jueves, 18 de julio de 2024

EL ANÁLISIS ECONÓMICO DE GERARDO DELLA PAOLERA


Gerardo della Paolera: “Yo ya hubiera sacado el cepo; no sé por qué el Gobierno no liberó el tipo de cambio en diciembre”
El director Ejecutivo de la Fundación Bunge y Born, y rector fundador de la Universidad Di Tella dice que Milei recibió “un país derrotado” en la guerra y que hizo progresos, pero le faltan otros fundamentales
Astrid Pikielny
Gerardo della Paolera
“Es como si nos hubiésemos autoinfligido una Segunda Guerra Mundial sin haberla tenido. Milei recibe un país vencido, un país derrotado como Alemania”, dice el economista Gerardo della Paollera sobre la crisis económica argentina, el “cráter” heredado después de 20 años de kirchnerismo.
Sin embargo, el cambio de rumbo del país se verá, sostiene, cuando además de anclar el déficit y la emisión monetaria, se saque el cepo cambiario, una distorsión mayúscula, una anomalía que obtura todo y produce una corrupción monumental. “El cepo es un fenómeno kirchnerista o un fenómeno de la economía cubana. Es una medida troglodita que destroza la economía”, dice Della Paolera, director Ejecutivo de la Fundación Bunge y Born y rector fundador de la Universidad Torcuato di Tella.
Della Paolera es un economista al que Milei ha citado elogiosamente en diversas oportunidades. La última de ellas, cuando mencionó en mayo pasado un paper en el que compara la herencia macroeconómica de los distintos presidentes argentinos. Llegó a decir el Presidente: “Entre los tantos privilegios que me ha dado la vida está haber conocido a uno de los autores, que es Gerardo della Paolera”.
Así como en diciembre el Gobierno evitó el camino de la hiperinflación, Della Paolera se pregunta ahora, como otros economistas, si será posible eludir una agudización de la recesión. “Pero como vos sabés, y lo decía Keynes, la economía funciona mucho mejor como ciencia histórica que como ciencia predictiva. Por eso soy historiador económico”.
Doctor en Economía por la Universidad de Chicago, Della Paolera acaba de reeditar La economía de Perón. Una historia económica (1946-1955) (Edhasa) –codirigido con Roberto Cortés Conde, Javier Ortiz Batalla y Laura D´Amato- un clásico sobre las decisiones económicas tomadas en aquellos años.
-¿Puede funcionar?
-Acá hay varias cosas. La primera es que no se podía seguir con el modelo de (Sergio) Massa porque es cierto que íbamos a una hiperinflación, no al 7.200%, pero sí probablemente al 3.600%. Entonces, lo que ocurrió hacia el 20 de diciembre es que se cambió drásticamente el proceso de creación monetaria, se le puso un frenazo, hubo un proceso de desinflación, se tomaron algunas medidas y hubo cierta mejora en ese sentido. Lo que yo no entiendo es por qué, si el Gobierno se jugó a liberar algunos precios, no se jugó a liberar también el tipo de cambio. El 20 de diciembre, el spread, o sea, la brecha, era del 10%. ¿Por qué no dejaron flotar el tipo de cambio en ese momento, en esos primeros tres meses en los que ya había dolor por la licuación de salarios?
-Si usted hubiese sido el ministro de Economía, ¿hubiera sacado el cepo?
-Yo hubiese sacado el cepo, sí, porque a mí me parece que el precio más importante de la economía argentina es el tipo de cambio entre el peso argentino y el dólar, y lo que terminó de destrozar la economía argentina fue la introducción del cepo, antes del traspaso de mando de Mauricio Macri a Alberto Fernández. Lo dije el primer día: esto va a destrozar todo, va a destrozar todo el sistema de precios relativos. Tal es así que Massa tuvo, en algún momento, 72 tipos de cambio. Lo que uno no quiere en la economía es toquetear el sistema de precios relativos, salvo que en algún caso el mercado fracase, genere externalidades negativas o haya algún monopolio u oligopolio. Ahí tiene que haber regulación. Por ejemplo, Chile toquetea el precio del cobre. Ahora, desde la época de Perón de 1946 en adelante, la Argentina es el campeón del mundo en tratar de redistribuir el ingreso y hacer “una sociedad más igualitaria” distorsionando todos los precios relativos que se te ocurran. Y desde 1946 hasta hoy, salvo períodos puntuales y en especial durante la Convertibilidad que fue el plan más moderno del siglo XX, la Argentina terminó siendo el país número uno del mundo en el régimen inflacionario y lo único que hizo fue entrar en decadencia, fue entrar en un tobogán.
-Luis Caputo podría decirle que “más importante que salir rápido del cepo es salir bien”. Le pregunto, ¿qué es salir bien? ¿Es posible salir bien de esta medida, o la salida necesariamente conlleva costos altos?
-La primera etapa del plan financiero incluyó, entre otras cosas, un proceso de desinflación, un saneamiento del Banco Central y equilibrar el presupuesto. Ahora, ¿con qué se quedaron? Se quedaron con el cepo y el impuesto País. O sea, nos quedamos con dos problemitas, dos distorsiones muy, pero muy fuertes. Por eso tuvieron que hacer una gimnasia adicional que fue el anuncio del lunes: decir que van a comprar el dólar comercial a 900, venderlo al contado con liquidación para luego volver a esterilizar ese dinero y que la emisión monetaria quede en cero. Entonces, es una gimnasia adicional con el agravante de que no hay acumulación de reservas. Entonces, si no se acumulan reservas, el mercado de capitales o los bonistas van a tener dudas de cómo van a hacer frente al pago de esa deuda dolarizada, porque no se están acumulando reservas.
-¿Ve una reforma monetaria en gestación?
-Todavía no hay reforma monetaria. El régimen monetario todavía no está a la vista. No hay una expectativa en nosotros, que somos agentes económicos, de que la cosa esté cambiando. ¿Cuándo cambia de rumbo un país? Cambia cuando se ancla el déficit y se ancla la emisión monetaria. Pero los países que hacen eso no tienen un cepo cambiario. Lo heterodoxo acá es que estamos teniendo una distorsión mayúscula en el mercado cambiario que está lejos de ser o liberal o neoclásico. El cepo es, más bien, un fenómeno kirchnerista o un fenómeno de la economía cubana, pero no es un fenómeno de un plan neoclásico ni tampoco neokeynesiano. Es una medida troglodita que destroza toda la economía y hay que sacarla cuanto antes. Pero acá parecería que hay una segunda etapa para ir a una tercera, y cuando llega a la tercera es para ir a una cuarta, y cuando llega a la cuarta es para ir a la quinta, y tratamos de atarlo todo como se pueda... Hay una especie de procrastinación.
El libro La economía de Perón, de Cortés Conde, Ortiz Batalla, D´Amato y Della Paolera
-De alguna manera, usted se pregunta por qué habría inversiones, que son el motor de la economía, si no se levanta el cepo.
-Con cepo no va a haber inversiones. Las inversiones van a venir cuando haya confianza y uno pueda invertir en plata dura y pueda girar dividendos en plata dura, ¿correcto? O, simplemente, cuando pueda elegir reinvertir porque el prospecto de inversión en la Argentina sea tan bueno que prefiera dejarlo acá y seguir invirtiendo. Ahora, si los inversores no pueden sacar los dólares, nadie va a poner un dólar más hasta que saquen el cepo. Más importante que el RIGI es que nosotros los argentinos, con nuestros ahorros, hagamos inversión en la Argentina. Y los argentinos que tienen dólares, ni locos los meten en el circuito si hay cepo. ¿Se entiende? Con el cepo estás obturando la inversión mayorista o grande y estás obturando también que los argentinos empiecen a pensar que sería interesante invertir en algún tipo de actividad. Además de obturar todo el tiempo y distorsionar el intercambio comercial, el cepo produce una corrupción galopante.
-El principal activo de Javier Milei parece ser la paciencia de la gente, la esperanza de que algunas cosas cambien. ¿Es posible estimar cuánto tiempo más hay de tolerancia social?
-Es difícil decir, pero supongamos que durante un año estamos en recesión y el año próximo no rebotamos lo suficiente, la inflación no cede más de lo que ya cedió y la economía no crece tanto, creo que en ese momento la gente ya no va a tener tanto entusiasmo por el oficialismo. Milei está haciendo muchísimas cosas, pero está en Vietnam. Este es un plan raro: es de shock en algunas variables, y fenomenalmente gradualista en otras, como el cepo. Entonces, hay que manejar una tensión muy fuerte con un impacto sobre el sector real de la economía, ergo, sobre la gente, los salarios, los ingresos y los trabajos. Todo fiscalismo trae erosión. Hay que ver a qué velocidad se erosiona esto. Si la economía no empieza a crecer, bueno, empezará el momento en el que la gente se va a impacientar.
-¿Qué sería para Javier Milei la Tierra Prometida?
-La Argentina está lejos de ser un país capitalista. Es un país corporativista. Hay un cachito de capitalismo, mucho intervencionismo, hay estatismo, pero no hay un capitalismo que se retroalimenta para ir progresando, ir generando empresas y hacer que la gente progrese y se transforme también en capitalista, que sea el dueño de la casa, el dueño de un auto, tenga acciones. Eso no existe en la Argentina. Yo creo que Javier pasa un mensaje: el mensaje de que a él le gustaría acercar a la Argentina a esa dinámica. Me parece que eso es para él la Tierra Prometida. La tarea de cambiar un país ampliamente corporativista y totalmente clientelista como la Argentina es dificilísima porque la influencia cultural en los últimos 20 años ha sido tremenda y los valores están totalmente trastocados con respecto al tema del trabajo, del mérito. Los países que adoptaron distintos tipos de capitalismo progresaron. Los que adoptaron el populismo o clientelismo son los que se fueron a los caños. Lo que te enseña la historia económica contemporánea es que el capitalismo, con todos sus defectos, es el único sistema que ha sacado a las personas de la pobreza, no existe otro sistema, no hay otro. Entonces, luego a partir de una democracia verás cómo vos vas a resolver problemas de distribución del ingreso, pero lo primero que vos mirás es poder progresar, mejorar, mejorar la productividad para que haya salarios reales altos, inversiones y seguir moviendo siempre la frontera en una sociedad. Yo creo que a veces Milei exagera la nota.
-¿Qué quiere decir?
-Creo que Javier exagera la nota, sobreactúa para que algo de todo esto quede en nuestra cabeza, porque nuestra cabeza está demasiado polucionada por el populismo. Es más como un mensajero filosófico que un presidente que va a los detalles. Esa es la parte buena de él; la otra parte es que se enoja con todo el mundo. Yo no sé por qué no se deja ayudar. Verdaderamente, como Presidente de la Nación, yo creo que debería dejarse ayudar.
-¿Todos quieren que le vaya bien
-Yo creo que sí, que todos queremos que le vaya bien. Todos estamos en el mismo barco. Todo el mundo quiere que salgamos de este cráter, porque lo que realmente se heredó es un cráter. Lo que se heredó es una catástrofe, es mucho más difícil que lo que heredó Menem. Yo tengo la impresión de que fue mucho más complejo que lo que se heredó en 2002 porque en ese momento había empresas modernas, habías tenido bancos, habías tenido un montón de cosas. Después de 20 años de kirchnerismo acá no quedó nada. El kirchnerismo dejó a la Argentina sin nada. Es como si nos hubiésemos autoinfligido la Segunda Guerra Mundial sin haberla tenido. O sea, Milei recibe un país vencido, un país derrotado como Alemania. Por eso hubo un Plan Marshall y empezó, de a poco, la recuperación. Para mí, la Argentina tuvo como una Segunda Guerra Mundial sin haberla tenido.

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