martes, 30 de julio de 2024

LECTURAS




Lecturas: Nuevas versiones del Western
Brokeback Mountain
Las novelas del español Jon Bilbao retoman de manera contemporánea un estilo narrativo al que autores como Annie Proulx, la autora de Brokeback Mountain, le habían dado un nuevo y original impulso
Márgara Averbach
Como muchos otros géneros populares (policial, terror, fantasía, ficción científica), el western nació en el siglo XIX alrededor de una preocupación social muy extendida en el lugar donde se originó. En este caso, el norte del continente americano, específicamente Estados Unidos. Todos los géneros populares tuvieron éxito (de ahí, lo de “populares”) porque se centraban en ideas, campos de conocimiento, concepciones del mundo o hechos históricos que la sociedad en que nacieron consideraba esenciales. El western, que empezó a publicarse mientras se llevaba a cabo la expansión del país hacia el oeste, cuenta esa expansión como gesta heroica y nacimiento de la identidad nacional de la comunidad “blanca”. En Araña, del español Jon Bilbao (1972) –como en El asesinato de Jesse James por el cobarde Richard Ford, la película de Andrew Dominik, por ejemplo–, aparecen las novelitas que cuentan (y exageran) las aventuras de John Dunbar, uno de los protagonistas.
Igual que otros géneros, el western fue primero literario y después cinematográfico, donde tuvo una difusión enorme en Occidente. Lo mismo hizo el más adaptable y extendido de los géneros populares (literarios y cinematográficos), el policial, que no dejó de expandirse y cambiar a partir de los cuentos con que lo inauguró Edgar Allan Poe: hoy, las novelas y películas policiales provienen no solo de Inglaterra y Estados Unidos sino también de Suecia, Noruega, China, Grecia, África, Mongolia. El western no se extendió tanto. Sigue siendo más visitado en Estados Unidos pero, cada tanto, lo adoptan autores de otras nacionalidades, como el español Jon Bilbao, autor de una serie de novelas premiadas alrededor de ese personaje, John Dunbar, un pistolero que vive en el tiempo y el espacio que exigía el género en sus comienzos: al Oeste del Misisipi y durante la segunda mitad del siglo XIX.
"En sus comienzos, el western estaba dominado por una defensa constante de un heroísmo masculino particularmente violento. Las mujeres que escriben dentro del género actualmente tienen otra perspectiva"
Araña, última novela de la serie, respeta esa ambientación solo en los capítulos pares. Los impares transcurren en el Oeste del siglo XX, como los westerns de Mark Spragg, Kathryn Harrison y Annie Proulx. En esta novela, Bilbao toma dos tiempos y dos geografías: relata la vida de su héroe y a la par, algunos episodios de Jon, un escritor español. Solo las aventuras de Dunbar se sitúan en el Oeste, entre 1865 (fin de la Guerra Civil) y 1890 (fin de las Guerras Indias) como en el western clásico.
En sus comienzos, el género estaba dominado por una defensa constante de un heroísmo masculino particularmente violento. Las mujeres que escriben dentro del género actualmente tienen otra perspectiva. En Brokeback Mountain, su colección de cuentos sobre Wyoming –que incluye al que inspiró la película del mismo nombre–, Proulx (Connecticut, 1935) pone la mira en la discriminación por género mientras conserva ciertos rasgos del western original: grandes horizontes, paisaje rural, enorme brutalidad en los seres humanos y la naturaleza. En lugar de convertir en héroes a los protagonistas, estos cuentos rechazan la soledad absoluta como valor (fundamental en el western) y describen sus vulnerabilidades en una prosa poética que también es capaz de crueldad y humor negro, y que, como todos los autores del western –el gran autor del género clásico, Van Tilburg Clark, y hoy Mark Spragg o Kathryn Harrison–, pinta la belleza y la fuerza destructiva extraordinarias de la naturaleza y la relación del ser humano con ella.


Tanto Spragg en Donde los ríos cambian su curso como Bilbao en Araña se acercan a la autobiografía pero, mientras Spragg despliega la nostalgia típica del género al hablar de su vida en Wyoming (uno de los estados emblema del western), en su novela el autor español construye un montaje alternado entre las aventuras de su protagonista literario (John Dunbar, que ya aparecía en El Basilisco) y la vida del escritor Jon en nuestros días. Por eso, Araña no es una colección de relatos como dice su contratapa: es una novela fragmentaria que pasa de la vida de un tal Jon (identificado claramente con Bilbao: el primer “cuento/capítulo” ocurre en Ribadesella, España, su ciudad natal) a las aventuras de Dunbar en el Oeste del siglo XIX. Las dos historias están planteadas como una conversación: por ejemplo, a partir de ciertos episodios en la vida de Jon (la exploración de unas cuevas españolas), se entiende la raíz de una de las aventuras de Dunbar en cuevas estadounidenses. Y la escritura literaria aparece también en la vida del Basilisco: además de cruzarse con las novelas que lo cuentan, su pareja, Lucrecia, escribe un diario que le da “el poder de fijar el tiempo”. En la charla entre las dos líneas narrativas (que, por supuesto, son una en el fondo: arte y vida están indisolublemente unidos), se va develando de a poco la naturaleza de la “araña” del título, elemento que introduce en el western al género fantástico en un cruce típico de la literatura contemporánea.
Como en los westerns clásicos, la oposición hombres/mujeres está en el centro de la parte del relato protagonizado por Dunbar: el grupo de hombres que John guía hacia el “Paraíso” (el mesianismo es parte de la cultura blanca en los Estados Unidos y el western siempre propone la huida de la sociedad hacia la naturaleza) quiere una vida sin mujeres. Pero Araña no es un western clásico: Bilbao desafía el machismo del género con personajes femeninos como Lucrecia o doña Alejandra, que, aunque no son protagonistas, muestran la enorme habilidad de las mujeres para moverse en ese mundo violento. Y, sobre todo, la novela termina declarando que la vida en soledad es imposible y rechazando así el individualismo extremo del género. Al final, John y Lucrecia se van a caballo y no queda “claro quién se apoyaba en quién ni quién sujetaba a quién. Se sostenían y eso bastaba”. Por eso, Araña –como los westerns femeninos de Proulx y Harrison– se inscribe en el antiwestern, ese subgénero que también llegó al cine a partir de la década de 1960 y nos sigue sorprendiendo con películas como la propia Brokeback Mountain o El poder del perro, que dirigió Jane Campion.


Araña

Por Jon Bilbao

Impedimenta

416 páginas, $ 26.500




Basilisco

Por Jon Bilbao

Impedimenta

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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