viernes, 26 de julio de 2024

¿SE ACUERDAN DEL SHOW DE BENNY HILL? ..UN VERDADERO DRAMA






Benny Hill: era el favorito de Chaplin, no tenía familia y cuando cancelaron su programa se deprimió tanto que se dejó morir
El show de Benny Hill llegó de manera tardía a la Argentina, pero rápidamente se convirtió en un éxito, pese a la reticencia de las autoridades de la época; su exitosa vida laboral contrastó con su vida privada, solitaria y sombría
Guillermo Courau
En 1991, un año antes de morir, Benny Hill recibió el premio Charlie Chaplin a la excelencia en el Festival de la Comedia, en Suiza. A pesar de que ya tenía más de 40 años de trayectoria, al subir al escenario se le llenaron los ojos de lágrimas. Era el galardón más importante de toda su carrera, porque llevaba el nombre de la persona que más había admirado en toda su vida.
Luego de la ceremonia, el comediante fue invitado por Eugene Chaplin a visitar la casa de su padre en Vevey. Allí estaban su sillón favorito, el televisor que Chaplin se quedaba mirando hasta tarde, sus libros, sus premios y, en una repisa, varias cintas Betamax que decían Benny Hill. Cuando el actor las vio empalideció, no lo podía creer. Entonces Eugene lo miró a los ojos y le dijo: “Eras uno de los favoritos de mi papá”.
El hombre que amaba a Charles Chaplin había nacido el 21 de enero de 1924 en Southampton, Inglaterra, en un entorno de pobreza todavía arrodillado por la posguerra. Sus padres lo bautizaron Alfred Hawthorne Hill pero a ese nombre, como a otros aspectos de su intimidad como la enfermedad y la tristeza, solo accedieron unos pocos. Para el resto del mundo siempre fue alguien perpetuamente feliz, un niño grande conocido como Benny Hill.
Influenciado por las numerosas tardes en el teatro de variedades, actividad promovida por sus padres, el joven Alfred Hill sabía que su destino era ser artista, hacer reír y estar rodeado de mujeres hermosas; no quería nada más. Ni nada menos: “Me fui de mi casa a los quince años para probar fortuna en el mundo del espectáculo y lo único que conseguí fue trabajar en unos grandes almacenes como dependiente y repartidor de leche. Afortunadamente mi suerte cambió”.
A los 17 años, ya en Londres y durmiendo en un refugio contra bombardeos por falta de recursos, mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial tuvo por primera vez la oportunidad de subirse a un escenario, eso sí, como utilero. Dave Freeman, uno de sus mejores amigos, registra como clave ese momento: “Una noche faltó uno de los cómicos, probablemente estaría en un bar y se olvidó de ir. Benny, que conocía la obra de memoria, se ofreció a subir para darle las réplicas al cómico principal. Cuando terminó el acto, este lo felicitó y le dijo que se dedicara de lleno al humor. Fue la validación que Benny -apodo que eligió en homenaje a Jack Benny- necesitó para seguir adelante”.
El hecho de que lo llamaran para estar en el frente de combate puso en pausa sus aspiraciones. Cuando la guerra terminó, Benny Hill creyó que lo peor había pasado, pero fue todo lo contrario. Porque la primera vez que subió solo a un escenario su actuación fue un fracaso. El actor empezó a temblar y a sudar frío. Sufría de pánico escénico.
La danza de la fortuna
El excelente comediante Reg Verney fue el primero en darle una oportunidad a Benny Hill y también el primero en descubrir su problema: “Apenas lo conocí descubrí que tenía un gran potencial y funcionaba muy bien en el elenco. Cuando me acompañaba su trabajo era brillante, pero la primera vez que hizo un acto solo no le gustó a nadie. Tenía miedo, no dormía por las noches y terminó enfermándose. Luego de una función terminó vomitando en el baño. Llegó el dueño del lugar y le dijo que lo mejor que podía hacer era retirarse para siempre”.
“La casa de Southampton, la que compartía con mi familia, es para mí como el limbo, en la que no soportaría ver a ningún extraño, por eso les prometí a mis padres, antes de que murieran, que nunca la vendería”. Precisamente fue esa casa su refugio en los primeros tiempos de duda y de angustia, también fue ese el lugar donde decidió no bajar los brazos: si su capacidad como actor estaba en duda; haría historia como guionista. Benny estuvo meses escribiendo, imaginando chistes, rutinas, personajes. Recuperada la confianza, presentó una selección de material en la BBC y fue contratado. Volvía a encenderse en su interior la llama, que muy pronto lo convertiría en una estrella a nivel mundial.
El show de Benny Hill comenzó en 1955 y enseguida se convirtió en un éxito. Fue el primer comediante inglés que le debe su éxito a la televisión: sus colegas primero habían ganado popularidad a través de la radio. Su creatividad no solo lo llevó a seguir los pasos de su amado Chaplin a la hora de trabajar el gag visual, también recurrió a un arsenal de precarios efectos especiales para desplegar su humor: quedó en la historia como el primero en multiplicar su presencia por cuatro al servicio de un gag televisivo, cuando todavía no se usaban las computadoras para lograr ese efecto.
El hombre que había fracasado en el teatro, al que el cine le era indiferente, decidió refugiarse en la pequeña pantalla y hacerse grande desde ahí. Y lo logró en 1969, cuando firmó un contrato multimillonario con Thames Television. Justo él, al que no le importaba la plata. En sus momentos de mayor éxito, vivía en un departamento alquilado de Queensgate donde solo había una mesa precaria, un juego de té y un televisor blanco y negro; ni cuadros, ni libros, ni nada ostentoso. Eso sí, el lugar tenía una pequeña máquina de escribir, lapiceras y papeles, cientos de papeles cubiertos de ideas. “Podría permitirme comprarme un Rolls Royce pero prefiero caminar. El dinero no me preocupa. Yo no pienso que soy famoso y que eso puede hacerme ganar más dinero, sino que soy famoso y que puedo llegar a perder mi trabajo”.
Benny Hill en 1965
Su amigo Dave Freeman coincidía: “Odiaba las responsabilidades, porque decía que lo distraían del trabajo. Sentía que no podía pensar en el programa si tenía que estar ocupándose de arreglar una gotera del techo, así que siempre alquilaba casas, para que alguien más se ocupara de esas cosas. Con respecto al auto, en realidad no tenía porque pensaba que si se rompía lo tenía que llevar al mecánico, o le pondrían una multa por estar distraído, pensando en alguna rutina”. Fue esa obsesión la que lo convirtió en un gigante del humor, y también la que lo transformó en una persona insoportable.
Benny Hill en el hospital, en 1992
Un show cuestionado
Si El show de Benny Hill parecía hecho a su medida, era porque realmente se trabajaba así. El actor no solo protagonizaba, sino que era el único que escribía, el que se encargaba del atuendo de las bailarinas, de cada disfraz, de cada accesorio que se fuera a utilizar en los sketchs; del encuadre de la cámara y de la posición de la luz. Y cuando algo no sucedía como él quería se ponía de pésimo humor. “Si estaba ensayando algo en el estudio -recordaba en una entrevista Louise English, una de las actrices más recordadas del programa- y alguien que él no conocía llegaba y se sentaba en las gradas, paraba todo. No importaba si era alguien del estudio, una autoridad, simplemente se acercaba y le decía: ‘Discúlpeme pero no puedo hacer esto si está en mi campo visual. No soportaba que hubiera extraños en el estudio, por eso nosotros, los actores, los camarógrafos o el equipo de vestuario nos convertimos en una familia para él. Podía hacer lo que fuera frente a nosotros porque nos conocía”.
Para mediados de la década del 70, Benny Hill era el comediante más famoso y exitoso del Reino Unido. Había logrado todo lo que había soñado, pero el precio había sido quedarse solo. Su padre había muerto en 1972 y su madre, ya muy enferma, lo haría en febrero de 1976. Desde entonces nunca dejó de ir a la tumba que compartían, con un ramo de flores: “Si me acerco lo suficiente puedo escuchar cómo ellos hablan entre sí, cómo mi madre se escandaliza por el precio que he tenido que pagar por esas flores con las que regalo su recuerdo”. Benny tenía dos hermanos, con el mayor no se hablaba y la menor hacía tiempo que se había mudado a Australia. Su única familia eran sus compañeros de trabajo.
Henry McGee, compañero durante décadas, contaba: “Me acuerdo que en su cumpleaños número 50, me dijo en un ensayo: ‘¿Sabes? Tengo 50 años, he tenido una excelente vida, me he divertido mucho. Para serte sincero no me importaría morirme mañana. Creo que lo decía en serio y lo extraordinario es que lo dijo antes de sus verdaderos días de gloria”.
Benny Hill y sus ángeles
De gloria y también de polémica. Porque, acorde a los tiempos, el programa comenzó a hacer foco en las chicas vistosas con poca ropa y los gags de doble sentido. Esto dividió a la audiencia, pero Benny nunca entendió por qué. “Nuestro show era completamente ‘anti hombres’ -aclara el productor y director Dennis Kirkland-, en los números Benny siempre perdía y las chicas siempre ganaban”. Sue Upton -la más rubia de “Los ángeles de Hill”- recuerda la polarización del momento: “A menudo el público británico malinterpretaba los sketchs. Benny tenía la mente de un niño de 5 o 10 años, jamás quiso ser visto como un hombre morboso y lascivo. El que lo conocía se sorprendía por sus modales, era todo un caballero”.
Mientras era cuestionado en su país, su fenómeno se esparcía por América. Primero fue Estados Unidos, luego Latinoamérica. Hasta llegar a la Argentina en 1982 y quedar en la mira de un escándalo del que seguramente, nunca se enteró.
Galtieri odia a Benny Hill
La programación de El show de Benny Hill, los viernes en horario marginal por el entonces Canal 11, suscitó una serie de reacciones impensadas. La primera fue la amplia cobertura que tuvo el programa en los medios de comunicación, en la mayoría de los casos, para usarlo como contraste del “pobre contenido de los programas humorísticos locales”. El segundo fue el nerviosismo de los militares en el poder. Una versión nunca confirmada dice que el propio Leopoldo Fortunato Galtieri expresó su deseo de que se prohibiera ese programa “hecho por el enemigo” en tiempos de la Guerra de Malvinas. Y aunque esto no sucedió, sí se mutilaron todas las escenas en las que podía verse un topless, como así también nunca se emitió un sketch donde Galtieri y Margaret Thatcher tenían una charla sobre el conflicto bélico, con Benny interpretando ambos personajes.
Era conocido en más de 140 países, en Thames Television lo llamaban “El comediante más exitoso del mundo” y, sin embargo, tres días después de la emisión de El show de Benny Hill del 1 de mayo de 1989, lo despidieron. “Cuando entré a la oficina y ví su cara, me pareció que Ben estaba muerto, era como si hubiera perdido a un hijo, eso era lo que significaba el programa para él. Lo habían destruido completamente”. Benny Hill no sabía hacer otra cosa que no fuera televisión y durante cuarenta años había sido el más grande. Desempleado y desesperado, eligió el peor camino: la comida.
El actor siempre había tenido problemas para controlar su peso. Compraba su cena diariamente para no tentarse, llegó a tomar pastillas para adelgazar que alteraban su metabolismo y su carácter, y la noticia del levantamiento de su programa fue también un golpe a una salud que hacía tiempo estaba disminuida.
Benny Hill en 1955
Mientras preparaba su regreso, esta vez a través de la televisión norteamericano, Hill fue internado por un problema cardíaco. Se recuperó, pero ya no tenía ni la energía ni el entusiasmo de sus épocas de esplendor. Además, la soledad le pesaba cada día más: “Tengo una edad mental de 17 años, así que soy muy joven para casarme. Tuve relaciones con dos mujeres con las que pensé que la cosa iba a funcionar, pero me equivoqué. Amar a alguien que no te responde con el mismo sentimiento te produce un dolor en el pecho por las noches que no es bueno para la salud. Es lo más parecido a una nube negra en el alma. Además nunca he estado realmente convencido de querer la intimidad que da despertarme cada mañana viendo la misma cara apoyada en la almohada”. Además de sus compañeros de elenco, el astro tenía a Phoebe King, una admiradora con parálisis cerebral, a la que visitaba cada vez que podía y que él consideraba una querida amiga.
A los 68 años, Benny decidió recluirse en su departamento. Luego de tres días de no atender el teléfono ni el timbre, el 20 de abril de 1992 su amigo Dennis Kirkland consiguió una escalera y trepó hasta el balcón del tercer piso del departamento donde alquilaba el actor: “Llegué arriba y pude verlo sentado ahí, con el cabello despeinado y la televisión encendida. Era evidente que estaba muerto. La imagen era muy triste. Luego llegó la policía, tiró la puerta abajo y me dejaron entrar por la ventana de la cocina. No tengo que decir cómo se ve un cadáver después de un par de días, pero no me dejaron tocar nada. Solamente les pedí que me dejaran peinarlo, pude hacerlo y quedó muy bien. Como él hubiese querido”. Fue enterrado junto a sus padres, en el cementerio de Southampton. Al lado del sillón donde fue encontrado su cuerpo estaba el contrato de su nueva serie. Nunca llegó a firmarlo.
“No me gusta la idea de la muerte ni pensar que va a suceder, pero me estoy haciendo a la idea. Me extirparon un riñón, después me descubrieron un tumor que resultó ser benigno, luego mis problemas cardíacos. Pero yo suelo sonreír. Sonreír todo el tiempo”.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.