domingo, 28 de julio de 2024

EL MEDIO ES EL MENSAJE Y LA HISTORIA DETRÁS DE LA HISTORIA


Milei y los trolls libertarios disparan contra Longobardi
Guerra total entre el presidente de la Nación y el periodista de la primera mañana de Radio Rivadavia, una escalada que continúa
Pablo Sirvén
Si hay algo en lo que el periodista Marcelo Longobardi y el presidente Javier Milei coinciden es que ambos creen que existen los “periodistas ensobrados”. Difieren, claro, en determinar quiénes merecen ese rótulo. Para el jefe del Estado lo son aquellos que lo atacan sistemáticamente. El conductor de Esta mañana, por Radio Rivadavia, sorprende con su respuesta: “Milei debería mirar más cerca de él, a ese séquito de periodistas que lo rodean para ver quién está más o menos ensobrado en la Argentina”.
No era la primera vez que aludía tan directamente al tema que lo subleva cada vez que el Presidente vuelve sobre esa obsesión. También dijo que consideraba llevar tan grave imputación a la Justicia, algo en lo que ya se había adelantado Jorge Lanata con sendas demandas, civil y penal, contra Milei. El común entuerto con el primer mandatario obró el milagro entre ambos encumbrados periodistas, que no se hablaban desde la época en que se desató entre ellos una guerra de egos que determinó finalmente la salida de Longobardi de Radio Mitre, en 2021, como para que protagonizaran una cumbre radial ante los micrófonos de Rivadavia en abril último.
El tema no es nuevo para Longobardi, ya que los últimos presidentes, de Néstor Kirchner hasta hoy, en distintos momentos le han declarado la guerra. El santacruceño, una vez, directamente lo quiso trompear en la residencia de Olivos. Cristina Fernández ordenó levantar cuando estaba todavía en el aire una entrevista que el periodista le estaba haciendo a Alberto Fernández y fue la “autora intelectual” de la compra hostil de C5N y Radio 10 por parte del empresario kirchnerista Cristóbal López, en 2012. Al poco tiempo, Longobardi emigraba a Radio Mitre.
A pesar de que consideraba a Mauricio Macri amigo personal, tampoco la pasó del todo bien durante su gobierno. Nadie le podía sacar de la cabeza a Longobardi que el tsunami de trolls con insultos y comentarios cáusticos que se sucedían en las redes sociales tan pronto él deslizaba ante el micrófono alguna crítica fuerte eran coordinados desde alguna oficina oficial. La tensión tampoco se modificó en la administración de Alberto Fernández, al que muchas veces criticaba por sus “comentarios delirantes” y sus “extravíos significativos”.
A pesar de que Longobardi se siente liberal en cuerpo y alma, nunca llegó a entusiasmarse con Milei, al que considera un faccioso, un líder soberbio a la moda de las corrientes de ultraderecha que soplan con mayor intensidad en Europa. “Va a terminar arruinando las ideas liberales en el altar de la imbecilidad”, dijo en uno de sus editoriales radiales.
“Ahora se nos roba con el dólar devaluado”, se le ocurrió decir al periodista por la onda de LS5 Rivadavia y eso sacó de las casillas del todo a Milei, que contraatacó como acostumbra reposteando mensajes agresivos de militantes libertarios virtuales que en este caso venían acompañados por videos en los que se veía a Longobardi haciendo análisis políticos hacia adelante que el simple paso del tiempo terminaban desmintiendo. “Fracasado pifiador serial chanta”, arremetió el Presidente, quien también lo rotuló de “idiota” y de “dinosaurio”.
El lenguaje virtual de los libertarios suele ser soez, con insultos continuos, mediante una jerga atrevida y desafiante similar a la que utilizaban los operadores K en las redes, lo cual no deja de ser una paradoja. Nicolás Márquez, autor con Marcelo Duclos del libro Milei: la revolución que no vieron venir, como activo participante de la red X también sumó a la causa al echarle en cara la entrevista que en 1995, junto a Daniel Hadad, le hizo al exalmirante Emilio Eduardo Massera. “Reportaje obediente, sumiso, complaciente y elogioso” es lo que puso y parece un texto escrito por algún integrante radicalizado de La Cámpora, aun cuando Márquez se encuentra en las antípodas ideológicas de esa organización política.
Entre sus prioridades, los equipos de comunicación de los gobiernos siempre han prestado mucha atención a los programas de la primera mañana radial. Desde las épocas de oro de Bernardo Neustadt y Magdalena Ruiz Guiñazú saben que conductores con tanta personalidad y predicamento influyen con sus muy encendidos puntos de vista a sus enormes audiencias y suelen bastonear desde muy temprano con su personal impronta temas de gran incomodidad para los gobiernos cuyos segmentos más significativos en muchos casos la TV después reproduce durante todo el día.
Ahora mismo, Marcelo Longobardi está en un momento de expansión en sus redes sociales y multiplica su prédica por X, Instagram y hasta TikTok. Luego de su accidentado paso por la CNN, el periodista insistirá con nuevas entrevistas, pero a través de YouTube. La última vez que entrevistó a Milei fue al día siguiente de su triunfo en las elecciones.

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El lazo entre Francia y la Argentina, en medio de los Juegos Olímpicos
Sebastián Torok
Desfile de la delegación argentina en la Ceremonia de Apertura de los Juegos Olímpicos París 2024
PARÍS (Enviado especial).- En primer lugar, una aclaración: ningún atleta, espectador, dirigente o periodista argentino que haya caminado por la capital francesa durante estos agitados días olímpicos fue reprendido, golpeado u ofendido por su pasaporte. La imagen de un treintañero vestido con la camiseta de la selección argentina y el N° 10 de Leo Messi, caminando felizmente entre el público el viernes pasado, a orillas del Sena, en la “incroyable” ceremonia inaugural de París 2024, ilustró la tolerancia. lo acompañó durante un buen trayecto y nadie lo agravió por sus colores. Dicho esto, es real que la rivalidad deportiva, alimentada por sucesos desafortunados y reacciones políticas elevaron el clima de las relaciones entre Francia y la Argentina. Por ello también la visita del presidente Javier Milei a Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, se observó como un gesto para aplacar las aguas.
La espinosa salida de Messi de París Saint-Germain, la final del Mundial de Qatar 2022, el festejo vulgar de Dibu Martínez al recibir el premio de mejor arquero de la Copa del Mundo; más aquí, la detención de los rugbiers franceses en Mendoza por la acusación de abuso sexual y la inaceptable canción futbolera cantada por los campeones de la Copa América y difundida en Instagram por Enzo Fernández, fueron un estruendo. Los tiempos, además, cambiaron: palabras que en otras épocas hubieran hecho menos ruido, hoy no son aceptadas. Hasta aquí, los deportistas nacionales que más notaron el pleito fueron los jugadores de la selección de fútbol y Los Pumas 7s, estos últimos silbados y abucheados (no más que eso, vale la aclaración) en el Stade de France. El miércoles pasado, en Saint-Étienne, los futbolistas dirigidos por Javier Mascherano padecieron horrores arbitrales: antes, fueron agredidos con botellazos de plástico y hasta un petardo lanzado por hinchas de Marruecos.
Hace poco más de cien años, ese país africano fue colonizado por Francia, que transformó a la nación en un protectorado por el cual ejercía control sobre la política, la economía y la educación marroquí hasta 1956, cuando los africanos se independizaron. Un millón y medio de marroquíes emigraron a Francia (generalmente como mano de obra en la industria y la agricultura). Los marroquíes están concentrados en París, Lyon, Marsella y Toulouse. Hoy, muchos en esa comunidad son hijos y nietos de aquellos que emigraron en otros tiempos. Es decir, son nacidos en Francia, pero con raíces fuertes en África. Nada lejano con lo que pasaba en la Argentina durante el siglo pasado, cuando los hijos de los españoles, italianos, judíos, rusos, polacos, armenios y alemanes eligieron a nuestro país como destino, pero tenían una mirada cercana con la tierra de sus antepasados. Esta generación nacida en Francia enfrenta desafíos vinculados con el racismo y la marginación social y económica, al igual que otras comunidades africanas y caribeñas que provienen de países también colonizados por Francia entre el siglo XIX y la segunda mitad del siglo XX.
El Estado francés pelea contra estas cuestiones; no es algo nuevo. Vale hacer un ejercicio de retrospectiva y situarse en el Mundial de Francia 1998, la primera conquista de esa jerarquía del seleccionado local, para la cual no se trabajó solo desde la estrategia futbolística. Esa Copa del Mundo se trató de un movimiento social instrumentado a partir de la campaña Black, blanc, beur, que se traduce en la Francia “Negra, blanca y árabe”, orientada a promover la diversidad étnica y la unidad en esa selección que lideraba Zinedine Zidane, de ascendencia argelina, y que tenía a Thierry Henry (Martinica), Patrick Vieira (origen senegalés), Lilian Thuram (Guadalupe) y hasta a un argentino, David Trezeguet. Aquel título mundial se encumbró como el principio de una cohesión social e integración para los franceses. La victoire est à nous (La victoria es nuestra), fue un slogan que se transformó en una fuente de orgullo para promover la unidad en una sociedad que hoy, demográficamente, le da un cachetazo a esa colonización: los descendientes de los inmigrantes de esos países tienen más hijos que los franceses. Por haber sufrido la discriminación en carne propia es que hoy se plantan, incluso, ante burlas deportivas.
Algunos lo manifiestan abiertamente y otros no, pero muchos franceses hoy no parecen admitir afectivamente a los argentinos, situación que genera aflicción, teniendo en cuenta los históricos lazos (culturales, deportivos, literarios) entre ambas naciones. Pero vaya paradoja: la inédita inauguración de París 2024, con el desfile de los atletas en las embarcaciones, se inició con un vals peruano que en 1957 popularizó la francesa Édith Piaf: “Que nadie sepa mi sufrir” o “La foule”. Quizás, lo que muchos que estaban junto al Sena ignoraban es que la pieza fue compuesta en 1936, por Ángel Cabral, que nació en Mercedes, Argentina.

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