Claves para entender el sueño y lograr que el bebé duerma toda la noche Cuando hablamos de ambiente, tenemos que considerar dos aspectos: el emocional y el habitacional que incluye el lugar, la luz, la temperatura y la cuna
La privación del descanso impacta negativamente en el día a día de la dinámica familiar; armar rutinas flexibles y desterrar preconceptos son los temas que aborda el capítulo 4 de PrimerizosTexto Valeria Vera | Ilustración Javier Joaquín
¿Qué factores ayudan al descanso? ¿En qué consisten las rutinas flexibles? ¿Cuándo va a dormir solo? En el cuarto capítulo del ciclo Primerizos, Lucila Pistiner, consultora en sueño infantil explica las situaciones más usuales.
El sueño de los bebés representa una de las situaciones cotidianas que más dudas y comentarios genera y divide a los padres entre “los afortunados”, que pueden descansar porque el bebé no se despierta con frecuencia, y “los desafortunados”, que viven en “modo zombie” durante gran parte del día.
Hay una cuestión de suerte, sí, y de biología, también, pero en lo que a descanso de los más chiquitos se refiere es clave no desesperarse y conocer en detalle el proceso, para poder adquirir hábitos nuevos y dormir todos mucho mejor: el bebé y la familia. “El sueño no es lineal, es como una montaña rusa. De repente tenemos una época en que todo está perfecto, contamos con una rutina bien predecible y se rompe .
Hay que entender que todo esto lleva tiempo y compromiso”, sostiene Pistiner, en este capítulo del ciclo interactivo y audiovisual
–Comencemos por el principio de este proceso. ¿Cómo favorecemos el ambiente para el sueño? ¿Cómo ayudamos a ese descanso?
– Cuando hablamos de ambiente, tenemos que considerar principalmente dos aspectos: el habitacional que incluye el lugar, la luz, la temperatura, la cuna, etc. Como en la época de las cavernas, el entorno tiene que estar oscuro, fresco y silencioso.
Pero también debemos pensar en el ambiente emocional. La mayoría de nosotros, mamás y papás, llegamos cansados y la paciencia ya no es la misma. Entonces muchas veces lo que sugiero es dejar los celulares y estar presentes media hora, no más que eso, para predisponer mejor a nuestro hijo a que se pueda relajar antes de dormir.
–Y en esos primeros meses… ¿de qué forma garantizamos el sueño seguro de los bebés?
–Es importante respetar las normas pediátricas establecidas a nivel mundial, como acostar al bebé siempre sobre su espalda, es decir, boca arriba, en una cuna vacía. Cuando digo vacía, me refiero a sin almohadas, nidito, peluches o mantas. Si el bebé usa chupete, debe ser sin tirita.
Además, el bebé debe estar fresco, nunca sobreabrigado, y la habitación debe mantenerse a una temperatura fresca.
–Otro concepto que solés marcar mucho es el de las ventanas de sueño…
–El sueño está relacionado con el proceso homeostático del sueño, que junto con el ciclo circadiano, regula nuestro descanso. Te voy a hacer una analogía. Nosotros tenemos un auto que tiene combustible y ese combustible se va utilizando durante el día, con los viajes que vamos haciendo. Llegamos a la noche y ese tanque está vacío. Entonces cuando el auto se va a dormir recarga combustible. También podemos usar este argumento con los chiquitos cuando no quieren ir a dormir a la noche.
–Sí, me encanta. Ya lo voy a tomar…
–(Risas) Y a la mañana siguiente se despierta ese auto con su tanque lleno. De esto se trata el concepto de las ventanas de sueño.
O sea, son esos tiempos que los bebés toleran despiertos y, una vez que llegamos a ese tiempo, hay que llevarlo a descansar porque ese tanque se vació y necesita recargarse de combustible. ¿Qué pasa si no duermen?
Si tenés un chiquito de seis meses y no lo llevamos a dormir la siesta, en algún momento se va a terminar durmiendo por el agotamiento, pero no va a ser un descanso de la misma calidad que si lo hubiéramos llevado a dormir cuando su cuerpo le pedía dormir, porque ya ese chiquito está en un estado de estrés, de sobrecansancio, que es contraproducente. Está en un estado de hiperactividad que le impide relajarse.
–Hay un antes y un después de implementar rutinas de sueño. ¿Qué características tienen que tener?
–Claro, yo hablo siempre de las rutinas flexibles. No estoy a favor de las rutinas rígidas, con horarios preestablecidos y tampoco de las que son iguales para todos los bebés. Lo que hay que tratar es de ser flexibles con esa rutina que armamos.
La idea es ir teniendo una especie de patrón diario, una especie de esquema de siestas, que vas acomodando según la necesidad diaria y con la flexibilidad de por medio.
–¿Nos podrías sugerir una serie de pasos para armar una rutina nocturna que responda a estos patrones?
–En términos generales, una rutina nocturna puede iniciarse con el baño, como la antesala para empezar a relajarse. Bañás al bebé y ya tenés que ir bajando el nivel de luces en el hogar, que tienen que ser más bien suavecitas y cálidas.
En la habitación, le podés dar una toma, si es que todavía está en edad, que puede ser de pecho o mamadera. Y después ya empezás con una canción, un cuentito, una historia. Lo que quieras, lo que más disfrute tu hijo.
–¿De cuánto tiempo estamos hablando? ¿Una hora, 15 minutos, media hora?
–Hablaría de un promedio de entre 20 minutos o 30 minutos, si dejamos afuera el baño.
–Si bien lo deslizamos, me gustaría dejar en claro la importancia de las siestas, que no quedan exentas de mitos y comentarios…
–La siesta es sagrada. Esa es mi frase de cabecera. Los bebés necesitan dormir siesta. Hay todo un proceso en el cual es importante recargar ese combustible, porque también lo que vamos a hacer con las siestas que van durmiendo durante el día es reducir los niveles de cortisol, que es la hormona del estrés.
–Te llevo a una situación muy común…Estamos en plena noche. Se despierta nuestro bebé y estamos a punto de “eyectarnos” de la cama y salir corriendo a verlo. Pero aparece el concepto de la pausa. ¿Por qué es tan importante?
–La pausa tiene que ver con comprender que los bebés, cuando duermen, hacen ruidos, se mueven, sueñan, tienen una mayor proporción de sueño activo que la nuestra. Entonces, si nosotros cada vez que escuchamos un ruido, salimos de la cama y lo volvemos a dormir, nunca le damos la oportunidad de conectar un ciclo de sueño con el otro. E incluso los vamos a estar despertando en algunos de estos momentos por la noche. La idea es, siempre que escuches un ruidito o un movimiento, esperar, hacer una pequeña pausa, que te contengas, para asegurarte de que efectivamente está despierto. Y si lo está, fijate, porque por ahí no está llorando y lo vas a interrumpir en un mecanismo natural. Ese bebé, que va a buscar una nueva posición, se volverá a quedar dormido.
–Para cerrar, ¿en algún momento el bebé o niño chiquito se dormirá solo?
–Bueno, el tema es cuándo, cómo. A ver… sí, en algún momento todos los niños se terminan durmiendo solos. Yo siempre hablo que se trata de darles la oportunidad. Hay familias que de forma accidental se la dan, hacen esta pausa y de repente ese bebé o ese niño ya adquirió el hábito de dormirse solito. Hay otros casos en los cuales no se le da la oportunidad. Pero nunca es tarde para modificar un hábito. Se puede. Lo que pasa es que depende de nosotros, de querer y estar seguros de darles esa posibilidad de conciliar el sueño solitos. Hay que estar muy convencidos de eso
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