viernes, 5 de julio de 2024

ESTRENO DE CINE..."Club Cero"...Y "LOS JUSTOS"


Relato perturbador sobre obsesiones del presente
Guillermo CourauMitologías actuales y peligros al alcance de la mano
Club Cero
(austria/2023). DireCCión: Jessica Hausner. Guion: Jessica Hausner, Géraldine Bajard. FotoGraFía: Martin Gschlacht. MúsiCa: Markus Binder. eDiCión: Karina Ressler. elenCo: Mia Wasikowska, Ksenia Devriendt, Luke Barker, Florence Baker, Samuel D. Anderson, Gwen Currant, Sidse Babett Knudsen, Amanda Lawrence, Elsa Zylberstein, Mathieu Demy, Lukas Turtur, Keeley Forsyth. DuraCión: 110 minutos.
Envuelta en un halo de elogios dubitativos luego de su paso por el Festival de Cannes, Club Cero llega a las carteleras locales con su mensaje perturbador e incómodo que toma a la “alimentación consciente” como punta de lanza de la distopía social que vivimos y veneramos.
El recelo crítico ante la nueva película de Jessica Hausner (Little Joe: El negocio de la felicidad) es comprensible cuando se pierde el foco sobre los verdaderos protagonistas de la historia. Que no son esos estudiantes seducidos por una maestra fundamentalista a abrazar la anorexia y llevarlos luego a las últimas consecuencias de un trastorno de la conducta alimentaria. Tampoco la profesora, ni siquiera la autoridad máxima del colegio donde transcurre la acción. Los verdaderos protagonistas y responsables de lo que sucede en el film son los padres de los chicos, que por diferentes motivos que van desde la incomprensión hasta el desinterés, han roto los lazos que los unen a ellos, dejándolos a merced de un discurso mesiánico de difícil digestión.
Sugerida por el Consejo de Padres, la profesora Novak (Mia Wasikowska), experta en nutrición, llega a un elitista colegio para brindar un curso optativo sobre “alimentación saludable”. El pequeño grupo de alumnos que se suma tiene diferentes intereses a la hora de anotarse: mejorar la silueta, cuidar el medioambiente, reforzar el autocontrol, y hasta conseguir los puntos necesarios para obtener una beca. Sin embargo, el objetivo de Novak es otro: penetrar lo suficiente en la mente de esos adolescentes para sumarlos a un proyecto radical llamado Club Cero, consistente en dejar de comer completamente, y de esta manera acceder a una especie de moderno nirvana: tener el control absoluto del cuerpo y la mente, y así “pasar de la existencia transitoria a la vida eterna”.
La propuesta de Hausner es incómoda, angustiante, desarrollada en un marco claustrofóbico, producto de una puesta en escena y banda sonora que consolida el espíritu perturbador del relato. Con una cámara que apenas se mueve, convirtiéndose en cómplice silencioso de lo que ocurre puertas adentro de la institución.
La idea de secta, que crece conforme avanza la acción y explota durante la conclusión de la historia, adquiere un valor diferencial al tratarse de un grupo de adolescentes, segmento caracterizado por la vulnerabilidad, las decisiones conjuntas, y el interés de mantenerlas ocultas al mundo adulto. Es decir, un germen de cultivo ideal para que proliferen ideas totalitarias como las que aquí se muestran.
Club Cero se aprovecha de un presente dominado por dietas milagrosas, confusión y militancia astral, para tomar esos elementos y satirizarlos. Pero no desde el humor, sino apelando a una estructura dramática que incomoda, interpela y golpea directamente en el seno familiar. Aun cuando en la reafirmación de esos conceptos peque de repetitiva, la película ofrece un mensaje crítico y contundente sobre la realidad, la ausencia de valores, el individualismo y sus consecuencias.

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Una entretenida y sentida fábula sobre la vejez
Pablo De VitaUn elenco local de lujo para una trama interesante cinetren
LOS JUSTOS
(arGentina/2022). DireCCión y Guion:
Martín E. Piñeiro. Fotografía: Agustín Barrutia. eDiCión: Martín Blousson y Sebastián Palacio. MúsiCa: Juan Tobal. elenCo: Arturo Puig, Claudio Rissi, Claudia Lapacó, Luis Ziembrowski, Muriel Santa Ana, Mirta Wons, Luz Palazón, Federico Salles. CaliFiCaCión: apta para mayores de 13 años.
DuraCión: 80 minutos.

Atilio se viste de traje, acaricia una foto sujetada en el marco de un espejo, cierra unas cartas, pone un banquito, cuelga una soga del techo y se pasa el otro extremo alrededor del cuello. Sujeto de ese fino lazo que separa la vida de la muerte busca suicidarse. El plan falla, aunque desvela otros problemas que son parte de la personalidad de Atilio y significan su ingreso a una residencia de ancianos, dado que su hija considera que él estará mejor atendido allí que en la soledad de su casa.
Al ingresar a su habitación de lo que será su nuevo hogar, Atilio conoce a Beto, otro jubilado que vive en la residencia y tiene sus achaques físicos, pero una frondosa imaginación y decide ayudarlo en su deseo de escaparse al cementerio para ir a ver la tumba de su esposa. Lo que no sabrán estos dos ancianos, con más rutinas que sorpresas, es que asistirán al desarrollo de una trama mafiosa que involucra funerarias, cementerios y ataúdes, y juntos deciden involucrarse para descubrir la verdad y de paso hacer carne aquello de “quien le roba a un ladrón…”. Pero siempre aparece una Doña Rosa, y esta no será la excepción, y ella descubre, de una manera tecnológicamente inocente, el plan de los conjurados y reclama su participación. Entre los tres comenzarán a urdir la conquista de los ataúdes sin sepultura y el director Martín E. Piñeiro, la trama de un policial matizado de humor negro que gracias a sus ácidos contrapuntos verbales evoca trazos, para el cine argentino, de aquella obra maestra que fue Los muchachos de antes no usaban arsénico, también protagonizada por un grupo de ancianos aunque con una historia muy distinta y, sobre todo, una muy diferente puesta en escena. Tal como sucedía con su corto La partida, el realizador busca enfatizar una gama de colores brillantes que lo acercan nuevamente a la obra de Edward Hopper o a la búsqueda fotográfica que realza el potencial estético de lo cotidiano para un relato que, además del policial y el humor negro, añade el melodrama para la concreción de un cine apoyado mucho más en esa versatilidad que en las características propias de un género en particular.
Ahora bien, el problema a veces surge cuando esa sumatoria de atmósferas debe pasar de enfatizar una a la otra y no se consigue para eso la fluidez narrativa necesaria que la propuesta requiere. Esa oscilación es por la cual la narrativa de Los justos cae repetidamente en el estereotipo y el espectador puede intuir que algo no termina de funcionar bien, pero esa tensión es disimulada por el enorme talento de su elenco, donde principalmente Arturo Puig consigue devolver los matices de aquel que creía que nada tenía por delante y debe hacer valer el peso de la convicción, junto al retorno brillante de Claudia Lapacó y el último rol de Claudio Rissi en la pantalla, acompañados de un sólido -y reconocidoreparto que convierten al nombre de Martín E. Piñeiro en uno de prometedor futuro y a Los justos, en una entretenida y sentida fábula sobre la vejez.

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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