lunes, 16 de septiembre de 2024

FRANCISCO LEZAMA Y SOFÍA BERNASCONI


Va camino al Oscar, ganó el Oso de Oro en Berlín y ahora se puede ver en el Malba
El corto premiado de Francisco Lezama se exhibe junto a otros dos de sus trabajos. La trilogía muestra cómo el aumento del dólar en la Argentina se convierte en un elemento sociológico
Marcela Ayora
Francisco Lezama fue premiado en Berlín por su corto "Un movimiento extraño"
Él sabe que quiere hacer cine. Está por cumplir 13 y lo tiene claro desde hace rato. Como ese día en que, unos años atrás, en una sala también llena de otros niños, vio La sirenita. Por supuesto que ya había estado frente a la gran pantalla con otras pelis para chicos, pero con ésta quedó fascinado. “Una gracia que tienen esas imágenes en movimiento”, dirá décadas después al recordarlo, como también contará que, aún hoy, el mundo de la pelirroja Ariel le sigue gustando.
Por aquellos días de la infancia, el cine estaba siempre entre sus prioridades, y por eso los regalos soñados se pedían bien clarito. Como el del año en el que recibió un libro sobre la historia del cine argentino. Así, los cumpleaños le traían esas otras formas del cine, aunque no quería solo ver o leer sobre el séptimo arte. Y así llegó a los 13, y el chico que está en plena pubertad, quiere hacer cine. Filmar. Como los grandes, a los que admira. Entonces aparece el abuelo con un objeto de madera. “Una especie de carro de trávelin para que yo pudiera hacer las cosas”, dice Francisco Lezama al recordar la tarde en la que recibió lo que más quería.
Francisco Lezama destaca la importancia del Incaa en el apoyo a las películas argentinas
Para este hombre que nació en Palermo (1987), y que tuvo muy de cerca el apoyo de un abuelo. “Me regaló todas las películas de Stanley Kubrick –cuenta–. La primera que vi de él fue La naranja mecánica”. También su abuelo le habló de lentes, ópticas, formas de ver. Quizá por esto, y a la medida de su deseo, a Lezama no le resulte complejo poder decir que su tercer corto, Un movimiento extraño, vaya camino al Oscar. Y esto es posible porque previamente ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín. El film entra como candidato al gran premio estadounidense, por el hecho de haber recibido el Oso, que es todo un respaldo. Pero este film de 23 minutos, el premiado, no es su primera historia. Tiene dos cortos previos, La novia de Frankestein, que es de 2015. y Dear Renzo (2016).
Suma kilometraje en recorrido por festivales y ahora podrán verse los tres de Lezama, en un ciclo en el Malba. Esto será los domingos de septiembre, a las 18. Todos con guion suyo; los dos primeros, codirigidos con Agostina Gálvez. Pero Un movimiento extraño lo dirigió solo.
Sobre el viaje de cada una de sus piezas, Lezama destaca que lleva tiempo en esto de hacer cortos. “Pasé por varias experiencias. Uno ganó el Bafici en 2017 (Dear Renzo, premio al mejor cortometraje), el otro (La novia de Frankenstein) estrenó en la competencia oficial de Locarno, Suiza, y estuvo en el Festival de New York. Ahora fue un poco más importante lo del Oso de Oro, que nunca se había asignado a una comedia. Muy pocos cortometrajes latinoamericanos lo habían ganado. Siempre estuve muy agradecido del recorrido que habían tenido mis cortometrajes, porque al ser comedia, es difícil encontrar el lugar en el circuito de festivales”.
Estar en carrera para el Oscar no es algo de todos los días. Ganar el Oso, tampoco. Para que eso sucediera, se necesitaron pilas de días –y noches– de preparación, estudio. El recorrido de Francisco Lezama hace pie en su formación, en sus trabajos, en ver cine. Hizo el secundario en el Colegio del Salvador, en Callao al 500, muy cerca de Av. Corrientes, ahí donde de adolescente se iba en el recreo largo para ver VHS, DVD, vinilos. Luego vino la Universidad del Cine, que dirigía Manuel Antín. Si bien tenía claro que era eso, barajó otras posibilidades como carrera.
“Estaba entre el cine, la actuación y la arquitectura. Con la actuación me sentía muy tímido en ese momento, ahora sí entreno actuación y lo hago, pero en su momento, no. Encontré el cine”. A la par de ver y ver películas, entendió la dinámica de lo que en la Universidad del Cine proponía. Y lo resalta así: “Hacer con lo que uno tuviera a mano. Es una universidad que entiende muy bien lo que es necesario para dar los primeros pasos como cineasta, que es esto: no vas a poder salir a filmar con grandes recursos. ¿Cómo hacés con lo que tenés a disposición? Es algo que venía de la generación del 60, en la que Manuel Antín fue punta de lanza. Tiene que ver con la modernidad del cine, un poco tomando la posta de las lecciones que había dejado el neorrealismo italiano, después la nueva ola francesa, los nuevos cines del mundo. Hay algo de eso que yo terminé de valorar ahí, con el plantel de docentes que tuve”.
"Dear Renzo", uno de los cortos que Lezama codirigió junto a Agostina Gálvez
En el presente, Lezama es docente de la institución. Sobre eso de hacer con lo que hay cerca, en Un movimiento extraño se comprueba que, entre lo que dice y lo que hace, no parecería haber cortocircuito. El film que ganó el Oso es una historia que empieza en un museo. Hay planos de cuadros. Gente que circula por las muestras. Es que el propio Francisco Lezama trabajó en el Malba durante ocho años como asistente de sala. “Uniendo un poco lo de Antín, yo lo filmé en mi trabajo, en el Malba. Y mi primer corto, en Barrio Parque, porque era lo que quedaba cerca de mi trabajo”. Contar con lo que se tiene a mano. O aprender a mirar de otra manera, con detenimiento y extrañeza, sin naturalizar, por caso, la ciudad en la que se vive.
En relación con esa ampliación de la mirada, Lezama dice: “Tratar de encontrar la riqueza de lo que uno tiene a mano, que es siempre rica. Solo que uno siempre está en uno mismo. Uno siempre quiere agregar algo, como si no bastara con lo que uno tiene”. Además de sus ocho años en el Malba, está su otro trabajo en el Museo del Cine, desde 2013. Ahí sigue, actualmente, en el área de edición e investigación. Ese hacer pie en museos, también parece venir de raíces de infancia. “A mí de chico siempre me gustó ir a ver museos, a ver artes visuales en general: del diseño gráfico de los afiches, hasta saber de chico quiénes eran los pintores argentinos”, señala Lezama.
Los tres cortos son comedias. Pero tiene un humor particular. Sí, se puede definir qué tipo de humor llevan en sus costillas esas tres piezas, pero alcanza con decir que en las tres se habla de la economía argentina y de la especulación con el dólar. Por tanto, la secuencia que resonará en el espectador puede ir del impacto hasta la aceptación de lo que haya tocado en suerte. Y finalmente reír, por reconocimiento. Un humor con muchos puntos de giro. Sobre la hechura de su pieza, Francisco Lezama subraya: “Son artilugios que uno va a aprendiendo como guionista, en esto que Hitchcock llamaba sorpresa y suspenso. A mí me interesa, quizá no tanto el conflicto, sino cómo articularlo. Es un poco que la vida también es eso. El tipo de humor que se podría inscribir dentro de una tradición. Se llama Getpan. Esta cosa mecánica uno la podría encontrar en Buster Keaton, en Kaurismäki. Las de Martín Rejtman, acá. Me parece interesante”.
Pero también está esa búsqueda de la forma con los actores. ¿Cómo acompañar, desde el trabajo con los cuerpos en la comedia, esa angustia contenida que termina produciendo risa? De la manera en que dirigió a los actores, Lezama señala que esa cosa más neutra permite ver los pequeños destellos, mucho más que si un actor gesticula demasiado. “Me gustan las actuaciones que muestran a los personajes como si tuvieran electricidad en sus ojos. Siento que está vivo y muerto a la vez, feo y lindo a la vez. Elegante y muy grosero al mismo tiempo, tratar de estar siempre en tensión. Eso hace que uno pueda volver a ver la obra en un tiempo. Eso es lo que yo veo en los directores que me gustan del cine clásico, que puedo volver ver”.
Como sus cortos anteriores, en "Un movimiento extraño" Lezama se habla de la economía argentina y de la especulación con el dólar
Ante la pregunta de con qué se van a encontrar quienes vayan a ver sus cortos al Malba, el director presenta este punteo: “Con un programa de tres cortos, que tienen muchas similitudes entre sí y que arman una especie de trilogía sobre los vaivenes del dólar en la Argentina. Con el cambio del dólar del 2014 al 2024. Con elementos que tienen que ver con la realidad de cada momento histórico en que se filmó cada corto y con un tono general, que tiene que ver con la comedia de enredos, con un dejo agridulce, melancólico. Son comedias, pero también un poco tristes”.
En La novia de Frankenstein, la protagonista trabaja para una agencia que alquila departamentos a extranjeros. Su tarea es la de recibir inquilinos, traducir de inglés a español y cambiar dólares por pesos. Toda esa red de traducciones e intercambios termina construyendo un mundo en el que la realidad y la ficción se vuelven indistintos en la vida de Ivana.
En Dear Renzo, tres argentinos que se encuentran por azar en Nueva York, deambulan por sus calles perdidos en una red de intercambio de roles, dinero y traducciones fallidas. Las oscilaciones en torno a la economía nacional son comunes a las piezas.
En la última, la que hace su viaje al Oscar, hay un condimento que también podría ser una variable. Así como en el corriente se suele hablar de un gurú del dólar (flota la idea de la premonición para referir al comportamiento de la divisa), la protagonista de Un movimiento extraño le consulta a un péndulo místico. “En mi familia había prácticas esotéricas como con el péndulo y a veces esas prácticas tenían que ver con lo económico. Algo que parece que no está asociado, que es la especulación esotérica con la especulación financiera. Al mismo tiempo, también en mi familia son todos economistas”.
Sobre lo místico como variable en su último corto, Lezama agrega: “Los argentinos tenemos una cosa con el tema del tarot. En Ladrones de bicicletas (Vittorio de Sica) hay una escena muy linda. Todos en crisis, Italia destruida por la Segunda Guerra y hay una vidente a la que todo el mundo consulta. Para mí hay algo de eso”.
El próximo proyecto es un largometraje, que está pronto a competir en el foro de coproducción de San Sebastián. “Viajo este mes ahí”, anticipa. La película se filmará en Córdoba. “Tiene que ver con cómo los rituales tradicionales del catolicismo van desapareciendo, en contraste con cómo se está imponiendo el evangelismo. Es una ficción. En vez de dólares, irá algo más con las hostias. Ahí entrará parte de mi formación jesuita”, asegura. Y no es un dato menor lo del viaje. Las posibilidades de pedir financiación para la preproducción o de acompañar a las películas que se presentan en competencias en los diferentes festivales, no suelen ser recurrentes. “Si yo no hubiese ido a Berlín, no hubiese ganado, porque uno ahí defiende el trabajo. La representación del país afuera es muy importante”.
Conseguir financiamiento, poder viajar a los festivales. “El cine –sostiene Lezama– es de esas disciplinas que tienen trascendencia, digo, el cine argentino llegaba al Festival de Cannes. Lo que siento que está sucediendo, es que no se está entendiendo al cine como una expresión cultural. Y las expresiones culturales tienen que ser apoyadas por el estado. Sobre todo en una instancia inicial”.
Entonces, Lezama se detiene, y ordena lo que está por decir: “El Incaa muchas veces sirve para que el Estado le dé un visto bueno a un proyecto. Se sortea un grupo de calificación, de cinco personas, que van a decir si es de interés o no es de interés para el Incaa. Lo que hace es habilitar un fondo que no es el total de la producción de la película, pero también lo que habilita es legitimación de ese proyecto para que vaya a buscar fondos de otros Estados para traerlo a la Argentina y que se pueda filmar en el país. Eso, de apoyo”.

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“Me estás proponiendo una locura”. La idea de su novio se convirtió en un proyecto creativo que avanza por las calles de Buenos Aires
Sofía y su novio, el gestor de esta movida artística que no para de crecer.
Como consecuencia de un episodio traumático, a los 19 años a Sofía se le generó una lesión medular, pero la discapacidad no la detuvo y encontró su misión pese a que al principio no estaba convencida de poder hacerlo.
Alejandro Gorenstein
Alos 19 años a Sofía Bernasconi (45), una joven de Las Flores que se había instalado en la Ciudad de Buenos Aires junto a dos amigas para estudiar Arquitectura en la UBA, un episodio traumático le generó una lesión medular y desde ese momento se moviliza en silla de ruedas.
"La relación con mis seguidores es muy estimulante porque permanentemente recibo muestras de afecto, felicitaciones, aliento, agradecimiento, apoyo".
Lo más complejo para Sofía, dice, fue salir a la calle y encontrarse con innumerables barreras arquitectónicas y la falta de transporte accesible. “Eso te detiene muchas veces y te impide seguir con la vida que tenías planeada. En ese momento abandoné mis estudios universitarios y me dediqué a rehabilitarme. Luego, pasaron un montón de cosas, pero la discapacidad nunca me detuvo. Empecé a trabajar, a esperar colectivos adaptados que funcionen, seguí y sigo con mi vida haciendo lo que quiero y me propongo, pero siempre encontrando obstáculos en el entorno”.
“Me costó mucho definir el diseño de la primera baldosa porque no quería solo armar un dibujo de colores, quería que dijera algo alusivo a la accesibilidad", dice Sofía.
Jamás perdió su foco
Y es cierto cuando dice que la discapacidad no la detuvo. Y no solamente mirando hacia su propio ombligo como mejorar su calidad de vida, sino que desde el principio tuvo muy en claro que su lucha iba a reivindicar a miles de personas con discapacidad como ella. Su sensibilidad y empatía le permitieron tener esa otra mirada que necesitaba para salir adelante. Y nunca perdió su foco. Sin embargo, de más joven, quizás, no se hubiera imaginado de qué manera podía ser referente y dejar tantas huellas.
Desde hace varios años Sofía es voluntaria en Acceso ya, una ONG que promueve la total inclusión de las personas con discapacidad motriz o movilidad reducida y trabaja para que se eliminen las barreras arquitectónicas de la ciudad.
Como voluntaria, busca visibilizar la necesidad de accesibilidad para todos y también denunciar las barreras arquitectónicas y cuestiones relacionadas a la falta de accesibilidad que privan a las personas con discapacidad a moverse libremente.
“Este proyecto es una forma de reaccionar desde una protesta personal. Quien reacciona es una persona con discapacidad motriz, por ello el nombre Reacción Rodante".
“El arte nunca pasa desapercibido y es una excelente herramienta para visibilizar mensajes”
Paralelamente a su voluntariado y a su trabajo como empleada bancaria, Sofía comenzó a tomar clases de vitreaux en el Taller Escuela del Sur de Andrés Jacob y en el trascurso sumó las técnicas de mosaiquismo, vitrofusión y herrería ya que, cuenta, el vidrio es un elemento muy versátil que permite experimentar y crear diversos objetos.
“Creo que el arte nunca pasa desapercibido y es una excelente herramienta para visibilizar mensajes. El arte callejero, además, se encuentra disponible y accesible a una gran mayoría de personas”, dice Sofía, que todavía estaba lejos de pensar en armar su emprendimiento tendiente a ayudar en la calle a las personas con discapacidad.
La idea comenzó a nacer lentamente, aunque ni siquiera tenía un bosquejo o borrador a mano, en sus caminatas por el barrio de Almagro, donde vive, y recorriendo las calles con “ojo observador” relevaba fotográficamente comercios sin acceso para personas con movilidad reducida, sin baños adaptados, veredas y rampas rotas, rampas obstruidas por autos estacionados.
El momento clave
Una tarde Sofía iba con Sebastián, su novio que es Maestro Mayor de Obras, camino a su casa y, de repente, se encontraron con un agujero en el medio de una rampa en Rivadavia y Pringles. En ese momento, como era su costumbre, Sofía tomó su celular y le empezó a sacar fotos para denunciar el hecho.
- Flaqui: ¿y por qué no la reparás vos? –le dijo Sebastián casi sin pensarlo.
-Me estás proponiendo una locura –le contestó Sofía, muy asombrada.
La propuesta de su novio no parecía tan alocada y estaba justificada en que desde hacía un tiempo Sofía seguía en Instagram a Ememem, un artista francés que interviene con mosaico veredas y calles rotas. “Me gusta mucho como juega con la ilusión de que esos azulejos de colores están debajo del cemento. Dejás de ver una vereda o calle rota y creés que el pavimento se abrió para mostrar esa obra”.
A medida que iba escuchando los argumentos de Sebastián, Sofía se dio cuenta que no le estaba hablando de una utopía. Es más, dice que entendió que de esa manera se iban a fusionar dos cosas que para ella eran muy importantes. En ese momento le dio un beso y sintió que era el propósito más relevante que pudiera proponerse.
Manos a la obra: Alicia en el país de las maravillas
“Me costó mucho definir el diseño de la primera baldosa porque no quería solo armar un dibujo de colores, quería que dijera algo alusivo a la accesibilidad. Tampoco había trabajado con cemento, pero me guiaron mi profesor y Seba. Yo ya trabajaba con azulejos así que lo nuevo fue incorporar el cemento. La baldosa terminó con un diseño abstracto donde todos ven algo diferente, pero el desafío de reparar esa rampa fue una satisfacción enorme y un gran aprendizaje. Después, el reto fue pensar en un diseño que hable, de alguna manera, de accesibilidad en un modo simbólico. De la importancia de que esa rampa estuviera sana”.
Como a Sofía le interesaba y mucho que las siguientes intervenciones tuvieran un hilo conductor, encontró que el cuento de Alicia en el país de las maravillas podía ser su inspiración. Ella misma lo explica: “Me sentí identificada con su caída en un pozo. Ese agujero en las rampas implica muy posiblemente una caída y todo lo que deviene con ese accidente”.
“Reacción Rodante”
A partir de ese momento Sofía se propuso relevar los lugares para marcar rampas de acceso, por ejemplo, y crear baldosas e instalar todas las que pudiera a medida que va disfrutando el proceso creativo. Y entonces, decidió compartir su arte en el Instagram Reacción Rodante.
Una de las obras de arte de Sofía.
“Este proyecto es una forma de reaccionar desde una protesta personal. Quien reacciona es una persona con discapacidad motriz, por ello el nombre Reacción Rodante. También buscaba que quien se encuentre, de pronto, con la rampa reparada pudiera relacionar que la intervención y el autor hablan de accesibilidad”.
En el Instagram Sofía publica algunas imágenes del proceso de la creación de las baldosas (ya lleva 28), registros de la colocación, relevamiento posterior a la limpieza y secado del cemento. El antes y el después de esa rampa intervenida. Además, comparte historias que crean los seguidores.
Sofía es una referente para muchas personas con discapacidad.
“La gente me envía mensajes que me motivan a seguir con este proyecto”
“La relación con mis seguidores es muy estimulante porque permanentemente recibo muestras de afecto, felicitaciones, aliento, agradecimiento, apoyo. La gente me envía mensajes privados que me emocionan, me motivan a seguir con este proyecto y es reconfirmar en cada interacción que estoy haciendo y dejando algo bueno para los demás y para mí”, se emociona.
Entre las anécdotas que tiene casi a diario, Sofía elige contar una que tiene como protagonista principal a una de sus seguidoras que recuperó una baldosa antes de que sea destruida por la reparación total de una esquina en Villa Crespo. “Se la llevó a su casa y me escribió el 31/12 a la medianoche avisándome que la tenía. La fui a buscar al otro día y ahora está en espera de un nuevo lugar. El valor que mucha gente le da a este proyecto no deja de emocionarme”

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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