sábado, 27 de julio de 2024

El Invap, por dentro: así es la fábrica de satélites y radares, que podría dejar de ser una empresa del Estado






El Invap, por dentro: así es la fábrica de satélites y radares, que podría dejar de ser una empresa del Estado
Ubicada en Bariloche, en la empresa trabajan 1700 técnicos, ingenieros y científicos; la historia de una compañía que comenzó en 1976 y que hoy, por la Ley Bases, podría convertirse en una sociedad anónima
Evangelina Himitian
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Es una empresa nacional que factura millones y que, a la vez, es una sociedad estatal. Tiene distintas unidades de negocios, todas ellas rentables, en crecimiento y hacen que la Argentina esté sentada a ciertas mesas internacionales, como la de los siete países con capacidad de fabricar y poner en órbita satélites, o como el selecto grupo que construye y exporta reactores nucleares y que produce sistemas de radares de alta generación que contratan otras naciones para sus sistemas de defensa.
Parece un perro verde dentro del mundo de las empresas públicas argentinas. Radicada en el ingreso a esta ciudad, rodeada por el lago Nahuel Huapi y las montañas, Invap es una compañía fundada en 1976, inspirada en el modelo de Silicon Valley y propiedad de la provincia de Río Negro. Significa “Investigación Aplicada”, dos conceptos que la vuelven todavía más actual en el panorama de las empresas tecnológicas. Sin embargo, en los próximos meses, podría tener otro destino. Concretamente, podría dejar de ser una sociedad del Estado, si entra en vigor esa parte del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que impulsó el presidente Javier Milei y que obliga a todas las sociedades del Estado a convertirse en sociedades anónimas. Cuando se cumplió el plazo para que eso ocurriera, hace un mes, ese punto se prorrogó por 180 días. Cuando se aprobó la Ley Bases, se estableció una nómina de empresas que no iban a estar afectadas, pero Invap no quedó dentro de esa lista.
Durante el ensamble en el cuarto limpio de Invap del satélite de observación de la Tierra con carga útil de NASA, SAC-D-Aquarius
Por eso, por estos días, es una incógnita qué ocurrirá. Hay varios nombres que sobrevuelan la empresa. El de Elon Musk es uno de ellos. Entre las versiones, no faltan las menciones a la posibilidad de que la empresa se venda al magnate norteamericano, como denunció en sus redes el senador justicialista Claudio Doñate. Sin embargo, lo llamativo es que cuando uno visita las instalaciones de Invap queda en claro que los rumores no afectan el ritmo de la comunidad de 1700 técnicos, ingenieros y científicos que trabajan allí. Es más, el clima es de plena productividad.
“Representaría un cambio de figura societaria. La propiedad seguiría siendo de la provincia de Río Negro. Vamos a seguir encarando los mismos proyectos y apostamos a seguir cultivando el diálogo con el Gobierno como lo hemos hecho con los gobiernos anteriores, siempre a través de nuestras contrapartes, que son nuestros clientes, que en muchos de los casos no son particulares, sino otros Estados y el vínculo se hace por medio de Cancillería. Los mensajes que tenemos son todos de continuidad de los proyectos. Obviamente que hay intermitencias en los flujos de los cobros. Pero seguimos y confiamos en nuestra capacidad de trabajo”, afirma Darío Giussi, gerente general de Invap.
“Estamos confiados en lo que hacemos, porque somos rentables. Nosotros tenemos un fuerte perfil exportador. En los últimos diez años, nuestra facturación fue de 2000 millones de dólares. Y el 35% son exportaciones. Estamos detrás de la venta de radares a Paraguay, de la venta de un reactor nuclear a Estados Unidos, que es como venderles hielo a los esquimales. Por ahora lo manejamos solos, pero cuando se requieran fondos federales, allí se necesita otra clase de diálogo. Lo que nos imaginamos, es siendo capaces de generar ese tipo de diálogo, como lo hemos logrado en estos casi 48 años, basados en un hecho incontrastable: somos sustentables. Somos una empresa que da ganancias y esa ganancia se reinvierte. En la balanza de divisas es positiva ni hablar de la multiplicación de factores como empleo y alta tecnología”, indica Giussi.
Sede central de Invap, frente al Nahuel Huapi, en Bariloche
“Creo que lo que hicimos bien fue poner en el ADN fundacional de la empresa que tenés que vivir de lo que vendés. Además, tenemos un directorio y un gerenciamiento profesional, que tiene continuidad más allá de los gobiernos”, explica.
¿Cómo afectaría pasar a ser una sociedad anónima? Uno de los puntos a los que apunta el DNU es a la contratación de servicios por parte del mismo Estado. “Obviamente que parte de nuestros clientes importante es el Estado. Cuando el país no podía resolver la licitación de los radares, nos lo encargaron y lo hicimos. Siempre hay una decisión política que apalanca. Son decisiones que cuando se sostienen, tienen impacto. Te hacen sentar a mesas internacionales de los países que producen satélites, radares, reactores y centros de medicina nuclear. En América, somos nosotros junto con Estados Unidos y Canadá, y Brasil”, detalla.
Un recorrido por el Silicon Valley de la Patagonia
¿Cómo es por dentro este enclave tecnológico barilochense que muchos comparan con Silicon Valley? Está anclado en el paraíso, con una vista y un entorno inmejorable. Los empleados, después de almorzar en el comedor, salen a hacer una caminata de tres kilómetros por el sendero que recorre el predio y que muchas veces está rodeado de nieve.
Invap tiene cuatro unidades de negocios, todas ellas rentables, explica Giussi. Si bien en sus orígenes la empresa nació orientada al desarrollo de energía atómica, en los 90, cuando el gobierno de Carlos Menem decidió desactivar el proyecto nuclear, la producción tuvo que reconvertirse. Fue entonces cuando decidieron capitalizar esa formación que habían recibido en los 80, mediante un acuerdo firmado con los Estados Unidos, por el que una gran cantidad de hombres clave de la NASA, que habían trabajado en la carrera espacial en los 60 y 70 y que ya estaban jubilados, viajaron a la Argentina, concretamente al Invap para brindar capacitación a los científicos argentinos. Así nació el programa de desarrollo satelital.
En Invap se construyen radares de control de fronteras, del espacio aéreo y meteorológicos
La sede actual del Invap se inauguró en 2009. Las primeras oficinas eran muy distintas: alquilaban los viejos hoteles residenciales de Bariloche, que con el boom del turismo estudiantil quedaron fuera de mercado por no tener baños privados. El “cuarto limpio” de aquel entonces, así se llama al lugar aislado en el que se ensamblan y prueban los satélites, no se parecía en nada al megaedificio de hoy. En los orígenes del desarrollo satelital, todo se ensamblaba en una cabaña en el bosque, cerca del Llao Llao, que había pertenecido a un ballenero noruego.
Un satélite durante la erupción del volcán
En uno de los primeros desarrollos internacionales, cuando Estados Unidos contrató a Invap para ensamblar, junto a la NASA, el satélite SAC-C Aquarius, de monitoreo océanico, los especialistas norteamericanos viajaron a conocer este lugar y dudaron. Fue entonces cuando la empresa decidió montar la actual sede y en un tiempo récord construir las nuevas instalaciones, de vanguardia. No fue sencillo. Todo debía edificarse con criterios antisísmicos internacionales y el cuarto limpio debía tener condiciones de aislación extrema. Incluso, por ejemplo, cuando erupcionó el volcán chileno y la ciudad de Bariloche se cubrió de cenizas, el satélite que se estaba desarrollando junto con los Estados Unidos, estaba dentro del cuarto limpio. Y superó la prueba de que no lo afectara esa contaminación. También sobrevivió a un terremoto allí dentro.
Durante la construcción de Arsat-1
El cuarto limpio tiene características especiales. Son muy pocos los visitantes que logran ingresar hasta la sala en la que se ensamblan y prueban los satélites, que partirán desde allí embalados hasta el punto del planeta en el que se los pondrá en órbita: generalmente la Guyana Francesa o Cabo Cañaveral. Para entrar a esta área restringida, hay que colocarse una bata, cubrir el calzado y el cabello con una cofia. Antes de entrar, hay que poner la mano en una placa de metal, para descargar la estática. Una pequeña descarga de energía podría ser imperceptible, pero podría dañar un componente del satélite y hacer que en el espacio no funcione correctamente. En las mesas de trabajo, hay cables a los que las personas que ingresan se conectan antes de tocar algo, para descargar su estática. Todo es muy riguroso y preciso. Es que ensamblar un satélite es un trabajo que lleva varios años.
Cómo es el satélite que se construye en el cuarto limpio
Por ejemplo, al ingresar al lugar se estaba trabajando en el satélite Sabia-Mar, que se pondrá en órbita en 2026 y ya lleva más de diez años de desarrollo. Es uno de observación de la Tierra, y su misión principal es el estudio del color del mar. Permitirá medir la salubridad del mar, información muy valiosa para la comunidad científica en materia de cambio climático, pero también va a aportar información relevante para el manejo de los recursos pesqueros y las costas. Es el Estado argentino quien va a ponerlo en órbita.
Cuando Emilia Martini, jefa del proyecto Sabia-Mar, vio por televisión el lanzamiento del Arsat-1, ella y su marido, ambos ingenieros que trabajaban en Buenos Aires, se miraron y dijeron que querían ser parte de ese mundo científico. Aplicaron y al poco tiempo se mudaron a Bariloche, donde nacieron dos de sus tres hijos. “Trabajar acá es apasionante. Y ser parte de un proyecto como este es único. No te querés ir hasta verlo orbitar”, define.
Durante la construcción del SAOCOM 1A, en el cuarto limpio
La historia de los satélites argentinos es muy singular. Cuando se comenzó con el desarrollo nacional, se conformó la empresa Arsat, dentro de Invap, para materializar un programa argentino y dotar al país de un satélite de comunicaciones geoestacionario propio. Esto quiere decir que una vez que está en órbita, gira a la misma velocidad y dirección que la Tierra, de forma de mantenerse “estacionado”, sobre el mismo punto, la Argentina, y proveer de servicios de telecomunicación.
El Arsat-1 llegó con mucho apuro. Hasta 2004, la encargada de operar el satélite de comunicaciones argentino, el Nahuel 1A, de fabricación europea, fue la empresa privada NahuelSat. Por ese entonces, la compañía se declaró en quiebra. La Argentina estuvo a punto de perder su posición orbital. Se impulsaron negociaciones y se logró enviar un satélite transitorio, a altísimo costo, para preservar ese lugar. Finalmente, tras casi diez años de desarrollo, en 2014 se lanzó el Arsat-1, desde Guyana Francesa. Ese día comenzó formalmente la carrera satelital del país. En 2015 se lanzó el Arsat-2, con distintos tipos de cobertura. “Cobertura significa el área donde el satélite ilumina para poder tener comunicaciones”, explica Luis Genovese, gerente del Área Espacial. Antes de ingresar al cuarto limpio hay una maqueta a escala de los satélites que ya pusieron en órbita. Genovese explica su historia y función.
“El Arsat-2, particularmente en su banda C, brinda servicios al gobierno de Estados Unidos, y esto representa un ingreso de divisas muy importante. Estos dos satélites ya llevan nueve y diez años de vida útil. Para permitir un crecimiento adicional en la venta de servicios, estamos trabajando en la formulación del Arsat-SG1, que será el primero de segunda generación. Esto va a ser capaz de proveer banda ancha satelital a todo el territorio argentino y otros países”, detalla Genovese.
¿Se exportan satélites? Todavía no completos, pero sí unidades, servicios, coberturas y sensores. “Ese es el gran desafío que queremos alcanzar”, dice el experto. “El SAC-D/Aquarius fue el último satélite que hicimos en cooperación con NASA. Es uno de gran porte. Hasta ese momento, los satélites anteriores los habíamos ensamblado en el cuarto de integración que teníamos cerca del Llao Llao. Cuando aparece la oportunidad de hacer este proyecto, que lleva una gran antena capaz de medir la salinidad oceánica [el Sabia-Mar es una especie de continuación de la línea de investigación del SAC-D/Aquarius], teníamos la limitación del espacio. Pero queríamos que ese instrumento provisto por NASA viniera a ser integrado en la Argentina y que se ensamblara y probara acá. Era 2008. Entonces, decidimos construir la sede nueva de Invap con un cuarto limpio y facilidad de integración, en un tiempo récord. Los norteamericanos no lo podían creen. Pero lo logramos. Y cuando estábamos con el satélite dentro del cuarto limpio, tuvimos la erupción del volcán. Pero lo logramos”, cuenta Genovese.
Durante las pruebas del SAOCOM 1B, en el cuarto limpio de Invap
Los tiempos de producción de los Arsat también fueron muy desafiantes, porque tenían la premura de ocupar las posiciones orbitales, explica el ingeniero. Lo mismo ocurrió con la fabricación de los satélites idénticos SAOCOM 1A y SAOCOM 1B, de observación, que permiten medir la humedad superficial del suelo y generar información para la gestión de desastres naturales, lanzados en 2018 y 2020, que integran el sistema Ítaloargentino de Satélites para la Gestión de Emergencias. Y ahora con la fabricación de Sabia-Mar y el Arsat SGE-1. “Quiere decir que la inversión en hacer del cuarto limpio y la adquisición de equipamiento se ha recuperado con creces”, señala.
La fábrica de radares
Pero los satélites no son todo. En 2003, cuando el gobierno argentino tenía problemas para lograr la licitación de la radarización de las fronteras, a alguien se le ocurrió consultar al Invap. No dudaron en aceptar el desafío. No sabían cómo, pero sí que iban a hacerlo. Fue así que trabajaron en el desarrollo y hoy son la única empresa de América Latina que fabrica radares para el sector aerocomercial.
Así es el sistema de helicóptero no tripulado RUAS que está desarrollando el área de radares y defensa de Invap
Esa primera licitación y desarrollo para el gobierno argentino permitió dotar al país de radares para el control del tráfico aéreo y para defensa. Hoy, los 22 que funcionan en el país son de fabricación nacional. También se actualizó la funcionalidad de viejos radares militares, para el control de las fronteras. Y en el último tiempo, se exportó un sistema de estos para la red aerocomercial de Nigeria y hay negociaciones con Paraguay. “Un radar ofrece información sensible sobre el control de las fronteras y la situación del país. Cuando como país sos quien provee esa tecnología podés resguardar esa información estratégica, fundamental para tu soberanía”, aporta Javier Conti, gerente de Radares.
En el área, existen más de 100 desarrollos. Ahora se están diseñando radares de nueva generación y vehículos aéreos de pequeño porte, no tripulados, que servirían para el monitoreo de incendios, en inundaciones y para llevar ayuda a poblaciones aisladas.
El negocio de los reactores nucleares
El área de los reactores nucleares y la de los centros de medicina nuclear están en pleno crecimiento, a raíz de la revalorización que está teniendo a nivel global el sector nuclear, en la producción de energía limpia. Sin embargo, por ahora, Invap no se dedica a fabricar reactores de energía, sino de investigación y de producción de radioisótopos, que se destinan a distintos usos, principalmente en las industrias farmacéuticas y en los tratamientos oncológicos.
Así es por dentro el reactor nuclear de producción de radioisótopos OPAL, construido por Invap en Australia
Hoy, esta división cuenta con más de 20 proyectos, tanto los que están en ejecución como los que están en proceso de licitación. Por ejemplo, se está construyendo un reactor nuclear en Países Bajos, que aportará el 60% de los radioisótopos que se usarán en la Unión Europea. Implicó un contrato de 500 millones de euros. También se exportaron reactores a Australia, Argelia, Egipto, Arabia Saudita, Perú, Brasil. Además se está trabajando en Uganda, en Filipinas y en Japón. Y la mayor novedad, explica Giussi, es que Invap está a punto de “venderle hielo a los esquimales”. Esto, de que está en el proceso final de la licitación, junto con Corea, para venderle un reactor a Estados Unidos: puntualmente al estado de Missouri.
Además, el negocio de la división nuclear, también crece en el área de la construcción de centros de medicina nuclear, llave en mano, para tratamientos oncológicos, que representa una gran oportunidad, sobre todo en los países que no tienen un sistema de salud muy desarrollado y en los próximos años van a contratar estos servicios. Hoy hay distintos proyectos en marcha, tanto en el país, como en Bolivia y en Venezuela.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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