Joyce DiDonato, la mezzosoprano enamorada de la Argentina; “si vas a cantar en el Colón, no podés tener un mal día”
Joyce DiDonato volverá a Buenos Aires el 5 de agosto, para presentarse en el Teatro Colón, dentro de la temporada del Mozarteum Argentino
Sergi Jasanada
La gran cantante lírica regresa a Buenos Aires para dar un concierto del Mozarteum Argentino; durante esta entrevista habla de sus recitales conceptuales y sobre la actualidad del mundo
Mauro Apicella
Podríamos imaginar que Joyce DiDonato es norteamericana de pies a cabeza. Pero, por su condición de cantante lírica de proyección internacional será, también, ciudadana del mundo. Hace años dejó su Kansas natal para comenzar a recorrer teatros de las más diversas latitudes. Desde su debut en la Ópera de Boston, paseo su voz por las más importantes salas de su país y de Europa (Scala de Milán, Ópera de París, Bayerische Staatsoper, entre muchas otras).
Es difícil para una persona con su currículum tener un lugar que represente un hogar. Hoy, esta charla la encuentra en Baden-Baden, Alemania, porque allí está dando conciertos en el Festspielhaus Baden-Baden, pero, de momento, su hogar podría ser España. “Trato de que lo sea, aunque paso allí unas seis semanas al año. Una cosa que tuve que aprender al principio de mi carrera fue sentirme como en casa dondequiera que esté”, dice, con cierto sabor agridulce en la voz. ¿Y cómo llegó allí, a instalarse en las afueras de Barcelona? “El amorrrrrr”, responde en castellano, estirando la erre y con tono de tango fatal. “Mi pareja es de la Argentina”, agrega. De hecho, no fue así como comenzó esta charla con Joyce, sino con un “Hola, felicitaciones por la Copa América. Congratulations! “. Y la sonrisa nadie se la pudo sacar del rostro, porque también la puso muy contenta que en ese fin de semana deportivo XL el tenista español Carlos Alcaraz se impusiera en Wimbledon y la Selección española ganara la Eurocopa.
Joyce DiDonato: "Si vas a cantar en el Teatro Colón, no puedes tener un mal día"Sergi Jasanada
Aunque el resto de la charla es en inglés, Joyce convive con el castellano y el mundo latino más de lo que podamos suponer. El 5 de agosto próximo volverá a Buenos Aires, para cantar en el Teatro Colón. Será su sexta visita, y también será con un programa bellísimo titulado Edén. Un repertorio muy ecléctico, en donde hermana obras del barroco con composiciones de Charles Ives (“La pregunta sin respuesta”) y una pieza que encargó para este proyecto, grabado junto a una agrupación de cámara con la que suele trabajar, Il Pomo D’Oro. Edén es su último disco y lo que compartirá con el público porteño, en esta nueva sociedad con el Mozarteum Argentino que, según dice, le gusta repetir. “Me encanta. En primer lugar, voy a decir que el Mozarteum es Gisela Timmermann. Quiero decir, ella es una de las empresarias más increíbles que he conocido porque es lo mejor del pasado, lo que solían ser los empresarios en los viejos tiempos, y lo mejor de ser un visionario para el futuro. Tiene un profundo amor por los artistas y la música. Y esto se ve en su programación, en su visión, en su tenacidad de hacer realidad lo imposible. Y por eso le tengo un profundo afecto. Y luego, el hecho de que ella dé estos conciertos en el Teatro Colón, que tiene, creo, uno de los públicos más exigentes para los que he cantado. Tienes que llegar a tu máximo nivel en ese teatro. No puedes tener un mal día. No puedes llegar y estar en piloto automático. Tienes que dar el concierto de tu vida. Eso es lo que el público espera, es lo que quiere. Y es una sensación estimulante hacer eso y sentir el aprecio de la audiencia. Por supuesto, la sala es legendaria y es verdaderamente la gran sala de conciertos del mundo. Pero eso es solo un edificio. Creo que lo que hace más al país y al Teatro Colón es la gente. Y es entonces cuando siento en mi corazón que amo a la Argentina y amo el Teatro Colón y el Mozarteum”.
Joyce trae un programa que es, en realidad, un espectáculo musical conceptual, que toma como punto de referencia o de partida a la naturaleza. No es la primera vez que trabaja de este modo. A mediados de la década pasada la temática fue la guerra y la paz. Sus años como intérprete lírica, luego de haber pasado por los títulos más tradicionales del repertorio operístico, aguzaron su sintonía fina hacia una búsqueda que estuviera relacionada problemáticas actuales. No sin prejuicios, se podría suponer que Joyce es de una generación que no ha atravesado (lo mismo que la mayoría de los que fuimos criados de este lado del Océano Atlántico) las guerras ni la necesidad de orientar el pensamiento hacia la naturaleza o la ecología.
“Es cierto. De todos modos, cuando tenía 13 años le envié una carta a quien entonces era el presidente, Ronald Reagan. Básicamente, la resumo: Le dije que la Guerra Fría era una estupidez. ‘Si usted y [Mijaíl] Gorbachov pudieran sentarse a cada lado de la mesa y hablar de hombre a hombre, podrían solucionar esto. La envié a la Casa Blanca y recibí, algunas semanas después, una respuesta genérica que decía que al presidente le gustaba escuchar a los jóvenes. ‘Gracias por tu carta’. Eso era lo que me preocupaba en ese momento. Luego vino el momento glorioso de la caída del muro de Berlín y esta década de calma y paz, antes de la llegada del siglo XXI. Es cierto que no tuvimos que pensar en muchas cosas. Pero mucho de lo que estamos viviendo ahora sucedía en aquel entonces. Las cosas estaban sucediendo, simplemente no estábamos prestando atención o no teníamos la información, por lo cual es un poco impactante haber experimentado una especie de tiempo de paz, al menos en el mundo occidental. Y, ciertamente, en los Estados Unidos, tenía la impresión de que todo estaba bien en el mundo. Crecí en el medio oeste de ese país, no teníamos ningún problema. Sí, y ese era un tipo de ignorancia que hoy no se permite. Hoy es todo tan caótico que siento que tengo que hacer algo”.
-¿Cuándo comenzó a plantear estos repertorios conceptuales?
-Esto comenzó con el concierto sobre Guerra y paz, porque me sentí muy obligada a decir que debía poner este tema en la música y frente a la gente. No quiero que mi audiencia se relaje. Creo que cuando estamos un poco inquietos escuchamos con mucha más atención. Escuchamos mucho más atentamente y lo experimentamos de una manera más profunda. El efecto de ese concierto fue tan fuerte que pensé que había que hacer más. Tenemos obras maestras de los últimos cuatro siglos, de poetas y compositores que han demostrado el horror de la codicia y la perfección sublime del perfecto día de verano. Tenemos tantos ejemplos. La belleza de este programa fue recoger diferentes tipos de frutas del árbol y juntarlas. Resaltar la atemporalidad de la condición humana, lo oscuro y lo claro, lo bueno y lo malo. La historia humana ha estado girando a través de esto durante tanto tiempo. Mi objetivo es darle esto al público. La guerra por sí sola es tan destructiva. Sin embargo, el sol sigue brillando. Sí. Los pájaros siguen cantando. Las flores todavía brotan de la tierra. Aunque todavía no fui a Sudamérica, voy a dar un ejemplo que creo, será lo que más me quede grabado.
Joyce DiDonato: "Es en el corazón donde nos abrimos y nos cuidamos unos a otros. Los políticos no nos van a salvar ni van a cuidar de nosotros".Sergi Jasanada
-¿Del actual espectáculo, Edén?
-Sí. Lo lanzamos la misma semana en que Rusia atacó Ucrania. Nuestro director viene de Rusia, tuvimos varios músicos que también nacieron allí. Fue un momento devastador y confuso para todos nosotros presentar Edén, este paraíso o este intento de llegar al paraíso mientras estaba sucediendo esto. El mundo se sacudió. Estábamos de gira. Íbamos a Polonia y veíamos en las estaciones de trenes a los refugiados. Fue un momento muy fuerte. Nuestro tercer concierto fue en Arnhem, en Holanda. Es una ciudad pequeña. Allí no existían coros de niños. Edén era la excusa que tuvo un maestro para crear uno y cantar con nosotros. Así que llegué al teatro el día del concierto. Siempre me reúno con el coro de niños con antelación. Pasamos un par de horas trabajando juntos antes del concierto. Eran muy tímidos, muy prolijos, se portaban bien. Y pensé que eso era terrible. Comencé a prepararlos y los animé. Finalmente, cantaron con todo su corazón, había un niño en la primera fila que era como un Freddie Mercury. Fue pura alegría. Probablemente fue el mejor día para todos. Pero si estabas a 100 kilómetros de allí podía haber sido el peor día de tu vida. Y sí, ambas cosas eran ciertas. Ambas cosas son igualmente ciertas. Creo que tenemos que reequilibrarnos con las cosas que son buenas, con las cosas que son milagrosas, con las cosas que nos nutren. Cada vez que voy a la Argentina trato de ir a Iguazú. Fui tres veces. El planeta está trabajando muy duro para cuidarnos. Y muchas personas están trabajando muy duro para cuidar de sus familias y de ellos mismos en un mundo muy difícil. No quiero perder eso de vista. Porque esa es una medicina muy poderosa. Es un arma muy poderosa. Y ese ha sido parte del motivo detrás de Edén: no podemos olvidar lo milagroso que es.
-Imaginemos esta situación, ahora que se acercan las elecciones en los Estados Unidos: Trump y Biden van a ver Edén. ¿Qué dice cada uno al final de la obra?
-No podría responder a eso. Conocí a Trump una vez. Estaba dando un concierto y al final me dijo: [imita su voz] “Todos ahí dicen que eres la mejor cantante, todos dicen que eres fantástica’. Creo que nos tomamos una foto juntos. Dijo lo que le sirvió en ese momento. No le creí. Sinceramente, no sé cómo responder a esta pregunta. Están muy alejados del corazón, en general. Así que la mayoría de sus respuestas serían diplomáticas. Yo creo que la única manera de avanzar es desde el corazón. No va a suceder a través del intelecto. El intelecto, el ego, es lo que causa más división, más discusiones, más actitud defensiva, más destrucción. Es en el corazón donde nos abrimos y nos cuidamos unos a otros. Los políticos no nos van a salvar ni van a cuidar de nosotros.
-Y siempre hay una pregunta sin respuesta, como la obra de Charles Ives, “The Unanswered Question”, con la que comienza el álbum Edén.
-Así es como lo experimenté en la interpretación: la orquesta comienza a sonar en la oscuridad y eso da la sensación de que ese sonido siempre estuvo allí, incluso al final cuando comienza el tema siguiente. Así que creo que la cuestión no es la respuesta, sino dónde está esa respuesta.
-¿Se vienen más proyectos conceptuales?
-Estoy muy emocionada porque Kevin Puts, el compositor de Las horas, que canté el Metropolitan Opera, vino con una increíble idea de un gran ciclo de canciones, algo así como una velada completa con la poesía de Emily Dickinson. Estoy muy emocionada por eso. Así que ese es mi próximo gran disco; lo grabaremos este año y lo publicaremos el próximo verano.
La gran cantante lírica regresa a Buenos Aires para dar un concierto del Mozarteum Argentino; durante esta entrevista habla de sus recitales conceptuales y sobre la actualidad del mundo
Mauro Apicella
Podríamos imaginar que Joyce DiDonato es norteamericana de pies a cabeza. Pero, por su condición de cantante lírica de proyección internacional será, también, ciudadana del mundo. Hace años dejó su Kansas natal para comenzar a recorrer teatros de las más diversas latitudes. Desde su debut en la Ópera de Boston, paseo su voz por las más importantes salas de su país y de Europa (Scala de Milán, Ópera de París, Bayerische Staatsoper, entre muchas otras).
Es difícil para una persona con su currículum tener un lugar que represente un hogar. Hoy, esta charla la encuentra en Baden-Baden, Alemania, porque allí está dando conciertos en el Festspielhaus Baden-Baden, pero, de momento, su hogar podría ser España. “Trato de que lo sea, aunque paso allí unas seis semanas al año. Una cosa que tuve que aprender al principio de mi carrera fue sentirme como en casa dondequiera que esté”, dice, con cierto sabor agridulce en la voz. ¿Y cómo llegó allí, a instalarse en las afueras de Barcelona? “El amorrrrrr”, responde en castellano, estirando la erre y con tono de tango fatal. “Mi pareja es de la Argentina”, agrega. De hecho, no fue así como comenzó esta charla con Joyce, sino con un “Hola, felicitaciones por la Copa América. Congratulations! “. Y la sonrisa nadie se la pudo sacar del rostro, porque también la puso muy contenta que en ese fin de semana deportivo XL el tenista español Carlos Alcaraz se impusiera en Wimbledon y la Selección española ganara la Eurocopa.
Joyce DiDonato: "Si vas a cantar en el Teatro Colón, no puedes tener un mal día"Sergi Jasanada
Aunque el resto de la charla es en inglés, Joyce convive con el castellano y el mundo latino más de lo que podamos suponer. El 5 de agosto próximo volverá a Buenos Aires, para cantar en el Teatro Colón. Será su sexta visita, y también será con un programa bellísimo titulado Edén. Un repertorio muy ecléctico, en donde hermana obras del barroco con composiciones de Charles Ives (“La pregunta sin respuesta”) y una pieza que encargó para este proyecto, grabado junto a una agrupación de cámara con la que suele trabajar, Il Pomo D’Oro. Edén es su último disco y lo que compartirá con el público porteño, en esta nueva sociedad con el Mozarteum Argentino que, según dice, le gusta repetir. “Me encanta. En primer lugar, voy a decir que el Mozarteum es Gisela Timmermann. Quiero decir, ella es una de las empresarias más increíbles que he conocido porque es lo mejor del pasado, lo que solían ser los empresarios en los viejos tiempos, y lo mejor de ser un visionario para el futuro. Tiene un profundo amor por los artistas y la música. Y esto se ve en su programación, en su visión, en su tenacidad de hacer realidad lo imposible. Y por eso le tengo un profundo afecto. Y luego, el hecho de que ella dé estos conciertos en el Teatro Colón, que tiene, creo, uno de los públicos más exigentes para los que he cantado. Tienes que llegar a tu máximo nivel en ese teatro. No puedes tener un mal día. No puedes llegar y estar en piloto automático. Tienes que dar el concierto de tu vida. Eso es lo que el público espera, es lo que quiere. Y es una sensación estimulante hacer eso y sentir el aprecio de la audiencia. Por supuesto, la sala es legendaria y es verdaderamente la gran sala de conciertos del mundo. Pero eso es solo un edificio. Creo que lo que hace más al país y al Teatro Colón es la gente. Y es entonces cuando siento en mi corazón que amo a la Argentina y amo el Teatro Colón y el Mozarteum”.
Joyce trae un programa que es, en realidad, un espectáculo musical conceptual, que toma como punto de referencia o de partida a la naturaleza. No es la primera vez que trabaja de este modo. A mediados de la década pasada la temática fue la guerra y la paz. Sus años como intérprete lírica, luego de haber pasado por los títulos más tradicionales del repertorio operístico, aguzaron su sintonía fina hacia una búsqueda que estuviera relacionada problemáticas actuales. No sin prejuicios, se podría suponer que Joyce es de una generación que no ha atravesado (lo mismo que la mayoría de los que fuimos criados de este lado del Océano Atlántico) las guerras ni la necesidad de orientar el pensamiento hacia la naturaleza o la ecología.
“Es cierto. De todos modos, cuando tenía 13 años le envié una carta a quien entonces era el presidente, Ronald Reagan. Básicamente, la resumo: Le dije que la Guerra Fría era una estupidez. ‘Si usted y [Mijaíl] Gorbachov pudieran sentarse a cada lado de la mesa y hablar de hombre a hombre, podrían solucionar esto. La envié a la Casa Blanca y recibí, algunas semanas después, una respuesta genérica que decía que al presidente le gustaba escuchar a los jóvenes. ‘Gracias por tu carta’. Eso era lo que me preocupaba en ese momento. Luego vino el momento glorioso de la caída del muro de Berlín y esta década de calma y paz, antes de la llegada del siglo XXI. Es cierto que no tuvimos que pensar en muchas cosas. Pero mucho de lo que estamos viviendo ahora sucedía en aquel entonces. Las cosas estaban sucediendo, simplemente no estábamos prestando atención o no teníamos la información, por lo cual es un poco impactante haber experimentado una especie de tiempo de paz, al menos en el mundo occidental. Y, ciertamente, en los Estados Unidos, tenía la impresión de que todo estaba bien en el mundo. Crecí en el medio oeste de ese país, no teníamos ningún problema. Sí, y ese era un tipo de ignorancia que hoy no se permite. Hoy es todo tan caótico que siento que tengo que hacer algo”.
-¿Cuándo comenzó a plantear estos repertorios conceptuales?
-Esto comenzó con el concierto sobre Guerra y paz, porque me sentí muy obligada a decir que debía poner este tema en la música y frente a la gente. No quiero que mi audiencia se relaje. Creo que cuando estamos un poco inquietos escuchamos con mucha más atención. Escuchamos mucho más atentamente y lo experimentamos de una manera más profunda. El efecto de ese concierto fue tan fuerte que pensé que había que hacer más. Tenemos obras maestras de los últimos cuatro siglos, de poetas y compositores que han demostrado el horror de la codicia y la perfección sublime del perfecto día de verano. Tenemos tantos ejemplos. La belleza de este programa fue recoger diferentes tipos de frutas del árbol y juntarlas. Resaltar la atemporalidad de la condición humana, lo oscuro y lo claro, lo bueno y lo malo. La historia humana ha estado girando a través de esto durante tanto tiempo. Mi objetivo es darle esto al público. La guerra por sí sola es tan destructiva. Sin embargo, el sol sigue brillando. Sí. Los pájaros siguen cantando. Las flores todavía brotan de la tierra. Aunque todavía no fui a Sudamérica, voy a dar un ejemplo que creo, será lo que más me quede grabado.
Joyce DiDonato: "Es en el corazón donde nos abrimos y nos cuidamos unos a otros. Los políticos no nos van a salvar ni van a cuidar de nosotros".Sergi Jasanada
-¿Del actual espectáculo, Edén?
-Sí. Lo lanzamos la misma semana en que Rusia atacó Ucrania. Nuestro director viene de Rusia, tuvimos varios músicos que también nacieron allí. Fue un momento devastador y confuso para todos nosotros presentar Edén, este paraíso o este intento de llegar al paraíso mientras estaba sucediendo esto. El mundo se sacudió. Estábamos de gira. Íbamos a Polonia y veíamos en las estaciones de trenes a los refugiados. Fue un momento muy fuerte. Nuestro tercer concierto fue en Arnhem, en Holanda. Es una ciudad pequeña. Allí no existían coros de niños. Edén era la excusa que tuvo un maestro para crear uno y cantar con nosotros. Así que llegué al teatro el día del concierto. Siempre me reúno con el coro de niños con antelación. Pasamos un par de horas trabajando juntos antes del concierto. Eran muy tímidos, muy prolijos, se portaban bien. Y pensé que eso era terrible. Comencé a prepararlos y los animé. Finalmente, cantaron con todo su corazón, había un niño en la primera fila que era como un Freddie Mercury. Fue pura alegría. Probablemente fue el mejor día para todos. Pero si estabas a 100 kilómetros de allí podía haber sido el peor día de tu vida. Y sí, ambas cosas eran ciertas. Ambas cosas son igualmente ciertas. Creo que tenemos que reequilibrarnos con las cosas que son buenas, con las cosas que son milagrosas, con las cosas que nos nutren. Cada vez que voy a la Argentina trato de ir a Iguazú. Fui tres veces. El planeta está trabajando muy duro para cuidarnos. Y muchas personas están trabajando muy duro para cuidar de sus familias y de ellos mismos en un mundo muy difícil. No quiero perder eso de vista. Porque esa es una medicina muy poderosa. Es un arma muy poderosa. Y ese ha sido parte del motivo detrás de Edén: no podemos olvidar lo milagroso que es.
-Imaginemos esta situación, ahora que se acercan las elecciones en los Estados Unidos: Trump y Biden van a ver Edén. ¿Qué dice cada uno al final de la obra?
-No podría responder a eso. Conocí a Trump una vez. Estaba dando un concierto y al final me dijo: [imita su voz] “Todos ahí dicen que eres la mejor cantante, todos dicen que eres fantástica’. Creo que nos tomamos una foto juntos. Dijo lo que le sirvió en ese momento. No le creí. Sinceramente, no sé cómo responder a esta pregunta. Están muy alejados del corazón, en general. Así que la mayoría de sus respuestas serían diplomáticas. Yo creo que la única manera de avanzar es desde el corazón. No va a suceder a través del intelecto. El intelecto, el ego, es lo que causa más división, más discusiones, más actitud defensiva, más destrucción. Es en el corazón donde nos abrimos y nos cuidamos unos a otros. Los políticos no nos van a salvar ni van a cuidar de nosotros.
-Y siempre hay una pregunta sin respuesta, como la obra de Charles Ives, “The Unanswered Question”, con la que comienza el álbum Edén.
-Así es como lo experimenté en la interpretación: la orquesta comienza a sonar en la oscuridad y eso da la sensación de que ese sonido siempre estuvo allí, incluso al final cuando comienza el tema siguiente. Así que creo que la cuestión no es la respuesta, sino dónde está esa respuesta.
-¿Se vienen más proyectos conceptuales?
-Estoy muy emocionada porque Kevin Puts, el compositor de Las horas, que canté el Metropolitan Opera, vino con una increíble idea de un gran ciclo de canciones, algo así como una velada completa con la poesía de Emily Dickinson. Estoy muy emocionada por eso. Así que ese es mi próximo gran disco; lo grabaremos este año y lo publicaremos el próximo verano.
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