo Fuego Simondet, mención; Lucía Sol Miguel, primer premio en Derechos Humanos; el equipo integrado por Natalia Louzau, Florencia Rodríguez Altube, Ignacio Suárez, Alejandro Bogado, Julieta Bollini, Nicolás Cassese y Florencia Abd ganó el segundo puesto en Ecología y Medio Ambiente; Juan Colombato, primer premio, y Alfredo Sábat, segundo, en Caricaturas e Ilustraciones; Sebastián Salguero, mención en Fotografía; Celina Chatruc, primer premio en Cultura e Historia y segundo en Artes y Espectáculos; Luciano Román, primer premio en Educación; el equipo integrado por Cristian Grosso, Nicolás Cassese, Carolina Nussbaum y Pablo Loscri obtuvo el primer premio en Infografías y Periodismo visual mientras que el segundo fue para Loscri, Florencia Abd, Giselle Ferro, Juana Copello, Francisco Ferrari y Julieta Bollini; Constanza Bengochea, segundo puesto en Periodismo Judicial, y Jesús Allende, mención; en Cobertura Multimedia ganó el primer premio el equipo de Florencia Fernández Blanco, Martín Rodríguez Yebra, Carolina Nussbaum, Julieta Bollini, Ariel Roldán, Pablo Loscri, Florencia Abd, Giselle Ferro, Gabriel Podestá, Juana Copello y María Rodríguez Alcobendas; María Ayuso, primer premio en Niñez y Adolescencia, y Micaela Urdinez, mención; Elisabetta Piqué fue reconocida por la cobertura de la guerra en Ucrania, y Javier Saúl, por la cobertura del Mundial de Qatar.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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