sábado, 20 de julio de 2024

HISTORIA Y FILOSOFÍA Y POLÍTICA


San Martín, una visita a Bruselas

Alejandro Alberto Díaz Bessone

Los primeros días de julio de 1824, encontramos al Libertador viviendo muy cómodamente en su residencia de New Road Park Place, en Londres. Merceditas ya instalada en el Hampstead College, donde era pupila y salía los fines de semana. Se reunía a diario con otros compatriotas para analizar en detalle la situación en América, siendo su preocupación Perú. Gestionó con Juan García del Río y John Parish Robertson, agente comercial del Perú, la adquisición de dos barcos de guerra para enviarlos como refuerzo.
En el plano personal, luego de dos meses de su arribo, observó que el costo de vida de Londres era muy elevado. Por eso estudia las posibilidades de instalarse en otra ciudad de Europa. San Martín había viajado con ahorros propios y pagos de pensiones atrasadas, que sumaron unos 21.000 pesos argentinos, que al cambio de la época eran unas 11.000 libras esterlinas. Era y es una suma de dinero importante que él entendía le permitiría vivir inicialmente un par de años, sumando luego sus pensiones de América.
Entre las ciudades que analizó estaba París, donde residía su hermano Justo Rufino, en la calle Taitbout Nro. 30 bis. Esto le permitiría reducir los costos ya que podrían compartir gastos. París le agradaba, hablaba bien francés, pero tenía claro que no le sería fácil obtener la visa de residente, por ser un general que, por sus ideas de libertad, no era bien visto por los Borbones.
Otra ciudad que le recomendaron fue Bruselas, del Reino de los Países Bajos. Era cosmopolita, estaba muy bien ubicada y su costo de vida era significativamente menor. Es por eso que el General decide hatendría cer una visita para conocerla personalmente. Le pide a su amigo Antonio Álvarez Condarco, padrino de Merceditas, que lo acompañe, quien con gusto acepta. Se embarcan los primeros días de julio, en el buque Talbot, para cruzar a Ostende, puerto importante de la otra orilla. Allí hacen noche, y siguen en diligencia a Bruselas. Se instalaron en el hotel Flandes, próximo a la Grand Place, en pleno centro de la ciudad. Tomó contacto con un comerciante, de apellido Gentile, conocido de Juan García del Río, quien amablemente lo acompañó a recorrer la ciudad. Este francés luego será de gran ayuda.
Bruselas, comparada con Londres, era mucho mas pequeña, pero increíblemente más económica. Una ciudad milenaria, de elevada cultura, excelente nivel de educación, alta calidad de vida, buen trato y gran seguridad. Tenía escuelas de arte, ateneos, diferentes clubes de lectura, teatros, grandes monumentos y buenos colegios para Merceditas. Rodeada de hermosos bosques, donde San Martín la posibilidad de pasear a caballo y practicar equitación, que tanto disfrutaba. La historia reciente hablaba de Waterloo, a solo 20 km de Bruselas, la batalla más importante del siglo XIX. Habían pasado solo nueve años de ese histórico suceso. El Libertador fue un gran admirador de Napoleón como estratega y militar. Regresó a Londres antes del 17 de julio, con una clara idea de Bruselas. Retomó sus actividades cuidando con detalle sus gastos.
Su hermano presentará una nota, el 11 de diciembre de 1824, con el número de expediente 12.032, al Ministerio de Relaciones Exteriores, donde solicitaba la visa y escribía: “El señor San Martín, José, mi hermano, después de haberse retirado hace dos años de los negocios públicos de la América meridional, vino a Europa con la intención de visitarla como amigo de las letras y artes. Francia, y París sobre todo, llama fuertemente su atención al respecto, y mi intención es solicitar de Vuestra Excelencia el pasaporte necesario para que pueda venir a esta capital. El estará muy feliz de poder disfrutar un tiempo, en refugio de vuestras leyes, la dulzura de una vida privada” .
Esta solicitud no tuvo respuesta, por lo que, a fin de 1824, San Martín se instalará en Bruselas donde vivirá 6 años, en una ciudad más económica que lo recibió con gran afecto. El Padre de la Patria nos deja una nueva lección: vivir con temperancia. Se lo inculcó a su hija y posteriormente a sus nietas. Hoy, los argentinos, ¿sabemos vivir con austeridad y dignidad? Él lo decía en una clara frase: “Uno debe saber vivir con el dinero que tiene”.
Una ciudad de elevada cultura, alta calidad de vida y buen trato

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Cuando Alfonsín respondió a Kant
Maximiliano Gregorio-Cernadas
Autor de Una épica de la paz. La política de seguridad externa de Alfonsín

El genial filósofo alemán Immanuel Kant, de cuyo nacimiento se cumplen 300 años y que a pesar de su cosmopolitismo no salió jamás de su Königsberg natal, se habría regocijado del siguiente relato acerca de cómo su exhortación a los políticos halló eco a través de siglos y países.
Cuando en 2010 inicié mi tesis doctoral sobre la política de seguridad externa de Alfonsín, hallé en sus textos nítidos vínculos entre sus profundas convicciones en favor de la paz, la armonía y la seguridad mundial –sustrato de su notable política en esa materia–, inspiradas en similares ideales que Yrigoyen había recogido a su vez en sus aficionadas lecturas –como profesor curioso de un liceo de señoritas– de modestas traducciones de los filósofos krausistas españoles, tributarios de Karl Krause, discípulo directo de Kant.
Aunque algunos eslabones de esa genealogía filosófica sobre las relaciones internacionales desde Kant hasta Alfonsín, el “presidente-filósofo” (M. Grondona), ya habían sido reconocidos, como la influencia del krausismo español en Yrigoyen y en Alfonsín, buscaba más testimonios del audaz proceso que pretendía demostrar, lo cual alcancé en dos oportunidades, casi sin planearlo, cual serendipity, como Walpole bautizó al inesperado hallazgo de una solución reveladora.
Una tarde en Bs. As., consultando fuentes sobre el kantismo en la Argentina, una vaga asociación me llevó a hurgar en mi biblioteca hasta hallar allí perdido un librito en alemán, adquirido años antes al azar en un anticuario berlinés, prologado nada menos que por Einstein, con el título Die Deutsche Philosophie in Argentinien (Berlín, 1930) por Coriolano Alberini.
En ese año, este hombre con bigotitos enhiestos, quevedos y muletas a causa de la poliomielitis, prestigioso filósofo kantiano argentino, de vasta trayectoria académica y trato directo con Yrigoyen, bajo la recomendación de su amigo Einstein –a quien había recibido antes en Buenos Aire–, recorrió las más renombradas universidades de Berlín, Leipzig y Hamburgo, ofreciendo conferencias acerca de la influencia de la filosofía alemana en su país, una de las cuales fue recogida en este volumen, aunque también había brindado otras similares en Estados Unidos (Washington, 1925, y Boston, 1926) y Francia (Sorbonne, 1927), como una suerte de “gira filosófico-diplomática” de un embajador itinerante no oficial aunque tampoco inocente del espíritu filosófico en las “tesis diplomáticas” de Yrigoyen (p.e., la neutralidad durante la Gran Guerra), demostrando el vínculo entre el kantismo y esa política, así como la intención de divulgarlo en prestigiosos ámbitos académicos del exterior.
La otra circunstancia fortuita en esta empresa ocurrió cuando descubrí emocionado, gracias a la ayuda del insigne José Ignacio López, curador entonces de la biblioteca personal de Alfonsín, que conservaba entre sus libros dos ediciones de la obra Hacia la paz perpetua (1795), uno de los más conmovedores alegatos por la paz y la armonía mundial que existen y la única obra estrictamente política de Kant.
Alfonsín, persuadido de que “desde la filosofía se actúa universalmente”, e inspirado en ideales basados en la “preafirmación de la ética en las relaciones internacionales” para concretar una política de paz y seguridad que desde entonces prestigia a la Argentina –comprometida con el desarme, los usos pacíficos de sus importantes desarrollos nucleares y espaciales, y habiendo convocado al Brasil a asegurar juntos la paz continental, condición sine qua non del Mercosur–, respondió al llamado de Kant cuando reclamaba: “No quiero decir que el Estado tenga que preferir los principios del filósofo sobre las sentencias […] del representante del poder público, sino únicamente que los debe oír”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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