viernes, 5 de julio de 2024

CRÍTICA DE TEATRO..."PRIMA FACIE" Y CRÍTICA DE DANZA,,,,"LA TEMPESTAD "


Un alegato universal sobre los juicios por abuso sexual
Leni GonzálezJulieta Zylberberg lleva adelante un auténtico tour de force actoral
PRIMA FACIE
AUTORÍA: Suzie Miller. Dirección y aDaptación: Andrea Garrote. intérprete: Julieta Zylbelberg. Vestuario: Betiana Temkin. escenografía e iluminación: Santiago Badillo. música original y soniDo: Ian Shifres. sala: Multiteatro Comafi (Corrientes1283).funciones: lunesymartes, a las 20,15. Duración: 100 minutos.

“Aprimera vista”, o “en principio”, son los significados de la locución latina prima facie. En el campo jurídico, es la prueba considerada suficiente para establecer una conclusión hasta que sea refutada. Quien eligió este título es la dramaturga australiana-británica Suzie Miller, autora del unipersonal Prima facie: es abogada penalista y sabe de argumentaciones. En especial, cuando las que denuncian son mujeres víctimas de la violencia sexual; serán ellas quienes tendrán que probar que no exageran o que no consintieron o que no están confundidas o que, directamente, no mienten.
Cuando estalló el movimiento #MeToo, en 2017 en los Estados Unidos (a raíz de las denuncias de abuso sexual contra el productor Harvey Weinstein), la autora se decidió a plantearlo desde las entrañas del entramado legal. Y la repercusión fue inmediata no bien se estrenó, en 2019, en Sidney, Australia; después en el West End londinense (2022) y, el año pasado, en Broadway, en ambos casos con Jodie Comer, la actriz de la serie Killing Eve. La onda se expandió también a España (con Vicky Luengo), entre otros países europeos, y a Sudamérica: Chile (con dirección de Daniel Veronese), Brasil (con Débora Falabella), Colombia (con Cristina Umaña) y ahora en Buenos Aires, con la actuación de Julieta Zylbelberg, la dirección de Andrea Garrote y la producción general de Valentina Berger, Sebastián Blutrach y Tomas Rottemberg.
Romina es una abogada penalista prestigiosa. Gana juicios en los que defiende a hombres acusados de violaciones y abusos contra mujeres. Es la ley, dice, el debido proceso. Es muy pilla y encuentra ese resquicio donde colarse para liberar a sus clientes. No le importa la verdad, si lo hizo o no, sino cómo lograr que la justicia institucionalizada -jueces, tribunales, juradosdicte inocencia o sobreseimiento. Y por ese camino, escalar en su carrera, paso a paso como lo hizo desde un primer momento a pura voluntad y dedicación; viene de abajo, no tuvo privilegios de clase, reconoce con facilidad el desdén de los otros y sabe cómo usarlo a su favor para dar el gran golpe en sus alegatos.
No cuesta imaginar, al verla pisar tan fuerte, que a esta Romina de hielo y acero le espera una caída, algo que dará vuelta su existencia para siempre: transitar la experiencia de la víctima, estar en esos zapatos, sufrir la asfixia de un sistema judicial armado para apabullar a la denunciante, para convencerla de que era mejor guardarse y callar. Como dos seres distintos -la defensora de violadores y la víctima de una violación, la aprovechadora de confusiones y la confundida, la segura y la balbuceante, la legal y la legítima-, una misma mujer recorre los dos lados del mostrador: ¿Se conocían de antes? ¿Ya habían tenido sexo? ¿Bebieron alcohol? ¿Usted dijo claramente que no quería tener relaciones íntimas? ¿Se aseguró de que él la escuchara? ¿Qué hizo con sus manos y piernas? ¿Pidió ayuda?¿Sí o no?
Si el estado de shock conspira contra una narración articulada en causas y consecuencias, si el hecho traumático provoca lagunas en la memoria que lleva tiempo reponer, parece obvio que demostrar con pruebas tangibles la ausencia de consentimiento no es un problema para el acusado sino para la víctima, que queda totalmente desprotegida ante esa imposición: esta peripecia es la que padece el personaje, de un estado a otro, de señalar a ser la señalada.
Por su actuación en Prima facie, Jodie Comer ganó dos premios consagratorios, el Laurence Olivier (en Londres) y el Tony (en Broadway). Lamentablemente no la vimos en la Argentina, pero sí podemos ver ahora a la gran Julieta Zylberberg, que realiza un tour de force monumental poniendo cuerpo y alma en un papel de enorme compromiso artístico pero también con su tiempo y su género. No hay “purismos” que valgan en este sentido porque en el aquí y ahora, hoy es un grito contenido y transversal a diferentes clases y países. Tal vez (¿cómo saberlo?) Prima facie se convierta en el fenómeno social que fue Monólogos de la vagina, de Eve Ensler, hace más de dos décadas.
Ahora bien, las dos partes o actos, divididos por un contador de días entre la denuncia y el inicio del juicio (782 días), son dos obras distintas o, por lo menos, dos momentos muy diferentes de los cuales, aunque el segundo tenga el contenido de todo lo que queremos escuchar, es el primero el más interesante, el que mete el dedo, el que divierte en el sentido que pueden hacerlo obras como Potestad, de Tato Pavlovsky: observar el comportamiento de aquel con quien no coincidimos, aquel que está en las antípodas, al otro lado de lo que sufrimos. El personaje de la abogada penalista es más atractivo teatralmente que el de la víctima. Pero, por supuesto, la emoción nos toma: es conmovedor, en un escenario despojado, con un gran telón pintado de fondo, ver y escuchar el discurso final de Romina, que es a su vez muchas otras mujeres.

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Un vendaval de traiciones en su mejor versión
Néstor TirriPróspero, Miranda y los Arieles, en una escena en la isla
La tempestad
coreografía: Mauricio Wainrot sobre William Shakespeare. música: Philip Glass. intérpretes: Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. dirección: Andrea Chinetti. codirección: Diego Poblete.sala: Teatro General San Martín.funciones: martes y miércoles, a las 20, hasta el 7 de agosto.


¿ Por qué Shakespeare instala en una isla lejana, en La tempestad, a tantos seres notables, tan disímiles? Un móvil podría ser el peso de una crisis de la civilización. ¿Será la misma inquietud la que en 2006 impulsóaMauricioWainrot,coreógrafo prolífico y proclive a asuntos comprometidos (la historia de Ana Frank, las consecuencias del desastre nuclear de Chernobyl en After), a adaptar la pieza teatral al lenguaje de la danza con el Ballet Contemporáneo, que el propio coreógrafo dirigía entonces? Es probable. Las crisis despuntan, transmutadas, en todas las épocas. La pieza tuvo dos versiones en Francia (2012 y 2017) y una reprise en su sede de origen en 2018: es evidente que el interés perdura. Tal vez porque las crisis reaparecen.
La misma compañía oficial, ahora dirigida por Andrea Chinetti y Diego Poblete, la repone con leves pero beneficiosas variantes (un intervalo que alivia la hora y tres cuartos de su extensión, por ejemplo). Hay, además, un vigoroso empeño interpretativo en el renovado elenco de esta obra, una de las más ambiciosas creaciones de Wainrot, un periplo de iniciación en el que se enfrentan fuerzas opuestas: la traición y la ambición por el poder, por un lado, y la comprensión, la amistad y el perdón, por otro. Todo, a través de figuras alegóricas tanto de la luz como de las tinieblas.
Asumido con aplomo y firmeza por Rubén Rodríguez, Próspero escribe y lee, y sus criaturas también; suerte de mago, su saber iniciático le confiere –en esta versión- el poder de proyectar los seres de su entorno. A su lado está su hija Miranda, a la que Ivana Santaella transmite un indispensable candor. Ambos han llegado a la isla después de la traición de Antonio, el hermano de Próspero que los ha empujado al mar. Ariel, ser asexuado, asistente del mago (otra creación suya), en esta puesta se desdobla en cuatro, según la concepción del coreógrafo. Uno de ellos, el principal, desgrana su accionar sutilmente ambiguo en la intangible calidad de movimiento que le confiere Flavia Di Lorenzo. En dúo con él/ella, Rodríguez se permite atrevidas acrobacias. A lo largo de la minuciosa introducción de la pieza, la música de Philip Glass imprime una seductora dinámica. En saltos ambientales, la acción deja ver momentos del lejano ducado de Milán (de donde han sido expulsados el mago y su hija); allí, siete parejas caracterizadas con rasgos expresionistas despliegan seductoras formaciones grupales.
La inagotable variedad de figuras coreográficas que se suceden vertiginosamente en algún momento se ve reforzada, como en un clímax pasajero, por la ambientación del mar embravecido y los naufragios. En ese clima de aventura a lo Salgari juegan las sobrias estructuras escénicas, reforzadas por el multimedia.
La reposición que emprendieron Chinetti y Poblete depara un espectáculo que, atenuando su abrumadora duración y la complejidad de algunos pasajes, logra una decantación que apunta a mejorarlo. Queda intacto, no obstante, ese vendaval de danzas con el que Wainrot enhebró, con su inocultable inclinación a lo teatral, alegorías y arquetipos que, con sus naufragios y sus sortilegios, han marcado secularmente a la cultura occidental. A pesar de sus crisis (eso sí), o como antídoto contra ellas.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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