miércoles, 17 de julio de 2024

¡¡QUE HAYA JUSTICIA !!!!!


El expresidente de AMIA que por casualidad no estaba en su oficina cuando ocurrió el atentado
Alberto Crupnicoff estaba al frente de la entidad en 1994; en diálogo  repasa ese momento traumático y advierte al Gobierno: “Es muy importante contener la inflación, pero no nos olvidemos que tener justicia también es una prioridad”
Jaime Rosemberg
Alberto Crupnicoff, expresidente de AMIA
Tres décadas atrás, Alberto Crupnicoff se enteraba, en su estudio de la calle Montevideo, de que su otra oficina, la que ocupaba como presidente de la AMIA, ya no existía. Igual que el resto del edificio, su despacho había sido reducido a escombros aquel 18 de julio en el que el ataque terrorista cambiaría su vida, la de la comunidad judía y también la de todo un país, para siempre. “Me enteré por un conocido, tenía previsto ir a la AMIA a mediodía. Tomé un taxi qué apenas pudo cruzar Callao por Tucumán y allí estaba ya colapsado. Caminé a toda velocidad hasta Pasteur y allí me encontré con el desastre”, cuenta Crupnicoff 
Poco afecto a los reportajes, y retirado de las tareas comunitarias hace tiempo, el expresidente de AMIA tiene muy vivo el recuerdo de aquellas horas de horror que siguieron a la explosión que demolió el edificio de la calle Pasteur y se llevó consigo 85 vidas. En el diálogo telefónico (se encuentra fuera del país), Crupnicoff, dirigente del partido laborista (Avodá) en el país, asegura que “la AMIA sigue de pie, aunque por la falta de justicia la bomba ganó”. Crítico en relación a la respuesta de los sucesivos gobiernos y jueces que se hicieron cargo de la causa, y escéptico en la posibilidad de encontrar justicia, aplaude la iniciativa oficial del juicio en ausencia para los ex y actuales funcionarios iraníes, buscados por Interpol por su responsabilidad en el ataque terrorista. De todos modos, suelta una crítica al Gobierno, cuando afirma que “es muy importante contener la inflación y tener equilibrio fiscal, pero no nos olvidemos que tener justicia también es una prioridad, porque si no actos como estos se volverán a repetir”.
-¿Qué sensaciones le despierta el recuerdo de aquel día?
-Frente a que se acercaba la fecha, me puse a pensar en cómo viví aquella circunstancia desde un protagonismo extremo que nunca busqué, apareció fuera de contrato (se sonríe). Pasé a tener un protagonismo a partir de una situación límite que no daba lugar para reflexionar. Lo que pensé esa noche del 18 de julio, cuando me fui a mi casa a bañar, para volver al rato, fue: la bomba no puede ganar. Y me acuerdo que cuando tuve que hablar, medio obligado, en la marcha de los paraguas (dos días después) dije que la bomba no iba a ganar. Y no ganó, porque treinta años después la AMIA está tan fuerte como entonces, a nivel de sus funciones. Muchos tendrán su opinión, muchas de ellas fruto de su ignorancia, mezquindades personales o de opinión política, pero siento que la AMIA es una entidad plena, fue el esfuerzo de quienes nos tocó en aquel momento. El pueblo judío siempre tuvo esa capacidad de reconstrucción, el objetivo era reconstruir las funciones, no sólo el edificio.
-Usted dice que la bomba no ganó, pero a nivel judicial hay una condena general a Hezbollah e Irán, pero no hay condenados ni procesados…
-Es así. La bomba no ganó en lo que tenía que ver con la responsabilidad de la AMIA, esté o no de acuerdo con las dirigencias que me sucedieron. En lo que tuvo que ver con la instancia de investigación, la instancia judicial y el rol del Estado, la verdad allí sí, la bomba ganó. Objetivamente, en ese momento, cuando nos presentamos como querellantes en la causa, decía que acá había que apuntar a los que localmente tuvieron que ver con el atentado, lo internacional iba a durar lo que duran los diarios, uno o dos días, y ahí se terminaba. Los únicos que realmente cumplieron fueron el SAME, los bomberos, los rescatistas, los hospitales públicos. ¿Y el resto, dónde estuvo? ¿Dónde están los condenados o detenidos? Los únicos que terminaron con condenas fueron los fiscales, estamos en el mundo del revés. Cada año, frente al 18 aparecen las noticias, el 19 se terminaron. ¡Pero hubo 85 muertos! Lo que pasó fue terrible.
Hace diez años, cuando se cumplieron dos décadas del atentado
-Pasaron muchos gobiernos desde aquel julio de 1994. ¿Cómo evalúa su actuación?
-No podría responder objetivamente, mi función terminó año, año y medio después del atentado, un período lleno de declaraciones de solidaridad. Si recurro a una instancia que tiene que producir hechos para resolver la cuestión, y no está resuelto, es porque falló, no importa qué porcentaje de culpa tiene cada gobierno. Hay una deuda del Estado con la sociedad argentina, no con la comunidad judía, para la Justicia éste debería ser un tema principalísimo, un ataque promovido por un país extranjero que no tiene comparación.
-Esta semana se anunció un proyecto del Gobierno para impulsar el juicio en ausencia a los ex y actuales funcionarios iraníes por su responsabilidad en el atentado. ¿Ayuda?
-Sé que es un tema controvertido en términos jurídicos, pero me parece es que la sola promoción del juicio y todo lo que tenga que ver con el debate del juicio, van a ser mucho más importantes que la condena. Quien piense que vamos a traer a la Argentina a un criminal iraní para que cumpla una condena…me parece algo delirante. Pero es importantísimo revisar lo actuado, y que las nuevas generaciones entiendan lo que aquí pasó, un acto de barbarie criminal sin parangón. Entre los asesinados por la bomba había todo tipo de gente, y hoy son una estadística. El juicio en ausencia puede tener un gran valor testimonial, será una condena moral que a los asesinos no les va a importar, pero a nosotros sí, como ciudadanos.
El atentado a la AMIA dejó 85 muertos
-El fallecido fiscal (Alberto) Nisman tuvo en sus manos la investigación del atentado, algunos lo consideran la víctima 86 del atentado…
-El tuvo protagonismo en la causa, aunque no estoy muy proclive a calificarlo como la víctima número 86, eso no le quita dramatismo a ese crimen, lo digo como una sensación, no se suicidó. Además, habría que preguntarse… ¿cuándo se terminan las investigaciones, un siglo después? Creo que esa también es una pregunta que debemos hacernos. Siempre viví pensando en un país que no renuncie a tener Justicia. Comprendo la política y no vivo en un mundo irreal, pero hay cosas que una sociedad necesita como último refugio, y es que funcione la Justicia. Si no lo hace, estamos muy mal. Es muy importante contener la inflación, tener equilibrio fiscal, pero no nos olvidemos que esto, hacer justicia, también es una prioridad, porque si no se volverán a repetir.
-¿La cercanía del Presidente con la comunidad colabora con el reclamo de justicia?
-Milei es un hombre que se conmovió frente a todo lo que tiene de valioso el pensamiento judío y lo que aportó al mundo. Capturó cuestiones del pensamiento judío, que tienen que ver con lo más profundo de la espiritualidad de los 613 preceptos, los del hombre con Dios, y los del hombre con sus semejantes. Si eso lo conmueve, va a agregar mucha riqueza a su gestión como Presidente. Su acercamiento… no hay que confundir, su vínculo es con un sector de la comunidad, pero no es un vínculo con toda la comunidad, que tiene representaciones orgánicas.
-Pasaron treinta años: ¿Habrá Justicia?
- Le voy a decir lo que espero. Aún tarde, es mejor que algún día se condene a los culpables

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