En la ciudad. Crecen las uniones civiles y los matrimonios de personas de más de 65
Según los expertos, se debe al aumento de la expectativa de vida y a la necesidad de formalizar las relaciones para evitar conflictos familiares; subrayan el rol de las segundas nupcias
Texto Soledad VallejosLiliana Ferraria y su esposo, Alberto, cuando dieron el sí
Se conocían del barrio. Los dos vivían en Bernal y durante la adolescencia, ella con 14 años y él con 18, tuvieron un breve noviazgo. Sin embargo, la vida, cuenta Liliana Ferraria, que hoy tiene 73 y es vecina del barrio de Belgrano, los llevó por caminos diferentes. Hace más de 30 años, Liliana y Alberto volvieron a encontrarse, pero esta vez no se separaron más. Desde entonces viven juntos, y ahora se animaron a dar un nuevo paso en la relación: casarse.
“Nos reencontramos de grandes, cada uno con la vida hecha. Yo tenía 38 años y él, cuarenta y pico. La verdad es que nunca tuvimos la necesidad de pasar por el Registro Civil, porque el amor siempre fue más fuerte que los papeles. Pero hace un tiempo que lo veníamos charlando. Un día tomamos la decisión, sacamos turno por la web y acá estamos”, contó Ferraria hace unas pocas semanas, luego de dar el sí en la sede comunal 13, ante los testigos y el oficial público Iván Sznajdleder.
Con casi dos décadas de oficio, el juez de paz de la comuna 13 afirmó que las historias como la de Liliana y Alberto no son casos aislados y que las ganas de formalizar legalmente la relación entre personas que ya pasaron la frontera de los 65 años vienen en crecimiento en la última década. “Las uniones civiles entre personas mayores en la ciudad han aumentado de forma exponencial a lo largo de los años. Estos enlaces, al igual que los matrimonios, demuestran que nunca es tarde para dar el sí y apostar al amor –indicaron desde el Registro Civil porteño–. Y según datos recopilados, el número de uniones civiles se triplicó en los últimos siete años entre personas mayores de 65 años”.
Dentro de una tendencia anual que ha ido en alza, salvo durante los años que rodearon la pandemia, cada vez más personas que forman parte de esta franja etaria optaron por formalizar sus relaciones. En 2016, se realizaron 124 uniones civiles, precisaron fuentes del Registro Civil. Mientras que el año pasado hubo un total de 364 trámites. Este tipo de ceremonias, incluso, se realizan en edades más avanzadas: por ejemplo, en los últimos ocho años se unieron más de 150 parejas que superan los 85 años.
También los matrimonios fueron en ascenso, aunque con una variación algo menor. En 2017, por ejemplo, decidieron casarse 899 personas mayores de 65 años, mientras que en 2023 se inscribieron un total de 1032.
Formalizar una relación de pareja, cualquiera sea la etapa de la vida, ofrece beneficios para los contrayentes. En el caso de la unión civil, sirve para registrar el vínculo de dos personas que conviven con fines probatorios y les otorga, en un tratamiento similar al de los cónyuges en el matrimonio, el derecho de incorporar a la pareja en la obra social, recibir una pensión, solicitar créditos bancarios de manera conjunta u obtener licencias en caso de enfermedad del concubino (ver aparte).
Desde el Registro Civil, encargado de oficiar estos enlaces en las distintas sedes comunales, dieron cuenta de que las uniones a edades avanzadas muestran un cambio en la percepción del matrimonio y las relaciones en esta etapa de la vida.
Según los expertos consultados por la nacion, hay diversos factores que sostienen esta tendencia en auge. Por un lado, como apunta Mauricio Strugo, psicólogo y sexólogo especialista en parejas, la expectativa de vida es cada vez mayor, y la decisión de sellar legalmente la unión forma parte de un cambio significativo en las dinámicas generacionales: “Hay mayores posibilidades de vivir más años y de hacerlo dignamente, y entonces estas personas quieren disfrutar y aprovechar todos los beneficios del compartir en pareja”, explicó, y mencionó otras cuestiones importantes que dejaron de ser un tema tabú para los adultos mayores, como la sexualidad, las ganas de seguir aprendiendo, de proyectar y de mantenerse activos física y socialmente.
“También eligen unirse civilmente o casarse porque, de alguna manera, saben que están en la última etapa de la vida y quieren dejar algunas cuestiones más ordenadas. A veces sucede que los hijos no aceptan del todo a la nueva pareja de su madre o padre y no están de acuerdo con esa nueva relación. Entonces, deciden dar este paso no solo por amor, sino para evitar conflictos familiares cuando alguno de los dos ya no esté no esté”, agregó el especialista.
Según afirmó César Torres, secretario de Gobierno y Vínculo Ciudadano, el principal objetivo es simplificar todos los trámites en el Registro Civil. Por eso, las parejas que desean unirse en matrimonio o a través de una unión civil pueden solicitar turno desde la web de manera sencilla y rápida. “Además, descentralizamos la celebración de matrimonios en catorce sedes, mientras que las uniones civiles ya se pueden realizar en nueve”, reforzó el funcionario.
Historias de novela
La jueza Amalia Suárez, oficial de la sede central del Registro Civil, destacó la importancia de dar el marco legal a dos personas que ya son adultos mayores y que, entre otras cosas, quieren dejar ordenada su vida. La titular comparte que, en varias ocasiones, las ceremonias que oficia suelen ser muy concurridas y emotivas. Algunas, dijo, “dignas de una novela”. Aunque lo más importante, insistió Suárez, es que cuando dos personas mayores deciden casarse tengan la suficiente capacidad para dar el consentimiento: “Eso es lo más relevante en una ceremonia civil, ya que hay un cambio de estado. Nadie duda de que para el amor no existe la edad”.
En términos estadísticos, Rafael Rofman, investigador principal en el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y magíster en Demografía Social de la Universidad Nacional de Luján, coincidió en que parte de esta tendencia se sustenta en el crecimiento de la población mayor de 65 años debido a una mayor expectativa de vida. Un fenómeno que se registra en todo el mundo. Dicho esto, y al analizar los datos, el académico consideró que, de todas formas, no es una proporción tan significativa. “Viene creciendo, en parte, por efecto de que hay más gente de esa edad. Sin embargo, el número sigue siendo muy chico. O sea, en 2022 había 551.000 mayores de 65 años en la ciudad de Buenos Aires y, según los datos del Registro Civil, entre matrimonios y uniones civiles se registraron unas 1300 uniones. Entonces, es solo un 2% de la población. Esto indicaría que sigue siendo una proporción muy baja”.
“Segunda vuelta”
Al haberse extendido la expectativa de vida y, por otra parte, debilitada la idea del amor romántico, de la unión de pareja “hasta que la muerte los separe”, el psicólogo y sociólogo Martín Wainstein, director de la carrera de Psicología Clínica Sistémica de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), reparó en la idea de la segunda vuelta. “Al terminarse esa idea o ese esquema de amor para toda la vida, aparece lo que popularmente se llama la segunda vuelta. Aunque actualmente hay amores de segunda, de tercera y de cuarta vuelta, pero vamos a llamarlos a todos de segunda. O sea, son aquellos amores que no están relacionados con la idea de formar una familia, sino que se centran en la posibilidad de encontrar una compañía, salir de la soledad, de la vida individual, aislada y pasar a la vida de pareja”.
De cualquier forma, consideró Wainstein: “Creo que es mucho mayor el número de personas que tienen parejas de segunda vuelta que lo que las uniones civiles y matrimonios demuestran. Es decir, no se puede pensar que una ciudad como Buenos Aires, por ejemplo, tenga solamente 300 parejas que se juntan a lo largo de un año”.
Como subsecretario de Servicios al Ciudadano, Facundo Bargalló Benegas explicó que las modalidades de uniones entre dos personas fueron ajustándose a los requerimientos de la sociedad con el paso de los años, y si hace algún tiempo todavía era un tabú que dos personas de la generación en “que ya son abuelos” formalizaran una relación en segunda nupcias, eso ya no sucede, aunque sea ya no de la misma manera. “Se naturalizó, y hoy existen distintas maneras de vincular y de formalizar una relación de parejas . Están todas aceptadas y nadie ve mal si dos adultos mayores se casan, realizan una unión civil convivencial o un certificado de convivencia porque viven bajo un mismo techo y quieren hacer una incorporación a la obra social o tienen ganas de dejar la herencia y otras cuestiones más ordenadas”. Y agregó: “Hay gente que tiene dos o tres relaciones importantes en su vida, las quiere disfrutar todas y no se limita a formalizar una sola vez, con esa primera pareja con la que quizá formó una familia y tuvo hijos. Todas son importantes, y aunque estén en la recta final de la vida, también es un deseo pasar por el Registro Civil y sellar la unión”.
TRES MODELOS DE RELACIONES
Certificado de convivencia
◗ Es un trámite administrativo con un objetivo puntual, como, por ejemplo, incorporar a la pareja en la obra social. Es una constancia emitida por el Registro de las Personas en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires para acreditar las uniones de hecho. Con ese documento, se permite acceder a los beneficios de la seguridad social, del sistema de salud y a diversos trámites civiles. Como no queda inscripto, no es necesario realizar ningún otro trámite para la disolución.
Unión civil
◗ También es un trámite administrativo, pero, a diferencia del certificado de convivencia, sí tiene naturaleza constitutiva. Además de los beneficios de acceder a la obra social de la pareja o de tramitar un préstamo hipotecario en conjunto, otorga acceso a una pensión. Sin embargo, no da derechos a herencia ni bienes gananciales. Para la disolución, una de las partes debe pasar por el Registro Civil, para solicitarla y, luego, se emite el edicto correspondiente.
Matrimonio
◗ A diferencia de los anteriores, no es necesario acreditar dos años de convivencia, y es la única forma de unión legal que da derecho a la herencia y los bienes gananciales de la pareja. Poner fin a un matrimonio solo puede hacerse ante la Justicia. Según informó el Registro Civil, durante el primer cuatrimestre de 2024, los matrimonios disminuye ron un 12% respecto del mismo período del año pasado: de 3078 en los primeros cuatro meses de 2023 a 2711 de este año.
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¿Hay peligro de una guerra civil en los Estados Unidos?
Andrés Oppenheimer
Agentes del Servicio Secreto se llevan al candidato presidencial republicano Donald Trump del escenario tras recibir un disparo durante un acto de campaña, el 13 de julio de 2024, en Butler, Pensilvania.
MIAMI.- Cuando una encuesta de la firma Marist reveló en mayo que el 47% de los estadounidenses cree que habrá una guerra civil en Estados Unidos durante su vida, mi primera reacción fue pensar que la gente está viendo demasiadas películas de ficción política.
Pero nadie debería reírse de semejantes encuestas después del atentado contra elexpresidente y aspirante republicano Donald Trump.
A juzgar por las primeras reacciones después del atentado, lo más probable es que veamos un aumento de la polarización política a medida que nos acercamos a las elecciones presidenciales de noviembre, en momentos en que la cantidad de armas semiautomáticas en manos de civiles ha alcanzado máximos históricos.
Según reportó el diario The Wall Street Journal, hoy en día hay más de 20 millones de rifles semiautomáticos AR-15 en manos de civiles en Estados Unidos, comparado con unos 400.000 que había a principios de la década de 1990.
El rifle AR-15 es el arma preferida de los asesinos seriales en Estados Unidos, y fue utilizado por el joven de 20 años que intentó matar al expresidente. Los rifles semiautomáticos AR-15 habían sido prohibidos por 10 años en 1994, pero la prohibición expiró sin que fuera renovada. Trump y el Partido Republicano apoyan que se siga permitiendo la venta de estas armas.
Asistentes al encuentro anual de la Asociación Nacional del Rifle de los EE.UU. observan rifles y pistolas en exhibición, en Houston
Las primeras señales de que la polarización política podría aumentar vinieron apenas unas horas después del atentado del 13 de julio, cuando el senador J.D. Vance, quien dos días después fue nombrado por Trump como su compañero de fórmula, culpó irresponsablemente a la retórica del presidente Biden por el ataque al expresidente.
Vance no borró su posteo en X incluso después de que se supo que el autor del atentado se ha registrado para votar como miembro del Partido Republicano. Y Vance le echó la culpa a Biden a pesar de que ha sido Trump quien ha exacerbado el odio político desde que comenzó su campaña de 2016 alegando que sus opositores son enemigos de la patria.
Trump ha dicho recientemente que los inmigrantes están “envenenando la sangre” de Estados Unidos, ha planteado la posibilidad de un “baño de sangre” si pierde en noviembre y elogia con frecuencia como “patriotas” a los manifestantes violentos que tomaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, causando varias muertes.
Asimismo, horas después del atentado contra Trump, el representante Mike Collins (R-Ga.), afirmó sin aportar ninguna prueba que “Joe Biden dio la orden”. Para su crédito, el líder republicano de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, dijo en NBC que “Tenemos que bajar la temperatura (política) del país”, como lo había pedido el presidente Biden.
Pero no soy muy optimista de que prevalezcan las cabezas frías. Todo el relato de Trump se basa en sus afirmaciones falsas de que le robaron las elecciones de 2020 y de que es una presunta víctima de persecución política.
Más de 60 tribunales concluyeron que las afirmaciones de fraude electoral de Trump eran infundadas, e incluso la Corte Suprema, de mayoría conservadora - con tres jueces elegidos por el propio Trump- no encontró pruebas que respaldaran las afirmaciones del expresidente republicano. Y Trump fue condenado en un juicio en Nueva York por un jurado que fue en parte elegido por sus propios abogados.
Los demócratas, a su vez, seguirán haciendo campaña presentando a Trump como la mayor amenaza a la democracia estadounidense en la historia reciente. Y van a mostrar los propios discursos de Trump en que ataca el Estado de derecho, incita a la violencia llamando a sus seguidores a “luchar” o se burla del atentado contra el marido de la exlíder democrática del congreso Nancy Pelosi.
Además de la encuesta de Marist, un sondeo de la firma Rasmussen realizado en abril encontró que el 41% de los votantes estadounidenses cree que habrá una guerra civil en los próximos cinco años. Y un nuevo documental, “América ardiente”, narrado por Michael Douglas, dice en su tráiler promocional que “cada día escuchamos que estamos un paso más cerca de la guerra civil”.
No estoy entre los que temen una guerra civil. Sin embargo, es hora de que los políticos estadounidenses bajen el tono de sus discursos y hagan algo para frenar la venta de rifles semiautomáticos, porque literalmente están jugando con fuego.
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Sobre los valores y la neutralidad
Federico Pinedo
Ante la competencia estratégica entre Estados Unidos y China y bajo las emociones que genera la ruptura del orden internacional provocada por la invasión rusa de Ucrania y por las acciones de guerra en Medio Oriente, se ha iniciado un tibio debate sobre la conveniencia o posibilidad de no alineamiento de países como el nuestro, que no son ni potencias ni insignificantes.
La política exterior de los países es una mezcla de valores e intereses nacionales. Los valores son los que permiten la convivencia y el desarrollo en paz, que en el caso argentino son y deben ser los de nuestra Constitución: derechos humanos, democracia, Estado de Derecho, respeto del derecho internacional o, en otras palabras, dignidad y libertad de las personas, limitaciones al poder arbitrario, relaciones con todos los países. El principal interés nacional es el desarrollo en paz y sostenible en el tiempo.
EE.UU. tiene valores semejantes a los nuestros en su Constitución, pero ese país, China, la India o Rusia tienen además un interés nacional negativo: el miedo a que la otra potencia sea más poderosa que la propia. Potencia y poderosa tienen que ver con el poder; con imponer la propia voluntad o que no te impongan la ajena (no son ambas cosas lo mismo). Simultáneamente, en un mundo donde la letalidad de las armas haría que en una confrontación abierta desaparezca el planeta, China, EE.UU. y los demás países saben que deben limitar ese conflicto, como sucedió en la Guerra Fría. En ese contexto hay que analizar el alineamiento con uno o varios países o la neutralidad.
La Argentina, hasta su nacimiento, formaba parte de una potencia mundial, España. Las potencias mundiales juegan el juego de la confrontación internacional. La Argentina, cuando se independizó, siguió jugándolo, no fue neutral. No lo fue cuando se le ocurrió liberar Chile y Perú y Ecuador y toda América junto a Bolívar, ni cuando frenó al imperio portugués para que no se fagocitara al Uruguay. Más tarde, en la Primera Guerra Mundial, con la conducción de don Hipólito Yrigoyen, pasó a la neutralidad. La Argentina no tenía intereses de poder en Europa, aunque sí tenía el interés comercial de venderle sus producciones y comprar cosas que necesitara, y la guerra afectaba ese interés. La neutralidad lo defendía. La Argentina se hizo rica durante la guerra vendiendo alimentos y acumulando oro. En la Segunda Guerra, en cambio, la neutralidad argentina consolidada por el golpe militar del 43 se transformó en algo diferente, porque mostraba simpatía por un posible ganador. A veces la neutralidad es alineamiento. No es lo mismo ser neutral que ser un no alineado, sabiendo que el no alineamiento beneficia a uno de los contendientes, que es como decir “querría ser tu socio, pero, como no puedo, te daré mi no sociedad con los otros”. Los posibles socios eran Hitler y Mussolini y muchos creían que podían ganar.
En la Guerra Fría, las grandes potencias ya sabían que la confrontación directa podía destruir el planeta y entonces optaron por una confrontación indirecta, en escenarios periféricos, Vietnam, África o América Latina. Esa realidad afecta la neutralidad de terceros países, cuando la guerra se traslada a ellos porque las grandes potencias buscan consolidar zonas de influencia, que son zonas en las cuales se impone la propia voluntad. La posibilidad de neutralidad desaparece y el no alineamiento pierde sinceridad.
En estas condiciones, lo mejor es ser adultos y decirse la verdad. La Argentina tiene los valores que tiene su Constitución y todos deben saberlo. Tenemos esos valores porque creemos que son los que favorecen la paz y el desarrollo sostenible en el tiempo. Cualquiera que sea quien los amenace, debe saber que en su defensa no podemos ser neutrales. Nuestro interés nacional es trabajar para consolidar con nuestros vecinos una zona de paz y para que no haya confrontación o, si la hubiere, para que no nos quite ni el territorio ni los valores constitucionales.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
Federico Pinedo
Ante la competencia estratégica entre Estados Unidos y China y bajo las emociones que genera la ruptura del orden internacional provocada por la invasión rusa de Ucrania y por las acciones de guerra en Medio Oriente, se ha iniciado un tibio debate sobre la conveniencia o posibilidad de no alineamiento de países como el nuestro, que no son ni potencias ni insignificantes.
La política exterior de los países es una mezcla de valores e intereses nacionales. Los valores son los que permiten la convivencia y el desarrollo en paz, que en el caso argentino son y deben ser los de nuestra Constitución: derechos humanos, democracia, Estado de Derecho, respeto del derecho internacional o, en otras palabras, dignidad y libertad de las personas, limitaciones al poder arbitrario, relaciones con todos los países. El principal interés nacional es el desarrollo en paz y sostenible en el tiempo.
EE.UU. tiene valores semejantes a los nuestros en su Constitución, pero ese país, China, la India o Rusia tienen además un interés nacional negativo: el miedo a que la otra potencia sea más poderosa que la propia. Potencia y poderosa tienen que ver con el poder; con imponer la propia voluntad o que no te impongan la ajena (no son ambas cosas lo mismo). Simultáneamente, en un mundo donde la letalidad de las armas haría que en una confrontación abierta desaparezca el planeta, China, EE.UU. y los demás países saben que deben limitar ese conflicto, como sucedió en la Guerra Fría. En ese contexto hay que analizar el alineamiento con uno o varios países o la neutralidad.
La Argentina, hasta su nacimiento, formaba parte de una potencia mundial, España. Las potencias mundiales juegan el juego de la confrontación internacional. La Argentina, cuando se independizó, siguió jugándolo, no fue neutral. No lo fue cuando se le ocurrió liberar Chile y Perú y Ecuador y toda América junto a Bolívar, ni cuando frenó al imperio portugués para que no se fagocitara al Uruguay. Más tarde, en la Primera Guerra Mundial, con la conducción de don Hipólito Yrigoyen, pasó a la neutralidad. La Argentina no tenía intereses de poder en Europa, aunque sí tenía el interés comercial de venderle sus producciones y comprar cosas que necesitara, y la guerra afectaba ese interés. La neutralidad lo defendía. La Argentina se hizo rica durante la guerra vendiendo alimentos y acumulando oro. En la Segunda Guerra, en cambio, la neutralidad argentina consolidada por el golpe militar del 43 se transformó en algo diferente, porque mostraba simpatía por un posible ganador. A veces la neutralidad es alineamiento. No es lo mismo ser neutral que ser un no alineado, sabiendo que el no alineamiento beneficia a uno de los contendientes, que es como decir “querría ser tu socio, pero, como no puedo, te daré mi no sociedad con los otros”. Los posibles socios eran Hitler y Mussolini y muchos creían que podían ganar.
En la Guerra Fría, las grandes potencias ya sabían que la confrontación directa podía destruir el planeta y entonces optaron por una confrontación indirecta, en escenarios periféricos, Vietnam, África o América Latina. Esa realidad afecta la neutralidad de terceros países, cuando la guerra se traslada a ellos porque las grandes potencias buscan consolidar zonas de influencia, que son zonas en las cuales se impone la propia voluntad. La posibilidad de neutralidad desaparece y el no alineamiento pierde sinceridad.
En estas condiciones, lo mejor es ser adultos y decirse la verdad. La Argentina tiene los valores que tiene su Constitución y todos deben saberlo. Tenemos esos valores porque creemos que son los que favorecen la paz y el desarrollo sostenible en el tiempo. Cualquiera que sea quien los amenace, debe saber que en su defensa no podemos ser neutrales. Nuestro interés nacional es trabajar para consolidar con nuestros vecinos una zona de paz y para que no haya confrontación o, si la hubiere, para que no nos quite ni el territorio ni los valores constitucionales.
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