Teatro
Gustavo Lladós
Cuando Frank conoció a Carlitos, un musical que imagina en el escenario a dos grandes de la música.
cuando frank conoció a carlitos
autores: Raúl López Rossi y Gustavo
Manuel González. directora: Natalia del Castillo. elenco: Oscar Lajad, Alan Madanes y Antonella Misenti . sala: Teatro Presidente Alvear (Av Corrientes 1659). funciones: martes a viernes, a las 20; sábados, 18 y 2030; domingos, a las 20. duración: 80 minutos.
Este musical parte de una leyenda histórica tan improbable como encantadora: la que asegura que en 1934, mientras Carlos Gardel actuaba en la NBC de New York, se presentó en su camarín un joven admirador en busca de guía y consejos, que con los años se convertiría en Frank Sinatra. Por entonces, el Zorzal Criollo tenía 44 años y Francesco Albertino Sinatra Garavato –tal el nombre completo de la futura estrella, oriunda de Nueva Jersey– solo 19. Y aunque uno hablaba en castellano y el otro en inglés (idiomas muy disímiles que mezclaban con un poco de lunfardo y otro tanto de italiano), se habrían entendido y, así, forjado una incipiente amistad que, de no haber sido por el terrible accidente aéreo que al año siguiente le costó la vida a Gardel en Medellín, hubiera tenido más que un capítulo.
Cuando Frank conoció a Carlitos nació en 2019 como un proyecto teatral, pero la pandemia trastocó los planes de los autores y productores y el proyecto mutó a telefilm (con dirección de Karina Insausti). Fue rodado durante 10 días en julio de 2021 bajo estrictos protocolos de trabajo, y, luego de ser presentado a la prensa en el Café Tortoni, sumado a la programación de la plataforma Disney+ en agosto del año pasado. Sus protagonistas fueron Oscar Lajad, como Carlos Gardel, y Pablo Turturiello como Frank Sinatra. Ahora, finalmente, la pieza recobró su formato original y se estrenó en el Teatro Presidente Alvear, la sala del Complejo Teatral de Buenos Aires destinada a espectáculos musicales.
Si bien el telefilm tenía sus valores, es con esta vuelta a los orígenes –que ahora dirige con mano maestra Natalia del Castillo (Avenida Q, Camarera)– que el proyecto gana fuerza. Todo transcurre en tiempo real, desde que el joven Sinatra golpea a la puerta del camarín de Gardel hasta que se despide de él.
La historia es pequeña, sí, pero altamente disfrutable. Y en el medio transcurren todos los temas que hicieron famoso al Morocho del Abasto (la mayoría compuestos por él mismo). Algunos son ofrecidos en su totalidad, otros a través de fragmentos. En definitiva, y más allá de la anécdota que cuenta la obra, se trata de un recorrido musical por los highlights del que aún es considerado como el mejor cantante de tangos de todos los tiempos.
Durante el encuentro entre Carlos Gardel y Frank Sinatra van surgiendo distintos tópicos, en los que el primero da cátedra y el segundo oficia de alumno: las mujeres (en todas sus variantes: la madre, la novia y “los yiros”), el juego, los amigos, la bebida. Y los tangos que se van concatenando son apéndices o apuntes de los mismos, reafirman lo dicho con palabras o impulsan la conversación; de ahí su importancia como columna vertebral del espectáculo. También Cuando Frank conoció a Carlitos oficia de diccionario de lunfardo de la década del 30; la época dorada del tango.
Pero lo que más sobresale es su nivel de producción y de realización artística. Todos los rubros son de excelencia, desde la escenografía multiuso de Gonzalo Córdoba Estévez hasta las coreografías estilizadas de Verónica Pecollo, pasando por el sugerente diseño de iluminación de Ariel Gato Ponce y el refinado vestuario de Analía Morales y Jorge López. Oscar Lajad (que ya había interpretado al cantante en algunas funciones de Gardel, el musical, en 2017) tiene la voz y el porte perfectos para encarnarlo, a los que suma toda su experiencia escénica y una gran dosis de picardía. A su lado se destaca Alan Madanes, que –además de cantar muy bien dota al Frank Sinatra en ciernes de candor, simpatía y avidez.
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Juan Garff
autor y director: Pablo Gorlero. dirección de títeres: Daniela Fiorentino. intérpretes: Gerardo Porión, Daniela
Fiorentino, Santiago Lozano y Pedro Raimondi. sala: Teatro del Pueblo (Lavalle 3636). funciones: sábados y domingos, a las 17. duración: 50 minutos.
Un hombre rey su perro labrador salen a caminar por el monte cada día. El momento previo de expectativa del can, la alegría de encarar el paseo y la apacible felicidad del andar juntos es algo conocido -o al menos intuido- por todos, y no tiene nada de inesperado o novedoso. Pero genera una empatía casi incondicional. El labrador sobre el escenario a ras del suelo del Teatro del Pueblo es un títere. Pero su expresividades tal que desde el vamos, por su mera presencia, moviliza risas, gorjeos y exclamaciones de participación entre el público infantil. Y al menos sonrisas entre los adultos con los que comparten las butacas.
El inicio de El zorro, el labrador y el buen hombre, escrita y dirigida por Pablo Gorlero, exhibe la potencia dramática que puede tener una brescena simple, si recala en experiencias verdaderas de los espectadores. La trama se genera a partir de aquí en el encuentro con un zorro. Se en tabla un vínculo de protección y compañerismo entre ambos animales, con un posterior devenir de cada uno de ellos por andariveles diferentes, propios de su naturaleza, para volver a tomar contacto en un nuevo punto del ciclo de la vida.
El “buen hombre”, dueño del labrador y protector del zorro, interpretado por Santiago Lozano, facilita los movimientos entre los animales, manteniéndose en un rol secundario a pesar de estar siempre presente. Otro personaje, a cargo de Pedro Raimon di, anuncia y comenta a modo de juglar y core u ta singular el desarrollo escénico en canciones-de afinación un tanto forzada por momentosque sirven de enlace entre escenas.
La participación de los personajes humanos es subsidiaria aquí del protagonismo de los animales. Desde la óptica de los espectadores también lo es la de los titiriteros -Gerardo Porión y Daniela Fiorentino-, tan a la vista como el perro y el zorro. Ello ocurre porque despliegan la habilidad necesaria para que la atención del espectador se centre en el rostro y los movimientos de los animales que manipulan.
La puesta resalta en la sencilla anécdota del vínculo casual con el zorro un recorte esencial: la capacidad de dar y recibir afecto del labrador. Y eso es lo que celebran los chicos del público, quede alguna manera se sienten reivindicados en esa necesidad vital.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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