domingo, 7 de julio de 2024

POBREZA ESTRUCTURAL Y RECUPERAR A UN HIJO


Pobreza estructural. El crecimiento es necesario, pero no suficiente
Desde hace 40 años, uno de cada cuatro argentinos es pobre; para revertir esto, hacen falta una reactivación y un Estado que ofrezca prestaciones de calidad
Gabriela Origlia
Pobreza estructural. Una niña camina en el barrio Las tabletas, de Concordia, Entre Ríos, la segunda ciudad más pobre del país según el Indec
Aunque desde el gobierno nacional pusieron en duda que la pobreza hubiera llegado al 55% de la población en el primer trimestre y la indigencia al 17,5%, como marcó la última medición del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA), las cifras no estarían muy por debajo. Desde los años 90, los índices no lograron perforar nunca el 25%: uno de cada cuatro argentinos fue pobre en los últimos 40 años. Los datos ponen de manifiesto que hay un núcleo duro que no se resuelve solo con crecimiento económico: los expertos coinciden en que el Estado no puede hacerse a un costado ante el problema, aunque también subrayan que la calidad de su presencia es clave.
“La única manera de sacar al 60% de los argentinos de la pobreza es con crecimiento económico y solo hay crecimiento económico con libertad. La única tarea del Estado es proteger la vida, la libertad y la propiedad de los argentinos, para que cada uno pueda ser arquitecto de su propio destino”, dijo el presidente Javier Milei en su exposición en el Instituto Milken en mayo. Es una síntesis de su filosofía.
Las fuentes consultadas por la nacion coincidieron en que la pobreza estructural (la que persiste aun cuando baja la inflación o crece la economía) en la Argentina está entre 25% y 30%. Comprende a quienes siguen siendo pobres aunque la actividad económica se recupere. Un problema extra es que cada crisis va dejando un nuevo sedimento, y de este modo ese segmento se va ampliando.
"‘Las crisis macroeconómicas siempre dejan un escalón superior de pobreza, nunca se vuelve al punto de partida; en este sentido, no reacciona igual que la inflación o el PBI’, dice Ricardo Delgado"
El crecimiento es imprescindible, entonces, pero no alcanza. Los economistas señalaron que en medio del fuerte ajuste del Gobierno hay una “cierta sensibilidad” hacia la niñez dada por el aumento de las transferencias económicas, pero a la vez apuntaron que el problema de fondo requiere de una solución “más compleja”.
Ricardo Delgado, director de Analytica, aplica a la pobreza y la distribución del ingreso –fenómenos que van de la mano– el concepto físico de “histéresis”, que es la tendencia de un material a conservar una de sus propiedades aun en ausencia del estímulo que la produjo: “Las crisis macroeconómicas siempre dejan un escalón superior de pobreza, nunca se vuelve al punto de partida; en este sentido, no reacciona igual que la inflación o el PBI”.
En el libro La herencia, que Delgado escribió a treinta años del regreso de la democracia, el economista señala que a comienzos de los años 60, con las migraciones del interior a las grandes ciudades, la pobreza “emergió tibiamente”, pero el “peronismo de 1973 logró revertir esos procesos” y se alcanzó una distribución “más equitativa” de los ingresos. En los años 80, Raúl Alfonsín puso en marcha el programa de cajas PAN cuando la pobreza rondaba el 10%, y en 1989, en medio de la híper, alcanzó al 40% de la población.
A mediados de los años 90, “con la excusa de la crisis mexicana” y su efecto Tequila, Carlos Menem respondió a la fragilidad social con el Plan Trabajar; a comienzos del 2000 fue el turno del plan Jefes y Jefas de Hogar, con Eduardo Duhalde en la presidencia. Con el kirchnerismo se sumaron más planes, pero, dice el experto, “empezaron a encontrar limitaciones para seguir disminuyendo la pobreza”.

Delgado afirma que ya la pobreza de la primera década de este siglo tuvo características “distintivas”. En ese contexto nació la Asignación Universal por Hijo (AUH): “A pesar de la fuerte recuperación de la actividad y el empleo desde la crisis 2001-2002, la pobreza y la desigualdad siguieron siendo elevadas”, apunta.
Leo Tornarolli, economista e investigador de pobreza y desigualdad del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas)-Universidad Nacional de La Plata, grafica que suponiendo que el núcleo duro hoy sea del 25%, “aun si la economía crece bien”, en 2027 estaría por arriba de ese índice y recién en 2030 podría estar de nuevo a ese nivel. “Si bien el alto nivel de pobreza actual implica que incluso hay trabajadores formales que son pobres, la pobreza afecta en mayor medida a los trabajadores no registrados –señala–. La débil creación de empleo privado registrado es un problema que aqueja a nuestro país al menos desde 2011 y es poco probable que a corto plazo esto se solucione. Además, la existencia de trabajadores pobres se va a seguir verificando en el mediano plazo”.
Políticas compensatorias
Tornarolli advierte que, con crecimiento, el grupo a asistir se vuelve “más homogéneo”, lo que implica no solo menos presión presupuestaria, sino que las políticas se pueden “focalizar más para romper el círculo intergeneracional de padres pobres, hijos pobres”.
Entiende que el gobierno libertario busca una “transformación productiva” con cambios en los precios relativos y también en el peso de los diferentes sectores. En ese escenario, el Estado debe reentrenar trabajadores y establecer incentivos regionales –coordinados con las provincias– para evitar los traslados demográficos que engrosan los conurbanos de las principales ciudades.
"‘No existen programas de reforma económica sin políticas de compensación”, sentencia Schipani"
El “mapa de las políticas sociales en la Argentina”, un documento del Instituto Universitario CIAS y Fundar escrito por Andrés Schipani y Lara Forlino, señala que la política de contención social “está diseñada para que los más vulnerables no caigan del todo, no para empujar”. El investigador ratifica que si la economía cae, este esquema frena, pero si crece no alcanza para el ascenso. Menciona que aun en el Chile de Augusto Pinochet (“un experimento autoritario liberal”) hubo planes sociales “fuertes”. El Trabajar toma como base los chilenos Plan de Empleo Mínimo (PEM) y el Programa Ocupación Jefes de Hogar (POJH). En Uruguay, el moderado Tabaré Vázquez optó por el Plan de Asistencia Nacional a la Emergencia Social (Panes) entre 2005 y 2007, cuando la pobreza era del 8% de la población.
“No existen programas de reforma económica sin políticas de compensación –sentencia Schipani–. Duhalde devalúa, el dólar salta de 1 a 4 pesos y eso pega fuerte en la pobreza, por lo que se crea el plan Jefes y Jefas. Los policy makers saben que se requieren de estos acompañamientos. El mercado solo no resuelve”.
Delgado coincide: “No debemos esperar que la inversión privada resuelva la pobreza. En la Argentina el Estado estuvo presente, pero muy mal, ese es el punto, y eso cobra más importancia en este tema. Una sociedad inequitativa, inexorablemente, genera pobreza”.
"Un dato alarmante es que siete de cada diez niños viven en la pobreza, según las últimas estimaciones de Unicef para el país;"
Según datos oficiales del segundo semestre del año pasado, el norte argentino concentra los mayores niveles de pobreza (el noroeste arriba del 48% y el noreste del 45%), le siguen Cuyo con 44%; el Gran Buenos Aires (41%); la región pampeana (40,4%) y la Patagonia (36,5%). En valores absolutos, el Conurbano Bonaerense concentra casi a la mitad de los pobres del país.
Un dato alarmante es que siete de cada diez niños viven en la pobreza, según las últimas estimaciones de Unicef para el país; son unos 8,6 millones de chicos y adolescentes. El reporte comprende a la pobreza por recursos económicos (57,5%) y a la pobreza por privación de derechos (43%): 31% son pobres en ambas dimensiones.
La directora ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), Gala Díaz Langou, retoma la idea de que el crecimiento no siempre implica generación de empleo y que, si el que crea es de baja calidad, el impacto entre los más vulnerables será menor. “La cuestión es a qué trabajo podrán acceder aquellos que no tienen ni siquiera el secundario completo y cómo se distribuye en el territorio la ocupación”, refuerza.
Añade que, si hay nuevos puestos laborales, hay que ayudar a resolver cómo hacen las familias que tienen chicos y no pueden afrontar el costo de quien los cuide. Frente a ese panorama ve un “rol articulador clave” del Estado.
“No es que resuelva todo, pero tiene un papel de rectoría –describe Díaz Langou–. La política del cuidado se debe ordenar porque las mujeres, muy golpeadas por la crisis, son a las que más les cuesta poder ir a trabajar”.
Empleabilidad, educación
Con ocho millones de trabajadores informales, Schipani refiere que no se puede dejar en manos de privados el resolver cómo capacitar a la gente para que se pueda insertar en los empleos de calidad que se generarían con una mejora vigorosa de la actividad. Plantea la necesidad de avanzar en “formalizar” el stock de economía popular, “mejorar la empleabilidad, la productividad de las cooperativas”, por ejemplo a través de programas coordinados con municipios y con gremios.
Más de la mitad de los chicos son pobres en la Argentina, según la Unicef
Para Jorge Colina, director de la consultora Idesa, si continúa la baja de la inflación, la pobreza estructural quedará en torno al 30%. Empezar a reducirla depende, además del factor crecimiento, de que se dejen de aplicar políticas equivocadas y se ponga racionalidad. Indica que no es suficiente con tener ideas “disruptivas”, sino que hace falta “gestión”.
"Gala Díaz Langou enfatiza que el hecho de que solo el 13% de los ingresantes al secundario lo terminan en tiempo y forma es un ‘obstáculo’ para cualquier tipo de reactivación"
A su criterio, la reorganización que el Gobierno propone implica que el Estado Nacional deje en manos de las provincias –como establece la Constitución Nacional– la educación, y que entonces cada distrito “resuelva qué tipo de formación hay que instrumentar para cada tipo de perfil productivo”. La Nación, dice, preside el Consejo Federal de Educación y allí debe “consensuar objetivos educativos medibles, lineamientos de contenidos y acciones educativas que después cada jurisdicción llevará adelante”.
Díaz Langou enfatiza que el hecho de que solo el 13% de los ingresantes al secundario lo terminan en tiempo y forma es un “obstáculo” para cualquier tipo de reactivación. Lo caracteriza como el problema “medular” de la actualidad.
“Si no podemos resolver esto no podremos salir adelante, es una urgencia central –sostiene–. Se requiere de un acuerdo político entre el liderazgo político partidario y uno más amplio que incluya a todos los actores, para que todos estén representados”. Con las provincias como responsables primarias de la educación, la especialista indica que deben establecerse criterios de equidad. “Lo peor es terminar reproduciendo desigualdades, que haya niveles diferentes en función de las provincias que tienen más o menos recursos. Hay que generar un piso de igualdad”, dice.
Sobre la transferencia de recursos a los más vulnerables, la directora del Cippec señala que se deben “mantener y fortalecer” a la vez que remarca que es imperativo concentrarse en la cuestión alimentaria. “El hambre y la malnutrición tienen implicancias gravísimas”, destaca. En ese marco, define como “punto nodal” que el Estado erradique los problemas de logística y de distribución de la asistencia. Ve en la concentración de las diferentes áreas en el Ministerio de Capital Humano una “oportunidad única” para “terminar con la atomización y ser efectivos y potenciar el rol de articulador” del Estado nacional.
Colina es partidario de que los gobernadores le propongan a la Nación un “nuevo Acuerdo de Coordinación Tributaria y Funcional” que reemplace la coparticipación. De esa manera, se podrían reorganizar los impuestos y los fondos para que las provincias, con sus municipios, se hagan cargo solos de las funciones que les “corresponden”: vivienda, urbanismo, seguridad urbana, salud pública, educación básica y asistencia social.

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La lucha de una madre por recuperar a su hijo, secuestrado por Hamas
Rachel Goldberg-Polin recorre el mundo clamando por la liberación de Hersh y los demás rehenes ocultos en Gaza
Daniel Helft
Rachel Goldberg-Polin habla en Nueva York, en un acto de "Bring Them Home"Noam 
Rachel Goldberg-Polin comienza todos sus días de la misma manera. Corta una tira de cinta de enmascarar y con un marcador negro escribe el numero de días desde que terroristas de Hamas secuestraron a su hijo Hersch, de 23 años, y lo escondieron en los túneles de Gaza. Pega la cinta sobre su remera blanca y luego dedica el resto del día a luchar por su liberación.
Cuando la entrevisto vía Zoom la cinta muestra el número 269, es decir, nueve meses. Nueve meses desde que miles de hombres armados invadieron Israel, mataron a 1200 civiles y secuestraron a 240, en la peor masacre de judíos desde el Holocausto. Nueve meses desde que Hersh fue secuestrado cubierto en sangre por la explosión de una granada tirada dentro del refugio rutero en el que intentaba guarecerse junto a una veintena de jóvenes, chicos y chicas que escapaban del festival musical Nova, al que habían ido la noche anterior a bailar bajo la luz de las estrellas, en el desierto israelí cercano a Gaza.
La granada le amputó el brazo izquierdo debajo del codo. Videos del secuestro, filmados con las cámaras go pro que llevaban los hombres de Hamas, muestran a Hersh saliendo del refugio a punta de pistola y esforzándose por subir a una camioneta en la que sería llevado a Gaza. De su brazo amputado sobresale un hueso astillado. Un terrorista en la caja de la camioneta lo toma del pelo, le levanta la cabeza de un tirón y dice “sacame una selfie a él y a mí”. Hersh aparece tirado, cubriéndose el rostro con su brazo sano.
“Ningún padre quiere ver imágenes como esas, pero con mi marido Jon hemos dado el permiso para que el gobierno israelí las liberara, porque creímos que era importante que el mundo comprendiera un poquito lo que les pasó a estos chicos el 7 de octubre,” dice Rachel, de 53 años. “Debemos evitar que el mundo termine sintiéndose cómodo con episodios como estos”.
Hersh había ido al festival musical con su amigo de la infancia, Aner Shapira, que se paró frente al refugio rutero e intentó defender a sus compañeros. Logró repeler siete granadas tiradas por Hamas hasta que la octava le explotó en la mano y lo mató. Los terroristas tiraron tres granadas más y rociaron el lugar con fuego de metralla antes de llevarse los pocos chicos que sobrevivieron el ataque. Antes de su captura, Hersh, que había ido al festival como parte de sus festejos de cumpleaños, envió un wasap a su familia que decía: “Los amo. Lo lamento (I am sorry)”.
Desde el secuestro de su hijo, Rachel trabaja a tiempo completo para su liberación. En rigor, mucho más que tiempo completo. Junto a un equipo de cinco personas que la acompañan, trabaja unas 18 o 19 horas por día. Siente que la única forma que puede irse a dormir tranquila es si está segura de haber hecho todo lo posible por recuperar a su hijo robado.
Desde octubre último, Rachel se ha reunido con muchos de los líderes políticos, empresariales y espirituales más importantes del planeta. El papa Francisco, el presidente norteamericano Joe Biden, Elon Musk. Fue la oradora central en el National Mall en Washington en una multitudinaria marcha en defensa de Israel, habló ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, leyó un poema propio en un evento internacional para celebrar la Declaración Universal de los Derechos Humanos en Ginebra. Los medios más importantes de los Estados Unidos y Europa la han entrevistado. Ha escrito editoriales en matutinos como The New York Times y The Wall Street Journal y se reunió con legisladores de varios países de Occidente.
La revista Time la incluyó entre las cien personalidades más influyentes del año y le dedicó una tapa, transformándola en un símbolo mundial de la lucha por los rehenes. Más específicamente, en un símbolo de la lucha de una madre por volver a abrazar a su hijo. “Rezo todos los días por el privilegio de vivir una larga vida teniendo a mis tres hijos. Hersh, mi único varón, y mis dos hijas. Tener el privilegio de envejecer y que ellos me cuiden cuando sea viejita y frágil”, dice.
En diciembre, Rachel se reunió con el Papa en el Vaticano. “El Santo Padre se sobresaltó muchísimo con las imágenes del secuestro de Hersh. Y me dijo: ‘Lo que usted experimentó es terrorismo. Y el terrorismo es la ausencia de humanidad’”, recuerda. “Fue muy importante para todos los familiares de los rehenes escuchar esas palabras, validar nuestro dolor y a su vez, recordar y mantener la fe en la humanidad”.
Rachel Goldberg-Polin, en una imagen tomada a los 98 días del secuestro de su hijo
El papa Francisco ha sido un defensor de todas las víctimas, incluyendo a los civiles palestinos, rogando por un fin al conflicto en defensa de una humanidad compartida. “Lo escucho con muchísima gratitud,” dice Rachel.
Goldberg-Polin siente que es inexcusable que los gobiernos del mundo no hayan logrado terminar con la tragedia de los rehenes, en la que hay secuestrados de 24 países, entre ellos la Argentina. Hay un bebe que en su vida lleva más tiempo en cautiverio que en libertad. Un hombre de 86 años. Secuestrados judíos y cristianos y musulmanes y budistas. Rachel dice que conforman un grupo diverso y que eso debería reflejarse en una mayor presión de los países y grupos religiosos involucrados.
“Donde está la comunidad interreligiosa? ¿Donde están los rabinos, curas, imanes? Todos hemos fallado y es inexcusable”, dice esta mujer menuda y elegante, que mantiene un tono de voz amable a lo largo de la entrevista. Hoy quedan 120 rehenes en Gaza, luego de un intercambio en noviembre último en el que Hamás liberó a 109 personas.
Rachel reconoce la enorme tragedia que sufren los civiles gazatíes por los bombardeos del ejército israelí. Ella y su esposo Jon, así como su hijo Hersch, han trabajado por el acercamiento entre árabes e israelíes. Amigos árabes con quienes Hersh jugaba al fútbol visitan a Rachel y acuden a las reuniones en apoyo de las familias de los secuestrados. Y rezan por él.
“Podemos sostener dos verdades al mismo tiempo. Entender el drama de los gazatíes y tener el corazón roto por nuestros familiares secuestrados. Esto no es una competencia por quien sufre más”, dice Rachel. Sin embargo, sabe que las relaciones entre árabes y judíos están en un momento muy delicado desde el brutal ataque del 7 de octubre y la devastadora respuesta israelí. “Así y todo, no podemos dejar que algo tan traumático impida reconocernos a nosotros mismos en nuestra búsqueda de humanidad para todos”, señala.
En abril, Hamas difundió un video de propaganda con imágenes de Hersh hablando a cámara en la que se ve su brazo amputado a la altura del codo. Esa imágenes confirmaron que se mantiene con vida. Médicos que analizaron el video explicaron que Hersh necesita entre una y dos intervenciones quirúrgicas para mejorar el estado de su brazo. “Vivo la tortura diaria de saber que mi hijo está en esta tremenda agonía y no lo puedo ayudar”.
Aparte de Hersh, Rachel extraña muchas cosas de su vida anterior. Una de ellas es el anonimato. Las cosas más habituales de una vida simple. Ir caminando al templo junto a su familia en Shabat. Estar en familia. Estar en casa. Sin objetivos. Y que sus vecinos le sonrían cuando la ven.
Esos números en su pecho tienen un efecto devastador. “Cuando la gente entiende de qué se trata, me miran a los ojos y se dan cuenta que están mirando a la peor pesadilla que pueden imaginar y eso provoca mucho miedo. Es muy común que comiencen a llorar. Y la verdad que es muy triste ser reconocida por una tragedia terrible”.
Los números en su pecho incomodan. No es confortable mirar a una madre a la que le robaron a su hijo hace esa cantidad de días. “Todos deberíamos estar incómodos con esta situación”, remarca.
Una mujer que la vio en el Vaticano mientras esperaba su reunión con el papa Francisco se sorprendió por la calma y entereza que emanaba Rachel. “Es que estoy hablando con Hersh”, le explicó ella suavemente. “Hablo mucho con él. Todos los días. Siempre le digo que lo amo. Que se mantenga fuerte. Que sobreviva”.

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